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Huecos de responsabilidad municipal

19 de agosto de 2019


Alguna vez, camino a conseguir un encebollado, noté un descomunal hoyo en la obligada virada del tránsito de la calle Limberg para incorporarse al tráfico de la avenida Domingo Comín, en el barrio Cuba. El asunto llegó a las noticias con un titular jurídico: “Municipio de Guayaquil indaga si paga por daños causados por huecos”.

Recuerdo haber leído esta noticia y, unos días después, encontrarme con esta precaria solución municipal. Cosas como estas, son distintivos del subdesarrollo:


Pasó un poco más de tiempo, y la precaria reparación del hueco se la corrigió a como se la debió haber hecho desde un principio:


Lo cierto es que el Municipio de Guayaquil jamás indagó si debía pagar “por los daños ocasionados por los huecos” a los vehículos. Para empezar, el titular de diario El Universo es una mentira: debió decir realmente que “el Municipio no responde”, pues nunca respondió lo que se había comprometido a indagar y a este diario tampoco le interesó hacerle seguimiento a su noticia (esto es típico). Con su titular palurdo le bastó.

Antes de esta intervención municipal en dos partes, recuerdo que una vez que yo volvía de la picantería observé a un carro que venía sobre la calle Limberg derechito a hundir su llanta delantera derecha en el hoyo. Sin soltar la funda con los encebollados, le hice gestos al conductor, un dedo al ojo a modo de advertencia y luego señalé al hoyo. Entendió de una, maniobró bien y lo esquivó. Debió advertir su tamaño, pues el veterano que conducía y su señora me hicieron gestos aspaventosos de agradecimiento por haberlos advertido, los que fueron debidamente correspondidos. Fue una típica escena guayaca: todo este jolgorio, sin nadie soltar su funda de encebollados ni salir de la comodidad de su aire acondicionado.

Con mi encebollado en la mano y haberle ahorrado a esa pareja una visita a la mecánica, me sentí un buen ciudadano. Pero a todos los que no lograron advertir el hoyo y no tuvieron la fortuna de que un buen samaritano se los haya advertido para evitarlo, no deberían albergar ninguna duda, ni esperar ninguna “indagación” del Municipio de Guayaquil, a fin de hacer responsable de la reparación de sus vehículos a dicho órgano del Estado, por estricta aplicación de la norma constitucional que dispone que “el Estado, sus delegatarios, concesionarios y toda persona que actúe en ejercicio de una potestad pública, estarán obligados a reparar las violaciones a los derechos de los particulares por la falta o deficiencia en la prestación de los servicios públicos…” (Art. 11. 9).

Aguas sucias y su porqué

13 de junio de 2017

Los servicios de agua potable y de alcantarillado sanitario son prestados por la empresa privada Interagua, por concesión de la Alcaldía de Guayaquil hecha el año 2001.
 
Increíblemente, la Alcaldía de Guayaquil conserva una imagen positiva en la prestación de los servicios de agua potable y de alcantarillado sanitario (por decirlo de otro modo, su responsabilidad política está intacta). Esto, aunque no solo que la Alcaldía de Guayaquil ha incumplido con sus propios estándares de eficiencia, sino que a observadores extranjeros independientes, como el periódico inglés The Guardian, les resulta evidente que la prestación de estos servicios es insuficiente.

Se dará cuenta de lo dicho, en los siguientes dos puntos:

Punto 1.- El año 2011, el alcalde Jaime Nebot afirmó que a fines del año 2011 o a comienzos del 2012, “todo Guayaquil tendrá el cien por ciento de agua potable” y que a fines del 2013 o a inicios del 2014, “todos tendrán alcantarillado sanitario” (1)

Por supuesto, esto resultó una mentira. En una entrevista años después de cumplido el plazo autoimpuesto, a fines del 2016, el alcalde Nebot admitió el incumplimiento de lo ofrecido, pues afirmó que todavía “falta 1% para tener agua potable al 100 % por tubería y 7 ú 8 % para acabar el alcantarillado sanitario” (2).

Punto 2.- El año pasado, el diario inglés The Guardian publicó una noticia sobre la prestación de los servicios de agua potable y de alcantarillado sanitario en Guayaquil. Allí, la empresa Interagua explicó su modus operandi: “Los que no tienen títulos legales no tienen derecho a recibir los servicios” (3)

Esta decisión hay que entenderla en el contexto de la arbitraria decisión del alcalde Nebot de excluir de los servicios básicos a una parte de su ciudad, ratificada por su Concejo Municipal compuesto de obedientes alzamanos:

“Yo he tomado la decisión de que aquí no vamos a legalizar un terreno ni vamos a poner una volqueta de cascajo ni un metro cuadrado de asfalto ni un metro de tubería de alcantarillado de agua potable más allá de la Sergio Toral” (4) 

Así, por una arbitrariedad del alcalde Jaime Nebot, decenas de miles de personas al oeste de la ciudad fueron privadas de recibir los servicios de alcantarillado sanitario y de agua potable (así como cualquier otro servicio de obligación municipal). De esta manera lo recogió The Guardian: “[Interagua] no es responsable por el agua y el alcantarillado sanitario de los muchos asentamientos informales de Guayaquil, dejando a muchos de sus residentes más pobres sin cobertura” (5).

Conclusión

A partir de la constatación hecha en el primer punto, se deduce que la gestión concesionada por la Alcaldía de Guayaquil no es eficiente en la prestación de los servicios de agua potable y de alcantarillado sanitario (pues se propone una meta y no la cumple); a partir del segundo punto, se deduce que el Municipio no tiene siquiera la intención de serlo. Su idea de desarrollo de Guayaquil incluye algunos que ganan (los sectores vinculados a la construcción y las clases medias en zonas regeneradas) y otros que pierden (los habitantes de las zonas suburbanas y, de manera general, los más pobres). El resultado es que ni excluyendo a decenas de miles de ciudadanos para acomodar sus cifras siempre vagas, la Alcaldía de Guayaquil alcanza la meta que desde el 2011 había anunciado.

Entonces, ¿por qué se puede creer que la Alcaldía de Guayaquil es “el gobierno local más eficiente”, como lo dice el apartado “Visión” de su página web?

Esto tiene soundtrack

Es probable que se deba a la misma razón por la que en los Estados Unidos de América se creen las mentiras del presidente Donald Trump, de acuerdo con Stephen Fry: por el síndrome de Dünning-Kruger (6). Específicamente, la razón por la que decenas de miles de personas creen que Guayaquil puede ser considerada una ciudad eficiente, es porque existe en el guayaquileño de clase media una “ilusión de conocimiento” acerca de su ciudad, cuando en realidad no tiene ni puta idea (7).

(1) Nebot: "332 obras ejecuta el Municipio"’, Blog de la Alcaldía de Guayaquil, 7 de enero de 2011.
(2) Contacto Directo / Entrevista Jaime Nebot’, Ecuavisa, YouTube, 6 de diciembre de 2016, min. 13:06-13:17”.
(3) Frederika Whitehead, Ecuadorians tired of waiting for a clean up of Guayaquil’s filthy waters’, The Guardian, 26 de mayo de 2016.
(5) Frederika Whitehead, Ibíd.
(6) Chris York, Stephen Fry explains why people believe Donald Trump’, Huffington Post, 15 de mayo de 2017.
(7) No porque sea congénitamente imbécil, por cierto. Esto sucede porque carece de elementos para formarse otro criterio (It’s like a child, who wanders in the middle of a movie…). En Guayaquil, el pensamiento hegemónico que se promueve y se permite en los medios de comunicación locales sumisos al poder socialcristiano, es decididamente favorable a esta tienda política y a su caudillo, Jaime Nebot. Tanto por lo que dicen, pero principalmente (don’t fool yourselves) por lo que se callan.

Jazmín y el subdesarrollo

7 de febrero de 2017

He aquí una definición del subdesarrollo:

“… cuando las primeras noticias sobre la epidemia del sida surgieron en los años ochenta, los habitantes de Nueva York y los de la ciudad de México tuvieron reacciones completamente distintas ante esta catástrofe. Los neoyorquinos, pragmáticos como siempre, optaron por el activismo político: formaron organizaciones como ACT UP, dedicadas a presionar al gobierno y a las compañías farmacéuticas, organizaron manifestaciones, tomaron las calles, crearon campañas de prevención y lograron cambiar las leyes en materia de salubridad. La ciudad de México, en cambio, no generó grupos de activistas ni marchas. Pero sí proliferaron las acciones simbólicas contra la enfermedad, como el nacimiento de un nuevo personaje en el mundo de la lucha libre: un nefasto luchador que se vestía siempre de negro, se cubría la cara con una máscara de calavera y se hacía llamar El Sida.”*

La eficacia de El Sida para el combate del sida era escasa. Algo análogo sucede con esta noticia de farándula que se publicó en la edición de ayer de diario Extra:

Diario Extra, edición del 6 de febrero del 2017, p. 23.

Que Jazmín se ponga un traje de baño cada vez que se le vuelva a inundar su casa en Los Samanes demuestra toda la buena onda de la intérprete manabita (“al mal tiempo le pondrá buena cara” se lee en el subtítulo), pero no sirve un carajo para resolver el problema de fondo. Lo que sí serviría es reclamarle al Municipio y a su concesionaria por las deficiencias en la prestación del servicio de alcantarillado.

‘La Tumbadora’ sabe que la inundación de su casa no fue por la culpa de sus vecinos (“los vecinos siempre están alerta y cuidan que las alcantarillas estén limpias para que el agua fluya”) y se manifiesta, entonces, confundida: “no comprende”, dice el anónimo redactor de esta jocosa noticia, “por qué se da este tipo de situaciones”. Y no es que no debería preocuparle: debido al aguacero del viernes 3 se le dañaron muebles y electrodomésticos.

El tren de ideas de ‘La Tumbadora’ debió ser: si mi casa se inunda y no fueron mis vecinos, entonces las autoridades, que están obligadas a prestarme un servicio eficaz y de responder por sus eventuales deficiencias, nos deben (a Jazmín y a sus vecinos) una explicación. Lo propio de una comunidad en procura de su desarrollo sería exigirle a las autoridades, entre todos los afectados y de una manera coordinada, un servicio de alcantarillado que realmente sirva. Organizarse y exigir mejoras, como hicieron en Nueva York cuando apareció la epidemia del sida. No ponerse un vestido de baño de azul.

Pero así es el subdesarrollo, y por eso aplaude sus miserias.

* Gallo, Rubén, ‘México D.F.: la ciudad y sus delirios’, en: Rubén Gallo (comp.), ‘México D.F.: Lecturas para paseantes’, Turner Publicaciones S.L., México D.F., 2007 [Primera edición: 2005], p. 25.

Guayaquil, quince años después

31 de enero de 2017

La alcaldía de Jaime Nebot ha durado largos (casi) 17 años. Es demasiado tiempo para uno que únicamente puede reportar fracasos en los desafíos que debió afrontar.

La siguiente imagen corresponde a los cuatro “mayores desafíos” de Guayaquil, según los reportaba revista Vistazo el año 2002:

Revista Vistazo, edición No 858, Julio 18/02, pp. 38-39.

Estos cuatro “desafíos” eran el transporte público, la contaminación ambiental, el alcantarillado y la seguridad. Resultan sólidos indicadores para juzgar la gestión de la Alcaldía de Guayaquil.

La pregunta entonces es: ¿Ha estado la Alcaldía a la altura de estos desafíos?

La respuesta es: NO. Veamos porqué.

1) El transporte público.- La solución que ofreció la Alcaldía fue la creación del Sistema Metrovía. Dudo que alguien se atreva a llamarlo una solución eficaz, en vista de que cuenta con 9 años de retraso en su implementación (1). Su funcionamiento precario es conocido por los usuarios, cuyo número ha descendido en tiempos recientes (2).

2) La contaminación ambiental.- Una palabra bastaría para evocar su fracaso: Balsasud (3). En rigor, la alcaldía de Guayaquil no controla a las empresas contaminantes, las que continúan en su incesante propósito de dañar los cuerpos de agua de Guayaquil (sus ríos y esteros) para ahorrarse un billete.

Y a pesar de que fue una oferta de su primera campaña el año 2000, la alcaldía de Nebot nunca “recuperó” el Estero Salado. Salvo, obviamente, en la fértil imaginación de uno de sus esbirros (4).

3) Alcantarillado.- Una especialidad en la venta de humo de la Alcaldía: ha dicho que terminaría con el 100% del alcantarillado el 2013. Ha renovado varias veces su inminente terminación, aunque de manera reciente, ha admitido que aún falta "7 u 8 por ciento" (5). Más allá de la incesante venta de humo, el problema es que el crecimiento de la red de alcantarillado, tal como lo hace la alcaldía, es dañino para Guayaquil.

Como lo advirtieron expertos internacionales auspiciados por la Corporación Andina de Fomento (CAF) en un informe elaborado en junio de 2013, Guayaquil crece así: “lotes pequeños para las viviendas, aceras y accesos estrechos, limitadas áreas verdes, y en general una clara tendencia hacia la impermeabilización del suelo urbano”. Este crecimiento hace crecer, a su vez, a la red de alcantarillado.

El detalle es que este tipo de crecimiento de la red de alcantarillado “no es sustentable” y de acuerdo con los expertos de la CAF cuesta alrededor de US$7 millones por kilómetro cuadrado. Por contra, ellos afirman que el uso de iniciativas propias de una ciudad “verde, inclusiva y sustentable” no solo resulta más eficaz para cumplir el mismo propósito que la red de alcantarillado, sino que es una alternativa 6 veces más económica (6). Pero nada de eso tiene relevancia, pues lo que importa es que gane la empresa concesionaria, ¿no?

4) Seguridad.- La idea de seguridad de la Alcaldía de Guayaquil, ocasionalmente ha sido la defensa de los adinerados (cuando quiso privatizarla, durante el gobierno de Gutiérrez) y, generalmente, se ha materializado en atacar a los comerciantes autónomos para impedir su acceso las a áreas “regeneradas”.

En pocas palabras: la intervención municipal no combate la inseguridad; acaso la exacerba.

En la portada de la edición, la actual segunda candidata por el distrito 3 de Guayas, distrazada de Wilma Picapiedra (?)

*

En definitiva, en los rubros en que importaba, la Alcaldía de Guayaquil fracasó.

Y lo que hace invisible este fracaso en la esfera pública es el hecho irrefutable de que la derecha política en el Sillón de Olmedo tiene a los medios de comunicación (los del gran y mediano capital) como a su muchacho de los mandados.

(1)Metrovía, 2017’, Xavier Flores Aguirre, 23 de enero de 2017.
(2) 18,7 millones de usuarios dejaron de utilizar la Metrovía en 2015’, Diario El universo, 12 de febrero de 2016.
(3) 7 horas sin agua en Guayaquil, ¿por qué es culpable el operador?’, Xavier Flores Aguirre, 12 de agosto de 2016; Nelson Tubay, ‘Una ciudad Multivulnerable’, Diario Expreso, 3 de julio de 2016.
(4) El estero de la fantasía’, Xavier Flores Aguirre, 6 de agosto de 2016; por contraste, v. 'El estero de la realidad (de baños curativos a vertedero dedesechos)',  Xavier Flores Aguirre, 7 de agosto de 2016.
(5) Para el dato del 2013, v. ‘Nebot: 332 obras ejecuta el Municipio de Guayaquil solopor el mes de las festividades julianas’, Alcaldía de Guayaquil [blog], 1 de julio de 2011. Para el dato de lo que falta, v. 'Contacto Directo / Entrevista Jaime Nebot', You Tube [Ecuavisa], 7 de diciembre de 2016.
(6) El informe lo solicitó la propia Alcaldía de Guayaquil, a raíz de la inundación del 2-3 de marzo de 2013, v. Mejía Betancourt, Abel, Morelli Tucci, Carlos Eduardo, Bertoni, Juan Carlos, Cabezas Vélez, Gabriel 2013, La inundación de Guayaquil en marzo 2013. Opinión de expertos internacionales, Cooperación Técnica de CAF, Informe gerencial [17 de junio de 2013]. Sobre Guayaquil y este informe, v. 'Guayaquil a la deriva', Xavier Flores Aguirre, 28 de febrero de 2016.