Ortiz es un personaje
ambivalente: por una parte, escribe muy lindo en la Diners; por otro, fue un Gargamel en la televisión. Mientras viví
en Quito, lo vi caminar varias veces por la avenida González Suárez, como
buscando a los pitufos (que supongo, para él, habrán tenido la cara de Carlos
Vera).
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