En un concurso de
selección de autoridades serio, las pruebas escritas y las orales deben tener “objetividad”,
algo que la Relatora de las Naciones Unidas sobre Independencia de Magistrados
y Abogados, Gabriela Knaul, ha definido como carecer para el perfil de la
autoridad a elegir de unos rasgos “demasiado amplios o genéricos” (1).
Pero en la asignación de
puntos para la elección de Fiscal General no se garantizó este requisito de “objetividad”.
Por ello, este puntaje desmesurado que se le ha podido asignar a Lady Diana
Salazar hiede a corrupción (2).
Veamos: la prueba escrita
valió 20 puntos. Allí, Salazar sacó apenas la mitad. Es desastroso, como para
reprobar en cualquier institución digna, sea pública o privada.
Pero armada de este 10/20,
Salazar (digno de recordar: servidora pública en funciones, por ser la
Directora de la Unidad de Análisis Financiero y Económico, nombrada por el
Presidente Lenin Moreno en febrero del año pasado) siguió adelante. En méritos
obtuvo 49 de 50 puntos, donde sólo
fue superada por Merck Benavides que obtuvo 50/50. Obtuvo un punto más por ser
negra, y 28.17 de 30 puntos en el
proceso oral.
De estos 30 puntos en el
proceso oral, diez corresponden a cosas tan poco objetivas y contrarias a la recomendación
de la Relatora Gabriela Knaul como lo pueden ser la “templanza, ecuanimidad,
autonomía, independencia de criterio, responsabilidad, transparencia, sentido
de justicia y capacidad de solventar problemas” (Art. 34.c del "Mandato para el Concurso Público de Méritos y Oposición para la Designación de la Primera Autoridad de la Fiscalía General del Estado").
El dato asombroso y específico
de Salazar es que ella obtuvo tres de los cuatro 30 de 30 de la lista de candidatos. Para los consejeros Julio César
Trujillo, Pablo Dávila y Luis Hernández, todo lo hecho por Salazar en su prueba
oral, ella lo ha hecho a un nivel de excelencia. Pero el que haya surgido este video que registra varios momentos de la prueba de Salazar en que se le
notan problemas hasta básicos (congruentes, empero, con su prueba escrita) conduce
a endosarle una calificación terriblemente discrecional a esta candidata en
concreto.
Esto deja a la decisión de
los consejeros Trujillo, Dávila y Hernández como una decisión que no fue basada
en criterios técnicos, sino que fue una decisión política, planificada desde
una redacción “amplia o genérica” de la normativa y aplicada con un sesgo notorio
durante la prueba oral a favor de una candidata concreta.
(Por cierto, alguna cosita
debió incomodar al consejero Eduardo Mendoza que únicamente le puso 29 de 30 a Lady Diana Salazar, la que
de todas maneras fue la nota más alta que él adjudicó -ninguno de los otros
candidatos le mereció ni 20).
Entre Trujillo, Dávila,
Hernández y Mendoza, tres veces 30 y un 29, 119 de 120 posibles: si esto no
constituye “A little help from my friends”,
los Beatles no existen.
Tras la prueba oral, la
servidora pública en funciones Salazar remontó: de su traspié inicial en la
prueba escrita (ese vergonzoso 10/20), sumó 49/50 en “méritos” y luego 28.17/30
en la prueba oral + 1 por negra, y es ella ahora quien comanda la Tabla de
Puntuación para la elección de Fiscal General con 88.17 puntos. En pruebas
objetivas como la escrita, le fue mal (10/20). En el reino de la amplia subjetividad
de los demás puntos en disputa, a Salazar le fue la mar de bien, pues perdió
menos de dos puntos (1.83, para ser exactos). El uso de la discrecionalidad de
los consejeros es lo que la ha puesto a encabezar la Tabla, a remontar desde el
fondo.
Y eso fue posible, porque
esta ha sido una elección que se ha hecho sin la “objetividad” que demandan los
instrumentos internacionales para este tipo de procesos. Es decir, que queremos
reinstitucionalizar el país pero con sainetes. No way.
Pero si no pasa nada raro,
será Lady Diana Salazar quien ocupe el cargo de Fiscal General del Estado. Lo
que ella ya no podrá decir, claramente, es que lo obtuvo por mérito propio.
(1) Organización
de las Naciones Unidas. Asamblea General. Consejo de Derechos Humanos. Informe de la Relatora Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados. Gabriela Knaul. Misión a
El Salvador. A/HRC/23/43/Add.1, 24 de mayo de 2013, Párr. 43.
(2) Basado
en la famosa fórmula de Robert Klitgaard: C = M + D - T. Donde:
corrupción (C) equivale a monopolio de la decisión (M) más discrecionalidad (D)
menos transparencia (T). Para este proceso, el Consejo de Participación en
Transición marca visto en todas las casillas de esta fórmula.
Solo sirve para confirmar un amplio plan para acentuar la corrupción instaurada desde los transitorios.
ResponderEliminarjeje, fresco ese trailer
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