De las 600 construcciones
patrimoniales que existían en el Guayaquil de 1987, hoy apenas queda en pie la
tercera parte (1). En estos últimos
treinta años, veinticinco han sido bajo administración socialcristiana. Si
hubiera existido políticas de control por parte de la Alcaldía socialcristiana de
la ciudad, nuestro patrimonio arquitectónico habría conservado la mayoría de esas
400 construcciones que ya no existen.
Pero nunca ha habido
políticas de control sobre el patrimonio de la ciudad. El arquitecto Florencio
Compte Guerrero es lapidario con la actuación de la alcaldía:
“En
general la Municipalidad de Guayaquil ha evidenciado poco interés y
desconocimiento sobre el patrimonio de la ciudad, que se evidencia, por
ejemplo, en la inexistencia de un departamento municipal especializado en ese
tema; además de que ha permitido el derrocamiento y la alteración irreversible
de edificaciones de valor arquitectónico como los edificios Max Müller –actual
Prefectura del Guayas-, INCA, Andretta –por parte del Colegio de Abogados-,
Calero, el antiguo Hotel Metropolitano –alterado en dos ocasiones-, entre
otros” (2).
La Alcaldía socialcristiana
de Guayaquil presume, de manera habitual, de ser eficiente. Una de las bases de
esta supuesta eficiencia es no aceptar competencias que no le corresponden (lo
que “le corresponda” es variable: corresponde, a su vez, a los intereses del
Alcalde) (3). Parecería que la
conservación del patrimonio arquitectónico, dada su importancia, es una
actividad por la que la Alcaldía socialcristiana de Guayaquil debió preocuparse
desde un principio, si es que tiene tanto amor por Guayaquil como dice tenerlo.
De todas maneras, desde el
3 de junio de 2015 la conservación del patrimonio arquitectónico de Guayaquil no
es únicamente cuestión de amor por la ciudad, también es obligación legal de su
alcaldía. Ese día, el Registro Oficial publicó la resolución del Consejo
Nacional de Competencias por la cual transfirió a la Alcaldía de Guayaquil la
competencia “para preservar, mantener y difundir el patrimonio arquitectónico”
(Art. 1). La transferencia de estas competencias implicó transferir las
facultades “de rectoría local, planificación local, control local y gestión
local” (Art. 9). Entre estas facultades se encuentran el control y la
supervisión de los bienes patrimoniales del cantón, así como la necesidad de “autorizar
el cambio de ubicación de bienes patrimoniales locales dentro de su respectiva
circunscripción territorial” y de “autorizar y supervisar las intervenciones
del patrimonio cultural local, lo que incluye restauraciones, rehabilitaciones,
entre otros, de conformidad con la normativa correspondiente” (Art. 13 num. 5 y
6) (4).
Por eso, Rómulo Aguilar,
quien era sacerdote rector de la catedral al tiempo del traslado en helicóptero
de su cruz en enero de este año, declaró a la prensa local que el Municipio debió
realizar “este proyecto de reestructuración. Eso les corresponde. Hemos hablado
del tema durante nueve meses y no concretamos nada. La Catedral es patrimonio
histórico de la ciudad y es responsabilidad del Cabildo”. Las afirmaciones de
este sacerdote tienen base en la legislación vigente desde junio del 2015. Así,
la caída de la cruz de la catedral durante su traslado es también un asunto de responsabilidad
municipal (5). Una muestra más de sus nulos controles.
Resumamos: la
Alcaldía de Guayaquil va a cumplir dos años con esta competencia, pero no ha
hecho nada para ejercerla de una manera eficaz. La alcaldía no tiene un
departamento especializado para la conservación del patrimonio y no tiene una
normativa específica para la conservación patrimonial (a pesar de su obligación
de dictarla). En el caso concreto del traslado de la cruz de la catedral, la
Alcaldía de Guayaquil supo de las intenciones de las autoridades de la catedral
y de las pruebas llevadas a cabo para hacer el traslado de la cruz (hubo conversaciones previas, cierre de calles, sobrevuelo de helicópteros y
difusión por la prensa), y a sabiendas de que le correspondía controlar y
autorizar dicho traslado, no hizo nada. En materia de conservación patrimonial,
la Alcaldía de Guayaquil es plenamente inútil, la prensa silente y a la
ciudadanía, este tema de plano no le importa.
Tal es el trinomio maldito
de Guayaquil: un Alcalde sabido, una prensa irresponsable y una ciudadanía
pasiva. Frente a todas las otras deficiencias de Guayaquil (notorias falencias en
la transportación pública, falencias graves en la prestación de los servicios
de alcantarillado, de agua potable y de recolección de basuras, putrefacción de
los esteros y contaminación ambiental por falta de adecuados controles, represión
de las libertades civiles de opositores y de comerciantes autónomos y, sobre
todo, la implementación inconsulta y arbitraria de un modelo de desarrollo sin
planificación alguna y orientado al beneficio de grupos de poder económico, en
especial, vinculados al sector de la construcción), el sumarle esta notoria incompetencia
en la conservación del patrimonio es, apenas, una raya más al tigre.
(1)
‘Guayaquil pierde parte de su patrimonio’, Diario El comercio, 31 de enero de
2017.
(2)
Florencio Compte Guerrero, ‘El patrimonio en el olvido’, Diario Expreso, 19 de
enero de 2017.
(3) La competencia patrimonial ha sido manejada de manera politiquera.
Por ejemplo, cuando el propósito de la alcaldía era instalar el monumento a León
Febres-Cordero, la Alcaldía de Guayaquil reivindicó con vehemencia su
competencia sobre el patrimonio de la ciudad, v. ‘Sobre el busto de LFC’.
Una postura diametralmente opuesta a la que asumió en relación con el traslado
de la cruz de la catedral.
(5) Blanca
Moncada, ‘Iglesia: esta tarea le correspondía al Municipio’, Diario Expreso, 11
de enero de 2017. Al mes siguiente de la caída de la cruz el sacerdote Rómulo
Aguilar dejó de ser el rector de la catedral. La respuesta del alcalde Jaime Nebot
a los dichos de Aguilar la dio en su miercolina
del 11 de enero de 2017 donde, en resumen, dijo que “sin competencia hemos
hecho mucho más de lo que nos corresponde” y que “debieron haber pedido permiso
[desde la catedral] para hacerlo”. El tono de la entrevista lo da el inicio de
la respuesta de Nebot al cuestionamiento cómplice de Arroba Ditto: “Los
padrecitos dicen que el Municipio tenía que realizar ese trabajo”. Nebot se
empieza a reír. Y sus “entrevistadores” lo acompañan en la risotada (?). No hubo ni un cuestionamiento de
estos periodistas amigos, entre ellos uno que fue exconcejal de su administración
(Arroba Ditto). No cabía que ellos le refresquen a Nebot sus obligaciones
legales, que le refieran sus deficiencias en el control, que le recuerden la
pérdida del patrimonio arquitectónico durante los 17 años de una administración
“con poco interés y desconocimiento sobre el patrimonio de la ciudad”, como la
ha caracterizado Florencio Compte. Pero es lo de siempre con esta entrevista: una oportunidad
más para que se luzca esta prensa comediante y servil de Guayaquil, v. '11 DE ENERO 2017 Enlace radial del Alcalde Jaime Nebot', Alcaldía de Guayaquil, 11 de
enero de 2017.
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