Borges se recluyó con Bioy
Casares en una estancia en Pardo para escribir la publicidad “de un alimento
más o menos búlgaro”, el yogurt ‘La Martona’, producto de un industrial tío de
Bioy (Miguel Casares). De esta convivencia de una semana en una casa en ruinas,
“en cuya chimenea crepitaban ramas de eucaliptos”, resultó el folleto comercial
titulado ‘La leche cuajada’, que fue
su primera colaboración conjunta (año 1935 ó 1936), antes incluso de Bustos
Domecq. García Márquez, por su parte, antes de pegarle al gordo con su saga de
los Buendía, juntó unos chochos por escribir un eslogan para una marca de pañuelos
desechables: “Yo sin Kleenex no puedo vivir” (que fue, en realidad, idea de su
mujer) (1).
En este plan de venderse a
la publicidad en tiempos de chirez, Charly García, cumpleañero de hoy, escribió
un jingle para una marca de
salchichas que decía “pan, amor y Superviena”. Pero a diferencia del folleto
comercial para el yogurt ‘La Martona’ y del eslogan ideado por la mujer de
García Márquez para Kleenex, el estribillo de Charly García no fue aceptado (2). La Argentina se perdió de un jingle ganador.
Ni modo. La vanguardia es
así.
(1) Alberto
Borrini, ‘El debut de Borges y Bioy como publicitarios’, Diario La nación
(Argentina), 21 de enero de 2003; Daniel Rito, 'La Martona, la marca sinónimo de la leche en Argentina', Mausoleo de Marcas, 24 de septiembre de 2014.
(2)
Bruno Larocca, ‘Carlitos antes de Charly García’, Rolling Stone, 21 de octubre de
2016.
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