El Gobierno del demócrata
Jimmy Carter (Plains, 1.924), Presidente de los Estados Unidos de
América entre 1.977 y 1.981, mantuvo como Embajador de su país en la República
del Ecuador a Richard J. Bloomfield (1.927-2.011), designado durante el
Gobierno del republicano Gerald Ford (1.913-2.006) el año 1.976. El 10 de enero
de 1.978, el Embajador Bloomfield escribió un cable muy sabroso sobre la
política de los Estados Unidos de América de cara al retorno del Ecuador a la
democracia, que demuestra la pequeñez de nuestras élites políticas y económicas.
En ese cable del 10 de enero, Bloomfield informó a su país que, de cara al referéndum
constitucional del 15 de enero de 1.978, los actores políticos ecuatorianos discutieron
cuatro alternativas: la perpetuación del gobierno militar a través de un
“auto-golpe”, la interposición de una Presidencia provisional, la convocatoria
a una Asamblea Constituyente, o el uso de algún subterfugio para descalificar a
Bucaram. La reacción de los Estados Unidos, decía Richard J. Bloomfield, debía
motivarse según si la alternativa escogida avanzaba hacia la meta del “gobierno
representativo”.
Richard J. Bloomfield, Embajador gringo entre 1.976 y 1.978 |
La razón de plantearse estas
cuatro alternativas era por el temor compartido por todos los actores políticos
(militares, élites económicas de Quito y Guayaquil, partidos políticos) frente
a la posibilidad de que el retorno a la democracia conduzca a unas elecciones
en las que el pueblo elija a Assad Bucaram, líder populista de Guayaquil. Como
lo recuerda el Embajador Bloomfield, el golpe militar del año 1.972 se dio para
evitar que se realicen unas elecciones en las que pudiera ganar Assad Bucaram.
Esta posibilidad real de que, seis años después, se repita ese escenario de terror
donde un rústico hijo de libaneses pueda llegar a gobernarlos por el voto
popular, era algo que todos los que cortaban
el bacalao en el país deseaban evitar. Los hermanaba una rotunda vocación
anti-democrática contra Bucaram.
En el apartado “U.S.
Policy”, Bloomfield indicó las posibles reacciones de los Estados Unidos
de acuerdo con algunas alternativas descritas. En particular, los
escenarios que denegaban la participación popular (como el auto-golpe y la
Presidencia provisional) tendrían una posible reacción hostil y negativa de los
Estados Unidos. Pero en el caso usar algún subterfugio para la descalificación
de Bucaram, Bloomfield recomendaba a su país que mantenga una postura
“neutral”.
Finalmente, los políticos ecuatorianos
en 1.978, acaso cautelosos, optaron por la alternativa que cumplía el doble
propósito de satisfacer sus intereses y de no causar problemas al Gobierno de
los Estados Unidos de América: se impidió a Assad Bucaram la participación en
las elecciones venideras con una cláusula legal claramente abusiva.
Luego pasó que Bucaram se murió
el 5 de noviembre de 1.981 obra de un súbito yeyo al wacho, apenas unos meses después del oscuro deceso de su sobrino político
Jaime Roldós, el Presidente de la República que Bucaram había apoyado en esas
elecciones en las que a él se le impidió participar, muerto en un supuesto accidente
de aviación en mayo de ese mismo año. Tras este par de ilustres finados cefepistas
del 1.981 (annus horribilis para el
CFP) se volvió a barajar el naipe político del país y en este nuevo reparto
quedó un serrano bobo de la DP como Presidente para lo restante de ese período
(1.981-1.984) para luego pasarle la posta al siguiente hombre fuerte de nuestra
política, León Febres-Cordero (1.931-2.008), quien dominó la escena política
hasta el advenimiento de Rafael Correa (1.963) en el año 2.006.
Pero esto que pasó después
de las muertes de Jaime Roldós (1.940-1.981) y Assad Bucaram (1.916-1.981) en
ese aciago año 1.981 ya no lo pudo prever el Embajador norteamericano Richard
Bloomfield en su cable de enero de 1.978. Ni verlo tampoco, no por otra razón
como por la fundamentalmente práctica de que el Gobierno del Presidente Jimmy Carter
lo trasladó a ejercer como su Embajador en Portugal, ese mismo año 1978.
Para marzo de aquel año, Bloomfield gozaba ya de los placeres de Lisboa.
Richard J. Bloomfield murió
el 22 de noviembre de 2.011 en Belmont, Massachusetts, por complicaciones relacionadas con el Alzheimer.
Contaba 84 años. A él, en el tránsito a este período “democrático” que los
ecuatorianos vivimos desde el año 1.979, le cupo hacer una descripción precisa
de las miserias de nuestra pequeña, miedosa y anti-democrática clase política.
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