Lo Gore es la representación extrema y sangrienta de la violencia.
Como aquella que se dio durante los asesinatos de Eloy Alfaro y de
otros cinco liberales (Flavio Alvaro, Medardo Alfaro, Ulpiano Páez, Manuel
Serrano y Luciano Coral) en la “Hoguera Bárbara” del 28 de enero de 1912.
Centrémonos en Eloy Alfaro
(1842-1912). Fue el cochero del Palacio de Carondelet, José Cevallos, el que
ultimó a Alfaro en su celda del panóptico (1).
Una mezcla de pueblo canalla y de clerigalla sacó el cuerpo de Alfaro y lo
arrastró por decenas de cuadras hasta llevarlo al parque El Ejido. En el
camino, sus restos fueron vejados de manera brutal. Un fulano incluso
cortó y prendió fuego a los genitales de Alfaro y los lanzó por los aires (2).
Esa tarde del domingo 28
de enero de 1912, San Francisco de Quito tuvo un espectáculo gore: cortó cabezas y genitales, agredió e incendió cuerpos
humanos y se regodeó con la sangre y la muerte de los liberales. Su brutalidad cesó al caer la tarde, con los restos carbonizados e irreconocibles abandonados en El Ejido.
Conclusión
Quito tuvo su espectáculo gore masivo el domingo 28 de enero de 1912, con
la unión macabra de la canalla y la clerigalla.
Y, además, Ecuador es
aquel país en el cual tus huevos puede volar llameantes por los cielos tras
haberte dado una muerte atroz, para unos años después elegirte como el mejor
ecuatoriano de todos los tiempos.
(1) “Ocho
individuos de los primeros que penetraron se dirigieron a las celdas del
pabellón E, entre ellos el jefe de la cochera presidencial José Cevallos, quién
preguntó al anciano caudillo: ‘¿Dónde están, viejo sinvergüenza, los millones
que has robado?’, y sin esperar respuesta, le dio un barretazo que lo hizo
rodar por el suelo y lo mató luego con un disparo de fusil en el ojo derecho”,
v. ‘Los últimos días de Alfaro. Documentos para el debate’, Diario El comercio,
Cuaderno 1, p. 12.
(2) Estando
frente a la casa del Encargado del Poder, Carlos Freile Zaldumbide, “en medio
del corto descanso alguien aprovechó para cortar los testículos a don Eloy, los
roció de petróleo, les prendió fuego y los arrojó al aire para diversión de los
muchachos presentes” (¡?), Ibíd., p. 14.
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