21 de mayo de 2019

Los orígenes: un Estado débil y derrotado


En su origen, el Estado ecuatoriano fue un Estado muy débil, incapaz de afirmarse a sí mismo. Así lo sancionó su primera Constitución, cuyo artículo 2 declaraba sin pena: “El Estado del Ecuador se une y confedera con los demás Estados de Colombia, para formar una sola Nación con el nombre República de Colombia” (?). Recién se afirmó como una “República del Ecuador” por sí misma en 1835, tras la Convención de Ambato.

En el reparto histórico de los Estados Sudamericanos, la historia del Ecuador es la de un actor secundario. Su momento más relevante en los tiempos de la independencia fue ser un espacio decisivo en la biografía de los dos libertadores sudamericanos, Simón Bolívar y José de San Martín, dado su fugaz encuentro y entrevista en Guayaquil. La Batalla del Pichincha es otro momento relevante, aunque no haya sido tanto para libertar a Quito como para incorporar su territorio al diseño que Simón Bolívar había dispuesto para los territorios al Sur de la República de Colombia en la Constitución de Cúcuta del año 1.821 (cuando Quito era aún una ciudad sólidamente española).

La secesión del “Estado del Ecuador” en 1.830 aprovechó un momento de debilidad de la República de Colombia. En 1.830, este enorme territorio de origen bolivariano de más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados y con salida a los dos océanos se empezó a desintegrar: por el Atlántico, emergió de su “Distrito del Norte” y de la mano del general venezolano Páez, la que sería Venezuela, mientras que por el Pacífico apareció el nuevo “Estado del Ecuador” de la mano del general venezolano Flores, en lo que fue el “Distrito del Sur” de Colombia (efectivo entre 1822 y 1830), compuesto por las antiguas provincias de Quito, Guayaquil y Cuenca, las que durante el período colombiano de casi ocho años se empezaron a conocer como “Departamentos”, divididos en provincias (fue cuando se creó la provincia de Manabí para integrar el Departamento de Guayaquil).*

El Primer presidente del Ecuador, el general venezolano Juan José Flores, intentó que varias provincias que habían integrado la Audiencia de Quito cuando fuimos parte del Reino de España (y que después integraron el “Distrito del Centro” cuando la “Gran Colombia”) se integren al territorio de este naciente Estado del Ecuador. En 1.831, el primer Congreso del Ecuador contó con representantes nombrados por las provincias de Buenaventura, Pasto y Popayán, hoy sólidamente colombianas. Pero el intento del General Flores no pudo sostenerse en el tiempo.

Primero, al General Juan José Flores lo traicionaron los caudillos colombianos José María Obando y José Hilario López, quienes lo habían atraído a este conflicto. Después lo traicionó su propio ejército: el Batallón Quito, a cargo del Comandante ecuatoriano Ignacio Sáenz, se pasó con sus 200 soldados al bando colombiano. También otros batallones se le sublevaron, pues no habían sido debidamente pagados, como el caso del Batallón Flores en Latacunga.

En general, la situación ad portas de enfrentar una guerra era lamentable. Cuando el General Flores regresó al campo de batalla en Pasto, después de obtener en Guayaquil un empréstito de 30.000 pesos para sostener la guerra, advirtió que el éxito era imposible en condiciones tan adversas. El General tenía ya cuatro batallones perdidos, y eso que aún no empezaba a guerrear. Unas escaramuzas después, en octubre de 1.832, el General Flores se avino a un armisticio con el Gobierno colombiano.

La aventura expansionista ecuatoriana concluyó pronto y mal. El 8 de diciembre de 1.832 el Gobierno del Ecuador fue orillado a firmar con el Gobierno de Colombia el “Tratado de Paz, Amistad y Alianza entre la Nueva Granada y Ecuador” (conocido como “Tratado de Pasto”), por el que los ecuatorianos accedimos a perder para siempre todos los territorios al norte del Río Carchi, o lo que es lo mismo, perder toda el área de influencia de la antigua provincia de Quito al norte de dicho río, a cambio de que Colombia reconozca la existencia del Estado ecuatoriano como su frontera al Sur. Este “Tratado de Paz, Amistad y Alianza entre la Nueva Granada y Ecuador” fue ratificado por la Convención Nacional reunida en Ambato en 1835, la misma que aprobó nuestra segunda Constitución y que adoptó por primera vez el nombre “República del Ecuador” (a sabiendas de que Colombia –entonces “Nueva Granada”- ya no lo objetaría).

En pocas palabras, el Estado ecuatoriano nació (tímido y cuasi-colombiano) el año 1.830, se intentó expandir en ese año y el siguiente a fin de sumar a algunas provincias de su área de influencia de los tiempos de la Audiencia de Quito (de las que obtuvo incluso una representación legislativa para el primer Congreso ecuatoriano en 1.831), lo que generó los reclamos de su país vecino… Y, aunque haya intentado resistirlo, finalmente el vecino del Norte se bajó al Ecuador por la fuerza y obtuvo lo que le reclamaba: las provincias que formaron parte del “Distrito del Centro”, las que pasaron en adelante a formar parte de la nueva “República de Nueva Granada” (así llamada por su Constitución de 1.832, ya sin pertenecer a ella los antiguos Distritos del Norte y el Sur, esto es, ni Venezuela ni Ecuador).

El saldo de este trienio inicial para el Estado ecuatoriano es que el país resultó incapaz de sostener con las armas su pretensión de recomponer el área de influencia que tenía la provincia de Quito durante la época de su pertenencia a España.

Para la vecina Colombia, por su parte, fue hacer respetar sus leyes internas adoptadas durante los inicios de su período republicano. Ella se sintió afectada en su integridad territorial y se impuso por la fuerza, por lo que obligó al naciente Ecuador a renunciar a su aspiración de reconstituir su territorio de tiempos coloniales. Como destacó un historiador colombiano, por el “Tratado de Pasto” de 1.832 “no le concedió” al Ecuador “ninguno de los territorios por los cuales había movilizado importantes recursos militares y diplomáticos”**

Esta es una historia triste para el Ecuador, específicamente para su constitutiva provincia norteña de Quito: los gazapos militares que amagó en tiempos de la temprana República se saldaron con rotundos fracasos y pérdidas territoriales. 

* Los departamentos y sus subdivisiones fueron creados por la Ley de División Territorial colombiana de junio de 1824. Los Departamentos se dividían en Provincias, las que a su vez se subdividían en cantones. Del nuevo Departamento de Guayaquil se desgajó a la Provincia de Manabí por la citada Ley de 1824, provincia que sumada a la de Guayaquil fueron las dos que conformaron el Departamento. Por esa misma Ley, la Provincia de Guayaquil se subdividió en seis cantones: Guayaquil, Daule, Babahoyo, Baba, Punta de Santa Elena y Machala. Fueron esos mismos seis cantones los que estuvieron en el nacimiento del Estado ecuatoriano. La división territorial por Departamentos se mantuvo hasta nuestra séptima Constitución, adoptada el año 1.861 durante el primer período de Gobierno de Gabriel García Moreno.
** Citado en: Uribe Mosquera, Tomás, ‘Afirmación autoidentitaria y conflicto en la era republicana temprana’, p. 176.

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