Publicado en diario
Expreso el 27 de mayo de 2022.
Se puede decir que la guayaquileña
calle Escobedo recuerda a un tipo que, siendo el capitán de una compañía de un
batallón realista, aceptó un pago para apoyar una revolución contra la
Monarquía tras la cual se convirtió en el Jefe Militar de Guayaquil y, en tal
condición, abusó de sus facultades y de los recursos públicos hasta que fue
expulsado de la ciudad por corrupto y por traidor. Así las cosas, la calle
Escobedo resulta un homenaje que Guayaquil le rinde a la corrupción y la
traición.
El militar peruano
Gregorio Escobedo había sido un defensor de la Monarquía hasta antes de la
revolución de octubre, pero un pago oportuno lo persuadió de apoyar a los
revolucionarios. Triunfante la casi incruenta revolución el 9 de octubre de
1820, el militar Escobedo fue ascendido a coronel y ocupó el cargo de Jefe
Militar de la ciudad. El Cabildo lo escogió Presidente de la Junta de Gobierno
y Jefe Civil de Guayaquil a José Joaquín de Olmedo, pero él renunció a los seis
días por la conducta que había demostrado el Jefe Militar. Tras su renuncia, el
Cabildo lo escogió a Escobedo en reemplazo de Olmedo. Por unos días de octubre
y noviembre de 1820, Escobedo reunió en sí la jefatura militar y civil de
Guayaquil.
José Joaquín de Olmedo
denunció la conducta del peruano Escobedo al general José de San Martín, que entonces
se encontraba en el Perú. En carta del 22 de noviembre de 1820, Olmedo le explicó
la conducta abusiva y corrupta de Escobedo en Guayaquil, pues desde el primer
día Escobedo metió presos ‘a todos los europeos sin distinción, y encerrándolos
en un pontón estrecho, se echó sobre sus bienes, los cuales no entraron en los
fondos públicos. Más de ochenta europeos fueron remitidos al Chocó, y sus
propiedades ocupadas han desaparecido’. Por el desvío de los recursos públicos
que hizo Escobedo, le decía Olmedo a San Martín: ‘La escasez de nuestro erario
merece el nombre de verdadera miseria…’.
Olmedo también le
denunció al general San Martín que era Escobedo un traidor a la causa de los
americanos, por haber ‘conspirado contra este país [Guayaquil], preparando la
fuerza armada para atacar la Representación de la Provincia. […] Se decía que
no era el amor de la Patria ni de la Independencia el que había hecho tomar una
parte activa en la transformación de este país, y sí sólo la sed de atesorar,
la ambición de mando, y el ansia de salir del estado miserable a que le había
reducido su conducta anterior’. Esta era una alusión velada de Olmedo a la
participación de Escobedo en la revolución motivado por un incentivo puramente
material.
Olmedo no se dejó y
actuó. Él logró que se convoque a un Colegio Electoral de los representantes de
la provincia de Guayaquil (una jurisdicción costera que abarcaba de Manabí a El
Oro y que contaba con 57 representantes) el que, reunido del 8 al 11 de
noviembre de 1820, adoptó el Reglamento Provisorio de Guayaquil y creó una
Segunda Junta de Gobierno que reemplazó a Escobedo por Olmedo como Presidente
de la Junta de Gobierno. Escobedo fue inmediatamente apresado y exiliado a Chile.
Nunca más volvió a pisar Guayaquil.
Nacido en Arequipa el 9 de mayo de 1795, Gregorio Escobedo encontró la muerte en Cusco, el año 1836.
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