Antes de iniciar la
investigación a la máxima autoridad de la Superintendencia de Ordenamiento
Territorial, Uso y Gestión del Suelo, el Presidente del “Consejo transitorio” a
cargo de su evaluación, Julio César Trujillo, ya insinuaba que su
superintendente debía ser destituido. En una entrevista en diario El Comercio, ante la pregunta “¿Cuáles
instituciones deben desaparecer?”, Trujillo puso de ejemplo, “el
superintendente de Ordenamiento Territorial. Yo me pregunto, ¿qué hace el señor
Cordero?”.
La Superintendencia de Ordenamiento
Territorial y Uso y Gestión del Suelo tiene su sede en Cuenca (raro caso de
descentralización) y es la última de las seis superintendencias del Estado
ecuatoriano, creada por la Ley Orgánica
de Ordenamiento Territorial, Uso y Gestión del Suelo. Su primer
superintendente, Fernando Cordero, fue posesionado por la Asamblea
Nacional el 6 de julio de 2017.
El Pleno del “Consejo
transitorio” empezó a investigar a la máxima autoridad de esta Superintendencia
el 13 de junio de 2018. Fernando Cordero fue la última autoridad a la que el
“Consejo transitorio” evaluó. Recibió la resolución de su destitución el 22 de
agosto y el rechazo de su impugnación a esta resolución el 31 de agosto. El proceso
de investigación y las dos instancias del juicio demoraron 79 días.
Ese mismo 31 de agosto que
terminó las funciones del superintendente Cordero, el Pleno del “Consejo
transitorio” designó como su reemplazo, en calidad de autoridad “encargada”, a
Xavier Arboleda, quien unos días después se excusó de aceptar la designación,
por lo que el Pleno lo reemplazó por otro “encargado”, Fabián Neira, el 6 de
septiembre. Él sí aceptó posesionarse en las oficinas del Consejo
transitorio y juró obediencia a sus órdenes, como buen “encargado”.
Para Trujillo, esta
Superintendencia se ha creado para darle empleo a Fernando Cordero. Dadas
las declaraciones del Notario Julio César, esta última resolución del 31
de agosto autoriza pensar en un pronto epitafio para la Superintendencia
morlaca. Neira es menos un administrador que un verdugo.
Y por lo visto, parece que
esta Superintendencia (made in 2017) está
destinada a ser la más breve en la bárbara historia institucional del Estado
ecuatoriano.
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