Ecuador, 1990

29 de diciembre de 2021


El último año de la década de los ochenta el Estado del Ecuador seguía siendo lo que había sido desde que había empezado a ser, allá por el lejano 1830: un pinche desastre. Desde la emergencia del Estado del Sur y su Jefe de Administración (‘Principio y fin del Estado del Sur’), pasando por una República surgida en un barco y gestada en una guerra civil inter-regional (‘La República nació en un barco (1834-1835)) hasta los tumultuosos y violentos tiempos actuales son ya unas ocho o nueve generaciones de ecuatorianos, rapiñándose y haciéndose daño. Siempre un pinche desastre.

 

Un testimonio candoroso del pinche desastre en mención son las declaraciones del representante del Estado del Ecuador en la quinta sesión del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, que es el órgano que supervisa el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales*. En el informe que se hizo sobre el informe del Estado presentado en esta quinta sesión, celebrada entre el 26 de noviembre y el 14 de diciembre de 1990, se mantiene una redacción fresca, porque se trataba de una respuesta a un cuestionario de los miembros de dicho Comité, contestado de manera presencial por el representante del país. Del representante ecuatoriano (era el gobierno de Borja) los miembros del Comité ‘elogiaron la franqueza, sinceridad y objetividad con que el representante de ese país había descrito las condiciones en que se aplicaba el Pacto’ [Párr. 155] al tiempo que ‘lamentaron que las explicaciones, muy útiles, del representante, así como la información pertinente contenida en los informes, no hubieran ido acompañadas de estadísticas, lo que les habría permitido entender mejor los progresos realizados por el Gobierno del Ecuador y medirlos’. [Párr. 157]. Así, fuimos simpáticos pero inútiles: una definición de nuestra diplomacia at its best**.

 

Este diplomático ecuatoriano se mandó algunas perlas. Aquí el top five, comentado:

 

5.-En el Ecuador el salario mínimo se había reducido a la mitad como consecuencia de la inflación y ahora ascendía a 50 dólares por mes, pero en realidad había muy poca gente que ganara tanto’ [Párr. 143].

Comentario: Tiempos del devaluado sucre y un caso de honestidad brutal acerca de nuestra miseria generalizada.

 

4.-En una conferencia latinoamericana celebrada recientemente en Quito se había elaborado un plan de acción para luchar contra la pobreza. Más del 50% de la población vivía por debajo del umbral de la miseria.’ [Párr. 131]

Comentario: Pero por suerte, hicieron una conferencia latinoamericana para bajarle a la miseria en la que vivía más de la mitad de la población (?). Una receta para el fracaso, con trago fuerte.

 

3.-Agregó que aunque persistían los problemas de los indígenas, los cuales representaban el 30% de la población ecuatoriana, había habido un cambio de actitud y ahora se reconocían sus derechos. El Presidente había creado una Comisión de Asuntos Indígenas que se reunía una vez a la semana con organizaciones indígenas.’ [Párr. 135]

Comentario: En tono paternalista, juntos los indígenas como problema y una Comisión como solución. Otra receta para el fracaso, ahora con bocaditos.

 

2.-El problema de los niños abandonados era sumamente grave y había un tráfico de niños para la adopción internacional. En consecuencia, era preciso mejorar la legislación en esa esfera’ [Párr. 140]

Comentario: El populismo legislativo, o de cómo tirar la pelotita a otros incompetentes (que ocurre que son nuestros representantes). Un clásico del cojudeo.

 

1.- ‘…las actuales condiciones sociales eran tales que imponían todo tipo de limitaciones a los derechos humanos, en particular los de las mujeres y los niños, y que era imposible resolver los problemas sociales mediante la legislación. Era preciso mejorar la transferencia de recursos e insistir en una estrategia económica a largo plazo, en vez de en los mecanismos del libre mercado’ [Párr. 135]

Comentario: Un nuevo caso de honestidad brutal acerca del fracaso del Estado. Y una evidencia de que el cambio de leyes no funciona (contradiciendo el punto anterior).

 

BONUS TRACK: ‘…el representante del Estado parte recordó que en un estudio sobre la pobreza en el Ecuador efectuado recientemente por la CEPAL se había indicado que en general no se disponía de estadísticas sociales’ [Párr. 139]

Comentario: No es que el Estado no tenga, es la CEPAL la que dice que el Estado del Ecuador no tiene, o de cómo citar a un órgano serio para que te crean.

 

Me intriga saber quién es este folclórico diplomático de los tiempos del Rodri.

 

* El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966 y entró en vigor el 3 de enero de 1976, por haber transcurrido tres meses desde que ocurrió que el 35avo Estado presentó su instrumento de adhesión o ratificación al Secretario General de las Naciones Unidas. El Estado del Ecuador aprobó este Pacto Internacional el 29 de septiembre de 1967 y presentó su adhesión al Secretario General el 6 de marzo de 1969. El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales se estableció en 1985 para la supervisión del cumplimiento de las normas del Pacto Internacional. El texto del informe del Comité sobre el cumplimiento del Ecuador consta en ‘Compilación de observaciones finales del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales sobre países de América Latina y el Caribe’, pp. 132-142.

** Pesados e inútiles, at its worst.

Los campeones del subdesarrollo

28 de diciembre de 2021

 

Los otros días, buscando una referencia para un trabajo, tropecé con esta simpática ‘Compilación de observaciones finales del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales sobre países de América Latina y el Caribe (1989-2004)’. Para el caso ecuatoriano, el arco temporal del título abarca gobiernos de izquierda (Borja), de derecha (Durán-Ballén), populista (Bucaram), cinturista (Alarcón), medio-descerebrado (Mahuad), humorista rancio (Noboa) y cualquier-cosa-que-Lucio-Gutiérrez-sea (Gutiérrez). Un cóctel variopinto de siete varones (en el medio anduvo también Rosalía Arteaga, pero ella no cuenta salvo como estadística graciosa) que no lograron sacar el país adelante. Mejor dicho, que fracasaron estrepitosamente (si alguna vez lo intentaron) en sacar el país adelante. Porque hasta el 2004, si algo decía la observación final sobre el Ecuador en esta simpática compilación, es que este país era el summun del atraso, los campeones del subdesarrollo.

 

La lectura de la observación final que el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales realizó sobre el Ecuador el año 2004 (pp. 123-132 de la Compilación...es muy instructiva para entender el país pre-correísta. El Comité encontró dos dificultades por parte del Ecuador para el cumplimiento de las obligaciones del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (que es el instrumento que interpreta el Comité). Una de las dificultades no depende de nosotros, pues son los ‘varios desastres naturales, como el fenómeno de El Niño’ [Párr. 8]. Pero la otra dificultad sí depende de las políticas gubernamentales: ‘El Comité nota de que las políticas de ajuste estructural han repercutido negativamente en el goce de los derechos económicos, sociales y culturales de la población, en particular de los grupos de la sociedad marginados y desfavorecidos. Toma nota especialmente del alto porcentaje del presupuesto público anual (cerca del 40%) que se asigna al servicio de la deuda externa, factor que limita fuertemente los recursos disponibles para el logro del goce efectivo de los derechos económicos, sociales y culturales’ [Párr. 9]. Las ‘políticas de ajuste estructural’: ese cuco ha vuelto y calza zapatitos rojos.

 

Pero la parte sabrosa de la observación final es su sección ‘D’, titulada ‘Principales motivos de preocupación’. Es una letanía de fracasos que se extiende varias páginas. Empieza con algo muy de actualidad: ‘El Comité siente preocupación por la falta de independencia del poder judicial y por los presuntos abusos de los derechos humanos cometidos por la magistratura’ [Párr. 10]. Y continúa con una larga serie de cosas que también lo ‘preocupan’ al Comité: la situación de discriminación que sufre la población indígena y el irrespeto de su derecho a la propiedad comunal [Párrs. 11-12], la discriminación en contra de la población afroecuatoriana [Párr. 13], el alto porcentaje de discapacitados y la falta de recursos para atenderlos [Párr. 14], la desigualdad de facto que existe entre hombres y mujeres a pesar de las leyes que garantizan la igualdad [Párr. 15], el alto porcentaje de desempleo [Párr. 16], el hecho de que el salario mínimo sea insuficiente para permitir una vida digna [Párr. 17], la insuficiente tasa de aplicación de normas de higiene y seguridad de los trabajadores [Párr. 18], las restricciones al derecho a la asociación en el Código del Trabajo y la gran cantidad de contratos temporales y subcontratos [Párr. 19], la ‘aguda falta de recursos’ del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y el que sólo un escaso porcentaje de la población tiene derecho a prestaciones de la seguridad social [Párrs. 20-21], la ‘alta tasa de abusos sexuales, prostitución de menores de 18 años en las zonas urbanas, explotación de niños y la falta de una amplia estrategia para hacer frente a estos problemas’ [Párr. 23], la trata de menores [Párr. 24], el hecho de que la violencia en el hogar sea generalizada y no esté tipificada como delito [Párr. 25], el nivel creciente y persistente de pobreza [Párr. 26], las malas condiciones y la considerable escasez de vivienda y la carencia de viviendas sociales [Párr. 27], el desalojo forzoso de la población indígena de sus tierras ancestrales [Párr. 28], la ‘escasa cobertura, la baja calidad y los insuficientes recursos’ del sistema de salud pública y la falta del goce de las personas de su derecho a la salud [Párrs. 29-30], la alta tasa de analfabetismo y de deserción escolar [Párr. 31], la desaparición de los idiomas indígenas [Párr. 32]. Y deplora (es la única vez que usa ese verbo) el trabajo infantil [Párr. 22]. Son en total 23 párrafos y cuatro páginas para demostrar que el Estado del Ecuador es una verdadera miseria humana con símbolos oficiales.

 

Luego, el Comité se fatiga explicándole al Ecuador las cosas que tiene que hacer para mejorar ese colosal desastre administrativo que es la poza en que ese chancho institucional se goza, en una sección ‘E’ titulada ‘Sugerencias y recomendaciones’. Una sección que contiene 31 párrafos a lo largo de seis páginas, en las que ‘exhorta’, ‘recomienda’, ‘insta’, e incluso ‘pide encarecidamente’ al arisco Estado ecuatoriano que realice una serie de acciones que uno tiene la diáfana certeza de que a las autoridades del Estado le entraron por una oreja y le salieron por la otra.

 

La observación final que cito es el testimonio de que el pre-correísmo era un colosal desastre. Y tiene toda la pinta de ser un mal augurio para el post-correísmo del ‘ajuste estructural’, en el país de los campeones del subdesarrollo.

Las dos caras de Cynthia Viteri (o la consistente aporofobia)

22 de diciembre de 2021


Como una Dra. Jekyll y Srta. Hyde de estos trópicos agrestes, la Alcaldía de Cynthia Viteri tiene dos caras, dos tratos diferentes: uno violento y otro con guante de seda. Todo depende de la capacidad económica.

 

Si, por ejemplo, se es un vendedor informal (una definición ambulante de la pobreza), ni aun cuando se gana una acción constitucional de medidas cautelares, la Alcaldía de Cynthia Viteri respeta esta decisión de la justicia. No sólo la rechaza en un comunicado, sino que además la desafía groseramente con el envío de la fuerza represiva municipal para fumigar a los informales. Así, es un doble desprecio: a la justicia constitucional y a los pobres de la ciudad, a quienes se los fumiga como insectos. Y la justificación que ofrece es asombrosa: dice la Alcaldía de Cynthia Viteri que esto ocurre por razones de salud pública, para evitar los contagios de COVID.

 

Pero si, en cambio, se es del poderoso gremio de los transportistas, con capacidad de paralizar la ciudad, la Alcaldía de Cynthia Viteri acepta la situación, aunque la situación pactada perjudique la salud de los habitantes de Guayaquil. Ante la negativa rotunda de la Alcaldía de elevar el valor del pasaje, los dueños de los buses han decidido utilizar la mitad de las unidades para prestar el servicio de transporte público. A diferencia de los informales, a los transportistas nadie los fue a fumigar. En contraste, la Alcaldía ha sido complaciente: les permite a los dueños de los buses sin usar que los parqueen en las calles de la ciudad. Según un concejal de la Alcaldía (uno de esos que se escogieron en un casting) a ellos no se los toca para que no se caldeen los ánimos. Es decir, a los informales se los fumiga, pero a los transportistas se lo trata con pinzas y se les permite incluso el uso irregular de la vía pública.

 

N.B.: Lo curioso es que las razones de salud pública que se esgrimieron para fumigar a los pobres informales, no valen ni un cazzo en el caso de los transportistas. Con la negativa de la Alcaldía de Guayaquil de aceptar un alza del pasaje, lo único que queda es que la misma cantidad de gente que necesita transportarse lo haga, pero apiñada en la mitad de las unidades de transporte disponibles. Así, se obliga a las personas a aglomerarse, todos los días, en tiempos del nefasto COVID. Esta consecuencia de la negativa de aceptar el alza del pasaje es un grave atentado a la salud pública, pero en la agreste Guayaquil esto no motiva la preocupación de nadie.


Porque en eso la Alcaldía es consistente: los más afectados de viajar apiñados son, nuevamente, los más pobres. Es decir, o los fumigas, o los llevas como ganado exponiéndolos al virus más mortal de los últimos tiempos. Total, son los pobres de la ciudad, sus sempiternos extras.  

La descorazonada Quito

8 de diciembre de 2021

 

Soy un promotor del cambio de la capital del Ecuador. El jurista de renombre y curita ídem (además de Naipe Centralista), Juan Larrea Holguín, juzgó que la Ley que el año 1830 determinó a Quito como capital del Estado del Ecuador es probablemente la Ley ‘de mayor duración hasta hoy en el país(1). El claro y noble propósito de una ciudadanía ecuatoriana consciente debe ser la derogatoria de esta casi bicentenaria Ley.

 

El Estado ecuatoriano está exangüe, casi nadie sin sospecha confía en él. Es el ejemplo vivo de un Estado fallido, capturado por una élite de oligofrénicos. Y Quito es la capital que lo vuelve peor. Los otros días leí una frase de un escritor quiteño, Javier Vásconez: ‘Toda ciudad podía ser el vagón de un tren que te lleva a algún punto donde se concentra el delirio desconocido que no te ofreció la ciudad anterior, pero Quito no lleva a ninguna parte, siempre está en el mismo sitio para devorarte’. Solo añadiría que ese proceder tan inmovilista como kafkiano llega a sus más altas cumbres en los modos de la burocracia capitalina (todo en diminutivo, todo mal). El que ha tratado con ellos, lo sabe. Esta burocracia hace a Quito peor, manque tenga un lindo sol a veces.

 

Y esos modos de la burocracia no van a cambiar, porque son los mismos desde la colonia. Las formas cambian, pero la sustancia es la misma en la ciudad más gatoparda de la América ibérica. Hay que recordar que Quito, desde el siglo XVI, fue la capital de una audiencia, es decir, un gran juzgado de un territorio americano. Tenía la Audiencia de Quito un juez-presidente y unos jueces llamados oidores, que eran cuatro, además de una pequeña burocracia. Quito era un juzgado intermedio, pues se podía apelar su decisión a una Audiencia superior situada en la capital del Virreinato del que la Audiencia de Quito era parte (en veces Lima, en veces Drogotá –en tiempos coloniales llamada Santa Fé). En definitiva, era un juzgado de segunda, en un territorio lejano y empobrecido, con una vida muy parroquial y pía al menos en las formas (hay quienes dicen que era un puterío, v. ‘Tres descripciones de Quito y una explicación ausente’), pero a final de cuentas un sitio al que cualquier burócrata sensato preferiría no ir. Y los que llegaban, pues rebosaban en corrupción y que sea quien lo cuente el obispo ibarreño pero muy darling de Quito, Federico González Suárez, quien describió los modos burocráticos de la capital audiencial de manera severa y sacerdotal: ‘Por una especie de fatalidad hasta los hombres buenos y mejor intencionados, cuando venían a Quito investidos de autoridad, se dañaban’. Y por dañarse quiere decir que se daba fácil en la franciscana ciudad ‘cierta impunidad, muy perjudicial para la moral y las buenas costumbres’ así como también resaltaba este curita insigne e historiador ídem que ‘la adulación servil, la rastrera lisonja y el disimulo interesado no tardaban en hacer comprender a los Presidentes [de la Audiencia, N. del A.] que vivían en un país, donde, sin obstáculo alguno, podían dar rienda suelta a sus malas pasiones(2).

 

Se le suma Internet y tres pendejadas y estas palabras de González Suárez siguen funcionando muy bien para Quito-capital en lo que va del siglo XXI. Todos sabemos que el Estado del Ecuador no funciona, que es una trampa (de grasa) perversa y aporofóbica, y que, Quito, la carita de Dios y el corazón administrativo del Ecuador, en su calidad de músculo corazón ya está exangüe (si el Metro era su stent, pues no está funcionando) y ya no da para más (3). Si se lo quiere salvar al paciente Ecuador, se necesita un trasplante de corazón. Es un deber cívico crear una Brasilia ecuatorial, una ciudad inteligente y con perspectiva de futuro, revés de Quito.

 

Quito debe ser una linda futura ‘Ciudad Histórica del Ecuador’. Pero administrativamente, es hora de admitirlo, ya no tiene corazón.

 

(1) Larrea Holguín, Juan, ‘El espíritu jurídico de la República (1830-1895)’ (pp. 215-225), en: AA.VV. [Dir. Juan Salvat & Eduardo Crespo], ‘Historia del Ecuador’, Salvat Editores Ecuatoriana, Vol. 6, Barcelona, 1980, p. 220.

(2) De la Torre Reyes, Carlos (ed.) 1995, ‘Escritos de González Suárez’, Banco Central del Ecuador, Quito [Colección de Escritores Ecuatorianos, Vol. 4], pp. 214-215.

(3) Parece unánime en la intelligentsia quiteña la creencia de que Quito es una ciudad a la deriva. Uno de los pocos, o el único que había llegado a decir en público que Quito era una ‘ciudad cosmopolita y firmemente encaminada en el siglo XXI’ (humorada involuntaria que mereció una respuesta con Sofocleto) fue Roberto Aguilar, pero en una reciente columna en Expreso abjuró de su antigua fantasía y puso en evidencia que Quito es una ciudad de mojones en la marea y mijines mareados.

El loco, loco, loco año del Padre Tuárez [ft. Pdte. G. Lasso]

7 de noviembre de 2021

 

El año 2019 fue el año del auge y la caída del Padre Tuárez. La singularidad de un sacerdote en la política de un país que por definición constitucional es laico no le impidió a este señor vestido con espantaputas participar como candidato a integrar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, ni tampoco le impidió tomar posesión de su cargo una vez que con 961.681 votos el Padre Tuárez triunfó como el más votado de los candidatos. El Padre Tuárez fue elegido el 13 de junio de 2019 como Presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y este momento fue la cúspide de su loco, loco, loco año 2019. Era the man of the hour.

 

Padre Tuárez luciendo espantaputas.


The man of the hour went the fuck down. La jauría política lo devoró al Padre Tuárez. En un juicio político que se le inició a los pocos días de haber empezado el ejercicio de su cargo, lo acusaron, entre otras cosas, por su condición de sacerdote debido a unas afirmaciones hechas en una declaración juramentada de los tiempos de su candidatura. El Padre Tuárez duró 62 días como Presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, pues el 14 de agosto de 2019 una mayoría de 84 asambleístas decidió que él, y otras tres integrantes del Pleno del CPCCS (Rosá Chalá, Victoria Desintonio, Walter Gómez) cesen en sus funciones. At his finest, la Asamblea Nacional del Ecuador opera como un Castro en la historia del billete del trillón de dólares (Los Simpson, Temp. # 9).

 



Si la Asamblea Nacional se pone en plan Castro, un cargo, un día lo tienes, pero el día siguiente ya no, como con el dichoso billete de un trillón. It doesn’t matter you’re President, or whatever. Es cosa simple de contar los votos en el foro (y de un buen reparto, obvio). Pero, en todo caso, el loco, loco, loco año 2019 del Padre Tuárez no concluyó con su caída del cargo de Presidente del CPCCS. En octubre, el Padre Tuárez quiso liderar una protesta y los protestantes lo agredieron, sacándolo de ella sin ninguna consideración. Después, el Estado activó su músculo penal y en noviembre se obtuvo de un juez que dicte en su contra una de esas prisiones preventivas expeditas/punitivas que son la especialidad del sistema penal ecuatoriano y el pobre Padre Tuárez, entonces, fue a parar a Canadá. Así concluyó su loco, loco, loco año 2019: tras las rejas. Fue candidato, autoridad, celebrity, fiasco y presidiario. Vaya 2019 para el Padrecito.

 

El escenario actual del Presidente Lasso es, curiosamente, similar al que vivió el Padre Tuárez como Presidente del CPCCS en su loco, loco, loco año 2019. Que Lasso tenga su mismo final depende de la correlación de fuerzas en esa Carabina de Ambrosio recargada que es la Asamblea Nacional del Ecuador (quiero decir con esto: puede pasar en cualquier momento). Como el Padre Tuárez (aunque en menor medida), el Presidente Lasso es débil frente a la Asamblea Nacional, en la que tiene un grupo propio insuficiente, unas alianzas con la ID y Pachakutik tan endebles que apestan a oportunismo y unos enemigos jurados, que son el personal UNES y el senséi Nebot y su gente, que querrán ver sangre. Como al Padre Tuárez entonces, le puede ocurrir al Presidente Lasso que él no haya empezado a ejercer mucho su cargo y la Asamblea Nacional, en plan Castro, lo tumbe vía un juicio político por un hecho ocurrido en los tiempos de la inscripción de su candidatura y que es particularmente grave, como es el escándalo de los Pandora Papers.

 

Así, el futuro del Presidente Lasso parece ser el recorrer el mismo camino del Padrecito Tuárez, al menos en cuanto a la ruta en la Asamblea Nacional se refiere. El suyo parece que será un loco, loco, loco período como Presidente de la República del Ecuador. Loco, loco, loco, y también breve.

El país como chuchaqui (maldito)

5 de noviembre de 2021


Tras las guerras de independencia de la América hispana entre 1810 y 1826 se perdió el imperio continental de ultramar de un Estado cada vez más periférico en los negocios europeos (1). En reemplazo de la hegemonía española en la América continental surgieron en los años subsiguientes a la independencia catorce nuevos territorios, llamados con mayor pena que gloria Estados, todos católicos y parlantes de castellano como su puta madre: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, Argentina y Uruguay. A esta lista hay que sumar la insular República Dominicana tras una guerra contra España en 1865. Y después, a fines del siglo XIX, en 1898, se independizó del Reino de España la isla de Cuba, y a inicios del siglo XX, en 1903, se convirtió en un nuevo Estado al istmo de Panamá, tras desmembrarlo de la República de Colombia para beneficio geoestratégico y económico de los Estados Unidos de América, el nuevo hegemón de la zona (2).

 

Ecuador existe (o debo decir: malvive) desde 1830. De los diecisiete Estados mencionados es, probablemente en conjunto con Honduras y el Paraguay, lo peor en casi cualquier indicador: en corrupción, en inequidad, en la falta de respeto a las autoridades y a la institucionalidad que él o ella representan (3). En estos Estados, su institucionalidad es estorbosa, e incapaz de imponer su voluntad (salvo que se la use como herramienta de persecución, NCP style). Para el caso del Ecuador creo que la razón fundamental de esta institucionalidad deficiente en un grado sumo se debe a que el Estado del Ecuador se originó, pobrecito, como un sub-producto de la independencia de la América española entre 1810 y 1826. Es un baile de los que sobran, hecho país.

 

El Ecuador surgió como un desprendimiento de la República de Colombia, la que había surgido en 1819 con la aprobación de la Constitución de Cúcuta. Al nuevo Estado colombiano se anexionó la provincia española de Quito tras la batalla del Pichincha del año 1822, a la que se renombró como ‘Ecuador’. También se sumaron la provincia de ‘Cuenca del Perú’, renombrada como Azuay, y manu militari, la provincia de Guayaquil, que conservó su nombre (4). Estos tres territorios, por el nuevo orden administrativo colombiano fijado por una ley de junio de 1824, se convirtieron en Departamentos que, juntos, conformaron el Distrito del Sur de la República de Colombia. El nuevo Estado del Perú, en 1829, quiso recuperar las dos provincias del Sur de este Distrito, es decir, Guayaquil y Azuay, sobre las que el Virreinato del Perú había gobernado en los últimos años del dominio español, pero fueron resistidos por el ejército de Colombia, comandado por el venezolano Sucre, en la batalla de Tarqui. Colombia conservó así el Distrito del Sur, pero al año siguiente, en 1830, este Distrito se desmembró de ella. Y en ese territorio se reunió en 1830 una Asamblea Constituyente, se dictó una Constitución (la primera de un total de diecinueve hasta la fecha) y se adoptó el geográfico nombre de ‘Ecuador’ para el nuevo Estado (5).

 

Cuando emergió en 1830, el Estado del Ecuador quiso que se respete el territorio sobre el que, en tiempos de los españoles, ejerció su jurisdicción, pero que correspondían también al Distrito del Centro de los tiempos colombianos. Colombia, con su alias de ‘República de la Nueva Granada’, se enfrentó al Ecuador en una guerra (en Colombia la llaman ‘Guerra del Cauca’) en la que triunfó de una manera aplastante (6). El ‘Tratado de Pasto’ estableció en diciembre de 1832 que los límites entre los dos Estados, Ecuador y la Nueva Granada, quedaba en el Río Carchi, que era precisamente donde estaba la división entre los Distritos del Centro y del Sur en la Ley de 1824.  Y ahí quedaron ya para siempre. El Tratado de Pasto’ significó para el Ecuador la pérdida de los multiseculares vínculos que tuvo Quito al norte del Río Carchi, en especial, con la ciudad de Popayán.

 

Así, en su origen, el Estado del Ecuador quedó entre los Estados de Colombia y de Perú como una reunión accidental de tres exprovincias españolas que no fueron capturadas por las herencias de los virreinatos a cuya autoridad la Audiencia de Quito estuvo sometida, esto es, los virreinatos de la Nueva Granada, cuya capital fue Santa fe (reenombrada Bogotá por el cachondo Libertador) y del Perú, cuya capital era Lima (7). Desde 1830, estas tres exprovincias españolas formaron un muy disfuncional Estado, con una capital política curtida en burocracia y corrupción, e incapaz de ser un motor económico para el territorio en común (8).

 

Esto de reunión ‘accidental’ es por el término usado por Olmedo en la Asamblea Constituyente de 1830 para defender la representación igualitaria de las tres antiguas provincias españolas en el nuevo Congreso del Ecuador. Olmedo habló de…

 

‘… la diferencia que había entre provincias que están sujetas a una autoridad, y que unidas forman un cuerpo político, y entre otras secciones que por circunstancias improvisas quedan en una independencia accidental; que en el primer caso, era desde luego indispensable arreglar la Representación Nacional á la población, bajo una ley establecida; pero no así en el segundo, pues las secciones independientes podrían reunirse muy bien con la representación igual, ó bajo los pactos convencionales que se estipulasen para la unión(9).

 

En definitiva, al Estado del Ecuador la independencia le sentó mal. Le quitaron sus vínculos al norte del Río Carchi, imponiéndole los límites de un Distrito diseñado por otros y quedando con una capital disfuncional y un territorio ‘accidental’ sin una real integración, ni económica ni política. Fue un Estado muy pobre, conservador y explotador inmisericorde de lo que consideraba uno de sus ‘recursos’, la mano de obra indígena. En general, lo sigue siendo. Eso sí, para esa época, año 1832, el Ecuador todavía limitaba con el Brasil y podía sentirse un país ‘amazónico’. Eso se iría a la mierda después (10).

 

Si la independencia de la América española fue una fiesta libertaria, la aproblemada existencia de ese sub-producto territorial llamado ‘Estado del Ecuador’, nos confirma como el chuchaqui más maldito de la fiesta de la independencia. Uno que nos dura hasta ahora.

 

~*~

 

(1) En los estudios históricos sobre la independencia de América, se entiende que el año de 1810 ocurre el giro a la postura independentista entre los americanos. La historia del agosto-octubre quiteño de 1809 evidencia que antes de 1810 existía una resistencia contra el invasor francés, el temible Napoleón. Sobre esto, v. ‘Fans de Fernando VII’ y ‘Manuel Zambrano explica cosas (a los historiadores)’.

(2) Sobre la independencia de Panamá, v. ‘Panamá nació en la habitación 1162 del Waldorf Astoria’. En la independencia de Cuba también intervino la Yunái, con la ‘splendid little war’ de la que hablaba John Hay. De la ocupación de Cuba surgió el éxito del control de la fiebre amarilla, lo que años después repercutiría en la virtual extinción de este flagelo que por tantos años azotó al puerto de Guayaquil. Sobre esto, v. ‘Guayaquil y la fiebre amarilla (1740-1919)’.

(3) Peru, acaso Locombia (también Venezuela y Nicaragua), podrían sumarse a esta aciaga lista. En realidad, todos los países hispanoamericanos son malformaciones más o menos queribles.

(4) Sobre la ocupación manu militari de Guayaquil, v. ‘Y llegó Bolívar (brevísima relación del auto-gobierno de Guayaquil)’. La consecuencia de la llegada de Bolívar a Guayaquil fue el exilio a Lima de los tres integrantes de la Junta de Gobierno de Guayaquil, v. ‘El exilio de Olmedo’.

(5) Sobre esto, v. Disquisiciones sobre el nombre Ecuador

(6) Sobre esto, v. ‘El Ecuador en sus orígenes: ir por lana y salir trasquilado’ y ‘1832: una de cal, única de arena’.

(7) Sobre este afán nominativo de Bolívar, v. ‘El nombre que Bolívar dio a nuestro país’.

(8) Sobre esta triste pero estructural característica de Quito, v. ‘Marx y Quito’ y ‘Ecuador, administrado por un dipsómano’.

(9) Sobre esta postura de Olmedo, v. ‘Principio y fin del Estado del Sur’. Es interesante notar que, para Olmedo, como las exprovincias españolas eran unas potencias equivalentes, ellas podían estipular algo diferente a la representación proporcional en función de los habitantes del territorio, que era la solución que la favorecía a Quito dada su mayor población. Por supuesto, Guayaquil y Cuenca se unieron para ‘estipular’ una representación igualitaria, que les convenía a ellas. Esta fórmula subsistió hasta las reformas del Presidente Gabriel García Moreno treinta años y seis Constituciones después.

(10) En 1942, es decir, 110 años después del Tratado de Pasto, el Ecuador se vio compelido a firmar el Protocolo de Río de Janeiro, por el que su territorio quedó reducido a los aproximadamente 280.000 kilómetros cuadrados que tiene ahora. Las palabras del diplomático brasileño Oswaldo de Aranha dichas al diplomático ecuatoriano Tobar Donoso tras la firma del Protocolo, ‘aprendan a ser país’, siguen siendo un pendiente nacional. 

La breve República del Chúpalo

29 de octubre de 2021


El escenario es el bar ‘El tufo intergaláctico’. Un viajero en el tiempo entra y dice a viva voz lo siguiente:

 

Vengo del futuro, de la breve República del Chúpalo’.

 

El respetable hizo inmediato silencio. El viajero continuó:

 

Les cuento. Guayaquil es una ciudad en La Tierra. Como pocas en La Tierra, Guayaquil no hizo nada para evitar los efectos del cambio en el clima provocado por el resto de la Tierra. Pero es que es peor, porque durante demasiados años en Guayaquil hicieron lo contrario a lo que era necesario, así que cuando llegó una época de lluvias torrenciales y sin cuento ni fin, a Guayaquil la agarraron con la bata alzada, como quien dice. La ciudad se convirtió en inhabitable y ya era una ciudad muy desordenada e irrespetuosa de la autoridad, pero cuando ocurrió este desastre, al grito guerrero de ‘ya qué chucha’ los suburbios de Guayaquil decidieron tomarse los sectores de clase media, e incluso los sectores exclusivos en sus extramuros, allende el río. Los que se sentían demasiado aniñados o zapallentos para vacilar la calle, fugaron los que pudieron a Miami, o a Panamá en bote, en los que fueron conocidos como los neo-cubanos. Los que se quedaron buscaron refugio en los extramuros de Guayaquil, especialmente en Samborondón, capital Mocolí. Se destruyó el puente y durante un breve tiempo, la antigua Guayaquil se dividió en dos repúblicas: la República de Mocolítown y la República de Ñengotown, separadas por un puente roto. Pero ocurre que la gente en Ñengotown no se la jamaba de ninguna y tenía años que usaba muchas armas de alto calibre, bien y de manera efectiva, era además avezada y desahuevada de la mente, así que no tuvo problema en hacer con la efímera Mocolitown lo que antaño se hizo en el saco de Roma o el asalto de Constantinopla por la secta cristiana, que paradójicamente era la secta predilecta de los habitantes de Mocolítown. Consolidado el gobierno ñengoso en todo el terreno de la urbe se enviaron emisarios a los que se consideraron representantes populares de los otros territorios de la Costa, a los se los dotó de armas e instrucciones y se inició una nueva guerra civil entre la Costa y la Sierra. Guayaquil era parte de un país llamado República del Ecuador, que se originó en una guerra civil* y que terminó sus desventuras con esta guerra civil. Un país sin propósito útil, que murió de la misma manera en que se desarrolló y nació: en medio de la lucha incesante y la violencia cruel. Ahora, los años en un centro de entrenamiento delincuencial llamado Penitenciaría del Guayas rindieron frutos y consolidaron la independencia de un territorio incluso mayor al que tenía la provincia de Guayaquil en los tiempos en que fue una colonia europea (de Europa, el continente más perverso de la Tierra). Así, la independencia de la Sierra, viejo anhelo de los de Mocolítown, fue obra de los ñengosos. En la plenitud del auto-gobierno, el alto mando de Ñengotown, primus inter pares en la Costa ñengosa, tuvo que decidir sobre cómo refundar los símbolos de la naciente Patria e impuso al ñengoso más chistoso, Jorgito El Guayaco, como su símbolo. Conservaron el escudo del Ecuador, pero sacaron al pajarraco y pusieron a Jorgito El Guayaco encima del escudo. Erecto, con una palabra escrita como en spray, ‘Chúpalo’, saliendo de su sonrisa torcida. En la bandera, conservaron los colores de Guayaquil y todas las estrellas, salvo una, la del centro, convenientemente reemplazada por Jorgito El Guayaco nuevamente con la palabra ‘Chúpalo’. Luego se fueron a la mierda (no culpes a la hache): Llamaron al territorio República del Chúpalo y su himno fue la canción ‘Chúpalo’ de Jorgito El Guayaco. Este es el video:


 



La gente en el bar miró asombrada a la proyección holográfica del video, más bien embobada primariamente por el hamaqueo de los tujes y la singularidad del personaje. El viajero interrumpió la proyección del video para concluir su relato:

 

Como dato de color, los habitantes de la República del Chúpalo se preciaban de pronunciar su nombre con el tono gutural del buen Jorgito. Pero la República del Chúpalo no duró mucho. La violencia, la auto-destrucción y la hache la consumieron. Fue una mezcla efímera y explosiva de Honduras y Haití, una Camboya de los jemeres rojos con sazón sudamericana, un verguerío de aquellos. Entonces, la China, que en la Tierra era el hegemón, dijo también ‘ya qué chucha, chop suey’, y cual ñengosa imperial arrasó con Ñengotown, exGuayaquil. Hizo como los holandeses hicieron, hoy tan reputados en La Tierra como civilizados y huevadas, con una islita de asiáticos cuando anduvieron en busca de las especias: Hijueputamente, los arrasaron a todos, no dejaron a uno vivo, fue un tsunami de sangre. Eso mismo hicieron los chinitos con Ñengotown. Sobre la ciudad arrasada, montaron un hub de comercio, prosperidad, eficacia y todas las formas de la felicidad valorables en dinero, que convirtieron a Guayaquil en la Singapur de Sudamérica. La nueva casta de chinitos decidió conservar el viejo nombre: llamaron a este hub de prosperidad y felicidad hardcore, Guayaquil’.

 

Uno de los habitúes del bar ‘El tufo intergaláctico’ le espetó, entonces: ‘¿Y cuál es la moraleja de tu historia, forastero intertemporal?

 

Que la élite de Mocolitown siempre soñó hacer de Guayaquil una Singapur y cuando finalmente lo fue, lo fue porque la Guayaquil de unos fulanos llamados socialcristianos (salvo los muy oscuros de piel, todos habían encontrado refugio en Mocolítown) fue convenientemente arrasada, primero por ñengosos al grito de ‘ya qué chucha’, y después por los chinos al grito de ‘ya qué chucha, chop suey’. Pobre gente: su extinción total fue el paso necesario para concretar su sueño’.

 

La gente en el bar se cagJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. El viajero intertemporal, de buen humor, invitó una ronda de tragos**

 

~*~

 

* Sobre el nacimiento de la República del Ecuador, en 1835 y como consecuencia de una guerra civil, v. ‘La República nació en un barco (1834-1835)’.

** A personal hero.

Constituciones y Presidencias concluidas

27 de octubre de 2021


En principio, se debe distinguir entre el Estado del Ecuador y la República del Ecuador. El Estado ecuatoriano surgió en 1830 por la secesión del Distrito del Sur de la República de Colombia (v. ‘Principio y fin del Estado del Sur’), mientras que la República del Ecuador surgió en 1835 como fruto de una guerra civil (v. ‘La República que nació en un barco’). El Estado del Ecuador, en 1830, quería ser un Estado independiente confederado con otros Estados para conformar la República de Colombia (pero nadie le dio ni cinco de bola a su quimera), mientras que, en 1835 y ya desahuevado de la mente, el Ecuador fue una República independiente, en pie de igualdad con la República de la Nueva Granada (alias con el que operaba la patria de Pablo Escobar por aquel entonces). Si las contamos como Estado, el Ecuador ha tenido un total de 19 Constituciones en vigor. Si las contamos como República, el Ecuador ha tenido de 18 Constituciones.


Constituciones [sea como Estado o República]

Períodos de gobierno y Presidencias Constitucionales

Total de períodos de gobierno

1830

1830-1834 [Juan José Flores]*

1

1835

1835-1839 [Vicente Rocafuerte] y 1839-1843 [Juan José Flores]

2

1843

XXX

0

1845

1845-1849 [Vicente Ramón Roca]

1

1851

XXX

0

1852

1852-1856 [José María Urbina]

1

1861

1861-1865 [Gabriel García Moreno]

1

1869

1869-1875 [Gabriel García Moreno y Francisco Javier León]**

1

1878

1878-1882 [Ignacio de Veintemilla]

1

1884

1884-1888 [José María Caamaño] y 1888-1892 [Antonio Flores Jijón]

2

1897

1897-1901 [Eloy Alfaro] y 1901-1905 [Leónidas Plaza]

2

1906

1906-1911 [Eloy Alfaro], 1912-1916 [Leónidas Plaza], 1916-1920 [Alfredo Baquerizo Moreno] y 1920-1924 [José Luis Tamayo]

4

1929

XXX

0

1938***

XXX

0

1945

XXX

0

1946

1948-1952 [Galo Plaza], 1952-1956 [José María Velasco] y 1956-1960 [Camilo Ponce]

3

1967

XXX

0

1979

1979-1984 [Jaime Roldós y Oswaldo Hurtado], 1984-1988 [León Febres-Cordero], 1988-1992 [Rodrigo Borja] y 1992-1996 [Sixto Durán-Ballén]

4

1998

XXX

0

2008

2009-2013 [Rafael Correa], 2013-2017 [Rafael Correa], 2017-2021 [Lenin Moreno]

3

* Durante este período de Flores rigió una Constitución provisional a un aborto de Estado, sin República y sin futuro. Es la Constitución de nuestra ‘Patria Boba’.

** Francisco Javier León sucedió a García Moreno tras su magnicidio el 6 de agosto de 1875, completó su período de gobierno (faltaban apenas 4 días) y llamó a unas nuevas elecciones (pues García Moreno iba a sucederse a sí mismo, siendo como fue el primer Presidente ecuatoriano reelegido de manera consecutiva, aunque no pudo ejercer su cargo por causa de muerte) y le entregó el gobierno al sucesor.

*** Este Constitución se la coloca únicamente para fines ilustrativos, pues jamás entró en vigor.

 

El saldo es que seis Constituciones de la República no alcanzaron a regir ni un período de gobierno (se excluye de esta cuenta, con justicia, a la Constitución de 1938, que jamás entró en vigor). Otras seis Constituciones más alcanzaron a regir sobre un único período de gobierno*. Tres alcanzaron a regir sobre dos períodos de gobierno (1835, 1884, 1897). Dos Constituciones, incluyendo la actual, han regido sobre tres períodos de gobierno (1946, 2008). Y dos Constituciones más ostentan son las que ostentan el récord de haber regido sobre cuatro períodos de gobierno: las de 1906 y de 1979, aunque esta última es la única en toda la historia del Estado ecuatoriano que lo ha conseguido de manera consecutiva**.

 

En pocas palabras, desde los tiempos en que entró en vigencia la primera Constitución de la República del Ecuador en 1835 hasta la fecha, han existido un total de 18 Constituciones y un total de 25 Presidencias Constitucionales que concluyeron su período de gobierno. Es una cifra paupérrima, lamentable.

 

~*~

 

* No se cuenta la Constitución de 1830, porque debemos entender que el tiempo como un Estado sin República es nuestro tiempo de ‘Patria Boba’.

** Curiosa paradoja: depende de Lasso que la Constitución de Correa (2008) empate el récord de cuatro Presidencias consecutivas bajo una misma Constitución.