Los retratos de 1845

15 de noviembre de 2024

            Publicado en diario Expreso el viernes 15 de noviembre de 2024.

Fueron unos veintitrés años, desde la anexión a la República de Colombia de los territorios que fueron de la española Audiencia de Quito (ocurrida entre mayo y julio de 1822) hasta la expulsión del general venezolano Juan José Flores del territorio ecuatoriano en junio de 1845, que unos forasteros gobernaron los territorios de la Audiencia de Quito/Estado del Ecuador.

Este gobierno de los extranjeros concluyó cuando emergió la revolución “marcista”, que se originó el 6 de marzo de 1845 en Guayaquil con el levantamiento del general guayaquileño Antonio Elizalde. En seguida se conformó un Gobierno Provisorio con representantes de los departamentos que componían al Ecuador desde 1830 (José Joaquín Olmedo por Quito; Vicente Ramón Roca por Guayas, Diego Noboa por Azuay). 

Este Gobierno Provisorio decretó que se debía reunir una Convención en Cuenca el 1 de octubre de 1845. Se reunió el 3 de octubre. En la sesión del 7 se sometió a debate un decreto de homenaje a los integrantes del Gobierno Provisorio por haber “llenado cumplidamente su misión, dirigiendo los negocios públicos con tino y sabiduría, hasta restablecer la libertad y nacionalidad del Ecuador”, según se reconocía en los considerandos del decreto propuesto.  

El decreto se debía aprobar en tres debates. En el primero, el diputado Manuel Bustamante propuso: “el sagrado deber de la gratitud por los señalados servicios que han prestado a la patria los tres enunciados SS. demandan la perpetuidad de su memoria, haciendo que de los fondos públicos se costeen tres retratos, y que en las casas de Gobierno de los tres antiguos departamentos se coloque el del individuo que le ha representado en la actual época”.

Sin dudar de la valía de los guayaquileños Olmedo, Roca y Noboa, en la Convención se argumentó la inestabilidad política del Ecuador como razón para negar sus retratos. En el tercer y último debate, sesión del 13 de octubre, el diputado Ramírez y Fita advirtió que no debía “esponerse nombres tan respetados a sufrir ultrajes provenientes de las transformaciones políticas y de la inconstancia popular, que mil ejemplos teníamos entre nosotros del afrentoso tratamiento que se había dado a retratos de hombres en otro tiempo venerados”. El diputado Moncayo acotó que un ejemplo de estos ultrajes eran los retratos de Bolívar, que “fueron escarnecidos en varios pueblos, fueron arrastrados y despedazados”. 

Moncayo añadió otra razón para negar los retratos a Olmedo, Roca y Noboa. Según él, la Convención debía ser “circunspecta en la concesión de honores” y no debía seguirse el ejemplo de otras naciones que homenajeaban a sus grandes hombres, “porque los ecuatorianos estaban todavía en la infancia, que la libertad y las virtudes Republicanas no tenían en ellos raíces profundas, y que había mucho que temer de la elevación de cualquier hombre”.

Tras esta retórica despreciativa de lo popular, se clausuró el debate y se puso la moción de los retratos a votación de los diputados. Por la negativa estuvieron veintiséis votos; ocho a favor. 

Finalmente, el decreto quedó en pura palabrería: unos elogios en los considerandos y un artículo único declarando que Olmedo, Roca y Noboa “han merecido bien de la patria”. 

El 8 de noviembre

8 de noviembre de 2024

            Publicado en diario Expreso el viernes 8 de noviembre de 2024.

El 26 de octubre de 1821 la Junta de Gobierno de Guayaquil, compuesta por José Joaquín Olmedo, Rafael Ximena y Francisco María Roca, emitió un decreto por el que ordenó que, en la provincia de Guayaquil, se celebren todos los 8 de noviembre. En el decreto de la Junta de Gobierno se explicitaba una clara razón.

“Después de proclamada nuestra independencia no podíamos llamarnos libres”, indicaba este decreto de 1821, hasta que “pudo reunirse la representación de la Provincia, que es el más precioso de los derechos sociales, y el privilegio más noble de los pueblos libres. Este memorable día fue el 8 de Noviembre de 1820”.

Así, para la Junta de Gobierno presidida por Olmedo, el 8 de noviembre era el día de la libertad porque fue en ese día de 1820 que se reunieron en un Colegio Electoral, en la ciudad de Guayaquil, cincuenta y siete representantes de veintisiete pueblos de la provincia de Guayaquil, que era un territorio de alrededor de 50.000 kilómetros cuadrados y 70.000 habitantes.  

En el decreto de 1821 se recuerda que aquel 8 de noviembre que se reunió la representación de la provincia en el Colegio Electoral, “por primera vez pronunció libremente su voluntad el pueblo de Guayaquil, y puso los cimientos de su voluntad política”.

Los cimientos de la voluntad política puestos por este órgano representativo, reunido entre el miércoles 8 y el sábado 11 de noviembre de 1820, fueron el nombramiento de Olmedo, Ximena y Roca para integrar la Junta de Gobierno y la aprobación del Reglamento Provisorio de Gobierno para la administración de la Provincia Libre de Guayaquil. 

El Reglamento Provisorio de Gobierno estableció en su artículo primero que la provincia “es libre e independiente” y que “su gobierno es electivo”. Es decir, rompió con el gobierno monárquico que había imperado por siglos para instaurar un gobierno republicano, pues la soberanía empezó a residir en el pueblo (de allí el carácter electivo de sus gobernantes) y se estableció una división de los poderes del Estado.   

Esta división de los poderes tomó la siguiente forma: el poder ejecutivo debía conformarse por “tres individuos elegidos por los Electores de los Pueblos” con atribuciones para resolver “en todo lo gubernativo y económico de la administración pública” (Arts. 4 y 5). Estos tres individuos fueron Olmedo, Ximena y Roca. 

Se estableció una “representación provincial”, como lo fue el Colegio Electoral que dictó el Reglamento Provisorio, que “se convocará por el Gobierno cada dos años en el mes de octubre, o antes si la necesidad lo exigiese” (Art. 19). Y también un poder judicial, para administrar “justicia en lo civil y criminal”, compuesto por jueces de primera y de segunda instancia (Arts. 11 al 13). 

Asimismo, se creó una milicia para liberar los otros territorios de la Audiencia de Quito (Arts. 8 al 10).

El decreto de 1821 ordenaba que todo 8 de noviembre sea “celebrado en la Capital y en todos los pueblos de la provincia” con “una misa de acción de gracias al Ser Supremo”, con “salva general, repique, e iluminación”, y con esta inscripción en la Sala Capitular, escrita en grandes caracteres: “Guayaquil independiente en 9 de octubre : Guayaquil libre el 8 de noviembre de 1820”. 

El Sur de Colombia

1 de noviembre de 2024

            Publicado en diario Expreso el viernes 1 de noviembre de 2024.

“Conciudadanos: Mostraos dignos de representar al Sur. Dadnos un gobierno querido de los pueblos y una constitución liberal”. Así concluyó el general venezolano Juan José Flores su intervención dirigida a dieciséis varones reunidos el 14 de agosto de 1830 para la instalación de un Congreso Constituyente cuyo propósito era fundar un Estado. El título del acta que se levantó en aquella ocasión explica bien el porqué del mencionado punto cardinal: “Acta de Instalación del Congreso Constituyente del Sur de Colombia”. 

A inicios de 1830, el general Juan José Flores tenía el cargo de “Prefecto General del Distrito del Sur de la República de Colombia”. Este distrito estaba compuesto por tres departamentos: Ecuador, cuya capital era Quito; Azuay, cuya capital era Cuenca; y Guayaquil, cuya capital ostentaba el mismo nombre. 

A partir de la pacífica secesión del Distrito del Sur el 13 de mayo de 1830, Flores adoptó un nuevo cargo: “Jefe de la Administración del Estado del Sur de Colombia”. Este territorio que se segregó de la República de Colombia se convirtió en un territorio independiente, pero siguió siendo un territorio “del Sur”. Y aunque se había segregado de ella, Colombia seguía presente en el nombre del nuevo Estado.  

El tránsito del “Estado del Sur” a un nuevo Estado que se iba a llamar “del Ecuador” fue la obra de unos extranjeros provenientes del Distrito del Norte de la República de Colombia: el general Flores, en asocio con otro venezolano, Esteban Febres-Cordero, marcaron la hoja de ruta para su creación. En su primer decreto como Jefe de la Administración, Flores lo designó Secretario General del Estado del Sur de Colombia a Febres-Cordero, y ambos convocaron el 31 de mayo a un Congreso Constituyente y dictaron la normativa que iba a regular la elección de los representantes a dicho congreso, que se debió reunir el 10 de agosto de 1830 en una ciudad más o menos equidistante a las capitales de los departamentos. 

Esa ciudad equidistante fue Riobamba. Y se le pagaba a cada uno de los representantes según la distancia en leguas que debían recorrer para llegar a ella, a razón de un peso por cada legua. 

Ni por la paga, los representantes del Sur llegaron a tiempo a la cita. Finalmente se reunieron dieciséis de los veintiún representantes elegidos (siete por cada departamento) el sábado 14 de agosto de 1830. Ese día sábado, el Jefe de la Administración empezó su discurso a los representantes con las siguientes palabras: “Me congratulo con el Sur y con vosotros por la instalación del Congreso, fuente de la voluntad general y árbitro de los destinos del Estado”.

La voluntad general quiso que el 11 de septiembre de 1830 se apruebe la Constitución del nuevo Estado. No fue más “del Sur” pero conservó en su nombre a Colombia, pues pasó a llamarse “Estado del Ecuador en la República de Colombia”. Según el artículo 2 de su Constitución, su plan era unirse y confederarse con los otros dos distritos del Centro y del Norte (que hoy son Colombia y Venezuela) para la conformación de “una sola Nación con el nombre de República de Colombia”.

El término “Colombia” desapareció de su nombre tras adoptarse la siguiente Constitución del Estado, el 13 de agosto de 1835.