La respuesta del economista Manuel González

3 de diciembre de 2014

Con ocasión de las fiestas de julio en Guayaquil publiqué este artículo en el que critiqué el tono celebratorio de las autoridades y los fans de la M. I. Municipalidad de Guayaquil. El artículo mereció algunas opiniones en redes sociales, varias de las cuales fueron tan insustanciales y descalificadoras como las que puede esperarse que sean hechas en las redes sociales. No en vano el periodista John Lee Anderson las ha calificado como “un gran basurero”. 

Hubo, sin embargo, un economista que se animó a publicar en su blog una crítica a mi artículo. En su opinión, no es un artículo riguroso. Tampoco su crítica lo es. Por ejemplo, para justificar el descenso migratorio en Guayaquil, esta persona se basa en un supuesto (“supongamos que la mitad”) que resulta además insuficiente, porque se refiere tan solo a la tercera parte del período bajo análisis. Este economista exige un rigor del que él mismo carece.

Peor es, sin embargo, que este individuo haya confundido las cosas. Mi artículo no es un artículo para “probar” los magros resultados económicos de la M. I. Municipalidad de Guayaquil: eso está claramente fuera de rango en un artículo de las dimensiones del publicado. Es un artículo de crítica política que expuso información para desmentir el tono celebratorio de derrota a la pobreza y de pujanza económica que tan fácilmente se acepta sin crítica alguna en Guayaquil. Frente a esto, el economista emprendió una defensa de la administración municipal, con argumentos muy débiles. Por ejemplo, para defender los indicadores de pobreza de Guayaquil, el economista los compara con los de Machala: el que Guayaquil tenga peores indicadores de pobreza que Quito y Cuenca no es tan relevante como el que los tenga menos malos que la otra ciudad administrada por socialcristianos (?). Otro ejemplo: el economista, para defender que en los indicadores de “infraestructura y conectividad física” de la revista América Economía Guayaquil no lo hace tan mal (obtiene un paupérrimo 34.4/100), no tiene empacho en señalar que yo no menciono “que Quito se encuentra a solo cuatro posiciones de Guayaquil” (¡?). Vaya consuelo de tontos: el economista está para la risa. Con razón lo festejaron en redes sociales.

¿Puede una autoridad decir que se está “ganando la guerra contra la pobreza” cuando el indicador de su administración es apenas y únicamente mejor que el de su prima pobre socialcristiana? ¿Puede defenderse que sea Guayaquil una ciudad de pujanza económica sobre la base, no de buenos indicadores, sino de que otra ciudad lo hace apenas mejor? Es obvio que no. Pero lo peor de todo no es la pobreza argumentativa, sino la complacencia para con el discurso de las autoridades de Guayaquil, esa notoria incapacidad crítica que existe en la ciudad (de la que hace gala el economista y que es sintomática de la gran mayoría de “pensadores” en Guayaquil) de personas que suelen ser híper-críticas para tantas otras cosas, pero que cuando se trata de la administración municipal de Guayaquil, o callan, o la defienden con un servilismo a prueba de ideas.

Cuando hayan pasado estos tiempos, la gente que sí se animará a razonar lo sucedido en Guayaquil durante la larga administración socialcristiana, podrá recordar y aplicar a este período la frase aquella, escrita en la proclama de la Junta Tuitiva de la ciudad de La Paz hace ya más de dos siglos:


“Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez…”