5 de mayo de 2017

El patrimonio arquitectónico de Guayaquil


De las 600 construcciones patrimoniales que existían en el Guayaquil de 1987, hoy apenas queda en pie la tercera parte (1). En estos últimos treinta años, veinticinco han sido bajo administración socialcristiana. Si hubiera existido políticas de control por parte de la Alcaldía socialcristiana de la ciudad, nuestro patrimonio arquitectónico habría conservado la mayoría de esas 400 construcciones que ya no existen.

Pero nunca ha habido políticas de control sobre el patrimonio de la ciudad. El arquitecto Florencio Compte Guerrero es lapidario con la actuación de la alcaldía:

“En general la Municipalidad de Guayaquil ha evidenciado poco interés y desconocimiento sobre el patrimonio de la ciudad, que se evidencia, por ejemplo, en la inexistencia de un departamento municipal especializado en ese tema; además de que ha permitido el derrocamiento y la alteración irreversible de edificaciones de valor arquitectónico como los edificios Max Müller –actual Prefectura del Guayas-, INCA, Andretta –por parte del Colegio de Abogados-, Calero, el antiguo Hotel Metropolitano –alterado en dos ocasiones-, entre otros” (2).  

La Alcaldía socialcristiana de Guayaquil presume, de manera habitual, de ser eficiente. Una de las bases de esta supuesta eficiencia es no aceptar competencias que no le corresponden (lo que “le corresponda” es variable: corresponde, a su vez, a los intereses del Alcalde) (3). Parecería que la conservación del patrimonio arquitectónico, dada su importancia, es una actividad por la que la Alcaldía socialcristiana de Guayaquil debió preocuparse desde un principio, si es que tiene tanto amor por Guayaquil como dice tenerlo.

De todas maneras, desde el 3 de junio de 2015 la conservación del patrimonio arquitectónico de Guayaquil no es únicamente cuestión de amor por la ciudad, también es obligación legal de su alcaldía. Ese día, el Registro Oficial publicó la resolución del Consejo Nacional de Competencias por la cual transfirió a la Alcaldía de Guayaquil la competencia “para preservar, mantener y difundir el patrimonio arquitectónico” (Art. 1). La transferencia de estas competencias implicó transferir las facultades “de rectoría local, planificación local, control local y gestión local” (Art. 9). Entre estas facultades se encuentran el control y la supervisión de los bienes patrimoniales del cantón, así como la necesidad de “autorizar el cambio de ubicación de bienes patrimoniales locales dentro de su respectiva circunscripción territorial” y de “autorizar y supervisar las intervenciones del patrimonio cultural local, lo que incluye restauraciones, rehabilitaciones, entre otros, de conformidad con la normativa correspondiente” (Art. 13 num. 5 y 6) (4).

Por eso, Rómulo Aguilar, quien era sacerdote rector de la catedral al tiempo del traslado en helicóptero de su cruz en enero de este año, declaró a la prensa local que el Municipio debió realizar “este proyecto de reestructuración. Eso les corresponde. Hemos hablado del tema durante nueve meses y no concretamos nada. La Catedral es patrimonio histórico de la ciudad y es responsabilidad del Cabildo”. Las afirmaciones de este sacerdote tienen base en la legislación vigente desde junio del 2015. Así, la caída de la cruz de la catedral durante su traslado es también un asunto de responsabilidad municipal (5). Una muestra más de sus nulos controles.

Resumamos: la Alcaldía de Guayaquil va a cumplir dos años con esta competencia, pero no ha hecho nada para ejercerla de una manera eficaz. La alcaldía no tiene un departamento especializado para la conservación del patrimonio y no tiene una normativa específica para la conservación patrimonial (a pesar de su obligación de dictarla). En el caso concreto del traslado de la cruz de la catedral, la Alcaldía de Guayaquil supo de las intenciones de las autoridades de la catedral y de las pruebas llevadas a cabo para hacer el traslado de la cruz (hubo conversaciones previas, cierre de calles, sobrevuelo de helicópteros y difusión por la prensa), y a sabiendas de que le correspondía controlar y autorizar dicho traslado, no hizo nada. En materia de conservación patrimonial, la Alcaldía de Guayaquil es plenamente inútil, la prensa silente y a la ciudadanía, este tema de plano no le importa.

Tal es el trinomio maldito de Guayaquil: un Alcalde sabido, una prensa irresponsable y una ciudadanía pasiva. Frente a todas las otras deficiencias de Guayaquil (notorias falencias en la transportación pública, falencias graves en la prestación de los servicios de alcantarillado, de agua potable y de recolección de basuras, putrefacción de los esteros y contaminación ambiental por falta de adecuados controles, represión de las libertades civiles de opositores y de comerciantes autónomos y, sobre todo, la implementación inconsulta y arbitraria de un modelo de desarrollo sin planificación alguna y orientado al beneficio de grupos de poder económico, en especial, vinculados al sector de la construcción), el sumarle esta notoria incompetencia en la conservación del patrimonio es, apenas, una raya más al tigre.

(1)Guayaquil pierde parte de su patrimonio’, Diario El comercio, 31 de enero de 2017.
(2) Florencio Compte Guerrero, ‘El patrimonio en el olvido’, Diario Expreso, 19 de enero de 2017.
(3) La competencia patrimonial ha sido manejada de manera politiquera. Por ejemplo, cuando el propósito de la alcaldía era instalar el monumento a León Febres-Cordero, la Alcaldía de Guayaquil reivindicó con vehemencia su competencia sobre el patrimonio de la ciudad, v. ‘Sobre el busto de LFC’. Una postura diametralmente opuesta a la que asumió en relación con el traslado de la cruz de la catedral.
(4) R.O.No 514, 3 de junio de 2015.
(5) Blanca Moncada, ‘Iglesia: esta tarea le correspondía al Municipio’, Diario Expreso, 11 de enero de 2017. Al mes siguiente de la caída de la cruz el sacerdote Rómulo Aguilar dejó de ser el rector de la catedral. La respuesta del alcalde Jaime Nebot a los dichos de Aguilar la dio en su miercolina del 11 de enero de 2017 donde, en resumen, dijo que “sin competencia hemos hecho mucho más de lo que nos corresponde” y que “debieron haber pedido permiso [desde la catedral] para hacerlo”. El tono de la entrevista lo da el inicio de la respuesta de Nebot al cuestionamiento cómplice de Arroba Ditto: “Los padrecitos dicen que el Municipio tenía que realizar ese trabajo”. Nebot se empieza a reír. Y sus “entrevistadores” lo acompañan en la risotada (?). No hubo ni un cuestionamiento de estos periodistas amigos, entre ellos uno que fue exconcejal de su administración (Arroba Ditto). No cabía que ellos le refresquen a Nebot sus obligaciones legales, que le refieran sus deficiencias en el control, que le recuerden la pérdida del patrimonio arquitectónico durante los 17 años de una administración “con poco interés y desconocimiento sobre el patrimonio de la ciudad”, como la ha caracterizado Florencio Compte. Pero es lo de siempre con esta entrevista: una oportunidad más para que se luzca esta prensa comediante y servil de Guayaquil, v. '11 DE ENERO 2017 Enlace radial del Alcalde Jaime Nebot', Alcaldía de Guayaquil, 11 de enero de 2017.

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