Unos meses atrás tomé una
foto a unos pelados jugando al bádminton en una vereda aledaña al paso desnivel
de la calle Chimborazo. Es esta:
Así es Guayaquil: la
práctica de los deportes se hace donde se pueda. La alternativa a la falta de
espacios adecuados para la recreación es tomarse las veredas y las calles (esto
último, para la práctica del fútbol) porque los espacios para la práctica de
los deportes son mínimos en Guayaquil, tras un cuarto de siglo de administración
del PSC.
Años pasan, y las cosas no
parecen cambiar.
La chapa del PSC es que ha
hecho cambios en Guayaquil. ¿Es esto
así?
Por ejemplo, ¿Ha cambiado el uso de las calles para el
deporte?
No, se siguen usando las
calles tanto ahora como en los ochentas.
¿Cambió la cultura del ruido en la ciudad?
No, en lo más mínimo. El
escándalo en las zonas comerciales es la norma.
¿Cambió el tráfico en Guayaquil?
Sí, para peor. El tráfico
es demencial.
¿Hay barrios periféricos con necesidades básicas
no satisfechas?
Los hay, en una situación
de desigualdad estructural.
¿Es una ciudad segura?
No. Su arquitectura
enrejada, tanto de los espacios privados como de los públicos, la delata.
¿Es una ciudad planificada?
No, es una ciudad
orientada a satisfacer, con su crecimiento como mancha urbana, las apetencias
de los sectores vinculados a la construcción inmobiliaria (un episodio
más en la saga latinoamericana del “Capitalismo de Amigos”).
¿Corre riesgos a futuro?
Por las deficiencias en
los controles de las edificaciones (del PSC y todos los que vienen detrás),
Guayaquil es una ciudad con un alto riesgo de sufrir daños catastróficos
en caso de un terremoto de alta intensidad. Pero peor es en materia de
inundaciones: la ciudad es la cuarta ciudad en el mundo con la más alta
estimación de pérdidas económicas por inundaciones causadas por la elevación
del nivel del mar, proyectada al año 2050. Las políticas de crecimiento urbano
(no planificadas y orientadas a satisfacer los intereses de particulares) han
acentuado esta vulnerabilidad de Guayaquil ante la inminencia del crecimiento
del nivel del mar a consecuencia del cambio climático.
¿Entonces?
Bajo la administración del
PSC, Guayaquil sigue siendo una ciudad en la que se ocupan las calles por falta
de espacios adecuados, ruidosa, traficada, insegura y sin planificación. Una
ciudad con muchos pobres, mucha desigualdad y graves riesgos a futuro.
Entonces, si algo ha cambiado en Guayaquil, ha sido para agravar lo que ya estaba
mal.
Y lo venden como “cambio
positivo”. Hay quién les cree.
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