2 de diciembre de 2015

Una aldea grande


"Realmente nadie podría hacer una defensa de la administración roldosista. Pero estar orgulloso de haber vencido al roldosismo es como estar contento por haberle ganado un partido al Deportivo Quevedo. Barcelona, por ejemplo, no puede decir por la vida que venció en los tempranos 90 a este equipo, ni pregonar que fue vicecampeón de América porque ya hay otros estándares. Ya basta del cuento de que hemos vencido a un viejo enemigo. Ya lo vencimos hace [23] años. Hay gente que vota y no estaba viva en ese entonces. Ya esto rindió todo lo que podía rendir y le hicieron todo el marketing que pudieron” (1). 
Aquel que todavía cree, casi un cuarto de siglo después, en el orgullo de la superación del roldosismo es el mismo aquel que cree que una fuente de colores es un espectáculo “a nivel de ciudades como Barcelona y Las Vegas” (2). Así pues, el problema es nuestra mentalidad de pueblo chico: la escandalosa ausencia de referentes y de contexto para formarnos criterio frente a lo que sucede en la ciudad (a lo que ha contribuido, por supuesto, una prensa lacaya a la alcaldía de Guayaquil). Una mentalidad aldeana que tanto se enorgullece (valga la metáfora) de haberle ganado al Deportivo Quevedo como se compra el humo de creerse en Las Vegas cuando mira agüita de colores.

Lo de fondo: la mentalidad de aldea de los habitantes de Guayaquil es la clave de bóveda de la permanencia de Jaime Nebot en la alcaldía de la ciudad.

(2) Luces, música y alegría en la inauguración de fuente, El universo, 31 de octubre de 2011.

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