Yo solía decir que, como a Borges con Buenos Aires, a mí con Guayaquil no me unía ‘el
amor, sino el espanto / será por eso que la quiero tanto’. Y era cierto: a
pesar de tantos espantos, todavía podía vislumbrar un futuro brillante para la
ciudad en que nací.
Ahora creo que ese futuro no es posible. Cuando
empezó la pandemia, pensé que Guayaquil podría dar una respuesta crítica y
creativa a lo que le ocurrió. Pero me equivoqué: se ha optado por creer que
estamos viviendo una nueva variante del éxito que empezó después de marzo y
abril, para no discutir ni pensar el abandono, los muertos y la corrupción que asolaron
a esta ciudad en esos meses. Guayaquil está ahíta de imbéciles pasivos, que
aceptan cualquier cosa… Aceptan este nuevo ‘éxito’,
como un mendigo un mendrugo de pan.
Por mi parte, sé que los esfuerzos inútiles conducen
a la melancolía y que lo correcto es dejar que Guayaquil siga su curso al
carajo, ya sin mí. Guayaquil está condenada, y va a morir por las inundaciones
a consecuencia del cambio climático, es una cuestión de tiempo… Y lo más inteligente es, precisamente, huir a
tiempo.
Esa es mi conclusión, toda vez que los espantos
consumieron todo el amor que yo sentía por mi ciudad natal. Ahora la siento
ajena, incluso despreciable. Vendré de vez en cuando a visitar a algunas
personas que quiero, pero como si fuera otra ciudad, digamos Messina o
Vientiane. Y serán unas visitas breves, porque me iré tan pronto como pueda… Es
de rigor huir de estos espantos.
Tengo claro que en esta decisión de abandonar
Guayaquil a su suerte, yo gano. Me ahorro el esfuerzo inútil y dejo que
Guayaquil siga el rumbo que ha emprendido a su futura muerte, auspiciada por la
rapiña de esos que pueden rapiñar y por la imbecilidad pasiva del resto.
Adiós, Guayaquil: me vencieron tus espantos.
Me identifico! y es triste cuando te das cuenta que perdiste la esperanza... que sabes que ni rezando, ni haciendo mingas o protestas en la 9 de Octubre habrá cambios. Entre la corrupción siniestra, y el agobio de los guayaquilenos, la ciudad seguirá siendo una cloaca, sólo que ahora con palmeras más "in"
ResponderEliminarEsta como Comala la ciudad.
ResponderEliminaren serio? nooo.. aun hay esperanza.. yo creo que si bien es cierto la gente no sale a botar a la alcaldesa, el rechazo que estan sintiendo es lo que hizo que nebot renunciara a su candidatura.. me apena su decision.. espero honestamente que sus conclusiones sean equivocadas por el bien de Guayaquil.. aunque en el fondo sepa que hay bastantes probabilidades de que se cumplan..
ResponderEliminarDespués de leer tu artículo solo el silencio me queda como respuesta. Un silencio que duele y espanta.
ResponderEliminarSuerte la tuya que puedes huir y dejar esta ciudad a su suerte.
Eso yo siento por el país. Me dan ganas de salir huyendo. Pero me quedo. Seguiré en mi batalla perdida porque aquí están los que amo, nada más.
ResponderEliminarQue podemos hacer, que triste!
ResponderEliminarTotalmente identificada, vivo en Quito hace un año, y siento cada una de tus palabras, no quiero regresar, es una batalla perdida con la gente enceguecida por el supuesto "éxito de la ciudad", ganó la propaganda y la mentira. Espero otra ciudad me adopte como suya porque Guayaquil ya no es mía
ResponderEliminarLo más sabio es abandonar el barco antes que se termine de undir, para que luchar en soledad, pareciera que la ignorancia y la miseria son las únicas aspiraciones del guayquileño promedio.
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