10 de enero de 2017

Una fundación intempestiva y útil


Dos conquistadores españoles disputan un territorio en tierras del naciente Perú en el mes de agosto de 1534, pero para evitar la lucha se sientan a negociar (1). En esta negociación, el conquistador Diego de Almagro tenía las de ganar, pues de su parte estaban el derecho y la fuerza (2). El saldo de la negociación fue una compraventa forzada y una licencia general: el pago de 100.000 pesos de oro por todo el bagaje que el conquistador Pedro de Alvarado había traído de Guatemala a Perú y la libertad a los hombres que habían venido con él a conquistar, para decidir si regresaban o se quedaban. La mayoría se quedaron.

Esta negociación entre Diego de Almagro y Pedro de Alvarado tuvo lugar el 26 de agosto de 1534. Unos días antes, el 15 de agosto, Diego de Almagro había fundado la ciudad de Santiago de Quito como estrategia para afirmar la posesión del territorio. De esta manera, Almagro (nacido de apellido Montenegro en Almagro, La Mancha) sumó un argumento para demostrar la posesión del territorio en disputa a favor del adelantado Francisco Pizarro y, en consecuencia, orillar a Alvarado al abandono inmediato de su empresa conquistadora.

Es imposible determinar en qué medida pesó, pero la fundación ese 15 de agosto de 1534 de la ciudad que derivó en Santiago de Guayaquil, a juzgar por los resultados, satisfizo el propósito que espoleó su intempestiva hechura (3).

(1) Pudo ser distinto: ‘El mal clima contra la expedición de Alvarado’, Xavier Flores Aguirre, 9 de abril de 2016.
(2) El derecho, pues Francisco Pizarro tenía una capitulación a su favor (dada por la corona de Castilla en Toledo, el 25 de abril de 1529) que lo nombraba “Gobernador del Perú”, mientras que Pedro de Alvarado tenía una capitulación a su favor (dada en Medina del Campo, el 5 de agosto de 1532) que le impedía conquistar “las tierras en las que hoy hay proveídos gobernadores”, v. Ortuño Sánchez-Pedreño, José María, ‘Los afanes del adelantado de Guatemala, Pedro de Alvarado por descubrir y poblar en el mar del sur. Documentos y exploraciones’. Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, Vol. 27 [2005], pp. 251-279. La fuerza, pues las huestes de Alvarado llegaron a las alturas de Liribamba ya muy mermadas. Al respecto, ver el enlace anterior.
(3)El azar de un nombre’, Xavier Flores Aguirre, 3 de noviembre de 2015.

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