Miembros de la familia
Lanuza ocuparon el cargo de Justicia Mayor de Aragón entre 1439 y 1591. Al
último de ellos, Juan Lanuza V, lo mandaron a chupar gladiolos en una plaza de
Zaragoza. El 20 de diciembre de 1591 lo decapitaron, por orden del rey Felipe
II*.
Una placa colocada en la
plaza de su ejecución 400 años después, en 1991, refleja cómo se componía
España en el siglo XVI: como un conjunto de reinos.
El Justicia Mayor de
Aragón, institución surgida en 1265, era el funcionario encargado de defender los
fueros de su reino. Antonio Pérez, un aragonés, huyó de una intriga que involucraba
al rey Felipe II, por la que cayó preso en el Reino de Castilla. Escapó al vecino Reino de Aragón, donde como aragonés que era, estaba protegido
por la legislación de su reino y por los fueros que el Rey de Castilla debía
respetar. (De acuerdo con la fórmula del historiador John Elliott, “los
Austrias fueron reyes absolutos de Castilla y monarcas constitucionales de
Aragón” y es que en Aragón gobernó, en nombre del Rey de Castilla un Virrey,
como fueron Virreyes los que gobernaron en nombre del Rey los territorios de Castilla
en América.)
Felipe II redobló la
apuesta y envió a la gente de la Inquisición para atrapar a Pérez, que eran
unos joputas que no reconocían fuero.
Se armó entonces un motín en Zaragoza para evitar, a los gritos de “Viva la
Libertad”, que la Inquisición detenga al aragonés Pérez, quien aprovechó el revolú creado para huir a Francia. Felipe
II se sintió burlado. Por eso, decidió cagarse en todo y mandar a su ejército de
12.000 hombres contra el Reino de Aragón.
El Reino de Aragón tenía unos
fueros que expresamente prohibían a un ejército extranjero acantonarse en su
territorio, pero tenía apenas 2.000 soldados, mal pertrechados y peor
disciplinados: “No hubo combates, fue una desbandada general. El 12 de
noviembre el ejército real ocupó Zaragoza.”**
Por eso, la placa recuerda “la invasión del reino aragonés por el ejército
extranjero de Felipe II”. En esa “invasión” está implícito que los aragoneses eran
distintos a los castellanos, y que los de Castilla eran “extranjeros”, tan separados
uno y otro Reino de la Península Ibérica que hasta inicios del siglo XVIII conservaban
todavía las aduanas en sus fronteras.
La placa evoca una “reacción
desaforada” de Felipe II, puesta de manifiesto en la ejecución del Justicia
Mayor de Aragón, Juan Lanuza V. Pero los cambios jurídicos a los fueros fueron
pocos, pues únicamente se abolieron “los aspectos más anacrónicos de la
legislación”.
El fin de los fueros de
Aragón (de sus aduanas también) correspondió a otro triunfo de los castellanos:
la instalación de la casa francesa Bourbon
en España. Aragón apoyó a la causa opositora, la del archiduque de la Casa de
Austria (a la que perteneció el malquerido Felipe II), pero nuevamente Aragón perdió.
En 1707, tras la batalla de Almansa (“Extraña batalla: un inglés naturalizado
francés, el duque de Berwick, mandaba el ejército ‘español’, mientras que las
tropas aliadas estaban a las órdenes de lord Galloway, un francés al servicio
de Inglaterra”), Felipe V firmó el 29 de junio un primer Decreto de Nueva
Planta por el que abolió los fueros de Valencia y Aragón. El 13 de abril
de 1711, Felipe V dictó un nuevo Decreto de Nueva Planta, ya exclusivo para el
Reino de Aragón, por el que complementó la tarea del decreto anterior y
convirtió a Aragón en una nueva provincia del Estado español con cabeza en
Madrid. Ese fue el fin de los históricos fueros del Reino de Aragón, esos que le
costaron la cabeza (literal) a su Justicia
Mayor Juan Lanuza “El Mozo” en 1591, como lo recuerda la placa instalada en la
plaza zaragozana.
La lección: a Aragón
(luego a la ciudad de Barcelona, foco de la resistencia a los Borbones, en septiembre
de 1714***) los mató la cercanía al
centro del poder, la posibilidad real de que el ejército castellano vaya y aplaste
las disidencias, que lo hizo. Pero las posesiones españolas en América se
beneficiaron de su lejanía: hay cómo leer su independencia como un proceso de
reacción conservadora a la centralización de los Borbones.
Lo que triunfó en Aragón y
Barcelona, terminó por perder a América.
* Ayer nomás decía el Presidente de “Filipinas”, Rodrigo Duterte, que quería borrar del nombre de su país toda referencia a su pasado colonial (el archipiélago
fue nombrado así en 1543 en honor al futuro Rey Felipe II: de allí, “Filipinas”).
Quiere renombrarlo con el término malayo “Maharlika”.
** Pérez,
Joseph, 'Historia de España', Editorial Crítica, Barcelona, 2014
[Primera edición: 2000], pp. 188-191, 231-234, 312-315. Todas las citas se toman de ese
libro, guía para narrar esta historia.
***
Los gritos de “independencia” de la afición en el Camp Nou al minuto 17:14 de
los partidos del Barça conmemoran este episodio.
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