Publicado
en GkillCity el 12 de marzo de 2012.
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28 de
octubre de 1987
El
texto escrito en la imagen se titula “El FIU a la vanguardia” y en él una
persona de orientación política trotskista y candidata a la diputación nacional
por dicha organización política destaca tres cosas: 1) “una nueva derrota del
gobierno” en la huelga a pesar del Estado de Emergencia; 2) “el ejemplo en el
combate” de los militantes del FIU; 3) “impulsar la campaña electoral del FIU”
porque en la huelga fueron la vanguardia y en las elecciones venideras “la
izquierda es la única alternativa”.
Ese
texto se publicó en el panfleto izquierdista Avanzada socialista, No 47,
de noviembre de 1987. El 28 de octubre se había organizado un paro cívico ante
el cual el Presidente Febres-Cordero declaró por Decreto Ejecutivo 3376 un
estado de emergencia bajo cuya vigencia ordenó la censura previa de los medios
de comunicación y obligó a que las radioemisoras del país entraran en una
cadena nacional dirigida por la Radio Nacional del Estado, al tiempo que detuvo
a cuatro dirigentes que organizaron el paro. La razón del paro cívico era
protestar contra la permanencia en su cargo de su Ministro de Gobierno, Luis
Robles Plaza. Febres-Cordero ignoró las protestas y Robles conservó su puesto.
El
día 28 de octubre de 1987 rigió el estado de emergencia en el país y, a pesar
de no poseer un dato exacto, debe ser éste el día de huelga al que Palacio se
refiere en su narración y a lo largo del cual, en algún momento, “con Jorge
Escobar, candidato a Alcalde” Palacio recorrió la Panamericana Sur para
constatar (tal es el verbo que utiliza) que los militantes de su organización
política eran quienes “daban el ejemplo en el combate” y augurar por ello que
en las elecciones siguientes “la izquierda es la única alternativa”.
Detengámonos
en esta imagen de Palacio en la Panamericana Sur, un día en el que sale a
observar lo que él considera la realidad (unos pocos de sus camaradas
agitándose en un fragmento vial del país). Palacio se entusiasma con lo que
observa y en la publicación de izquierdas en la que era redactor escribe que
ese día se infringió una “nueva derrota al Gobierno”, que él se considera a sí
mismo en conjunto con sus camaradas del FIU como “la vanguardia” política del
país y que su organización política tendrá un próspero futuro electoral. Lo que
Palacio entendía por “realidad” estaba solamente en su imaginación, porque los
hechos fueron distintos: ni se logró obligar al Presidente Febres-Cordero a la
destitución de su Ministro ni la que él llamó “la vanguardia” obtuvo éxito
electoral alguno. Palacio no alcanzó su anhelada diputación nacional y el FIU
es materia de la arqueología política del país. Es probable que pocos de
ustedes hayan escuchado sobre el FIU alguna vez en sus vidas.
Palacio,
sin embargo, no se desanimó: cincuenta ediciones de Avanzada Socialista
después, en la No 97, edición publicada durante el gobierno de Borja y dentro
de su artículo “Los banqueros exigen más”, Palacio formula su proclama a favor
de los trabajadores de su patria (mental):
“Solo así podremos imponer un plan económico de los trabajadores, que sí enfrente a los banqueros imperialistas y dé solución a las grandes reivindicaciones de las masas, ese plan de los trabajadores incluirá:No pago de la deuda externa.Congelamiento de precios y tarifas.Alza de salarios en un 100%La tierra para los indios que sí quieren producir alimentos.Control obrero en las fábricas y empresas.Unidad de los países andinos en una Grancolombia [sic] Socialista para explotar juntos nuestros recursos que hoy nos roba el imperialismo”.
Sobra
decir que sus delirantes propuestas en su publicación de izquierdas (¿qué tal
eso del “control obrero” de las empresas y lo de la “Grancolombia Socialista”?)
no tuvieron ninguna acogida. Su paso por la política partidista y por el
periodismo de opinión fueron rotundos fracasos.
Durante
la década de los noventa, Emilio Palacio abandonó la redacción del panfleto de
circulación limitada Avanzada Socialista e ingresó a trabajar en el
diario El Universo, empresa en la que ocuparía con el devenir de los años el
cargo de Editor de Opinión y publicaría dos artículos semanales.
29 de
febrero de 2012
El
trotskista de la Panamericana Sur que luchaba contra Febres-Cordero y
despotricaba contra “el imperialismo” está ahora en Miami, conectado a Internet
y escribiendo en su cuenta de Twitter @PalacioEmilio.
Antes
de ese día en Miami, Palacio había sido acusado por injurias en dos juicios. El
primero, iniciado por Camilo Samán; el segundo, por Rafael Correa. Durante el
primer juicio, el diario le otorgó a Palacio un “permiso
especial remunerado”
y Emilio Palacio publicó una “Declaración
de la oficina de prensa de Emilio Palacio”, en la que según dijo, todo lo
que él tenía era “la solidaridad de los ciudadanos y a ellos apelo”. Según
relató Palacio en dicha declaración: “Amigos míos están conformando en estos
momentos un grupo de ciudadanos dispuestos a apoyar mi causa. Le pido a todos
los que quieran dar una mano en la libertad de expresión y la democracia, que
se unan a esos grupos, para lo cual en los próximos días los convocaré a
reuniones de trabajo en Quito y Guayaquil respectivamente”. Samán lo perdonó a
Palacio, porque así se lo había pedido su padre antes de morir.
El
segundo juicio, iniciado por Rafael Correa contra Emilio Palacio y contra tres
directivos y contra la propia empresa diario El Universo, dentro del cual el
Presidente Correa solicitó una pretensión realmente absurda como indemnización
pecuniaria y desproporcionada en materia penal, que fue tramitado de manera
irregular y que obtuvo un irresponsable resultado jurídico, mismo que nos
aseguraba como Estado un inminente papelón
ante el sistema interamericano de derechos humanos, terminó también en el
perdón de la pena. En el curso del juicio, Palacio renunció a la dirección del
diario y a la publicación de sus dos artículos semanales. Su renuncia fue
inmediatamente aceptada. Una vez que Correa anunció la remisión de la pena, le
preguntaron a Nila Velásquez, directora encargada de diario El Universo, si
Emilio Palacio regresaría a trabajar en diario El Universo, ella respondió: “El señor Palacio renunció
y respetamos su decisión”. Así de claro.
En
un punto del juicio, Palacio tomó un vuelo y llegó a Miami, donde presentó una
solicitud de asilo en la Oficina de Asilo de Miami del Servicio de
Ciudadanía e Inmigración porque se considera un “perseguido político” del
gobierno de Correa. Allá recibió la noticia del perdón presidencial, concedido
el 27 de febrero y al que calificó en su cuenta de Twitter como un triunfo
espectacular. Uno podría pensar que una persona que solicitó desde la
declaración de su oficina de prensa en abril de 2010 “la solidaridad de los
ciudadanos”, que aseguró que sus amigos estaban organizando “un grupo
ciudadano” de apoyo a su causa, que anunció la organización de reuniones de
trabajo en defensa de “la libertad de expresión y la democracia”, que sufrió un
juicio irregular en lo procesal que era desde su misma pretensión y de manera
evidente un proceso absurdo, inconstitucional y contrario a los tratados
internacionales y que había incluso “ordenado” a los jóvenes de su país “ponerse
de pie” (¡?) recibiría felicitaciones en Twitter por lo que él calificó en
dicha red social como un “triunfo espectacular contra el
totalitarismo”. Pero no fue así: la reacción de la gente fue de generalizado
rechazo. Tomemos de ejemplo el siguiente miércoles, dos días después de que
Correa anunció la remisión de la pena. Un día random, escogido porque
fue el día en que festejamos con Crespo en su casa el que haya ganado el premio India Catalina
como mejor actor en el Festival de Cine de Cartagena y el día que perfilamos la
idea de este artículo. Ese día fue el 29 de febrero, día del que de inmediato
se realizaron capturas de pantalla de todas las menciones que recibió la cuenta
@PalacioEmilio a lo largo de ese día.
El
estudio de dichas capturas de pantalla arroja como resultado que Emilio Palacio
escribió durante el miércoles 29 de febrero un total de 30 tuits, por los
cuales recibió un total de 128 respuestas, de las cuales 88 fueron expresiones
de rechazo, 18 fueron de contenido neutro y 22 fueron expresiones críticas
contra el gobierno de Correa o de apoyo a Emilio Palacio; asimismo, su cuenta
recibió un total de 79 menciones, 53 de las cuales fueron expresiones de
rechazo, 23 fueron de contenido neutro y solamente 4 fueron expresiones de
solidaridad o apoyo. El 68.12% de los mensajes que le escribieron ese día a
Emilio Palacio fueron solamente para burlarse o agredirlo.
Los
30 tuits de Palacio abarcan dos grandes temas: el derecho de repetición que
obligará a Rafael Correa al pago de millonarias indemnizaciones y las penurias
económicas originadas por gastos médicos en que tiene que incurrir en Miami.
El
primero de los temas lo inicia Palacio con una pregunta y su respuesta.
Palacio
comete un error. No se trata del derecho de réplica.
El
abogado de diario El Universo, Joffre Campaña, también lo corrige y recibe un
comentario:
Palacio
reacciona.
Y
algunos le responden con ironías:
Según
relata en sus tuits, Palacio sostiene que Correa le pagará una indemnización.
Palacio
acusa a Correa de haberse “apropiado” del dinero al que precisamente Correa por
su remisión de la pena hecha dos días atrás (?), festejada por Palacio como “un
triunfo espectacular”. Algunas de las opiniones que se generaron:
Palacio
ensaya una línea de apelación a la misericordia.
La
gente en Twitter le pierde paciencia.
Alguna
persona también le manifiesta su apoyo:
Otros
tuits de Palacio sobre este mismo tema:
Es
necesario aclarar las afirmaciones de Palacio. Él se inventa unas declaraciones
futuras de Correa (“dirá que es deuda externa ilegal”), unos obstáculos
inexistentes (“Alianza País quiere modificar las leyes” a favor del Presidente
(?) –dicho intención no ha existido) y un escenario de derrota para su enemigo
(“deberá vender el departamento en Bélgica”). Las invenciones de Palacio no
tienen, como en tantas otras ocasiones, sustento en la realidad jurídica. Si la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos resuelve sobre el caso de diario El
Universo las reparaciones que ella (o la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, si el caso llegara a esa instancia) podrían ordenar son más bien de
carácter simbólico o de garantías de no repetición. Las posibilidades de que la
Corte Interamericana le ordene al Estado ecuatoriano el pago de un alto monto
indemnizatorio a favor de Emilio Palacio (y que después se produzca la
repetición contra los responsables, entre ellos, Correa) son nulas. Si acaso se
conduce un proceso ante el sistema interamericano de derechos humanos después
de la remisión de la pena, y aún si dentro del mismo se resuelve que el Estado
ecuatoriano indemnice a Emilio Palacio, por haberse remitido la pena, la
indemnización económica que se podría adjudicar a Palacio sería simbólica,
mínima y no atribuible en exclusiva a Correa. Bastante lejos del escenario
imaginado por Palacio.
El
segundo tema es sobre los gastos médicos en Miami:
Algunas
respuestas:
En
otro tuit, se quejaba de sus “vacaciones” en Miami:
Algunas
de las respuestas que recibió:
Fuera
de los tuits que incluyen a @PalacioEmilio por propósitos informativos, los
tuits que mencionan a esta cuenta son mayoritariamente de rechazo, burla o
agresión: 53 de un total de 57 son tuits de ese tipo, durante el 29 de febrero.
Aquí algunas muestras:
*
La
pregunta es: ¿Qué ha hecho Emilio Palacio para merecer esto?
La
biografía periodística de Emilio Palacio nos presenta su tránsito desde un
trotskista que proclamaba el “control obrero” de las empresas en un sus
escritos en un panfleto de circulación limitada (Avanzada Socialista) hasta
convertirse en un alto directivo asalariado (Editor de Opinión) que escribía en
defensa de su empresa en las páginas del “mayor diario nacional”. Ese tránsito
biográfico parecería contradictorio, visto de una manera superficial. Pero el
Emilio Palacio del 28 de octubre de 1987 que recorrió “con Jorge Escobar, candidato
a Alcalde” la Panamericana Sur y el Emilio Palacio del 29 de febrero de 2012,
solicitante de asilo en Miami, comparten simetrías profundas. El Palacio
trotskista observa los hechos en la Panamericana Sur, se cree victorioso,
descubre que es parte de “la vanguardia” y vaticina que obtendrá un triunfo
electoral; el Palacio empresarial observa los hechos desde su atalaya
editorial, descubre que es parte de una vanguardia que
defiende la libertad (en nombre de la cual se atreve a dirigirse al
ciudadano para proponerle, pedirle y suplicarle, e incluso ordenarle -son sus
mismos verbos y el último de ellos un
verdadero WTF?- que se ponga de pie y la defienda), se cree victorioso
y vaticina que obtendrá un triunfo judicial y económico, que en los términos
que Palacio lo propone es de posibilidades nulas. Como lo eran ganar las
elecciones con el FIU.
Visto
en sus simetrías profundas, esto es lo que ha hecho el Emilio Palacio
periodista (en un lapso de 25 años) para merecer esta falta de apoyo: la
persistencia en interpretar hechos de manara errónea, la persistencia en asumir
un rol desmesurado en su propósito de intervenir en ellos, la persistencia en
fracasar cualquiera que sea su propósito. En un caso de acoso judicial como el
de este juicio de Correa contra El Universo, como
lo recomienda Javier Darío Restrepo en su Consultorio Ético de la Fundación
Nuevo Periodismo Iberoamericano, era valioso realizar un periodismo de calidad,
que es aquel que “aporta pruebas y fundamentación de las informaciones, que
invalidan las acusaciones y muestran a la sociedad que medios y periodistas son
parte esencial de la vida de la comunidad. Por tanto, este recurso garantiza un
apoyo social indispensable”.
Emilio
Palacio nunca estuvo en capacidad de hacer ese periodismo de calidad y eso le
terminó por pasar factura. Hoy, está en territorio extraño, perdido su empleo
en diario El Universo (que no le será devuelto) y lejos de suscitar ese “apoyo
social indispensable” por su alegada condición de perseguido político de un
gobierno pues, al menos en Twitter, la mayoría de gente opta por expresiones de
rechazo, burla o agresión. Su futuro es gris e incierto.
El
triste precio que a Palacio le ha tocado pagar por su mal periodismo.
Foto: Pablo Cozzaglio. |
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