11 de mayo de 2017

Mal paga el diablo a sus devotos


Guillermo Lasso debe sentirse muy mal. No solo perdió las elecciones, también ha perdido un amigo.

Un poderoso amigo: Jaime Nebot. Él ha dicho en una entrevista reciente que a Lasso no le daría la mano, además de tratarlo de calumniador, ruin y pendejo (1).


Guillermo Lasso creyó, en su rentrée a la política nacional después de su paso por el gobierno de Mahuad, que su amigo Jaime Nebot lo apoyaría. Supongo que dos elecciones a la presidencia perdidas después, se ha dado cuenta (lo asumo, pues es puro sentido común) que Nebot jamás lo apoyó. En estos cinco años de relaciones políticas, Nebot siempre jaló agua para su molino y terminó por abandonarlo a Lasso a su suerte (cuando Lasso más lo necesitó). No era forma esta de tratar a un amigo (2).

Por ello sostengo que a Lasso le hubiera convenido disputarle al PSC y a Nebot el espacio de la oposición de derechas, desde el vamos. Debió presentarse como una renovación de la derecha ecuatoriana caduca (tenía las herramientas para construir este discurso), pero confió y le clavaron su puñal (3). Por no asumir este riesgo, Lasso se quedó sin pan ni pedazo: sin presidencia y sin amigo (4).

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De este tardío cisma de la derecha quedará, sin embargo, algo positivo: la posibilidad de persuadir a un sector del electorado de clase media de Guayaquil para que tome conciencia de la situación de Guayaquil.

El lector atento habrá advertido que he hablado de lo mal que le pagó Nebot a Lasso por haber creído en él, pero que en el título utilicé el plural: “devotos”. El uso de este plural se justifica por dos razones: 1) Nebot tiene miles de devotos; 2) A todos les va a pagar mal.

¿Por qué digo esto? Pues por su “modelo de desarrollo”: el crecimiento de Guayaquil se ha hecho sin planificación, en beneficio no de los ciudadanos sino de grandes grupos de poder económico, en particular, vinculados al sector de la construcción. Esta forma de administrar una ciudad es nefasta para su futuro.

Guayaquil es un ejemplo tropical de irresponsabilidad en algunos controles básicos. Así, las deficiencias en el control de las construcciones (el 70% de la ciudad se ha construido sin planos, el 30% restante los presentó pero no los cumplió) han convertido a Guayaquil en una ciudad vulnerable a los terremotos (5), mientras que la falta de controles ambientales y de obras de prevención de las inundaciones, además de un crecimiento urbano volcado al cemento y a los adoquines, sin áreas verdes (es decir, volcado al $$ para constructores), ha provocado que Guayaquil sea la cuarta ciudad costera a nivel mundial que sufrirá mayor cantidad de pérdidas económicas a consecuencia de las inundaciones (6). Hoy no sentimos los efectos de estas irresponsabilidades municipales, pero en el futuro (de no mediar vitales cambios) terminarán por arruinar la ciudad.

Lo interesante de este sector de clase media desencantado de Nebot es que tienen muchas más herramientas para la crítica a la gestión de la alcaldía. Por su extracción social poseen herramientas conceptuales y de acceso a la difusión de sus opiniones, que pueden empezar a derrocar con críticas certeras el edificio de falacias que ha construido la Alcaldía de Guayaquil en torno a su gestión.

Por ahora (gracias a la complicidad de una prensa servil), estas críticas son aisladas. Pero esto podría empezar a cambiar, cuando estos desencantados de la clase media guayaquileña (exdevotos de Nebot) tomen conciencia de cómo nuestro alcalde administra la ciudad y de cómo esta forma de administrarla perjudica nuestro futuro.

Si esta toma de conciencia se torna masiva, no tengo ninguna duda, el diablo y sus secuaces se marcharán el 2019 (7).

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(1) Porque, parafraseando al subnormal favorito de América, Forrest Gump: pendejo es, el que pendejadas hace.
(2) Bien se sabe que en política no hay amigos, hay intereses.
(3) En algún momento, pareció intentarlo a medias. Nebot no le perdonó ni esta tibieza.
(4) El riesgo a asumir por Lasso era alto, pero si no se toma riesgos en política, mejor que no se participe en ella.
(5) Esas cifras atroces las dio Guillermo Argüello, Director de Ordenamiento Territorial de la Alcaldía de Guayaquil, v. ‘Guayaquil es un enorme riesgo’. De resultas, un terremoto como el que tuvo epicentro en Pedernales (7.8 en la escala de Richter), si tuviera epicentro en Guayaquil, provocaría aproximadamente 22.000 muertos, 90.000 heridos y más de 1.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Guayaquil es la décima tercera ciudad en el mundo más vulnerable a los terremotos, v. ‘Guayaquil: el terremoto de 1942 y nuestra situación actual’.
(7) Pues precisamente por ser el discurso del PSC tan rígido y sin fisuras, resulta fácilmente deleznable. Es como un boquete en una presa: al principio, la fuga de agua es diminuta, pero una vez abierta la estructura, el desfogue de agua se lo llevará todo.

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