Después de conocerse que
en Quito se decidió asesinar a Eloy Alfaro y cortarle sus huevos y lanzarlos por los aires, en un acto de inusitada violencia colectiva y gore, en Costa Rica se publicó lo
siguiente en las páginas del periódico “La opinión”:
“Es en
verdad horrible lo que ocurrió en Ecuador. Solo en un pueblo de salvajes puede
ocurrir aquello, que revelan una ferocidad sin límites, y dígase lo que se quiera el Ecuador debe al general Alfaro muchos
beneficios que mañana disipadas las pasiones tiene que reconocerle, la
historia se encargará de ello, descanse en paz el invicto general Alfaro,
inmolado bárbaramente por sus conciudadanos” (1)
Pasó el tiempo: el
reconocimiento a Eloy Alfaro es generalizado, casi unánime. Se le ha atribuido al
general Alfaro incluso el título de “el mejor ecuatoriano”, destino
curioso sólo de pensar que en aquel 28 de enero de 1912 (día de la “La Hoguera
Bárbara”) una masa embrutecida pateó su cuerpo muerto en las calles de la
franciscana ciudad, previo a incinerarlo en el parque El Ejido.
Pasará el tiempo: el odio
de muchos a Rafael Correa dará paso a la aceptación, después al reconocimiento.
En unas decenas de años, se lo recordará como un tipo que partió en dos la
historia del Ecuador, como a un Alfaro del siglo XXI.
N.B.:
Los que han odiado tanto a Correa, con el paso del tiempo, dejarán de sufrir.
Porque se mueren, porque se aburren, porque se dan cuenta (ya vuelve El Loco)
que “el odio es una pasión estéril”. Esta es una buena nueva.
(1)
Citado en: Plaza, Orlando, ‘Centenario de
la Revolución de Concha’, M.I. Municipalidad de Guayaquil, 2015, p. 54. El
resaltado no es del original.
Lo peor es que pasará lo mismo con otros delincuentes como Nebot.
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