En la guerra civil de
1895, el bando conservador se benefició de un refuerzo: la estatua de la Virgen
del Quinche fue a la capital para detener el avance del indio Alfaro. El traslado ocurrió en junio de 1895. Esto se sumaba
al valiosísimo aporte de las numerosas religiosas de clausura que seguían la
recomendación del Arzobispo de Quito, Pedro Rafael González y Calisto, de rezar
para sostener el gobierno del conservador Vicente Lucio Salazar: “Y conviene
sobre manera que, mientras los defensores de nuestras instituciones políticas y
religiosas empeñan el combate, nosotros
ayudemos constantemente con nuestras oraciones”. O lo que es lo mismo:
orar para impedir que el liberalismo triunfe (1).
El refuerzo |
El general Eloy Alfaro
entró en Quito el 4 de septiembre de 1895, después de vencer a las tropas conservadoras
del general José María Sarasti en Chimbo y Gatazo. Con ello, partió en dos la
historia del Ecuador. Y ni la oración de miles de católicas devotas, ni el
apoyo físico de su súper-estatua,
pudieron evitarlo.
(1) Vizuete
Marcillo, Luis Esteban, ‘“El enemigo llama a las puertas de la República...”: estrategias e iniciativas del clero contra la Revolución liberal en la Arquidiócesis de Quito (1895)’.
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