Publicado
en diario Expreso el 30 de septiembre de 2022.
Antonio Pons Campuzano,
nacido en Guayaquil, médico, hijo de catalán y paisa, a sus 37 años se encumbró
a la máxima autoridad del Poder Ejecutivo por un mes y pocos días del año 1935.
En esa época, la Constitución de la República (la décimo segunda, de 1929)
disponía que el reemplazo del Presidente, por ausencia temporal o definitiva,
era su Ministro de lo Interior. La interpretación arbitraria que de esta
disposición hicieron los militares es lo que condujo a Pons a la cumbre del
Poder Ejecutivo.
Pons era Ministro de lo
Interior en la primera Presidencia Constitucional de Velasco Ibarra. El 20 de
agosto de 1935, alrededor de las 9 de la mañana, él presentó su renuncia al
Presidente. Según lo cuenta en su libro ‘Contra el zarpazo de la garra
política’, publicado en Buenos Aires en 1936, esa mañana “fui sorprendido con
la presencia de un regimiento que al compás de su banda militar se acercaba a
los bajos del Palacio […] Y a poco se me dijo que su objeto era la promulgación
de un Decreto asumiendo la Dictadura el doctor Velasco Ibarra”. En desacuerdo
con esta dictadura, contra la que él había advertido, Pons renunció a su cargo.
El intento dictatorial
de Velasco Ibarra fracasó. Con Velasco fuera de juego, era necesario que se
designe a alguien en su reemplazo, en calidad de Encargado del Poder. El
gobierno de los civiles y su beligerante Congreso, bajo la Constitución de
1929, había sido un rotundo fracaso: ningún Presidente terminaba su período y
se vivía en permanente estado de pugna y zozobra. Era un buen momento para
prescindir de ellos. Era el turno de los militares.
En Quito, Pons vivía en
el hotel Savoy. Allá fue la alta
oficialidad del Ejército para ofrecerle el Encargo del Poder. Antes de su caída,
en la tarde del 20 de agosto, Velasco Ibarra había aceptado la renuncia de
Pons. Pero esto no le importaba, ni a Pons ni a los militares, que omitieron
este detalle que a Pons inhabilitaba (el designado por Velasco in extremis en reemplazo de Pons era un
tal Carlos Guerrero). Pons empezó su gobierno el 21 de agosto de 1935.
En su gobierno, como él
mismo lo reconoció en su libro, apenas pudo contemplar “el desarrollo de los
acontecimientos sin poder, honradamente, contener el desbordamiento de tanta
pasión política y tanta ambición desenfrenada”. Para él, nada peor que la “Garra
política” (representada en Arroyo del Río) a los que definió como “Poder, Poder
y Maldad”. El 26 de septiembre Pons recogió sus pasos y decidió renunciar a su Encargo.
Y aquí fue que el civil
se puso el quepis, porque en vez de renunciar ante el Congreso para seguir el
procedimiento constitucional, él decidió hacerlo ante la alta oficialidad del
Ejército porque los consideraba “el mejor intérprete de los sentimientos cívicos”.
Ese día de septiembre convocó en la Casa Presidencial “al Inspector General del
Ejército y a los representantes de las principales dependencias del Ministerio
de Guerra y de los cuerpos de línea”, y ante ellos, “es decir, ante el Ejército
ecuatoriano, renuncié mi cargo después de exponerles la honradez de mis
propósitos y los sentimientos patrióticos del Gobierno”.
El Ejército ecuatoriano
decidió el reemplazo de Pons. Empezamos a vivir en dictadura.
~*~
Fuentes:
* La
principal fuente de este artículo es el opúsculo de Pons ‘Contra el zarpazo de la “garra política”’. Las citas corresponden a las siguientes páginas: “fui
sorprendido con la presencia de un regimiento…” (p. 7); “el desarrollo de los
acontecimientos…” y “Poder, Poder y Maldad” (p. 16); “el mejor intérprete…” (p.
10); “al Inspector General del Ejército…” y “es decir, ante el Ejército
ecuatoriano…” (p. 20). Una sucinta biografía en: ‘Antonio Pons’
(Ecured).
* Los
artículos de la Constitución del año 1929 que disponían el reemplazo del
Presidente o del Encargado del Poder por su Ministro de lo Interior son los
siguientes:
“Título VI
Sección I. Disposiciones generales
(…)
Art. 79.- En caso de
falta del Presidente de la República, de enfermedad u otro impedimento
accidental que pase de diez días te subrogará el Ministro de lo Interior, y, en
el orden cronológico de sus nombramientos, los demás Ministros.
Por falta o impedimento
accidental de cualquiera de los subrogantes, hará sus veces el que le siga,
según el orden expresado, mientras asuma el ejercicio del Poder Ejecutivo el
llamado por la Ley.
Art. 80.- El
Presidente de la República cesa en sus funciones por terminación del período
fijado en la Constitución, y deja vacante el cargo por muerte, destitución,
admisión de renuncia o incapacidad física permanente declarada por el Congreso.
Art. 81.- Cuando,
por cualquiera de las causas expresadas en el Artículo anterior, vacare el
cargo de Presidente de la República, el Ministro subrogante, con arreglo al
Artículo 79, se encargará del Poder Ejecutivo, y, dentro de los ocho días
siguientes a la fecha en que hubiere ocurrido la vacante, convocará a elecciones,
las que deberán estar terminadas en el plazo de dos meses, a lo
más, contados desde la
misma fecha. Efectuadas las elecciones, el Congreso ordinario siguiente
practicará el escrutinio hasta el veinte de Agosto, a más tardar, y el primero
de Setiembre inmediato el Encargado del Poder Ejecutivo cesará en sus funciones
y empezará el nuevo período constitucional.”
* Un libro que
contiene un relato bien documentado sobre la caída de Velasco en su primera
presidencia es: Norris, Robert, ‘El gran
ausente’, Tomo I, Ediciones Libre Mundi, 2004, Quito, pp. 227-245.