27 de junio de 2025

1809 y 1820

            Publicado en diario Expreso el viernes 27 de junio de 2025.

Dos fechas importantes para la historia del Ecuador son el 10 de agosto de 1809 y el 9 de octubre de 1820. Es un asunto de justicia realizar una necesaria distinción entre una y otra fecha, porque diferentes fueron su naturaleza, su propósito y su resultado.  

Su naturaleza fue diferente. El 10 de agosto de 1809 en Quito existió un movimiento autonomista, dentro del ámbito de la Monarquía Católica, con el objetivo de recuperar la preeminencia de Quito sobre los territorios que ella había perdido en los años precedentes. Como lo ha descrito la profesora de historia de las Américas en la Universidad de Turín, Federica Morelli: “El principal objetivo de la junta quiteña de 1809 no fue, por lo tanto, la independencia de España sino la reconstitución de un territorio que había sufrido una desarticulación mucho antes de la crisis de 1808”.

Por su parte, el 9 de octubre de 1820 fue un movimiento independentista. Quedó así de claro en el Acta que se suscribió en Guayaquil ese mismo día, donde se indicó sin lugar a dudas que el 9 de octubre de 1820 era para esta ciudad el día “primero de su independencia”.

También el propósito que animó a los movimientos fue distinto. El 10 de agosto de 1809, las élites de Quito, por su afán de recuperación del espacio, quisieron imponer la supremacía de Quito a las provincias vecinas de Cuenca, Guayaquil y Popayán. En palabras de Federica Morelli: “la junta de Quito adoptó una actitud agresiva y a menudo no esperó la respuesta de las demás ciudades respecto de su adhesión o no al proyecto. Al contrario, destituyó a las autoridades existentes y las sustituyó por funcionarios nuevos, elegidos directamente por ella y en estrecho vínculo con las grandes familias de la capital. Tales prevenciones hegemónicas de la junta de Quito sobre las restantes provincias provocaron una viva reacción entre las élites de las últimas”.

Por contraste, tras el 9 de octubre de 1820, desde Guayaquil se buscó la independencia de las demás provincias. La Junta Superior de Gobierno de Guayaquil, presidida por José Joaquín Olmedo, creó una milicia llamada División Protectora de Quito, aportando con cuantiosos recursos y numerosos soldados para la lucha por la libertad de las provincias que conformaban la Audiencia de Quito. Tras una lucha de casi dos años, el 24 de mayo de 1822, varios guayaquileños, entre muchos otros patriotas, lucharon en las faldas del Pichincha por la libertad de Quito. 

Finalmente, el resultado de ambos movimientos fue distinto. Mientras el 10 de agosto de 1809, tras la reacción de las élites de las provincias vecinas, concluyó en el regreso de los españoles al poder el 24 de octubre de 1809, en el caso del 9 de octubre de 1820 los esfuerzos que se empeñaron fueron coronados con el éxito. 

Cuando se conoció la noticia del triunfo de los patriotas en la batalla del Pichincha, la Junta de Gobierno de Guayaquil publicó una proclama el 9 de junio de 1822, que decía: “Cuando nos propusimos ser libres, no podíamos dejar gemir en la opresión a los pueblos que nos rodeaban”. Y se reconoció en esta proclama que los grandes esfuerzos de Guayaquil habían rendido su fruto: “Guayaquileños: Quito es ya libre: vuestros votos están cumplidos”.

20 de junio de 2025

El último dictador civil

            Publicado en diario Expreso el viernes 20 de junio de 2025.

El 22 de junio de 1970, hace casi 55 años, el Registro Oficial No. 1 publicó el decreto supremo No. 1 con el que José María Velasco Ibarra, quien había sido elegido Presidente de la República en una elección celebrada el 2 de junio de 1968, se declaró dictador en los siguientes términos: “Art. 1º.- Asumo el Mando Supremo de la República a partir del día de hoy hasta el 31 de Agosto de 1972 fecha en la cual termina el período presidencial para el que fui elegido por la soberanía popular”. 

Las justificaciones que el Presidente Velasco Ibarra ofreció para la declaratoria de su última dictadura fueron puestas de manifiesto en los considerandos del decreto supremo. En principio, Velasco Ibarra justificó su dictadura en la necesidad de proteger a la administración del Estado, porque el sistema legislativo había debilitado al Poder Ejecutivo y porque “fuerzas negativas y antinacionales” habían conducido al Ecuador a “una crisis que amenaza su misma existencia”. 

En seguida, Velasco Ibarra justificó la dictadura por la necesidad de satisfacer los reclamos de la sociedad, tanto de una opinión pública que según él deseaba una “reestructuración nacional sobre bases de respeto a la moral, a la autoridad y a las leyes”, como de las Fuerzas Armadas que “en forma patriótica, comprensiva y unánime han solicitado al actual Presidente de la República que asuma los Plenos Poderes”. Y Velasco Ibarra les hizo caso.

El quiteño José María Velasco Ibarra es nuestra gran figura democrática, pues ningún otro ha sido elegido Presidente en tantas ocasiones por la votación popular, un total de cuatro: en 1934, 1952, 1960 y 1968. Velasco Ibarra es también nuestra gran figura dictatorial, pues ningún otro ha intentado la dictadura en tantas ocasiones como él: en 1935, 1946 y 1970. 

En 1935 Velasco Ibarra intentó la dictadura, sin éxito, cuando (según su decir) se precipitó sobre las bayonetas y las Fuerzas Armadas no lo respaldaron. Fue la única ocasión en que no tuvo éxito, porque en 1946 y 1970, en cambio, sí consolidó su dictadura, aunque en ningún caso duró demasiado. 

El 30 de marzo de 1946 Velasco Ibarra se declaró dictador a fin de desconocer una Constitución que se había sido aprobada recién en 1945 y con la que él no estuvo de acuerdo, por lo que convocó a una nueva Asamblea Constitucional, que lo volvió a designar a él Presidente de la República el 10 de agosto de 1946 y que produjo a fines del año 1946 otra Constitución, que esta vez sí fue de su agrado. Velasco Ibarra gobernó hasta que el golpe de Estado del coronel Mancheno Cajas lo obligó a renunciar el 23 de agosto de 1947.

En 1970, por segunda vez Velasco Ibarra intentó con éxito una dictadura. Como se indicaba en el citado decreto supremo No. 1, Velasco Ibarra debió gobernar hasta el 31 de agosto de 1972, pero fue interrumpido por un golpe de Estado militar perpetrado el 15 de febrero de 1972, que ha pasado a la historia como el “Carnavalazo” y por el que subió al poder el general Guillermo Rodríguez Lara.

En esta última dictadura, Velasco Ibarra gobernó el país por espacio de 603 días (1 año, 6 meses y 28 días) sin contrapesos políticos. Ha sido nuestro último dictador civil. Pero muy probablemente, no será el último.

13 de junio de 2025

Los desgajos a la Provincia de Guayaquil

            Publicado el viernes 13 de junio en diario Expreso.

La Provincia de Guayaquil, durante los muchos años en que fue parte del Reino de España, fue un territorio de alrededor de 50.000 kilómetros cuadrados. Después de que en julio de 1822 se anexionó (por la fuerza) la Provincia de Guayaquil a la República de Colombia, esta antigua provincia española se transformó en un departamento colombiano. Tras haberse expedido el 25 de junio de 1824 por el Congreso de Colombia la Ley de División Territorial de la República de Colombia, la que fue una provincia de 50.000 kilómetros cuadrados sufrió su primer desgajo. El departamento de Guayaquil, que fue uno de los doce departamentos colombianos, se lo dividió en dos provincias: Guayaquil y Manabí. Con los departamentos de Azuay y Quito, estos tres departamentos conformaron el Distrito del Sur de Colombia.  

Esta Ley colombiana de 1824, a su vez, subdividió a la Provincia de Guayaquil en seis cantones: Guayaquil (su capital), Daule, Babahoyo, Baba, la Punta de Santa Elena y Machala. Esto que había resuelto Colombia en 1824 se mantuvo cuando el Distrito del Sur se separó de Colombia para crear el Estado del Ecuador en 1830. Se mantuvieron los departamentos (de hecho, según el artículo 1 de la Constitución de 1830, el Estado del Ecuador no era otra cosa que la reunión de los departamentos de Azuay, Guayas y Quito) y no se realizó ninguna alteración a los límites establecidos en la ley colombiana de 1824. Es así que Ecuador surgió a la vida jurídica con siete provincias: Guayaquil y Manabí (en la región Costa), e Imbabura, Quito, Chimborazo, Azuay y Loja (en la región Sierra).

El siguiente desgajo sufrido por la Provincia de Guayaquil ocurrió en 1861 durante el primer gobierno del guayaquileño Gabriel García Moreno cuando se creó una nueva provincia llamada originalmente “Ríos” (con el tiempo, “Los Ríos”; una parte de esta provincia se la segregaría en 1884 para la creación de la provincia de Bolívar). García Moreno también fue el responsable de cambiar el histórico nombre de “Provincia de Guayaquil”, pues desde la Lei sobre División Territorial que se dictó a inicios de su primer gobierno, en mayo de 1861, se la empezó a llamar “Provincia del Guayas”.

Durante el gobierno presidencial de otro guayaquileño, José María Caamaño, se procedió al siguiente desgajo de la provincia en la Ley sobre División Territorial de 1884. La provincia de El Oro emergió del territorio de la provincia del Guayas, al menos en su franja costera. Y de esta manera, a fines del siglo XIX, quedó configurada la división de la Costa en cinco provincias (Manabí, Guayas, Los Ríos y El Oro, más Esmeraldas, que siempre se mantuvo fuera de la órbita de la Provincia de Guayaquil). Esta división territorial de la Costa persistió por más de un siglo (123 años).  

El siguiente desgajo a la provincia del Guayas ocurrió en el 2007, durante el gobierno de otro presidente guayaquileño, Rafael Correa, cuando de ella se desprendió a la Provincia de Santa Elena. Así, de los seis cantones originales con los que empezó la provincia en 1830, Santa Elena fue el tercero que se provincializó. Y es de notar que todos ellos se provincializaron en períodos de Presidentes guayaquileños: García Moreno, Caamaño y Correa.

6 de junio de 2025

Ecuador y el Imperio del Japón

            Publicado en diario Expreso el viernes 6 de junio de 2025.

En 1894, el Imperio del Japón enfrentaba en una guerra a China, en la que triunfó al año siguiente (obtuvo de China los territorios de Taiwán, Liaodong y las islas Pescadores, además del control sobre la península de Corea). El Ecuador participó apoyando al imperio japonés, pues le facilitó la compra de un crucero chileno, de nombre Esmeralda.

Como el gobierno de Chile se había declarado neutral en la guerra entre Japón y China, no podía hacer una venta directa. Por eso un puñado de especuladores ecuatorianos (entre ellos, un expresidente) compraron el crucero chileno Esmeralda por 220.000 libras esterlinas y le pusieron la bandera ecuatoriana para que surque las aguas entre Valparaíso y Hawái, donde tras el pago de 300.000 libras esterlinas se entregó este crucero al Imperio del Japón, que lo rebautizó como Izumi.

Por eso, el 5 de junio de 1895, en la proclama que suscribió el pueblo de Guayaquil en la que se nombró al general Eloy Alfaro “Jefe Supremo de la República y General en Jefe del Ejército”, se justificó la revolución liberal por haber estado la República “sojuzgada por una camarilla sombría, de especuladores inicuos”.

Para acabar con esa camarilla, se debía dar bala y lo sabía bien Alfaro. La proclama del pueblo de Guayaquil del 5 de junio tiene su necesario antecedente en la “Proclama a los habitantes del Ecuador”, suscrita por Alfaro el 5 de febrero de 1895, en Managua. Allí el general dejaba en claro la necesidad de la violencia para el triunfo de la revolución: “Solamente a balazos dejarán vuestros opresores el poder que tienen únicamente por la violencia. […] ¡Afrontemos, pues, resueltamente los peligros y luchemos por nuestros derechos y libertades, hasta organizar una honrada administración del Pueblo y para el Pueblo. En fin, hagamos algo digno que merezca los aplausos de la posteridad!”. 

Eloy Alfaro concluyó su proclama, ofreciendo los servicios de su espada: “Marcho, pues, ¡en vuestro auxilio para participar en las penalidades de la campaña y tener la honra de conduciros al combate y a la victoria!”. El 12 de febrero, Milagro fue la primera en plegar a la causa alfarista, y se fueron sumando decenas y decenas de ciudades y pueblos de la Costa con insurrecciones y proclamas a favor de Alfaro.  

Tras la proclama del pueblo de Guayaquil que lo nombró “General en Jefe del Ejército”, el 18 de junio de 1895, Eloy Alfaro desembarcó en la ciudad. En seguida, organizó las fuerzas militares para empezar a remontar la cordillera y tomar Quito, sede del poder político y administrativo del Ecuador, bastión conservador de la República.

El 15 de agosto, el ejército de Eloy Alfaro derrotó en Gatazo al ejército gubernamental. El 23 de ese mes, el último Encargado del Poder en Quito, Aparicio Rivadeneira, huyó a Colombia. El 4 de septiembre de 1895, Alfaro y sus huestes entraron en Quito y, a partir de ese día, se organizó la administración de la República bajo principios e instituciones liberales. 

En 1895 se registró el primer triunfo bélico del imperialismo japonés (vendrían muchos más, hasta un desplome final con bomba atómica) y en 1895 triunfó en el Ecuador la revolución liberal. Ambos hechos tienen un vínculo lejano, en un acto de corrupción.