17 de mayo de 2016

¡Ay, Varguitas!


Es casi un lugar común admitir que Mario Vargas Llosa es un gran escritor de prosa de ficción, pero un pésimo redactor de artículos sobre temas de política. Este fin de semana volvió a perpetrar un artículo de pésima factura, al que tituló ‘Otra argentina’ (1) en el que elogió sin tapujos a Mauricio Macri, de la misma acrítica manera con la que antes elogiaba al régimen político de Fidel Castro (2). 

El primer párrafo del artículo de Varguitas cifró su elogio: Mauricio Macri es el gran exterminador del “Gobierno K”. El segundo párrafo debería explicarnos a los lectores el porqué esto es así, pero empieza con unas palabras problemáticas: “No es necesario recurrir a sondeos y estadísticas para demostrarlo”. Así, si el autor se permite obviar estos procedimientos científicos para formarse opinión, ¿en qué se fía entonces para alcanzarla? Cuenta Varguitas:
 
“El cambio está en el aire que se respira, en la manera de hablar de la gente sobre el momento actual, el alivio y el optimismo con que a la mayor parte de conocidos y desconocidos les oigo comentar la actualidad política”. 
Esta opinión superficial de Vargas Llosa (porque así se forman criterio las abuelas, mientras tejen ropa para sus nietecitos) se agrava cuando menciona los tres méritos que le atribuye al gobierno de Macri: el acuerdo con los “fondos buitre”, la visita de Obama a la Argentina y la crítica a la situación de los derechos humanos en Venezuela. Es de notar, primero, que Varguitas no menciona ninguna reforma concreta de política interna. Más aún, realmente impresiona todo lo que omite: en un artículo reciente publicado en The New York Times, titulado ‘Lo que Obama debe saber sobre la Argentina de Macri’ se refieren varios de estos hechos problemáticos: “El riesgo de militarizar el orden público, el debilitamiento de los límites institucionales al poder ejecutivo, la criminalización de la protesta y una obsesión por la promoción de políticas ortodoxas de libre mercado: nada de esto tiene buenos ecos en América latina” (3). Ninguno de ellos merece siquiera una palabra de Vargas Llosa. Tal vez no se lo cuentan a esta abuelita colmilluda las personas con las que se acompaña para formarse opinión.

Así, en el idealizado mundo de Varguitas, el mérito principal de Macri ha sido la superación del kirchnerismo (porque el kirchnerismo es el otro malo) y su apuesta a futuro es que “con las reformas en marcha, las inversiones extranjeras, retraídas todos estos años, volverán en gran número a una tierra tan pródiga, creando los empleos que hacen falta y elevando los niveles de vida y las oportunidades para los argentinos”. Una confianza sorprendente, dado el hecho cierto de que Varguitas no se animó a describir en su artículo ninguna de esas luminosas reformas. Pero sobretodo, una apuesta que será fallida, dada la superficialidad y el sesgo con el que Varguitas la fundamenta (4). Así, el Nobel peruano confirmó que en temas de política no pasa hoy de ser un cheerleader de los poderosos de la derecha, como antes lo era de poderosos de un diferente ropaje (5).

(1) Vargas Llosa, Mario, ‘Otra argentina’, Diario El país (España), 15 de mayo de 2016. Las siguientes citas corresponde a este texto, salvo indicación en contrario.
(2)El mito del liberal heroico’, Xavier Flores Aguirre, 23 de abril de 2016.
(3) Gastón Chillier & Ernesto Semán, ‘Lo que Obama debe saber sobre la Argentina de Macri’, The New York Times, 23 de marzo de 2016. Vargas Llosa omite, cómodamente, las consecuencias de las reformas: v. Ana delicado, ‘En dos meses Macri pone Argentina al servicio del capital internacional y echa a la calle a 27.000 funcionarios’, Diario Público, 7 de febrero de 2016; Federico Rivas Molina, ‘La imagen de Macri cae más de 10 puntos desde diciembre por el tarifazo’, Diario El país (España), 12 de abril de 2016. 
(4) Ignacio Sánchez-Cuenca escribió un libro titulado ‘La desfachatez intelectual’, en el que critica a varios que hacen opinión política en España, por “la impunidad con la que opinan, un estilo mucho más literario que analítico, su viraje desde la izquierda hacia posiciones reaccionarias” y, en particular, sobre Vargas Llosa sostiene que “cuando habla de política, lo hace de forma muy superficial, con gran osadía y sin demasiado amor por los hechos o la lógica. Releyendo artículos antiguos en los que ensalza a Rosa Díez o a Esperanza Aguirre –llega a decir que si la “Juana de Arco del liberalismo” [se refiere a E. Aguirre, la liberal que sostenía que el que los indigentes duerman en la calle “ahuyenta a los turistas”, N. del A.] hubiera gobernado, España habría evitado la crisis-, te das cuenta de la frivolidad con la que están escritos”, v. Miguel Mora & Vanesa Jiménez [Entrevista a Ignacio Sánchez-Cuenca], ‘Hay que acabar con la cultura de amiguetes’, CTXT, 28 de febrero de 2016. El periodismo de opinión ecuatoriano comparte los atributos de estos intelectuales a los que se refiere Sánchez-Cuenca, pero en una calidad muy inferior.
(5) Supra nota 2.

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