Gobierno y libertad de expresión
30 de diciembre de 2011
Publicado en GkillCity el 30 de diciembre de 2011.
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El derecho a la libertad de expresión es el derecho
que el gobierno nacional menos entiende. En materia de desacato, censura
previa, colegiación obligatoria de periodistas, sanciones administrativas e
injurias, sus actos lo han situado a contramano de los estándares
internacionales de dicho derecho. La deteriorada relación con la Relatoría
Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos es la lógica consecuencia de lo mal que el gobierno nacional
ha entendido, interpretado y aplicado el derecho a la libertad de expresión.
En materia de desacato, Correa presentó en mayo de
2007 una
demanda penal contra Francisco Vivanco, presidente del diario La Hora, por
la supuesta comisión del delito de desacato establecido en el artículo 230 del
Código Penal. Esta demanda se
terminó por archivar, pero Correa no se ha privado de aplicar otro de los
tipos penales del desacato (el establecido en el artículo 232 del código)
contra las personas que le “falta[n] al respeto […] con palabras, gestos o
actos de desprecio”. Esta torpe defensa de su “majestad” provocó reacciones
ciudadanas en Twitter (con varias fotografías de yucas incluidas) y la presentación de una demanda
firmada por Ramiro Ávila, Agustín Grijalva, Rafael Lugo y quien esto escribe,
que solicita que se declaren inconstitucionales los artículos 230-233 del
Código Penal que regulan el delito de desacato. En tiempos recientes, el
gobierno nacional ha manifestado una postura favorable a la despenalización del
desacato, que se desprende de las declaraciones de sus más altas autoridades de
la Función Ejecutiva y Legislativa,
y sin embargo, la norma sigue vigente. Véase más por acá
y por
acá.
En materia de censura previa el gobierno nacional
publicó en el registro oficial No 129 del 18 de julio del 2007 el decreto
ejecutivo No 486 por el que se agregó el literal h) al artículo 80 del
Reglamento General a la Ley de Radiodifusión y Televisión. El citado literal se
incorporó con el propósito de sancionar la reproducción de “videos y/o grabaciones
magnetofónicas clandestinas y/o no autorizadas a grabar por parte del que o los
que aparecieren involucrados o intervengan en el video o grabación”. El
agregado del gobierno nacional al reglamento era inconstitucional por
contrariar lo dispuesto en los artículos 18 y 81 de la Constitución de 1998
(que equivalen a los artículos 18, 84 y 132.1 de la Constitución de 2008) y los
artículos 13.2, 13.4 y 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Véase más por
acá.
En materia de colegiación obligatoria a los colegios
de periodistas, Correa se pronunció favorable a su imposición en una cadena
sabatina (monólogo que es un Gólgota para los sufridores) en enero del 2008, en
la que comprometió su apoyo “para arreglar este gravísimo problema”. Es cuando
menos curioso que haya comprometido su apoyo para imponer la colegiación
obligatoria el presidente de un gobierno que propugnó y consiguió del Tribunal
Constitucional la
derogatoria de la afiliación obligatoria a las cámaras de la producción y a los
colegios profesionales. Pero visto en contexto, no lo es: esa declaración
es parte de su escaso entendimiento de la libertad de expresión. Porque solo
puede explicarse por ese escaso entendimiento que Correa sostenga precisamente
que la profesión que no requiere de obligatoriedad en la colegiación (por el
“carácter radical y primario” del derecho a la libertad de expresión “inherente
a cada ser humano individualmente considerado”, según la Corte
Interamericana de Derechos Humanos) sea la profesión cuya colegiación deba
obligarse. Véase más por
acá.
En materia de sanciones administrativas, la
resolución de la Superintendencia de Telecomunicaciones de diciembre de 2009
que suspendió el funcionamiento de Teleamazonas fue un acto evidente de
vulneraciones a la Constitución (artículos 76.3 y 76.6) y a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (artículo 13.2). Esto, porque la causal de la
responsabilidad que se le atribuyó a Teleamazonas (la violación del artículo
80.a del Reglamento General a la Ley de Radiodifusión y Televisión) no estaba
definida de manera expresa y taxativa en la ley y porque los fines perseguidos
en la norma que facultó la aplicación de la sanción no eran ni legítimos ni
necesarios. Véase más por acá.
En materia de injurias, en el proceso que Correa
inició contra Emilio Palacio, tres directivos de diario El Universo y el propio
diario se demandó que se atribuyan imputaciones y solicitudes de reparación
económica y de condena penal que eran manifiestamente absurdos y
desproporcionados. Correa, esa misma persona que dice sostener que se elimine
el delito de desacato solicitó en este proceso la aplicación del artículo 493
del Código Penal, que cumple un propósito idéntico al del delito de desacato,
esto es, proteger de manera privilegiada a las autoridades públicas: Correa, un
caso de esquizofrenia jurídica. Véase más por
acá.
Con todos estos antecedentes nefastos, la actitud
del gobierno nacional frente a la Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión era un desatino previsible, porque quien nunca ha entendido bien los
alcances del derecho a la libertad de expresión, mal podría entender el rol de
una entidad (la relatoría) que procura la más amplia protección de dicho
derecho, de acuerdo con los estándares internacionales aplicables para el
efecto. Sus “argumentos” en contra de la Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión lo prueban: la
imposición de la versión “anglosajona” de la libertad de expresión, las
relaciones “comerciales” entre la Relatoría Especial para la Libertad de
Expresión y Fundamedios, el
plan macabro de los yankees y la
supuesta violación de la soberanía nacional. La mejor refutación, uno por
uno, de esos supuestos “argumentos” se la he leído a Héctor Yépez Martínez en
su página www.realidadecuador.com:
a
ella los remito.
La actitud del gobierno nacional que se reprocha es
el corolario de su desconocimiento en materia de libertad de expresión: el
derecho que este gobierno peor entiende.
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Entrevista a Roberto Gargarella
23 de diciembre de 2011
Publicado
en GkillCity el 23 de diciembre de 2011.
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Sócrates
Brasileiro Sampaio Vieira de Oliveira (O Doutor) murió el domingo 4 de
diciembre y ese mismo día Gargarella leyó este viejo post mío sobre la democracia
corinthiana: recordó que le había escrito un par de días atrás y convinimos
para el martes 6 esta entrevista, en la que conversamos de derecho
constitucional, de política, de fútbol.
Roberto
Gargarella (Buenos Aires, 1964) es jurista y académico, se desempeña como
profesor de teoría constitucional y filosofía política en la Universidad
Torcuato di Tella y de derecho constitucional en la Universidad de Buenos
Aires, tiene un blog (altamente recomendado) e integra Igualitaria,
centro de estudios sobre democracia y constitucionalismo. Nos reunimos en el
Freddo’s de la calle Juramento casi esquina Cabildo.
XF: ¿Cuál es tu lectura del nuevo constitucionalismo en
América latina?
RG: Hay algo nuevo e importante desde la constitución colombiana
del ‘91. Hay algo nuevo en el hecho de que hay mucha gente que se ha
involucrado en asuntos relacionados con el constitucionalismo, que antes se
sentía alejada del derecho y que hoy piensa que el derecho puede ser un
instrumento de cambio. Eso ha sido novedoso, que parte importante de la
academia, activistas, empezaran a ver que en el derecho podía haber algo
relevante con respecto a sus principales reclamos.
Ahora,
sobre las constituciones emergentes, éstas reafirman y profundizan unas
tendencias originadas en el siglo XX en México con el constitucionalismo
social, que implica reforzarle a las constituciones de la región todo el
aspecto social que el constitucionalismo del siglo XIX había dejado de lado. La
matriz constitucional del siglo XIX en América latina es una matriz surgida de
un pacto liberal-conservador, que es mezcla de la constitución norteamericana y
de la tradición española –presencia de la religión en el derecho, limitación a
las libertades civiles, restricción a los derechos políticos, desatención de la
cuestión social.
El
siglo XX se recupera de ese legado español y considero que esta última oleada
de reformas constitucionales refuerza, mejora y sofistica esos cambios, con la
incorporación, por ejemplo, de los marginados de los marginados, que eran los
indígenas. Y en algunos casos incluso desafía esa matriz liberal-conservadora y
la experiencia en la que se ha intentado llegar más lejos en esta ruptura es la
boliviana. En general, le daría la bienvenida a este constitucionalismo
regional.
¿Cuáles han sido las deficiencias de este constitucionalismo
regional?
Ha
habido una incapacidad general o una decisión de no ingresar en la “sala de
máquinas” del constitucionalismo, que regula la organización del poder. Ha
habido un gran trabajo en la parte de los derechos, un reforzamiento, pero eso,
para que no quede en letra muerta, requiere tener mucho mayor control sobre la
“sala de máquinas”. Y en realidad, esa sala de máquinas se ha mantenido
intocada, se ha reafirmado o ha sufrido reformas difíciles de implementar. Toda
la parte interesante de esas reformas ha quedado amenazada porque no se ha
tocado la “sala de máquinas”.
Sería como una parte esquizofrénica de las constituciones,
que otorgan mucho desde la retórica de los derechos, pero en materia de
práctica política…
Se
guardaron la llave de la “sala de máquinas”.
Esa fue precisamente tu lectura del proceso constituyente cuando
estuviste en Ecuador, cuando les dijiste que había que restarle poder al
Presidente se horrorizaron.
Así
es. Mi metáfora allá era: si realmente estás comprometido e interesado con la
parte de los derechos lo primero que tienes que hacer es irte a la parte de la
organización del poder porque estás interesado en la parte de los derechos. En
general, diría que las reformas de las constituciones emergentes son todavía
insuficientes y están todavía amenazadas si no se hacen otras reformas. Si uno
le suma el aspecto social, pero resta la organización del poder, sumas y
pierdes.
Ecuador es un caso de estudio: el país donde, creo que la
expresión es tuya, “la cruz y la espada” estuvieron más unidos, en el siglo
XIX.
Ecuador
es un ejemplo fantástico, mi libro anterior [N. del E.: Los fundamentos legales
de la desigualdad: el constitucionalismo en América (1776-1860)] tenía un
núcleo duro en García Moreno, que gobernó de un modo muy representativo para
esa unión entre la cruz y la espada, lo que lo convirtió en un ejemplo muy
fuerte de la vertiente constitucional conservadora.
Ahora, de vuelta a las nuevas constituciones en América
Latina, ¿cuál sería la alternativa jurídica deseable frente a sus deficiencias?
El
constitucionalismo en América Latina se inició con la idea de la constitución
mixta, que buscaba darle un lugar institucional a todos los sectores de la
sociedad, aunque esa idea se convirtió en impopular para las elites políticas
de la región. Hoy, esa idea original de representación está desbordada porque
la sociedad se divide en diversos grupos y la capacidad de dar representación a
tantos grupos es limitadísima. Las instituciones son insuficientes para
expresar la diversidad de la vida social…
¿Pero cómo lograrlo?
El
primer problema sería no plantearse la pregunta. Segundo, habría que atomizar
el poder, en lugar de concentrarlo. Como he dicho antes, todas las
constituciones regionales han mantenido esa matriz liberal-conservadora. En
Bolivia hay un intento para desafiarla, con una respuesta mala. Pero hay
interesantes ejemplos de inclusión, por ejemplo, en Noruega (con los inuit) o
en Canadá. Hay mecanismos de inclusión, sean legislativos o judiciales, que
requieren de imaginación. Y la búsqueda de dichos mecanismos es más saludable
que vivir en la inercia del siglo XVIII.
Inercia que implica vivir en la ficción de la “igualdad ante
la ley”, como si eso significara lo mismo para todos…
Existe
una visión sesgada de los intérpretes de la ley. Un caso test muy evidente
sobre esa ficción que resulta difícil de negarlo, a nivel mundial, pero en
particular a nivel de América latina, tú miras las cárceles y tienen una misma
composición: entonces, hay un nivel de selección en cómo se escriben esas
leyes, cómo se interpretan y cómo se aplican, que habla de un derecho sesgado
en un modo importante.
Hablando de leyes, ¿qué tal salió la Ley de Medios que
impulsó el gobierno argentino?
Daba
lugar a ambigüedades preocupantes para su implementación y muchas de las cosas
que uno no habría querido que ocurriesen, ocurrieron. Que la manera de
enfrentar a los grandes grupos mediáticos sea la creación de un nuevo gran
grupo mediático es una pelea entre leones, cuando la apuesta de la Ley de
Medios era otra y era por la diversidad. Se han hecho apertura de licitaciones,
pero para participar necesitas poner una gran suma de dinero, lo que descarta
la participación de los medios comunitarios a los cuales se suponía que debía
beneficiar.
Un denominador común que percibo con el caso ecuatoriano es
el enfrentamiento entre los medios de comunicación y el gobierno.
Existe,
y la respuesta del gobierno es peor. Mira el caso de la gente de la revista Perfil, que llevaron a la Corte Suprema un caso
de asignación discriminatoria de publicidad oficial, que la Corte falló a su
favor en enero y no pasó nada. El único aviso que recibieron del Gobierno fue
un aviso publicitario que pagó el gobierno para insultar al diario. Luego, en
los medios oficiales no encuentras una sola voz opositora. Ahora bien, uno
quisiera que la crítica política dependiera del valor de la crítica y no del
dinero que tiene atrás. Creo en la diversidad de voces y en despegar la palabra
del dinero. Mi lectura sobre la libertad de expresión implica un debate público
robusto, que hoy como siempre está seriamente afectado porque existe una
diversidad de voces que no se escuchan. La Ley de Medios podría cambiar las
cosas, pero su aplicación no ha surtido ese efecto.
¿Cuál es tu lectura de Cristina, en particular?
Hay
un problema estructural y es que ella decide sola casi en secreto, en compañía
con una o dos personas, su hijo…
Máximo Kirchner…
De
quien, el sindicalista principal de oposición, que se llama Moyano, le dice
“Mínimo”. El problema estructural es cómo se decide y estamos en la peor
versión del presidencialismo: depender de la buena voluntad o de la lucidez de
una persona que está a la búsqueda de la obsecuencia. Cristina, además, es una
persona con un barniz progresista que tiene muchos negocios con mineras y
yacimientos. Durante años los Kirchner gobernaron una provincia, Santa Cruz, en
la que hicieron un montón de negocios, manejaron la justicia a discreción,
estuvieron contra las voces opositoras, institucionales o no institucionales. Y
si miras cómo se manejó Santa Cruz, es cómo se maneja el país. Ahora, todo hay
que decirlo, la oposición es lamentable.
Kirchner era de Racing, tú lo eres. ¿Cómo le va a Racing?
Estamos
segundos.
Hay célebres racinguistas. Perón, Capusotto…
Sí,
bueno, John Lennon era de Racing.
…
Sí,
hay una declaración histórica de John Lennon, porque Racing disputó la final de
la Copa Intercontinental contra el Celtic de Glasgow en 1967…
Que ganó 1-0, con gol del Chango Cárdenas…
¡Bien!
(hace gestos de aprobación) En esas circunstancias, Lennon dio una declaración
en la que dijo que le hinchaba a Racing. Y lo notable es que estamos segundos,
pero hay un nivel de angustia. Hay un nivel de expectativa, pero todos estamos
desesperados, angustiados. No hace mucho yo estaba en Noruega y la llamo a mi
cuñada, para que me ponga la radio en el auricular y escuchar el partido. En el
caso de Racing hay un nivel de angustia, que genera compasión.
En
mi familia, tenemos un grave conflicto con mi sobrino, que no se hizo de
Racing. Mi hermano no estuvo bien.
Es como imponer una religión, al final del día.
Sí,
es algo que te puede mantener unido con tu hijo para toda la vida, cada semana
tienes un momento de pico emocional junto a tu hijo en el estadio o frente al
televisor, o no. Entonces, no tener eso, estar cada uno con su propio partido,
es la diferencia entre estar separado o estar vinculado, y estar separado es un
tema. Conseguí una cosa milagrosa: que los dos mejores jugadores de Racing del
año pasado le firmaran una camiseta a mi sobrino. Pensamos que sería un dato
desequilibrante, pero no sirvió de nada.
¿Y a quién le va?
A
Boca. Tengo unos amigos en Italia, ellos eran del Milan y tenían un hijo que se
estaba yendo al Inter. Un día hicieron una táctica que salió bien: le vaciaron
al niño la habitación de juguetes, el niño se puso a llorar y le dijeron: “mirá
lo que te hicieron los del Inter”, y al día siguiente le devolvieron sus
juguetes y le dijeron: “mirá lo que te hicieron los del Milan”. El chico se
pasó al Milan. Hay tácticas que pueden hacerse y creo que se justifican.
Una cosa que me impresiona en Argentina es la vinculación
del fútbol con la política.
En
el deporte en general, cuando hay mucho dinero, esas cosas se mezclan en la
política…
Como en el caso de Macri, por ejemplo. Por cierto, ¿cómo le
va a Macri como Jefe de Gobierno de Buenos Aires?
Si
Macri tuviera poder, podría ser temible. Pero la ciudad es una ciudad fuerte,
tiene una energía cívica para resistir; la oposición local es efectiva, el
Gobierno nacional presiona. El margen que tiene Macri para hacer daño es muy
bajo. Además, Macri no es la derecha tradicional. En Buenos aires, salió el
matrimonio gay sin ningún problema y Macri le dio el visto bueno. Macri es un
playboy bobo con iniciativa, que ojalá que no acumule tanto poder porque iría
en una dirección parecida al gobierno K, de “negocios y al opositor lo corro”:
ganar mucho dinero, permitir ninguna protesta. Su familia se enriqueció
haciendo contratos corruptos con el Estado y tiene esas prácticas incorporadas.
Macri en parte es irrelevante, en parte es malo, en parte es ineficiente.
Finalmente: me parece gracioso que para haber realizado esta
entrevista haya tenido que ver la democracia corinthiana.
Un
grande, Sócrates.
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Tucumán
16 de diciembre de 2011
Publicado en GkillCity el 16 de diciembre de 2011.
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De
primera impresión, San Miguel de Tucumán es una Riobamba con sol chonero. Una
ciudad histórica de la República Argentina en la que se firmó su acta de
independencia el 9 de julio de 1816 (en Riobamba, como ciudad histórica, se
adoptó la primera constitución del Ecuador el 11 de septiembre de 1830) y sobre
la cual cae un sol inclemente, del tipo "interior manaba". De cierta
manera, su arquitectura y los rasgos de la gente tucumana confirman dicha
primera impresión.
La ciudad de Tucumán (obviémoslo al santito) es la
capital de la provincia homónima, que es la más pequeña de Argentina y a la que
se la conoce como "el jardín de la República". Se ubica al noroeste
del país y se sitúa a una provincia de distancia de Bolivia (la provincia de
Salta, a la que todo guayaco recordará porque hubo un tiempo en que no era
extraño encontrar por la ciudad el grito de "empanada salteñaaaaaa").
La ciudad se fundó en 1565, bajo la invocación del arcángel San Miguel, que no
sirvió de mucho, porque los desbordes del río y los ataques de los indios
obligaron a que el gobernador Fernando de Mendoza y Mate de Luna ordene su
traslado en 1685 a su actual emplazamiento. En tiempos del poroso periodo
colonial, Tucumán primero dependió administrativamente de Chile, a partir de la
creación del Virreinato del Perú en 1543 se adscribió a éste, y a partir de
1776 sucedió lo propio con la creación del Virreinato de la Plata. En tiempos
del Congreso de Tucumán (convocado para declarar la independencia de Argentina
“de los reyes de España y su metrópoli”) varias provincias de lo que hoy es
Bolivia (Charcas, Mizque, Chichas y Cochabamba) participaron en él e incluso
durante un tiempo (1820-1821) Tucumán fue una efímera república independiente
(a nuestro “Yei-Yei-O”
lo habría hecho gotear esta historia). En tiempos de la firma del acta de
independencia, Tucumán era considerada una ciudad importante del Virreinato,
como paso obligado entre el Alto Perú (como se conocía a lo que hoy es Bolivia
en aquel entonces) y el litoral costero. Como datos curiosos, el diario de las
sesiones del Congreso de Tucumán se imprimió en Buenos Aires (¿cuándo no el
centralismo porteño? –la imprenta llegaría a Tucumán recién en 1817), del acta
de independencia se imprimieron 3.000 ejemplares de los cuales la mitad estaba
escrita en castellano, 1.000 en quechua y 500 en aymara, y el primer territorio
en reconocer la independencia de lo que hoy es Argentina sería Hawái en 1818
(con la firma de un tratado de comercio entre el rey Kamahameha I y el
Representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Hipólito Bouchard).
A los gallegos, en cambio, les demoró hasta 1863 superar su tozudez. Hoy
en día, Tucumán tiene cerca de 750.000 habitantes en su área metropolitana y es
la quinta ciudad en importancia de la Argentina (detrás de Buenos Aires, Córdoba,
Rosario y Mendoza). Su principal comercio es el azúcar (del que la provincia
representa el 65% de la producción nacional que según un dato un poco al pedo
del municipio de su capital podrían endulzar 232.400.000.000 de pocillos de
café) y los limones (del que representa la provincia el 84% de la producción
nacional, siendo Argentina el primer productor mundial de dicho producto). Y
por cierto, Papá
Noel llegó a la ciudad (?).
Ahora, para un creyente del "Evangelio según
Balda" según el cual "por su jama los conoceréis" es palabra
sabrosa de Jebús, Tucumán debería convertirse en sitio de culto y en objetos de
culto su locro y sus empanadas. Uno, como ecuatoriano, piensa en locro y le
viene a la mente una carretera paisana y papas, acaso sangre para que al locro
se le anteponga el "yahuar" (y todos sabemos que "yahuar"
significa sangre porque desde primaria sabemos que "yahuarcocha" -el
lago en cuyas orillas los incas le dieron grosero chicharrón a los caranquis, big losers- significa "lago de
sangre"). En relación con el locro, recuerdo que el convenientemente obeso
y lamentablemente discontinuo profeta Rafael Balda me contaba que cada locro
(más allá de compartir nombre, proveniente de la voz indígena luqru, comida de maíz) es
representante certero del sabor de su región: el locro en Tucumán se lo hace
con sus productos regionales: maíz, carne, chorizo, panceta y garbanzos. Es un
locro maldito, en el buen
sentido de la palabra. Lo comí y quedé tan extasiado como catatónico: es como
un bong de sabores. Las
empanadas, por su parte, se preparan con carne picada a cuchillo, huevo duro y
cebolla al verdeo. Pueden también rellenarse con pollo o con queso y cebolla,
pero las clásicas son las de carne picante (y a mi juicio, las mejores). Se las
cocina en horno de barro, a fuego parejo. Si ustedes la escucharan a Rosa Rojas
contarles en su encantador acento tucumano como obtener el producto final,
entenderían que no se trata de un simple proceso de cocción, sino de una
delicada forma del arte. Rosa Rojas tiene un pequeño puesto con un llamativo
letrero que dice "Las empanadas de Rosa Rojas" y es conocida en
Tucumán porque cocinó 3.000 empanadas para Cristina cuando visitó con una
comitiva Tucumán (seguramente Él
aprobó que las consumiera). Lo que hace Rosa Rojas con las empanadas es de
fábula, o dicho sea en guayaco: ejsquisito.
Su pequeño puesto queda en la calle Congreso casi al 100, casi frente a la
Casita de la Independencia.
La Casita de la Independencia es donde se declaró la
independencia argentina (declararon los presentes “que es voluntad unánime e
indubitable de estas Provincias romper los vínculos violentes que las ligaban a
los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e
investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey
Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”). Le pertenecía la casita a la señora
Francisca Bazán de Laguna, de quien suele decirse que la cedió de muy buena
gana, pero investigaciones serias y recientes demuestran que el Estado
Provincial le hizo nomás el pele a la doña. Se la modificaron, se la
devolvieron cuando se fueron a Buenos Aires, se la compraron en 1869 para
convertirla en el Correo, la demolieron en 1903 (salvo el salón de la Jura de
la Independencia, ni que fueron tan pelotudos) y la reconstruyeron en 1941-1943
en base a planos, fotografías y documentos existentes al tiempo de declararla
por decreto Monumento Histórico Nacional. En este feriado la dicha pequeña
caleta estaba cerrada por fumigaciones, lo que no impidió aplicar la de Rachito
en su puerta azul flanqueada por vistosos sacacorchos (?). A partir de la Casita de la
Independencia se extiende el que se conoce como Paseo de la Independencia, en
el que pueden apreciarse el Museo de Arte Sacro, el Museo Nicolás Avellaneda,
la Catedral, una plaza con cañones y otra iglesia. También existe un monumento
a la diabólica Mercedes Sosa, ilustre tucumana. Se lo recorre, como se diría en
guayaco, “en dos patadas” y es de mediano interés, todo un poco a la
riobambeña, mientras un inclemente sol chonero-style te cocina el mate.
Mi trip
de viajero era, en todo caso, asistir al matrimonio (en Argentina llamado
"casamiento") de un gran amigo, compañero de viajes y juergas varias:
el matrimonio se festejó en una hermosa estancia de las afueras de Tucumán (en
otro departamento, llamado Yerba Buena:
gran augurio), en el que tocó una banda, compuesta por una cantante de melena
larga, falda corta, labios peteros y voz angelical, un presunto hippie, un flaco con aspecto de
estudiante de la ESPOL y un moreno de Senegal. Parecían auspiciados por
Benetton y decían llamarse "Foot
Massage". Cuando de esos labios peteros salió en plan cronette Son
of a preacher man... Pues, mamma mía,
eso e' rico. Luego baile, escabio, revoleo de la compostura a cualquier parte:
lo habitual en un matrimonio, en el que, como dato diferencial, en Argentina
sirven fernet y yo lo agradezco (aunque mi resaca al día siguiente, no tanto) y
suena música que en Ecuador nunca se escucha: canciones de Charly (que no sea Nos siguen pegando abajo),
Babasónicos, Sumo o Los Redonditos. Les hace falta, eso sí, José Luis Rodríguez
“el Puma”.
El matrimonio duró hasta la mañana siguiente y en mi hotel (imperialmente
llamado Carlos V, aunque discreta pero dignamente de tres estrellas) me
depositó la flamante pareja de recién casados, tipo 8am.
Más tarde ese mismo día, una hermosa tradición
argentina: el amigo que nos condujo en su carro a Tucumán desde Mendoza (960
kms. y tres provincias de distancia –San Juan, La Rioja, Catamarca) tenía
familia allá y nos invitaron a esa forma sublime de la felicidad que es un
asado (¿quien
entiende a los vegetarianos?). Luego, salimos al patio y juro que si no
había pileta, uno podría haberse derretido: el calor era maldito, en el mal sentido de la
palabra. Pero no existe calor, por maldito que éste sea, que no se aplaque con
cerveza: y a eso nos dedicamos con afición futbolera, el día que el Barca le
aplicó 3 al Madrid.
Al día siguiente, de vuelta a Mendoza y de nuevo 960
kilómetros de carretera por un territorio árido e inhóspito (mientras
atravesábamos La Rioja, yo no dejaba de pensar “y esta provincia, ¿para qué?”). Muy atrás quedaba el
jardín de la República, con su estilo riobambeño, su sol chonero, su gente
amable y generosa, su excelente comida (¡aguante Rosa Rojas!), su centro
histórico de interés, su Casita de la Independencia flanqueada de sacacorchos,
sus buenas jornadas de fiesta y la muy grata experiencia de haberla conocido:
Tucumán, todo es bien.
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Poder civil e iglesia
9 de diciembre de 2011
Piensen en esta escena: en un acantilado, una
persona sostiene un frasco con las cenizas de un amigo muerto. Otra, de
reconocido temperamento pacifico, lo escucha cuando empieza un discurso absurdo,
tras el cual termina por arrojar el contenido del frasco contra el viento, cuyo
efecto es que las cenizas se revierten contra la persona pacifica y se arruina
la idea original que los condujo al acantilado. Es una metáfora precisa de la
que suele ser una mentalidad religiosa: un tipo empieza por adoptar un discurso
absurdo, degenera en afectar a personas a quienes ese discurso les resulta
indiferente y termina por arruinar el propósito que se supone que su discurso
promueve. La escena es un fragmento de ese clásico que es The
Big Lebowski. Como The Dude, puede que al final la persona afectada opte
por desentenderse e ir a jugar a los bolos.
O puede que no opte por ello y piense que las
consecuencias de esa mentalidad religiosa merecen discutirse. Lo primero que
asombra en una mentalidad religiosa es su necesidad de creer. La fe (según las
precisas palabras de Ambrose Bierce en su Diccionario del
Diablo, "creencia sin pruebas en lo que alguien nos dice sin
fundamento sobre cosas sin paralelo") es decidirse por lo imaginario
frente a lo real, es preferir el absurdo (el credo quia absurdum,
que decía Tertuliano) frente a lo razonable. De ahí que me haya causado tanta
gracia la lectura de la Carta
a los Agentes Sanitarios en el apartado referido a la postura de la iglesia
catolica en relación con las drogas (párr. 94) porque según se dice allí (y la
cita le pertenece al Papa Juan Pablo II) "drogarse es siempre ilícito,
porque implica una renuncia injustificada e irracional a pensar, querer y
obrar como persona libre". Lo que quiere eliminar el Papa, entonces,
es la competencia: la religión es, mas que cualquier otra cosa, "una
renuncia injustificada e irracional a pensar, querer y obrar como persona
libre" porque es diferir la libertad racional al absurdo dosificado por
otros. La diferencia con la droga es que esta no causa ni mucho menos tanto
daño (salvo para los bobitos que se creen la "profecía
autocumplida": el daño que causa, si lo hace, se debe en enorme medida
a la prohibición auspiciada por la estúpida "Guerra
contra las drogas") como lo ocasiona la religión y es que, de
hecho, suele producir lo contrario. El arte, en sus distintas manifestaciones
(piensese nada mas en la música que escuchamos o en la literatura que leemos)
le debe muchísimo a la alteración de la conciencia que proviene del consumo de
drogas. De hecho, un reciente estudio de la universidad John
Hopkins ha demostrado efectos duraderos y positivos en el consumo de
psilocibina: deberíamos seguir la sana recomendación de
Bill Maher y consumir hongos, porque mejora la sensibilidad, la
imaginacion y la apertura mental frente a terceros. Mientras la religión, en
cambio (lo que Saramago llamó el Factor Dios) nace con un
buen propósito (como el que anima a John Goodman en la escena de The Big
Lebowski) pero su discurso absurdo (necesariamente absurdo por opuesto a
racional) ha terminado, de manera usual, por pervertir o contradecir ese
supuesto propósito. Y, sin embargo, luego dicen que la otra droga es la mala y
que la religión es la buena. Si lo miramos con lucidez, en general, es al
revés.
La predica absurda de la religión ha provocado
innumerables historias de discriminación y de violencia hacia los que piensan
distinto y, sin embargo, existe una idea extendida en las personas de
mentalidad religiosa de que las personas que no comparten su fe, o que no
profesan alguna fe religiosa, son personas inmorales. Esta opinión es
asombrosa: las mismas personas que optan por no apelar a la razón sino a la fe
(recuerdese la definición de Ambrose Bierce) suelen descalificar a las personas
que guían sus actos por motivos racionales el que procedan de esa manera y
tenerlos a menos. Esto es muy alto WTF. Mas todavía, en el indiscutible (porque
no puede discutirse lo que ni siquiera se argumenta racionalmente) ámbito de su
fe, un numero importante de creyentes consideran que su creencia debería ser
inmune a las criticas (lo que es, por supuesto, falso: como se ha visto en un
articulo anterior sobre libertad
de religión, el derecho a tener una religión "no incluye el derecho a
tener una religión o unas creencias que no puedan criticaras ni
ridiculizarse").
Es aquí donde entran en juego las solicitudes
de eliminación de registros personales presentadas al Arzobispado. La iglesia
católica, según lo ha recogido la prensa,
se ha manifestado en contrario. Sus argumentos teológicos (que el bautismo es
vinculo indisoluble y otras paparruchadas por el estilo) no son de recibo,
porque esta no es una discusión teológica, sino una solicitud civil,
fundamentada en un derecho constitucional (el derecho a la libertad de religión
y a la protección de datos personales) de cuyo cumplimiento la iglesia católica
(como toda otra institución religiosa en el país) no se encuentra exenta. Las solicitudes,
y si la iglesia católica se nos pone impersecuta, la futura interposición de
acciones de habeas data, quieren propiciar un debate sobre el rol de las
instituciones religiosas en una sociedad democrática: de nuestro lado y a
partir de nuestra propuesta, resulta evidente que dicho rol debe encontrarse
sometido al poder civil y al estricto ámbito personal de quienes quieren creer
en vírgenes preñadas y absurdos semejantes.
Se presentaron 34 solicitudes de eliminación de
datos personales de los registros de la iglesia católica.
Publicado por Xavier 0 comentarios
Etiquetas: Ambrose Bierce, Apostasía, BIg Lebowski, Bill Maher, Cine, Drogas, Libertad de religión, Religión
La modernidad bizarra de los '80
1 de diciembre de 2011
Los
años ‘80: década generosa en cosas que cuando a la edad de nuestros abuelos se
las contemos a contertulios de generaciones futuras se les hará tan difícil
creerlas, como hoy se considera difícil que Mery Zamora gane un Miss Sonrisa. Si bien toda generación de abuelos
ha contado historias de ese tipo (para quien haya tenido abuelo guayaco, el que
se éste se haya bañado en el Estero, escuchado la radionovela Camay o sido hincha del Patria), la generación de
los ‘80 es especial.
Los
ochentas encierran una modernidad efímera: muchas de las cosas que en esa época
fueron tenidas por modernas se convirtieron pronto en obsoletas. Los años
ochenta fueron la época de una creciente y más incisiva penetración de la TV
(fue hasta principios de los ‘80 que Teleamazonas empezó su programación a las
11h45 con La Pantera Rosa y que Telecuatro lo hacía a las 17h00 con Mazinger),
de la difusión de nuevas tecnologías y formatos (las consolas de video y los
videos musicales) y fue, sin embargo, una época todavía pre-Internet. En lo político,
los ochenta fueron una época de transición de la política del balcón (dadme un
balcón…, que decía el patético Velasco Ibarra) a la política televisada (dadle
nuestra televisora al candidato baisano…) pero todavía una época de
manejos políticos patriarcales y llevados a cabo con herramientas rústicas o
con métodos brutales (desde la falta de infraestructuras básicas hasta las desapariciones forzadas de LFC) y una época
de consolidación del fútbol como deporte de alcance nacional (con un BSC en su
etapa de euforia coquera) y del primer triunfo sonado de
la selección nacional (con el gol de Ermen Benítez para el 1-0 frente a Uruguay
en la Copa América de Goiania ‘89).
La
emergencia de esta difusión masiva e incisiva de referentes culturales comunes
(en materia de entretenimiento, política y deporte), muchos de ellos
nacionales, muchos también provenientes del extranjero (principalmente de
Estados Unidos y de su poderosa industria de Hollywood, aunque también
de Europa –el fútbol inglés de Leslie Dickens o las transmisiones de la
Bundesliga en la que jugaban el Poroto Hässler y la Migajita
Littbarski-, e incluso de Japón –con series como El Vengador,
La Abeja Maya y Mazinger
Z) es lo que caracteriza a esta modernidad efímera ochentera que,
vista en contexto y retrospectiva, es una modernidad bizarra (bizarra, como en
inglés: ¡fuck off, los puristas!). Para mí, el video musical que mejor
representa el tono ochentero es éste que se vaticinó moderno y quedó pronto
obsoleto, para convertirse al día de hoy en bizarro: un divague de obra,
palabra e intención de un dúo italiano en una televisora holandesa cantando en
español, “vamos a la playa, oh, oh, oh” (hágase clic y acompáñese para
lo que resta de lectura):
Este
texto es un breve inventario de algunos highlights de esa modernidad
bizarra con la que crecimos el personal de mi generación. Es evidente que
algunas de las cosas que se enumeran a continuación no son exclusivas de los
ochentas: algunas duraron hasta esa época y otras se extendieron más allá. Lo
que se postula es que vivieron su declive o su auge en esos años. Esta
enumeración de ocho cosas es para pensar historias random del futuro y jugar a
complementarla. Digan ustedes:
Atari 2600: En tiempos del wii, el recuerdo
de una máquina en la que se jugaba Pong es ya jocoso. En el futuro, matarán por
conseguirse un Atari y el mejor skunk del barrio.
Baches en el camino a la playa: Contar que
el viaje a la playa era un juego de esquivar baches: que cada invierno (lo que
es decir, cada temporada playera) se destruía una vez más la carretera y se
caían los puentes, y nadie decía nada, ni siquiera había Twitter para
quejarse: eso parecerá asombroso. Las lluvias debieron ser terribles, pero
nunca tanto como la ostentosa corrupción de los ochentas (aunque el hecho de
que a la calle de mi cuadra se la haya abierto tantas veces –en vez de
planificar la instalación de servicios bien y de una vez por todas- me hace
sospechar que estas prácticas no se han extinguido).
Betaclub: Cuando ir a una tienda de videos es cada
vez menos necesario y ya de plano no lo será en el futuro, el recuerdo de un
Betaclub enternece: el formato Betamax, el rebobinar las cintas y el
devolverlas al lugar donde abriste una tiquetera. Mi película favorita del
Betaclub a media cuadra de mi casa (aunque el Betaclub pepa del Sur quedaba en
La Saiba y era el “Then-Shung” –que es nombre random, si los hay) era Top Secret: un divague en el que Val Kilmer es un
cantante de rock envuelto en la resistencia contra la dictadura en Alemania
Oriental: o sea, todo un clásico ochentero.
Control remoto con cable: Existió, para adelantar o
retroceder videos. No sé a quién chucha se le pudo ocurrir semejante cosa, ni
por qué.
IETEL: Cuando en una tertulia del futuro
alguien recuerde, por ejemplo, que en la playa tenías que caminar a una central
telefónica de IETEL para hacer una llamada (o que allí recibían una llamada
para ti y te avisaban a tu casa para que vayas a responderla) eso sonará tan
raro como sonaba en los ochentas el que hasta la llegada del Ferrocarril el
recorrido del camino de Guayaquil a Quito demoraba 14 días o más a lomo de
mula. Además, escuchar la palabra IETEL y pensar en tallarines califica como
asociación inmediata: detalle de época.
Pasadas telefónicas: Un pasatiempo que el caller-id
se llevó puesto y que consistía en llamar a cualquier hora (preferiblemente de
madrugada) con cualquier excusa estúpida (su orden del chifa, el IESS, la
funeraria) a un sujeto random obtenido de la guía telefónica, o a tu
pato de confianza, con el exclusivo propósito de joder. Llamar a la Policía
Nacional tenía el piquete especial de que ellos decían (con marcado acento
paisano) tener cómo rastrear una llamada en un minuto: putearlos durante 50
segundos y colgar era lo mismo que significaba para Los Duques del Peligro el cruzar a otro condado.
Teléfono de disco: Tenía una enorme vocación para quedar
obsoleto pronto: es, en consecuencia, el objeto más Oswaldo Hurtado de
la época.
TV a ciertas horas: En un futuro de disponibilidad de
contenidos TV a medida y a todo momento, el que uno haya tenido que sentarse a
aguaitar frente a una pantalla como la del fondo de esta
promo de La Descarga hasta que aparezca Mazinger será mirado como un
acto de crueldad. Cruel, como la inmortalidad de Don Alfonso.
P.D.- El Albán Borja, inaugurado (¿es
que podía ser de otra manera?) en los años ochenta (en 1983, para ser
precisos), con sus posibilidades casi infinitas para perderse y no encontrar
nunca la salida, es un preview del futuro. Loado sea.
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Etiquetas: Fútbol ecuatoriano, Ochentas
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