Desde el retorno a la
democracia, Guayaquil ha estado esencialmente gobernada por dos tipos de
populismo. El primero, un “populismo chabacano”, corrupto y vulgar, encabezado
por ese atrabiliario personaje que es Abdalá Bucaram (desde 1984). El segundo,
un “populismo autoritario”, atributo del PSC (desde 1992).
La existencia del primer populismo
justificó al segundo. El “populismo chabacano” sumió a la ciudad “en un estado
de postración y de abandono” en palabras de Febres-Cordero. Frente a
ello, la derecha guayaquileña en asocio con los medios de comunicación locales,
consolidó un proyecto político para reemplazar a este “populismo chabacano”.
Este
cambio de populismo chabacano a populismo autoritario sucedió, como describió Norberto Bobbio en Italia el cambio en tiempos del
fascismo: la conquista del poder “fue el resultado de una fecunda alianza entre
precisos intereses de clase y turbios ideales, favorecidos por la crisis moral,
social y económica que atravesaba un [cantón] como el nuestro, por larga
tradición más acostumbrado a la opresión que a la libertad” (1).
Así, la historia “oficial”
sostiene que la administración de los socialcristianos ha significado una clara
ruptura con el pasado roldosista de la ciudad.
Esto no es así. A un nivel
formal, el socialcristianismo parece una antítesis del roldosismo: donde el PRE
era caos, el PSC puso un orden. Pero en lo sustancial, el PRE y el PSC
(populismo chabacano y populismo autoritario) son similares. En ambos partidos la
gestión política se la ha utilizado para beneficiar a grupos de poder, sin
planificación urbana, sin criterios inclusivos, sin cuidado ambiental. La
continuidad del populismo ha resultado nefasta para el desarrollo de nuestra ciudad.
Por esta razón, Guayaquil
no ha resuelto sus problemas básicos: ninguno de los “desafíos” de Jaime Nebot
cuando asumió la alcaldía de Guayaquil el año 2000 (transporte público, contaminación
ambiental, alcantarillado y seguridad) los
ha podido superar. En todos y cada uno de ellos, Nebot ha fracasado.
Desde la vuelta a la
democracia en lo mismo, de populismo en populismo.
(1)
‘El fascismo municipal’, Xavier Flores Aguirre, 13 de enero de 2012.
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