El organismo especializado
de las Naciones Unidas para las ciudades (ONU Hábitat) describió, sin mencionarlo, el absurdo crecimiento de Guayaquil (1) y propuso alternativas
que deberíamos razonar para enderezar su rumbo:
(1)
El urbanista Eduardo McIntosh describió las deficiencias en la planificación de
Guayaquil por la carencia de cuatro políticas clave: “(1)
No hay una política que se enfoque en garantizar densidades mínimas para crear
vida urbana eficiente, (2) una
correcta y homogénea distribución de equipamiento urbano –áreas deportivas,
parques, comercio, servicios, educación, instituciones–, (3) un correcto mix de usos del suelo que ayuden a crear
sentimiento de comunidad y reduzcan el volumen del tráfico en la ciudad y (4) una real construcción de tejido vial
distribuido que evite cuellos de botella urbanos.”, v. ‘Guayaquil: Drinking the Kool Aid’, Eduardo McIntosh, 13 de enero de 2014 [los numerales no son del
original]. En Guayaquil, en materia de planificación, lo que podía ir mal, mal
fue.
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