28 de julio de 2020
Los pérfidos aires
23 de julio de 2020
Despedida de Guayaquil
15 de julio de 2020
María Paula Presidenta
El contexto de esta breve obra es que el
Presidente Lenin Moreno ha entrado de lleno en la fase estorbosa de su
gobierno. Tanta gente desea que él se vaya, que su mejor movida será salir
antes.
María Paula Romo es la Ministra de Gobierno, y Roldán
es su altivo escudero y amanuense. Entre ambos, y el Granda dorima de la Romo, urden los destinos de
la Patria, atribuyéndole su conducción a un tipo que no puede desplazarse por sí
mismo, ni mucho menos podría dirigir los destinos de una Patria, pero cuya
presencia había sido rentable, hasta ahora, para direccionar las puteadas y
aguantar el desgobierno. En política, generalmente ocurre que un fusible (un
Ministro, un Secretario) se debe quemar para salvarlo al Presidente. Este caso
es raro, porque se trata de quemar al propio Presidente para (supuestamente) salvar
al Presidente. Y quienes deberían ser sus fusibles, la Ministra Romo y el
Secretario Roldán, son quienes lo tienen que convencer al Presidente de ello. Valga
esto como introducción.
La obra es como sigue:
La
Ministra Romo y el Secretario Roldán entran a un cuarto en Carondelet en el que
se encuentra Lenin Moreno, cuasi-drogado. Se entabla el siguiente diálogo, falso,
pero dadas las circunstancias, posible.
ROMO: “Presidente, es necesario que dé un paso al costado”.
Roldán: (en voz baja) “Qué hija de puta”.
MORENO: “Pero es que no puedo, mijita”.
ROMO: “Simbólicamente, Presidente. Mire, Otto renuncia y usted me pone primera
en una terna y segundo lo pone al Roldán y después a cualquiera. Retardo, como
su nombre lo indica, demorará el trámite en la Asamblea Nacional lo suficiente
para que por el paso del tiempo y el ministerio de la ley yo sea vicepresidenta.
Después…
MORENO: “¿En la terna?”
ROMO: “Si, en la terna. Usted tiene que poner a tres personas, Presidente. Una
soy yo, la otra es el Roldán, y la tercera…”
Por cosas
de la vida, pasaba por allí la Directora de Aduanas, María Alejandra Muñoz,
caminando rápido.
ROMO: (Gritando) “¡María Alejandra!”
Muñoz: “Eu” (al ver al Presidente, se acerca al grupo).
ROMO: “El Presidente quiere hacer una terna para la próxima vicepresidenta y
necesitamos una tercera persona, para efectos decorativos. ¿Te sumas?
Muñoz: “Yo realmente estoy buscando un…”
MORENO: (Interrumpiendo a la Directora) “¿Pero no que participa el
Roldan?”
ROMO: “Pero es decorativo, Presidente. Ya quedamos la otra noche que era
rotativa la Vicepresidencia: primero fue un hombre, luego una mujer, luego un
hombre… (En tono condescendiente) ¿Ahora
a quien le toca…?”
MORENO: (Piensa un poco) “A una mujer. ¿Pero ya quedamos en eso? Yo no
me acuerdo.”
ROMO: “Quedamos
el Granda, el Roldán y yo. Usted no estaba.” (Dirigiéndose a María
Alejandra) “¿Entonces te sumas?”
Muñoz se encoge de hombros, y sale disparada rumbo al baño.
MORENO: “¡Qué alivio que hagan cosas por el bien de la Patria!”
ROMO: “De eso le hablaba, justito. Después de elegida Vicepresidenta, usted debe
renunciar. Y yo paso a ser la Presidenta.”
MORENO: “¿Ah, si? ¿Y por qué?”
ROMO: “Porque las elecciones serán claves para determinar el futuro del país,
y usted no está en capacidad de garantizar la continuidad de su gobierno. Su
gobierno debe continuar, pero ya sin usted. Porque, a usted, Presidente, hay
que protegerlo. No puede usted andar corriendo de un lado para otro…”
ROLDÁN: (en voz baja, riéndose)
“Qué hija de puta”.
ROMO: “… apagando incendios. Usted está para una salida digna y a tiempo.
Porque ya después no podremos responder por su seguridad.”
MORENO: “¡Ah, carambas! ¡Qué complicada que es la política! ¡Qué bueno que estás
tú, mijita, para trabajar por la Patria!”
ROMO: “Así es, Presidente. El destino le ha puesto a usted unas vallas muy
altas, imposibles de saltar…”
ROLDÁN: (en voz baja, pero
riéndose ya a mandíbula batiente) “Qué
hija de puta”
MORENO: “Imposibles…”
ROMO: “… por lo que yo tomaré su relevo en esta parte final. Y así, todos
contentos. Yo, Presidenta. Los que sostienen al gobierno y apoyan esta medida,
contentos de la continuidad de su gobierno. Retardo, y otros serviles en la
Asamblea, alineados. Y a usted ya le corresponde descansar, con su familia…”
MORENO: “¿Y entonces, qué debo hacer?” (Suspira, y musita) “Ya ni recuerdo la última vez que vi el sol.”
ROLDÁN: (Mostrándole un
decreto recién redactado) “Por lo pronto,
firmar aquí.”
Moreno
lo firma gustoso. Al fondo se observa pasar a la Directora Muñoz que vuelve del
baño, ya aliviada. Romo la mira, y piensa que qué buena memoria tiene Roldán para haber puesto su nombre en la terna que acaba de firmar el Presidente, porque ella ni se acordaba del apellido. Y le sonríe, pero no porque le caiga
bien, sino porque su misión está cumplida y se ha ganado cien dólares. Y se dirige,
entonces, por última vez al Presidente.
ROMO: “Presidente, le avisaré los siguientes pasos a dar. Hasta pronto”.
MORENO: “Gracias, mijita”.
Mientras
salen de la habitación, Roldán se saca un billete de cien dólares del bolsillo
de su leva, y se lo pasa a Romo como pago de una apuesta. Antes de entrar a la
habitación, Romo le había apostado a Roldán que lo convencería a Moreno con
metáforas de movilidad imposibles para él. Le ofreció trapearle por la cara tres,
y Romo cumplió.
“Te lo mereces”, le dijo Roldán: “dar un paso al costado, correr de un lado
para otro, saltar vallas… y te lo termina agradeciendo”. Romo tomó el
billete y se lo guardó en un bolsillo de su pantalón, para luego responderle
con sonrisa socarrona: “Lo de avisarle de
los siguientes pasos a dar, eso fue de yapa. Pero no te lo creas, no hay tanto mérito.
Este tipo es un cojudo, y ni sabe lo que le espera”.
Roldán se enserió. “Si no hay mérito”, le
dijo a Romo, “entonces, devuélveme la
plata”.
“Cojudo serás vos”, le respondió ella,
muerta de la risa.
La obra se titula “María Paula Presidenta”.
9 de julio de 2020
Todo lo hicieron sus enemigos
El Gran Elector de esta época en el Ecuador es, sin duda, Rafael Correa. Es por esto que el arco político anti-correísta (el Gobierno y otros incompetentes) se esfuerzan en torcer las leyes para impedir su participación en las elecciones.
El caso es que durante el Gobierno de Lenin Moreno se ha buscado eliminar a Correa y su movimiento con tan mala suerte que el tiro les ha salido por la culata. Crearon un Consejo ad-hoc, pusieron a una Fiscal y a un Contralor persecutorios y la Justicia sirve a sus propósitos perversos… pero todo hecho a la maldita sea. El Consejo ad-hoc resultó una dictadura y los procesos iniciados por ella y por las autoridades de control y de justicia en contra de los correístas están repletos de arbitrariedades y de abusos. En derecho, esto demorará en caer, pero caerá (no en el Ecuador, por supuesto, tierra perdida para el Estado de Derecho) pero en la política y en lo inmediato, por todo ello Correa está más vigente que nunca.
¿Por qué? Pues porque el periodo post-correísta ha sido muy pre-correísta. Volvió (y sentimos asquito) ese Ecuador del 2005, desmenuzado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su Informe Anual de dicho año:
“El año 2005 ha sido testigo de un débil estado de derecho y consecuente frágil protección de los derechos humanos en el Ecuador. La seguridad del sistema democrático se ha visto afectada por una inestabilidad política [que] ha puesto en evidencia las falencias de una estructura de poderes que ha sido endeble al momento de dar respuestas en sus políticas públicas, a los intereses de la mayoría de la población; ó que, en ocasiones, se ha visto imposibilitada de desarrollar programas de trabajo eficaces debido a la temporalidad de sus funciones. Esta erosión se ha visto reflejada, también, en la incapacidad del sistema político de dar respuesta a problemas sociales, lo cual contribuye a perpetuar falencias estructurales de derechos humanos".
Por este contexto de honda mediocridad y de aleve persecución del Gobierno, un Correa que se había retirado desgastado el 2017 ahora aparece fortalecido de cara el 2021. Su fórmula ha sido la de Perón, a quien una vez le preguntaron qué pensaba hacer él para volver al poder, a lo que el argento respondió: “Yo no haré nada. Todo lo harán mis enemigos”. Y es que ha sido eso: en tres años, un Gobierno de taimados e incompetentes (que apesta a burocracia serrana) se ha encargado de asegurarle a Correa su condición de Gran Elector para el 2021.
Y lo peor para sus enemigos, es que ya están en ese triste momento en que mientras más se esfuerzan por debilitarlo a Correa, más lo fortalecen. Es el alto precio que les toca pagar por su trienio de incompetencia y abusos.
7 de julio de 2020
Monte Sinaí y su cementerio
Publicado originalmente en Revista Común.
1.
Monte Sinaí
En el desarrollo urbano del Ecuador, Guayaquil
ha sido la ciudad distinta. Desde un lejano 1992 ha sido administrada por la
misma organización política, el Partido Social Cristiano (PSC), con un dominio
férreo de su territorio sin paralelo en otra ciudad grande del país. Este largo
dominio de casi 30 años, en la ciudad más poblada del Ecuador, también tiene la
particularidad de que su crecimiento urbano ha sido postulado como un modelo
“exitoso” de desarrollo por las autoridades del PSC. Y en el Ecuador mucha
gente se ha comido este cuento sobre Guayaquil.
Pero en esa ciudad existe un asentamiento
humano llamado Monte Sinaí y por su existencia se desbarata el supuesto “éxito”
que el PSC ha querido vincular al desarrollo urbano que ha impuesto en la
ciudad. Monte Sinaí es uno de los tantos sectores paupérrimos y olvidados que
están ubicados en la periferia de Guayaquil (sus “cinturones de miseria” o
“suburbios”, en la jerga local), sobre los que un alcalde del PSC declaró, en Sesión del Concejo Cantonal del 07 de Octubre de 2010, lo siguiente:
“Yo he tomado la decisión de que aquí no
vamos a legalizar un terreno ni vamos a poner una volqueta de cascajo ni un
metro cuadrado de asfalto ni un metro de tubería de alcantarillado de agua
potable más allá de lo que he expresado en el límite oeste, el límite de Flor
de Bastión y el límite de la Sergio Toral” [p. 12]
Más allá de estos límites están Monte Sinaí y
muchas otras poblaciones, todas carenciadas, que suman alrededor de 200 000
habitantes. Los límites marcados por la Alcaldía son Flor de Bastión y Sergio
Toral porque son “los últimos
asentamientos consolidados”, según dijo el Alcalde [p. 11]. Su modelo de
“éxito” no incluye a los sectores “no consolidados” de Guayaquil.
La razón de esta exclusión es económica y así
la explicó el Alcalde del PSC: “no cabe
que la ciudad, es decir los ciudadanos, tengan que seguir extendiendo la obra
pública a un costo extremadamente caro, no solamente porque las obras cuestan
sino porque no se recuperan” [pp. 11-12]. Y precisó:
“… si la densidad debe ser de cien para
optimizar el costo de la obra, si ahí hay una densidad de 33%, de 20%, de 25%
de la real, entonces la obra por beneficiar a menos gente acaba costando tres
veces, cuatro veces, cinco veces más de lo que tiene que costar para que se
beneficien 4 o 5 sinvergüenzas que trafican con la gente pobre…” [p. 12]
Todos estos pobres del oeste (que suman
alrededor del 10% de la población de Guayaquil) son primero estafados por
traficantes de tierra (“porque les cobran
y caro por pedazos de tierra”, según dijo el Alcalde), para luego ser
abandonados a su triste suerte por la administración de su ciudad. En Monte
Sinaí, y en otras zonas pobres y periféricas de Guayaquil, es tras cuernos,
palos.
La alternativa para los pobres a quienes se
excluyó de la provisión de servicios básicos era, según dijo el Alcalde, que
ese pobre “vaya compre una vivienda, vaya
compre un terreno urbanizado del Gobierno, vaya compre un terreno en un lote o
en una casa urbanizada por el Municipio” [p. 12]. Así, si una persona pobre
de Monte Sinaí no podía comprar en el mercado formal de vivienda, si no podía
librarse de la maldición de los traficantes de tierra, estaba atrapado y era
por su culpa. Culpable por ser pobre.
En el informe ‘Estado de las ciudades de América latina y el Caribe’, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat) el mismo año (2010) de las declaraciones hechas por el Alcalde del PSC sobre la negación de los servicios básicos a los asentamientos humanos no consolidados al oeste, su capítulo dedicado a la pobreza y las condiciones de vivienda empezaba así: “En América Latina el acceso a la vivienda de calidad, concebida según los atributos de la vivienda adecuada, está restringido para una proporción importante de la población, la cual se encuentra marginada del mercado habitacional comercial debido principalmente a las limitaciones de la demanda” [p. 117]. Es decir, excluida por su pobreza, como ocurre en Monte Sinaí. Lo raro es que en Guayaquil, a este sostenido proceso de marginación social se lo ha llamado “exitoso”. Y muchos creen que realmente lo ha sido.
2.
El cementerio
En un informe sobre las inundaciones en Guayaquil, solicitado por la Alcaldía y elaborado el año 2013 por unos expertos
internacionales de la Corporación Andina de Fomento (CAF), se identificaron los
dos tipos de desarrollo urbano que han ocurrido en la ciudad: un “crecimiento
ordenado” para sus sectores consolidados, pero también…
“… un fuerte proceso de ocupación irregular
en áreas de expansión donde no necesariamente se siguen las normas de ocupación
del suelo establecidas en ordenanzas municipales. Paradójicamente, como en
otras ciudades de la región, la expansión de la ciudad irregular ocurre en
forma cuasi organizada, generalmente por emprendedores que invaden propiedades
privadas —con o sin acuerdo del propietario de la tierra— y con ello activan un
mercado sumergido de la tierra urbana que se inicia con la ocupación ilegal de
lotes sin servicios básicos de aguas, alcantarillado y drenaje.” [p. 13]
En este informe de la CAF se advirtió que el
“crecimiento ordenado” de Guayaquil se ha hecho “con lotes pequeños para las viviendas, aceras y accesos estrechos,
limitadas áreas verdes, y en general una clara tendencia hacia la
impermeabilización del suelo urbano” [p. 24]. Esta impermeabilización del
suelo de Guayaquil resulta muy costosa, frente a una estrategia que privilegie
“áreas verdes, pavimentos permeables,
reservorios y otras medidas que ayudan a integrar la gestión del drenaje
pluvial, el alcantarillado sanitario y la recolección y disposición de residuos
sólidos” [p. 25]. Esta estrategia que decidió la Alcaldía, indica el
informe de la CAF, “puede llegar a
aumentar en seis (6) veces los costos”
[p. 25] y sus efectos “no son
sustentables” a largo plazo [p. 31].
Entonces, según este reporte, en la parte
“ordenada” de Guayaquil se decidió que la ciudad crezca como una mancha gris,
con limitadas áreas verdes y un desarrollo no sustentable y exageradamente
costoso. En los sectores de “crecimiento no ordenado” se tiene, en principio,
una negación de los servicios básicos, para después pasar a un crecimiento
demorado y costoso: “Se observa que el
abastecimiento de agua es el primer servicio que se atiende, seguido de
alcantarillado sanitario y, finalmente, siguiendo un enfoque tradicional ligado
a la instalación exclusivamente de obras de conducción, se atiende el drenaje
pluvial” [p. 13].
Así, una ciudad tan mal hecha y desigual en su
desarrollo urbano, cuando fue golpeada por la pandemia del COVID-19 en marzo y
abril de este 2020 tan aciago, quedó reducida a muertos en las calles, a
cadáveres perdidos en los hospitales, a una podrida corrupción para buscar esos
cuerpos y no hallarlos. Por varios días, la pandemia del COVID-19 hizo y
deshizo en Guayaquil, se enseñoreó y ensañó con ella. Su actual Alcaldesa,
Cynthia Viteri, utilizó una metáfora bélica para explicar lo que ocurrió: “Este pueblo pacífico recibió una bomba desde el aire, como Hiroshima”.
Pero la metáfora utilizada por la alcaldesa es
equivocada, porque la caída de una bomba sugiere un episodio singular y lo
ocurrido en Guayaquil se explica por el modelo impuesto por el PSC durante casi
30 años (más sobre esto, en “Guayaquil y el modelo que tocó fin”,
publicado en esta revista). Por la forma de su crecimiento urbano, excluyente y
sometido a las fuerzas del mercado, en Guayaquil la pandemia afectó a unos
mucho más que a otros.
Porque a las personas que viven en hacinamiento
y con necesidades básicas insatisfechas, como le ocurre a cientos de miles de
personas que viven en los sectores no consolidados de Guayaquil, la pandemia
del COVID-19 los golpeó con mucha más fuerza. Así, es lógico y cruel que haya
sido Monte Sinaí “la zona con más contagios de COVID-19 en Guayaquil”.
Tomando en consideración el desarrollo urbano
de Guayaquil y los años de negación de los servicios básicos a los que se ha
condenado a una población como Monte Sinaí por la Alcaldía de la ciudad, se
comprende que la atención de ésta a la población de Monte Sinaí, a raíz de la
pandemia, haya sido la dotación de agua gratuita por tanqueros y la promesa de
construir… un cementerio.
Porque, bien pensado, he aquí una obra adecuada
para representar el abandono al que son sistemáticamente sometidos los sectores
periféricos y no consolidados de Guayaquil. Lejos de las metáforas, ya en la
realidad, la obra de un cementerio es apenas el lógico corolario del modelo de
desarrollo que ha impuesto la Alcaldía a los pobres de la ciudad.
Y la triste realidad es que las personas que
habitan en Monte Sinaí jamás han realmente importado a la Alcaldía pues el
interés real de sus autoridades siempre ha sido otro: el favorecimiento a unos
pocos, la ciudad como una oportunidad de negocio para los sectores inmobiliario
y de la construcción. Así, es el maquillaje de la realidad de los pobres lo que
constituye la base sobre la que se erige este supuesto “éxito” del modelo de
desarrollo de Guayaquil, al que muchas otras autoridades urbanas del Ecuador
envidian. Pero la realidad es que dicho “éxito” no existe, y Monte Sinaí y su
cementerio son un símbolo diáfano de que jamás existió.