5 de marzo de 2017

Los dos populismos de Guayaquil

Desde el retorno a la democracia, Guayaquil ha estado esencialmente gobernada por dos tipos de populismo. El primero, un “populismo chabacano”, corrupto y vulgar, encabezado por ese atrabiliario personaje que es Abdalá Bucaram (desde 1984). El segundo, un “populismo autoritario”, atributo del PSC (desde 1992).

La existencia del primer populismo justificó al segundo. El “populismo chabacano” sumió a la ciudad “en un estado de postración y de abandono” en palabras de Febres-Cordero. Frente a ello, la derecha guayaquileña en asocio con los medios de comunicación locales, consolidó un proyecto político para reemplazar a este “populismo chabacano”. 

Este cambio de populismo chabacano a populismo autoritario sucedió, como describió Norberto Bobbio en Italia el cambio en tiempos del fascismo: la conquista del poder “fue el resultado de una fecunda alianza entre precisos intereses de clase y turbios ideales, favorecidos por la crisis moral, social y económica que atravesaba un [cantón] como el nuestro, por larga tradición más acostumbrado a la opresión que a la libertad” (1).
 
La "ruptura" con el PRE, una mentira bien orquestada.
Así, la historia “oficial” sostiene que la administración de los socialcristianos ha significado una clara ruptura con el pasado roldosista de la ciudad.

Esto no es así. A un nivel formal, el socialcristianismo parece una antítesis del roldosismo: donde el PRE era caos, el PSC puso un orden. Pero en lo sustancial, el PRE y el PSC (populismo chabacano y populismo autoritario) son similares. En ambos partidos la gestión política se la ha utilizado para beneficiar a grupos de poder, sin planificación urbana, sin criterios inclusivos, sin cuidado ambiental. La continuidad del populismo ha resultado nefasta para el desarrollo de nuestra ciudad.

Por esta razón, Guayaquil no ha resuelto sus problemas básicos: ninguno de los “desafíos” de Jaime Nebot cuando asumió la alcaldía de Guayaquil el año 2000 (transporte público, contaminación ambiental, alcantarillado y seguridad) los ha podido superar. En todos y cada uno de ellos, Nebot ha fracasado.

Desde la vuelta a la democracia en lo mismo, de populismo en populismo.

(1)El fascismo municipal’, Xavier Flores Aguirre, 13 de enero de 2012.

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