2 de agosto de 2016

Gato encerrado

Una versión parcial de este artículo se publicó en diario El telégrafo el 2 de agosto de 2016. 

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El colapso de un paso a desnivel es un hecho inusual. Por supuesto, en el marco de un terremoto sí es posible que una estructura de este volumen colapse. Pero su colapso no lo causaría cualquier terremoto: los daños que causan los terremotos se corresponden con su intensidad.

Un terremoto capaz de causar este tipo de daño tendría que ser uno “destructivo”, esto es, uno de grado 9 de intensidad en la escala EMS-98, como aquel que se sintió en Pedernales y en San José de Chamanga el 16 de abril de 2016, según información del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional. Un terremoto “destructivo” en Guayaquil podría causar el colapso de una construcción como el paso a desnivel de la avenida De las Américas.

Pero el terremoto que ese 16 de abril se sintió en Guayaquil no fue uno de esa naturaleza. Según información del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, el terremoto que se sintió en Guayaquil, una ciudad localizada a casi 300 kilómetros del epicentro, fue de apenas grado 5 de intensidad en la escala EMS-98, lo que permite caracterizarlo como un terremoto “fuerte” pero muy lejos en sus efectos de un terremoto “destructivo”.

En la descripción de la escala EMS-98 (utilizada por el Instituto Geofísico), un terremoto “fuerte” apenas podría echar abajo “objetos pequeños, inestables y/o mal apoyados” o romper “cristales de las ventanas”. El saldo del terremoto en Guayaquil, por fuera de los daños que ocasionó el desplome del paso a desnivel (dos muertes y una persona herida de gravedad, además del incremento sustancial del tráfico y las pérdidas económicas a sectores aledaños) confirmó su levedad en comparación con los daños en Pedernales o San José de Chamanga: apenas se registraron seis heridos (ninguno de gravedad) y 30 edificaciones con daños estructurales, de las cuales, sólo una se desplomó: era el único edificio de cemento de los 30 afectados y el único de todos cuya construcción aprobó la administración municipal de Jaime Nebot.

Un terremoto de intensidad 5 en la escala EMS-98 como el que se registró en Guayaquil el 16 de abril no está en capacidad de echar abajo una construcción como el paso a desnivel de la avenida De las Américas. En este hecho inusual, entonces, hay gato encerrado.

La expresión “gato encerrado” se la utiliza para indicar que en un cierto asunto existe una razón “oculta o secreta” en palabras del diccionario de la RAE. En este caso, indica que debe haber una explicación adicional a la que ha ofrecido el alcalde y en la que muchos conciudadanos creen, quienes atribuyen el colapso del paso a desnivel exclusivamente a los efectos del terremoto. En otras palabras, ellos consideran que fue un “caso fortuito”.

Esta explicación de “caso fortuito” es muy conveniente para el Municipio de Guayaquil, sin duda, porque lo salva de eventuales pagos millonarios por concepto de indemnizaciones. Pero sabemos que esta explicación es falsa porque (esto es un dato científico) un terremoto de la intensidad del que se sintió en Guayaquil el 16 de abril no pudo realmente causar su colapso.

El paso a desnivel de la avenida De las Américas que se desplomó el 16 de abril se había construido en 1982, durante la alcaldía de Bolívar Cali Bajaña. Se desplomó a los 34 años de su construcción, menos de la mitad de su vida útil estimada de 75 años. El terremoto no pudo hacerlo caer, por su escasa intensidad: debió existir, entonces, una razón “oculta o secreta” para el colapso de este paso a desnivel.

Hay algunas evidencias de esta razón “oculta o secreta”. Justo una semana antes del terremoto, el sábado 9 de abril, diario Expreso publicó una noticia a la que tituló ‘Pasos a desnivel, una evaluación necesaria’. En ella, se citaba la opinión de expertos que advertían que los 45 pasos a desnivel de la ciudad presentaban “desgaste en las juntas, el pavimento y daños en las barandas”, y que algunos pocos de ellos mostraban “deformaciones en sus vigas, según especialistas en este tipo de estructuras”.

Otra evidencia de esta razón “oculta y secreta” que explica el colapso del paso a desnivel: el Municipio de Guayaquil es ineficaz para hacer cumplir la obligación legal de controlar las edificaciones en la ciudad. Tiene una indudable obligación legal, establecida en el artículo 134 del Reglamento Orgánica Funcional del Cantón Guayaquil y atribuida al Departamento de Control de Edificaciones: “Emitir certificados de inspecciones finales, una vez recibidos los informes respectivos y que se ha cumplido con los requisitos exigidos por la Codificación de la Ley Orgánica de Régimen Municipal”. 
  
Pero el Municipio no hace ese tipo de controles. De hecho, únicamente contabiliza que los metros cuadrados reportados por los constructores sean los correctos. Esta es la realidad en Guayaquil, descrita por el Presidente de la Cámara de la Construcción de Guayaquil, Ing. Enrique Pita, para un programa de la TV local: “El Municipio, lamentablemente, no teniendo el personal suficiente, no realiza los controles de los procesos constructivos, más allá de al final de la obra establecer si los metros cuadrados que se reportaron son los correctos”.

La consecuencia de esta falta de control es que, de acuerdo con expertos en construcción, “el 70% de las viviendas de la ciudad ha sido construido de manera informal, sin un plano o estudio de por medio. Y del otro 30%, en la mayoría de los casos no se ejecutaron los planos presentados”. O sea, es casi un 100% de ineficacia de la Alcaldía de Guayaquil en el control de las edificaciones en Guayaquil.

A pesar de estos antecedentes, las autoridades de la Alcaldía de Guayaquil afirman que al paso a desnivel que se desplomó durante el terremoto le habían hecho los “necesarios mantenimientos”, consistentes en controles preventivos, correctivos y especializados. Esta afirmación es muy sospechosa porque los 45 pasos a desnivel en Guayaquil presentan deficiencias (incluso “deformaciones en las vigas”) y, además, porque la ineficacia en los controles que la Alcaldía de Guayaquil realiza a otras construcciones autorizan a suponer que esta ineficacia se la extiende a los controles en los pasos a desnivel.

En esta historia, el gato encerrado es desentrañar cuál es la auténtica razón del desplome del paso a desnivel de la avenida De las Américas. La causa eficiente de su desplome no pudo ser el terremoto; dadas las circunstancias, la falta de controles en su mantenimiento por parte del Municipio debió ser lo que causó su desplome.

La única manera de saberlo es conociendo los informes que se supone que el Municipio de Guayaquil realizó sobre el paso a desnivel que se desplomó. Una alternativa para conocerlos es a través de la presentación de una acción de acceso a la información pública; otra, más justa, sería que los familiares de las víctimas y las víctimas causadas por el colapso del paso a desnivel exijan, en un proceso de responsabilidad civil extracontractual (al amparo del artículo 11 numeral 9 de la Constitución), indagar sobre la actuación del Municipio de Guayaquil para saber si es responsable de indemnizarlos por las omisiones en sus controles al paso a desnivel que se desplomó. 

Así, el gato encerrado todavía continúa encerrado; pero existe una sospecha, muy fuerte, de que es un gato municipal. De responsabilidad municipal.

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