Publicado en diario Expreso el 29 de diciembre de 2023.
Uno de los fundadores de la marina peruana, Martín Jorge Guise, quedó muerto en la ría de Guayaquil por la explosión de una granada. Este hecho ocurrió frente al malecón, a fines del año 1828, cuando no existía aún el Ecuador y la antigua provincia española de Guayaquil (anexada manu militari el 31 de julio de 1822) era el extremo meridional de la República de Colombia. A la época de la muerte de Guise, la República de Colombia se hallaba en guerra con su vecina del Sur, la República del Perú.
Presidido como estaba por el héroe de la independencia americana, José Domingo de Lamar (general de origen cuencano y ascendencia guayaquileña), el Perú reivindicaba los territorios del Sur de Colombia (esto es, las antiguas provincias españolas de Guayaquil y Cuenca) como propios. Para tomarlos, desde el 22 de noviembre de 1828 el Perú bloqueó la ría de Guayaquil. El 24 de noviembre se lo mató a Guise. La ciudad resistió el asedio de los peruanos, hasta que finalmente el bloqueo rindió sus frutos.
El 19 de enero de 1829, el Comandante de la Plaza de Guayaquil, el inglés John Illingworth, negoció con los atacantes peruanos y acordó que, si en exactos diez días no llegaban noticias de la guerra, entregaría Guayaquil a las fuerzas peruanas. Pasó el tiempo convenido y no se obtuvieron noticias. Cumplida la condición pactada, Guayaquil pasó a ser administrada por el Perú. Illingworth trasladó su gobierno, durante este período de exilio, a la vecina Daule.
El 27 de febrero de 1829, en el portete de Tarqui, se enfrentaron las tropas de Colombia, comandadas por el general Antonio José de Sucre (quien da nombre al aeropuerto de Quito), y las del Perú, comandadas por el general José Domingo de Lamar (quien da nombre al aeropuerto de Cuenca). Colombia venció en este enfrentamiento y el 28 de febrero se firmó el Tratado de Girón, una de cuyas cláusulas estipuló la devolución de Guayaquil a la República de Colombia.
El peruano que administraba la ciudad a nombre del Perú, José Prieto, se negó a cumplir con lo dispuesto en el Tratado de Girón. El presidente peruano, el cuencano Lamar, sostenía el incumplimiento, entre otras cosas, porque el decreto de honores que publicó Sucre con ocasión de su triunfo en Tarqui resultaba deshonroso para el Perú.
Sucre había comisionado a Guayaquil, para que se proceda con su devolución, al venezolano León de Febres-Cordero y al irlandés Arthur Sandes. El peruano Prieto les hizo a ambos un feo desplante, al encerrarlos en un pontón (digamos: una prisión flotante sobre la ría de Guayaquil; para este caso, la corbeta peruana “Libertad”).
Se estimaba pronta una nueva acción bélica pero un golpe de Estado en el Perú, orquestado por Agustín Gamarra y Antonio Gutiérrez de la Fuente, lo cambió todo. Se desconoció la presidencia del cuencano Lamar y un nuevo representante del Perú, Francisco del Valle Riestra, negoció y firmó el 27 de junio de 1829, en conjunto con León de Febres-Cordero, el Tratado de Buijo. Allí se pactó, nuevamente, la devolución de Guayaquil.
Esta vez sí se cumplió. El 20 de julio, Guayaquil volvió a ser colombiana. La ciudad había demorado un total de ciento setenta y tres días del año 1829 bajo la administración peruana.