16 de enero de 2019

El país en su revival setentero


Este momento de nuestra vida democrática es un revival, cuarenta años después, del momento fundacional de esta etapa democrática que vivimos. Es decir, es un revival de la vuelta a la democracia a cargo de los militares a fines de los setenta. Se tumbó al general “Bombita” Rodríguez en 1976 (un Golpe a la interna del gorilaje) para que sean otros tres militares los que condujeran la transición del país a la democracia en un cuerpo colegiado que se llamó “Consejo Supremo de Gobierno” compuesto por Alfredo Poveda, Luis Leoro y Guillermo Durán. 

En esta época setentera, como lo revela el cable del Embajador Richard J. Bloomfield, los militares ecuatorianos no querían que la transición se haga vía una Asamblea Constituyente, pues en ese ambiente de “mercado persa” ellos tenían muy poco por ganar (esta idea del “mercado persa” era un legado de la última Asamblea Constituyente hasta entonces, de la que emergió Otto Arosemena del CID como Presidente). Los milicos se sabían débiles en ese escenario y prefirieron el control directo sobre el proceso de transición, aunque luego desaparecieran del mapa, como en efecto lo hicieron (tras bloquear al “patán de noble corazón” en el proceso). Por su parte, la vía de una Asamblea Constituyente era la opción que preferían entonces los partidos políticos, curtidos en las mañas propias de los persas y sus mercados. (Estas preferencias están explicadas acá)

En los tiempos que corren, también se vive una transición. Los que ahora detentan el poder no podían arriesgarse a un escenario de Asamblea Constituyente, porque son débiles en ese escenario (porque sigue siendo un baratillo). Después de cumplido su período de transición, lo que se podría llamar el “morenismo” en la política ecuatoriana, va a desaparecer (esto no implica siquiera que Moreno termine su período). En política, el rol de Moreno estará reducido al chiste fácil. A los militares se los ha llamado de vez en cuando a dirimir las cosas (1997, 2000, 2005), pero a Lenin Moreno se lo contratará, con suerte, de animador de alguna kermés.

En los años setenta, los militares llevaron la transición por su cuenta; en estos días, como el Ecuador es un país folclórico, la transición ha sido delegada a un órgano que sólo existe en este país: el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Eso no es tan asombroso como el hecho de que la delegación se la hizo a una versión “transitoria” de este órgano, dirigida por un anciano desbocado: el Notario Cabrera de la Política.

Y es así como somos un revival de política setentera, con una inusitada dosis de folklore.

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