La reproducción de DVD’s piratas me deparó dos biografías y la delirante historia de dos subnormales:
Milk
Conocí esta película por esta entrada en la bitácora de Juan Fernando Andrade. De todas maneras, es altamente probable que la publicidad de sus ocho nominaciones al Oscar y la merecida estatuilla que recibió Sean Penn por su memorable actuación como Harvey Bernard Milk me la depararían en el curso de los días. La película, dirigida por Gus van Sant, cuenta la historia del primer hombre de abierta orientación sexual homosexual en ser elegido como miembro del board of supervisors (en español local: concejal) de la ciudad de San Francisco. (Imagínense un concejal similar en la M. I. Municipalidad de Guayaquil: el Androide Nobot would get mad.) La película es el azaroso tránsito de un homosexual de closet a un activista político narrada con solvencia, raptos de ternura y crítica social. Sean Penn, en su discurso de recepción del Oscar, declaró: “Para aquellos que vieron las demostraciones de odio mientras nuestros vehículos llegaban esta noche, pienso que es un buen momento para que aquellos que votaron a favor de la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo se sienten y reflexionen y que prevean la gran vergüenza que sentirán y la vergüenza que verán en los ojos de sus nietos si continúan apoyando eso. Todos debemos tener los mismos derechos”.
Es probable que los argumentos, como sostenía Ralph Waldo Emerson, no convenzan a nadie, así como no es improbable que sí lo hagan las emociones. Acaso Milk contribuya a emocionarnos lo suficiente como para empezar a comprender que no existen sólidas razones para negarles a los homosexuales lo que Sean Penn reclama, esto es, que todos debemos tener los mismos derechos. Debería ser obvio, pero la estupidez humana es infinita (Einstein dixit) y no lo es.
Be kind, rewind
Un subnormal de nombre Jerry (que lo interpreta Jack Black, un gordito especialista en interpretar subnormales) sospecha que una planta eléctrica ataca su cerebro e intenta sabotearla. La consecuencia de su fallido sabotaje es la capacidad de borrar las cintas de VHS del local donde trabaja su amigo Mike (otro subnormal, interpretado por Mos Def): Jerry las borra todas. La respuesta de Jerry y Mike ante este hecho es empezar a filmar las películas que se borraron. Ahí comienza lo bueno: su primera producción es Ghostbusters, que se convierte en inmediato éxito barrial. Le siguen Rocobop, Odisea 2001, El Rey León, decenas de otras. A todas estas películas se las llama sweded (suecadas) porque se argumenta que demoran en llegar y cuestan más porque provienen de Suecia (el término tiene repercusión en la vida real). La historia se torna comunitaria y sentimental, pero se sostiene bien y no busca un estúpido final feliz (ni siquiera a ritmo de jazz). Dirigida por Michael Gondry (sí, el mismo de Eternal Sunshine of the Spotless Mind y director de los vídeos de Bjork) después de fumarse unos porros del porte de la catedral de Colonia (Kölner Dom, para el público ilustrado). Enhorabuena. Chida.
Lenny
Era otro Estados Unidos en esa época. Hace rato que las cosas que dijo Leonard Alfred Schneider (inmortalizado como Lenny Bruce) sobre sexo y religión son moneda común del stand-up comedy. Pero en esa época su actitud no convencional le implicó el inicio de varios juicios por obscenidad: el primero, en octubre de 1961, por enriquecer su rutina de humor con la palabra cocksucker (mamaverga). Dustin Hoffman interpreta, en pleno dominio del personaje y de manera no menos que soberbia, a este Lenny complejo, contradictorio, autodestructivo, al tiempo que frontal y desafiante de las formas que demandaba lo políticamente correcto y la hipocresía generalizada en aquel entonces. Lenny sabía (como lo supo el maestro Fontanarrosa, aquí y acá) que las malas palabras no existen, porque precisamente es su supresión la que les concede el poder, la violencia y el vicio, porque es, precisa y paradójicamente, esa propia hipocresía que las censura la que les concede la fuerza que luego les reprocha.
El filme es trepidante, exhibe una tormentosa relación amorosa (adornada de un par de exquisitas tetas) y una serie de monólogos en los que Hoffman expone el mejor Lenny. Memorable. (Lenny Bruce murió de sobredosis en agosto de 1966.)
Nota: El lector aguzado intuirá que además de compartir origen judío* Milk y Bruce compartieron la reivindicación de derechos. Milk, el derecho al libre desarrollo de su personalidad, a decidir sobre su orientación sexual; Bruce el derecho a la libertad de expresión. Hacia 1974, uno de los perseguidores de Bruce declaró: "hoy en día, cualquier abogado de la acusación que dedicara dos minutos a pensar si Bruce debe ser acusado tendría que hacerse ver de la cabeza". Más todavía, en diciembre de 2003 el Estado de Nueva York, en cabeza del Gobernador George Pataki, le concedió a Lenny Bruce un perdón póstumo en razón de su condena por obscenidad. (Fue el primer perdón póstumo en la historia del Estado; Pataki señaló que era “una declaración del compromiso de Nueva York de sostener la Primera Enmienda de la Constitución”.) At the end, you know, Lenny Bruce was right: su reivindicación es parte de los derechos de toda persona. Acaso Sean Penn lleve razón en su discurso de recepción del Oscar y todos quienes hoy se oponen a la prohibición del matrimonio homosexual (no se diga tanto tonto que se opone, en nombre de Dios u otras abstracciones, a las relaciones homosexuales) cuando pase el tiempo perciban el tamaño de su error y se avergüencen un poco de sí mismos, o peor, sea su propia parentela quienes digan en sobremesa familiar, hey, abuelo [o Papá, o tía Gertrudis, etc.] era un poco tonto, ¿no? Pensaba que algunas personas no tenían derecho a decidir por sí mismas lo qué era lo mejor para ellas. Pues no sean tontos y ahórrense el bochorno.
* Justamente esta mañana leí que “los judíos, arguye Veblen, son de algún modo forasteros en cada país y esa condición les permite ser innovadores y formular críticas lúcidas; críticas, precisamente, de aquellos hechos que están ocultos para las personas que han nacido dentro de la cultura de cada país. Esas personas aceptan hechos como inevitable porción de la realidad; no perciben, no pueden percibir, lo convencional o lo falso que puede haber en ellos. El judío, en cambio, mira objetivamente las culturas occidentales; por eso puede innovar en ellas”. (Borges, Jorge Luis, Textos recobrados (1931-1955), Pág. 267). Para una anotación sobre la influencia de los judíos en Ecuador, v. Hurtado, Osvaldo, Las costumbres de los ecuatorianos, Pág. 277-284.
Milk
Conocí esta película por esta entrada en la bitácora de Juan Fernando Andrade. De todas maneras, es altamente probable que la publicidad de sus ocho nominaciones al Oscar y la merecida estatuilla que recibió Sean Penn por su memorable actuación como Harvey Bernard Milk me la depararían en el curso de los días. La película, dirigida por Gus van Sant, cuenta la historia del primer hombre de abierta orientación sexual homosexual en ser elegido como miembro del board of supervisors (en español local: concejal) de la ciudad de San Francisco. (Imagínense un concejal similar en la M. I. Municipalidad de Guayaquil: el Androide Nobot would get mad.) La película es el azaroso tránsito de un homosexual de closet a un activista político narrada con solvencia, raptos de ternura y crítica social. Sean Penn, en su discurso de recepción del Oscar, declaró: “Para aquellos que vieron las demostraciones de odio mientras nuestros vehículos llegaban esta noche, pienso que es un buen momento para que aquellos que votaron a favor de la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo se sienten y reflexionen y que prevean la gran vergüenza que sentirán y la vergüenza que verán en los ojos de sus nietos si continúan apoyando eso. Todos debemos tener los mismos derechos”.
Es probable que los argumentos, como sostenía Ralph Waldo Emerson, no convenzan a nadie, así como no es improbable que sí lo hagan las emociones. Acaso Milk contribuya a emocionarnos lo suficiente como para empezar a comprender que no existen sólidas razones para negarles a los homosexuales lo que Sean Penn reclama, esto es, que todos debemos tener los mismos derechos. Debería ser obvio, pero la estupidez humana es infinita (Einstein dixit) y no lo es.
Be kind, rewind
Un subnormal de nombre Jerry (que lo interpreta Jack Black, un gordito especialista en interpretar subnormales) sospecha que una planta eléctrica ataca su cerebro e intenta sabotearla. La consecuencia de su fallido sabotaje es la capacidad de borrar las cintas de VHS del local donde trabaja su amigo Mike (otro subnormal, interpretado por Mos Def): Jerry las borra todas. La respuesta de Jerry y Mike ante este hecho es empezar a filmar las películas que se borraron. Ahí comienza lo bueno: su primera producción es Ghostbusters, que se convierte en inmediato éxito barrial. Le siguen Rocobop, Odisea 2001, El Rey León, decenas de otras. A todas estas películas se las llama sweded (suecadas) porque se argumenta que demoran en llegar y cuestan más porque provienen de Suecia (el término tiene repercusión en la vida real). La historia se torna comunitaria y sentimental, pero se sostiene bien y no busca un estúpido final feliz (ni siquiera a ritmo de jazz). Dirigida por Michael Gondry (sí, el mismo de Eternal Sunshine of the Spotless Mind y director de los vídeos de Bjork) después de fumarse unos porros del porte de la catedral de Colonia (Kölner Dom, para el público ilustrado). Enhorabuena. Chida.
Lenny
Era otro Estados Unidos en esa época. Hace rato que las cosas que dijo Leonard Alfred Schneider (inmortalizado como Lenny Bruce) sobre sexo y religión son moneda común del stand-up comedy. Pero en esa época su actitud no convencional le implicó el inicio de varios juicios por obscenidad: el primero, en octubre de 1961, por enriquecer su rutina de humor con la palabra cocksucker (mamaverga). Dustin Hoffman interpreta, en pleno dominio del personaje y de manera no menos que soberbia, a este Lenny complejo, contradictorio, autodestructivo, al tiempo que frontal y desafiante de las formas que demandaba lo políticamente correcto y la hipocresía generalizada en aquel entonces. Lenny sabía (como lo supo el maestro Fontanarrosa, aquí y acá) que las malas palabras no existen, porque precisamente es su supresión la que les concede el poder, la violencia y el vicio, porque es, precisa y paradójicamente, esa propia hipocresía que las censura la que les concede la fuerza que luego les reprocha.
El filme es trepidante, exhibe una tormentosa relación amorosa (adornada de un par de exquisitas tetas) y una serie de monólogos en los que Hoffman expone el mejor Lenny. Memorable. (Lenny Bruce murió de sobredosis en agosto de 1966.)
Nota: El lector aguzado intuirá que además de compartir origen judío* Milk y Bruce compartieron la reivindicación de derechos. Milk, el derecho al libre desarrollo de su personalidad, a decidir sobre su orientación sexual; Bruce el derecho a la libertad de expresión. Hacia 1974, uno de los perseguidores de Bruce declaró: "hoy en día, cualquier abogado de la acusación que dedicara dos minutos a pensar si Bruce debe ser acusado tendría que hacerse ver de la cabeza". Más todavía, en diciembre de 2003 el Estado de Nueva York, en cabeza del Gobernador George Pataki, le concedió a Lenny Bruce un perdón póstumo en razón de su condena por obscenidad. (Fue el primer perdón póstumo en la historia del Estado; Pataki señaló que era “una declaración del compromiso de Nueva York de sostener la Primera Enmienda de la Constitución”.) At the end, you know, Lenny Bruce was right: su reivindicación es parte de los derechos de toda persona. Acaso Sean Penn lleve razón en su discurso de recepción del Oscar y todos quienes hoy se oponen a la prohibición del matrimonio homosexual (no se diga tanto tonto que se opone, en nombre de Dios u otras abstracciones, a las relaciones homosexuales) cuando pase el tiempo perciban el tamaño de su error y se avergüencen un poco de sí mismos, o peor, sea su propia parentela quienes digan en sobremesa familiar, hey, abuelo [o Papá, o tía Gertrudis, etc.] era un poco tonto, ¿no? Pensaba que algunas personas no tenían derecho a decidir por sí mismas lo qué era lo mejor para ellas. Pues no sean tontos y ahórrense el bochorno.
* Justamente esta mañana leí que “los judíos, arguye Veblen, son de algún modo forasteros en cada país y esa condición les permite ser innovadores y formular críticas lúcidas; críticas, precisamente, de aquellos hechos que están ocultos para las personas que han nacido dentro de la cultura de cada país. Esas personas aceptan hechos como inevitable porción de la realidad; no perciben, no pueden percibir, lo convencional o lo falso que puede haber en ellos. El judío, en cambio, mira objetivamente las culturas occidentales; por eso puede innovar en ellas”. (Borges, Jorge Luis, Textos recobrados (1931-1955), Pág. 267). Para una anotación sobre la influencia de los judíos en Ecuador, v. Hurtado, Osvaldo, Las costumbres de los ecuatorianos, Pág. 277-284.
Milk está hace rato en la lista de lo que debo ver.
ResponderEliminarLas otras sinceramente no las conocía.
Te recomiendo Rudo y Cursi. Una caracterización precisa del futbol(ista) latinoamericano.
Saludos,
JM, las tres son recomendables. Veré Rudo y Cursi y te comentaré mi opinión. Salute.
ResponderEliminarPor puro de sentimentalismo, para derramar un par de lagrimas hubiera sido justo que el Oscar se lo den a Mickey Rourke.
ResponderEliminarY hablando de cine pirata, Xavier: ¿Tu sabes en cual de esos locales puedo conseguir "I´m not there"? Peli que retrata la vida de Bob Dylan a través de 5 personajes distintos.
Dicen que es de lo mejor que se ha hecho en la historia del cine pero nunca vino a Ecuador
Saludos...
al amigo Raul Farias: broder, quien te haya dicho que I´m Not There (Todd Haynes) "es lo mejor que se haya hecho en la historia del cine", seguro que re-lamió un hongo alucinógeno del norte de Aguascalientes...yo la compré el año pasado, por Dylan y porque el director de esta cinta sí que me había sorprendido enormenente con un precedente retrato musical ("Velvet Goldmine", sobre la vida de David Bowie e Iggy Pop: muy recomendable)...pero qué te diré, "I´m Not There" me decepcionó hasta la frustración y y el enojo. Aburridísimo y lamentable desperdicio de historia, del personaje retratado, y de los actores que participaron(salvo la Blanchet, que sale igualita a Bob). En todo caso, la peli la puedes conseguir en santitos, en showtime, en movie dvd, y en la mayoría de huecos piratas de la ciudad: no es difícil pillarla, siempre la detecto. Vale que no me hagas caso y la veas; pero luego de ello te invito a que veas también el documental "No Direction Home" de Martin Scorsese, sobre Dylan igualmente: te darás cuenta de la diferencia. Sólo una cosa sí se salva de "I´m Not there", y seguramente ahí sí convendría en que contiene un elemento destacable: el soundtrack es sencillamente genial. Son dos discos con mas de 30 covers de Dylan, ejecutados por noventeros gronchóticos de la talla de Eddie Vedder, Sonic Youth, Calexico, Cat Power, Yo La Tengo, Black Keys, etc...Sin desperdicio, de principio a fin. Al modo de un tributo a Dylan, pero confeccionado exclusivamente para la pelicula. Uno de mis discos favoritos, que llegó como si nada. Sólo esto, insisto, se rescata. Pero bueh...
ResponderEliminarSaludos
RF, ya JB contestó por mí. Por cierto, la opinión de JB es una que yo respeto muchísimo. En todo caso, tenemos tarea: ver las dos de Dylan y opinar al respecto, ja. Salute.
ResponderEliminarJorge, gracias por los lugares donde pueda encontrarlas, este fin de semana estare por em manso guayas e iniciare la busqueda. Preguntare por i´m not there o sino por trucho titulo en español: "Mi historia sin mi".
ResponderEliminarXavier, habrá que verlas. De Martin, el documental de los Rolling encanta.
Saludos
no si de algo sirva pero hasta ahora no me decepciona un local grande de películas piratas en Albán Borja, más que nada porque casi todas son copias de los dvds originales y si tienes suerte hasta vienen con extras...
ResponderEliminari´m not there: es buena como ejercicio cinematográfico, y tiene momentos excelentes (como la metáfora visual de dylan y su banda ametrallando al público en un fest folk), y de cómo puede retratarse una vida desde las caracterizaciones y es justo aquí donde peca de poco entendible para los no iniciados, todo esto desde el punto de vista de un no-fan de Dylan, así que creo que no cuenta jaja
be kind rewind: es una de esas películas que te "filtran" el ánimo de buena manera, buenísimo cómo el tono de la película va adaptándose hasta terminar en la casi denuncia social sin caer en lo melindroso, rescato el hecho de que es una reinvindicación del oficio de storytellers de los cineastas y de cómo el público puede apropiarse de estas historias a modo de cultura...
el resto de películas me quedan de lección...
saludos
RF, mea culpa: tengo Shine a Light en casa y todavía no la he visto. Ya remediaré esa carencia en breve.
ResponderEliminarAutómata, el dato sirve y mucho (yo no lo conocía y me pondré manos a la ubre de inmediato). Me gustó mucho tu interpretación de Be Wind Rewind, es cierto que tiene una reivindicación interesante del arte de contar historias y de la apropiaciòn de las mismas (las que, por cierto, son vetas lindas de explorar, incluso (acaso más todavía) por fuera del contenido de la película). Salute.