Periodismo malo

28 de febrero de 2025

Unos meses atrás, un académico ecuatoriano afincado en el extranjero publicó una investigación. La investigación no es lo relevante; lo relevante es lo que se puede predicar del periodismo ecuatoriano a partir de ella.

Este académico indicó que durante años existió una “Pax Narca”, es decir, un acuerdo entre autoridades del Estado y delincuentes de los GDO, por el que se ocultó la muerte de miles de personas, que pasaron a formar parte de un subregistro estatal. El total de personas muertas de forma violenta pero no registrada ascendió a más de 7.000, a razón de dos por día más o menos, durante el período evaluado (entre enero de 2007 y mayo de 2017). El académico llegó a estas conclusiones sentado frente a un monitor.

Si su relato es cierto, el periodismo de este país es malo. Porque quiere decir que durante diez años murieron de forma violenta dos personas al día por hechos vinculados a los GDO que el Estado buscó ocultar, pero que nunca, NADIE NUNCA en el periodismo ecuatoriano, se enteró de estos hechos y pudo reportarlos y denunciarlos, y todas esas cosas que se esperan del periodismo. Es decir, si este relato es cierto, aquí los periodistas son una caterva, porque habría supuestamente en esto casi el doble de víctimas que hubo en la dictadura de Pinochet, pero ni una sola línea en el periodismo del 2007 al 2017 que lo documente. No hubo ni una sospecha, ni un familiar de una víctima que manifieste su dolor, ni una evidencia de la macabra orquestación. Nada de nada. 

Creo (espero) que el relato sea falso. Es que, en verdad, no pueden ser tan inútiles: más de 7.000 mil muertos con complicidad estatal y todo el periodismo son unos cojudos que NS/NC. Por diez años.

El problema es que, si el relato del académico es falso, el periodismo del Ecuador es igualmente malo. Porque quiere decir que alguien viene a decir que murieron más de 7.000 personas en diez años, que hubo un pacto criminal entre el Estado y los GDO, que se hizo un subregistro de víctimas de muertes violentas, y se le da cabida en los grandes medios de comunicación del Ecuador casi sin cuestionamiento alguno a sus afirmaciones: sin elaborar sospechas, sin presentar un familiar de una víctima que manifieste su dolor, sin una evidencia de esta macabra orquestación. Según ellos, habría que creerle a una persona que llegó a estas conclusiones sentado frente a un monitor. 

OJO: El académico podría decir (mentir) lo que quiera, pero es el deber de un periodismo responsable la verificación de sus afirmaciones, la búsqueda de la evidencia que corrobore o desmienta la versión que se le presenta. Todo ese ejercicio estuvo ausente. Una persona frente a un monitor les hizo el trabajo y ellos no lo cuestionaron jamás. Lo dieron por bueno, porque era conveniente a su relato político. 

En términos de periodismo, son una caterva (pero como operadores políticos sí son útiles). No se les cayó un cuestionamiento sobre los muertos que se encontraron entre las tablas de Excel. Ni sospecha, ni víctima, ni evidencia alguna de orquestación. Nada de nada.

El periodismo en este país es malo, lleno de Carlos Ochoas de la derecha tiro Carlos Vera. Aquí, de manera habitual la misión del periodismo se hace añicos por la creación y sostenimiento del relato político. Porque es a los políticos a quienes sirven, no a la gente.

Un inglés en pelota

            Publicado en diario Expreso el viernes 28 de febrero de 2025.

El primer grupo opositor de la historia política del Ecuador se conformó durante la primera presidencia del venezolano Juan José Flores (1830-1834). Este grupo se llamó El Quiteño Libre y publicó el semanario del mismo nombre desde el 12 de mayo de 1833. 

Lo integraron varios terratenientes serranos, profesionales como el doctor Manuel Ontaneda (en cuya botica podía suscribirse al semanario por un año pagando seis pesos, por un semestre pagando tres pesos y por un trimestre pagando doce reales) y una personalidad tan singular como la del inglés Francis Hall, autor de libros de viaje, discípulo de Jeremy Bentham, visitante de Thomas Jefferson en Monticello, veterano de las guerras de la independencia con Simón Bolívar (1818-1822) para luego convertirse en un opositor a la dictadura bolivariana y, una vez establecido en Quito, en un botánico aficionado de sus alrededores (publicó el libro titulado Ecuador, Plants & Excursions near Quito) y residente en el “barrio bravo” de San Roque.  

Simón Bolívar le había advertido a su coterráneo Juan José Flores, en carta fechada 9 de noviembre de 1830, acerca de la llegada de Vicente Rocafuerte al nuevo Estado que Flores empezó a gobernar desde septiembre de ese año. Le advirtió, en concreto: “este hombre lleva las ideas más siniestras contra V. y contra todos mis amigos. Es capaz de todo y tiene los medios para ello”. Bolívar le avisó a Flores que le iban a disputar el poder.    

En 1833 Vicente Rocafuerte arribó al Ecuador. Nomás llegar, los integrantes de El Quiteño Libre le mostraron su simpatía y promovieron su candidatura al Congreso de 1833, resultando en su elección como diputado por Pichincha. Y Bolívar tuvo razón: Rocafuerte tampoco demoró en involucrarse en una revolución contra el gobierno de Juan José Flores que se originó en Guayaquil, en octubre de 1833. Flores en persona debió salir de Quito a Guayaquil para sofocar la revolución, dejando encargado el poder ejecutivo conforme a la Constitución. Y es fama que también dejó armado un plan, que concluyó con la muerte y la humillación del inglés Francis Hall.

El 19 de octubre de 1833 varios integrantes de El Quiteño Libre pretendieron hacer una revolución en Quito, asaltando un cuartel, pero terminaron por ser víctimas de la emboscada que se había planeado en su contra. Tomados por sorpresa, el ataque de las fuerzas gobiernistas produjo varias bajas en los revolucionarios y la inmediata dispersión de sus fuerzas (sin embargo, ni Matheu, ni los Ascázubi, ni Zaldumbide, ni Sáenz, ni Valdivieso murieron: se salvaron todos los terratenientes). En esta refriega cayó el héroe de Pichincha, el ilustrado Francis Hall.

Las autoridades del gobierno de Flores ordenaron la humillación pública de sus despojos mortales: a este ilustrado que quiso bien al Ecuador se lo colgó desnudo de un poste, para que la población de la ciudad reflexione sobre los peligros de intentar hacer una revolución. Así clareó en la Quito triste del 20 de octubre de 1833.

Refino, entonces, el título de esta columna: un inglés en pelota, colgado de un poste de la plaza San Francisco, por orden de la autoridad y como forma de control popular.

Viñeta de un país (naciente, persistentemente) bárbaro.

Tocó la flauta (o fenómeno Gremlin)

25 de febrero de 2025

En la fábula de Tomás Iriarte el borrico tocó la flauta por casualidad, pero ello no hizo al borrico (ésta es la moraleja de la fábula) un buen flautista. Para Daniel Noboa, ganar la presidencia fue tocar la flauta por casualidad. 

En la campaña presidencial del año 2023 hubo un episodio clave: el debate, que catapultó a Noboa a la presidencia.

Antes y durante el debate del 2023 ocurrieron cosas, incluido el asesinato de un candidato unos pocos días antes de su celebración, pero lo que realmente cambió el curso de la candidatura de Noboa ocurrió en el posdebate, cuando el Gran Árbitro de la Política Ecuatoriana (aquel a quien en el Ecuador aman y aman odiar a partes iguales), Rafael Correa, elogió a Noboa y dijo que se había destacado en el debate, que él lo había hecho “muy bien”. 

Su movida estratégica era bajar a otro candidato, Topic. Mala movida. Ocurrió el Fenómeno Gremlin

Porque con aquel “elogio estratégico”, Correa echó agua a una apacible mascota y de allí surgió Stripe, el sociópata de Gremlins (1984).  

El demiurgo Correa lo creó a Noboa, porque en la política ecuatoriana “lo hizo persona, le dio presencial social” (como dijo Abdalá que había hecho con Álvaro, su papá). Desde ahí, Noboa/Stripe se disparó. Y está arriba, y está dispuesto a cualquier cosa para sostenerse.

El telón de fondo del fenómeno Gremlin en la historia del Ecuador es que su llegada al Palacio de Carondelet no fue el fruto de un gran movimiento social. Simplemente, él lo intentó y le sonó la flauta por causalidad. 

Es por esta razón que no hay seguidores del presidente Noboa. Hay empleados, oportunistas, turiferarios, entusiastas del autoritarismo (ese saltarse las leyes y abusar de sus facultades que Noboa encarna muy bien) y, por supuesto, los convencidos del anti-correísmo, que son su base dura. Pero no hay seguidores. Y eso es porque no hay doctrina, tampoco. Y resulta realmente imposible seguir (entusiasmarse por, convencerse de que esa persona es LA alternativa) a alguien como Noboa, que no sólo tiene unas grandes dificultades para comunicar ideas, sino que ni siquiera tendría mayor cosa que decirle a su electorado, salvo frases propias del márquetin político. 

Por eso lo representa un cartón. En política, aunque estático, comunica mejor. 

Correa y el futuro

22 de febrero de 2025

Para salvar el proyecto de Correa hay que salvar el proyecto de Correa. 

Es decir, el proyecto que ayer encarnó Correa como presidente por diez años, para sostenerse en el tiempo, ahora requiere que Correa no intervenga. O que intervenga de una cierta manera.

Por intervenir, quiero decir: tuitear.

Y ello es así, por las siguientes tres razones:

La primera, porque las intervenciones de Correa son contraproducentes, pues alimentan el anticorreísmo. La segunda, porque las intervenciones de Correa distraen el foco de atención que debe estar sobre quien debería brillar en esta elección (porque lo que se quiere es la victoria en la segunda vuelta), la candidata Luisa González. La tercera, porque este cambio de conducta de Correa significa reconocer el paso del tiempo: las nuevas generaciones no conocen al Correa que gobernó, sino al Correa tuitero. Y a este último, lo perciben tóxico.

El problema de fondo es que Correa es un indomable que vive, como diría Les Luthiers, “atrapado por su pasado” (suéltalo pasado). Y la elección del 13 de abril es sobre el futuro. Así que está yendo a contramano y debería enderezar el rumbo.

Son dos opciones: la radical, que consiste en que Correa deje de tuitear (opción irreal), o la moderada, que consiste en que Correa tuitee con propósito (opción más o menos realista). Es decir, que al menos hasta el 14 de abril, antes de tuitear, Correa responda a las preguntas: ¿es esto acerca del pasado o de mi ego? ¿o esto que voy a tuitear sirve a la campaña de Luisa? Si la respuesta a la primera pregunta es Sí, no tuitea. Y si la respuesta es No, pero la respuesta a la segunda pregunta no es Sí, tampoco tuitea.

Mi sugerencia: la opción moderada, con mucha discusión de políticas públicas a implementar en un nuevo gobierno, con análisis de los programas de la candidata de su tienda política. Hablar del futuro, sin hablar (casi nada, lo mínimo indispensable) del pasado. Y nunca en tono de “se los dije”, porque eso aburre.

Ojalá el expresidente tenga la grandeza de aceptar una sugerencia de buena fe. Como decían las abuelas, “es por su propio bien”. Y el del Ecuador, también. 

Carrión renuncia

21 de febrero de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 21 de febrero de 2025.

El primer Presidente Constitucional elegido por la voluntad popular fue el lojano (natural de Cariamanga, nacido en 1804) Jerónimo Carrión Palacio. En su vida pública, él había sido diputado a las convenciones nacionales de 1845 y 1852, gobernador del Azuay durante la presidencia del guayaquileño Vicente Ramón Roca Rodríguez y vicepresidente durante la presidencia del guayaquileño Francisco Robles García (1856-1859) para luego convertirse en su detractor por integrar el triunvirato de gobierno que surgió en Quito (conformado, además, por el guayaquileño Gabriel García Moreno y el riobambeño Pacífico Chiriboga Borja) en los tiempos de la guerra civil de 1859-1860.

De aquella guerra civil emergió una figura que dominó la época hasta su muerte en 1875: Gabriel García Moreno. Una convención nacional, convocada por García Moreno en calidad de jefe supremo, se reunió en Quito entre el 10 de enero y el 3 de abril de 1861. Esta convención dictó una Constitución que reemplazó a la promulgada en 1852 en los tiempos del general Urbina y eligió Presidente Constitucional de la República a García Moreno para que gobierne hasta el 30 de agosto de 1865. 

Bajo el imperio de la Constitución de 1861, unos días antes de concluir el período presidencial de García Moreno, el 15 de mayo de 1865, se celebró la primera elección presidencial directa en la historia de la República del Ecuador, a fin de elegir a su reemplazo (la Constitución impedía la reelección). El reemplazante fue el candidato auspiciado por el gobierno nacional (dando inicio a una larga tradición), elegido de una forma arrasadora (más del 70% de la votación, aunque el universo de votantes era de alrededor del 3% de los ecuatorianos). Ese hombre fue Jerónimo Carrión. 

Carrión empezó su período de gobierno el 7 de septiembre de 1865 pero no lo concluyó. García Moreno lo había elevado a la presidencia y García Moreno intervino para sacarlo a Carrión de ella. 

García Moreno era persona dominante y autoritaria, mientras que Carrión era su opuesto, de carácter débil y timorato. Para García Moreno, el que Carrión haya pretendido un gobierno del Ecuador respetuoso de la Constitución y las leyes, de las instituciones y las garantías de las personas, que haya permitido la libertad de prensa, eran errores que debían ser corregidos.

Hacia finales de 1867, Gabriel García Moreno se trasladó de Guayaquil a Quito para maniobrar y proponerle a Jerónimo Carrión que renuncie a la presidencia, por la falta de apoyo que tenía y como único remedio para salvar a la República. De acuerdo con Benjamín Carrión, en su biografía de García Moreno “El Santo del Patíbulo”, publicada en 1959, un militar de apellido Sáenz le dejó al presidente Carrión un recado: “manda a decir el señor García Moreno que desocupe la presidencia de la Republica, porque él la necesita para otra persona”.  

Le hizo caso. Quien fuera el primer Presidente Constitucional de la República elegido por la voluntad popular, fue también el primero en desentenderse de tan alto cargo. Carrión envió su renuncia al Congreso el 6 de noviembre de 1867 y se retiró de la vida política para siempre.

Carrión murió en Quito, en tiempos todavía garcianos, el 5 de mayo de 1873.  

"Ayora" y poco más

19 de febrero de 2025

En una entrevista por canal 10 la mañana del miércoles 18 de febrero, el periodista Mauricio Ayora se mostró ansioso de satisfacer los apetitos mediáticos del presidente Daniel Noboa. Se entregó a sus deseos de lucirse, sin oposición ni disimulo. En su estilo chabacano, le hizo unas preguntas fáciles, engolosinadas, que siempre buscaron que el presidente Noboa corra, pues todo era pampa. Lo acompañó en su discurso, incluso lo elogió cuando sintió que tenía la oportunidad. Se animó, al cierre, a decir que había que votar bien, implicando de manera obvia que el voto debería ser para Noboa.  

Pero lucirse no es tarea para el presidente Noboa. La prestancia y desenvoltura de su madre ante las cámaras no es lo suyo. Es papá (figura pública con cinco candidaturas presidenciales y ninguna victoria a cuestas) purito.

Pero él sí se deja aconsejar y trata (se puede cifrar su esfuerzo en sus gestos) de hacerlo lo mejor que puede. Pero es tan hábil con las palabras, como Lenin Moreno con un ciclonauta. Este ejemplo de cuando trató de vender el voto “con esperanza” no tiene desperdicio:

“darles las soluciones (a la gente, N. del A.) que ellos necesitan y eso sólo se hace estando en territorio, uno no, uno teniendo una oficina bonita en Quito no resuelves nada, tienes que estar en las zonas difíciles, en las zonas donde hay desilusión, donde la gente se siente des (se traba) desilusionada porque de repente aparece un político y se aprovecha de esa desilusión. Y con… Y… incita a que voten con odio (M. Ayora murmura cosas), y no puede, no puede votarse con odio (M. Ayora apoya: “con sentimiento”), tiene que votarse con esperanza, tiene que votarse con (M. Ayora interrumpe: “Exacto”)… con, con sentimientos positivos, no con temas negativos” (este arrastre de ideas le demoró treinta y seis segundos; la impersonalidad del “tiene que votarse”, no como el fruto del entusiasmo sino como el cumplimiento de un deber, es muy decidor).

Es un guion. Al presidente Noboa le debe haber llegado el memo: con el purito anti no va a llegar adonde quiere. Y entonces se tiene que abrir a postular el voto “con esperanza”, pero lo hace con un tono tan desesperanzado, tan mecánico, que conduce a la desidia: “Ya nada, presi”. 

Cuando chico, “ayora” era el nombre popular de la moneda de un sucre. El presidente Noboa fue poco más que eso.

El cartón en su laberinto

16 de febrero de 2025

Los más ardientes entusiastas del presidente Daniel Noboa deben admitir que su líder no es un hombre hábil con las palabras. Es fugaz y lacónico: rara vez aparece y cuando lo hace, dice lo mínimo necesario, de manera casi automatizada. En realidad, a Noboa se lo siente incómodo en ese rol contenido y asertivo que exige la política.

Este político inhábil con las palabras (un reverso de Velasco Ibarra) está en un laberinto discursivo. En su candidatura durante la primera vuelta del 2023 él postuló que el “anti” tenía un techo y que el “pro” era infinito, y que él estaba por el “pro”. Con ese postulado, él ganó en octubre de 2023. Pero durante el ejercicio del poder, mutó del “pro” al “anti”.

Se puede fechar el día que oficializó la mutación el 5 de abril de 2024, cuando el gobierno de Noboa decidió invadir una embajada, capturar a una persona y conducirla a la prisión de máxima seguridad del Estado. Ese día, cuando asaltó la embajada de México para capturar a Jorge Glas, el presidente Noboa compró todos los boletos de la rifa para el membrete de “primer anti-correísta”. Dejó atrás el “pro” y saltó de llenó al “anti”. 

Y se llenó del “anti”, porque ha llegado a implicar que los opositores a su proyecto político (cualquier que éste sea) son parte del Viejo Ecuador y vinculados a la corrupción y a los GDO. En particular, esto último lo predica de la Revolución Ciudadana.

El problema de Noboa es que él tenía razón: el “anti” tiene un techo. Le metió con todo, y ahora lo encontró. Y es grave, porque la división del electorado es por condición económica: las clases alta, media y media baja lo favorecen a Noboa, pero la mayoría de los sectores populares favorecen al proyecto opositor al gobierno de Noboa (este artículo es esclarecedor a este respecto: “Noboa no llegó a los pobres”). Y esos sectores, en un país misérrimo y desigual como el Ecuador, son los que ponen al presidente.

La situación de Noboa, entonces, es muy difícil. Su discurso parte de dividir al electorado en buenos y malos, en el Nuevo Ecuador y el Viejo Ecuador. Su discurso está enfocado, desde hace casi un año, en el ataque a sus adversarios políticos, en su descalificación para que él brille como la opción que podrá resolver los problemas de los ecuatorianos. Pero, si quiere ganar en la segunda vuelta, Noboa debería tener un discurso distinto, menos de agresión a otros y más de unidad y esperanza para todos, y en particular, dirigirse a los sectores populares y ofrecerles más que gestionar su odio a un gobierno que concluyó el 2017. 

Llegamos entonces al núcleo duro del problema y es uno de preescolares: Noboa es inhábil con las palabras. Véase este fragmento de su intercambio con dos periodistas/cómplices el martes 11 de febrero, cuando lo invitaron a hablar de los “acuerdos mínimos” para la gestión de la política. Le preguntaron: “¿Cuáles serían esos acuerdos mínimos?”. Él respondió:

“Acuerdos mínimos, leyes… que puedan darle… mayor… flexibilidad … al… al joven para estudiar, para poder tener ocupación y… pues trabajar para eliminar el subempleo”. (Le tomó diecisiete segundos balbucear este adefesio).

Verbalmente, Noboa no proyecta confianza, proyecta lástima.

Y resultará muy difícil que en el tiempo que resta hasta el 13 de abril el presidente Noboa cambie su discurso, y logre conjugar en su oratoria los ideales de eficacia, unidad y esperanza que espera la población de un país cansado de los fracasos de su clase política.

Porque él es demasiado acartonado para lograrlo. Por eso está en su laberinto. 

1832

14 de febrero de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 14 de febrero de 2025.

Aquel año 1832 el naciente Estado del Ecuador sufrió una pérdida territorial muy importante a manos de Colombia. El 8 de diciembre de 1832 ocurrió la firma del Tratado de Pasto, que el gobierno del presidente venezolano del Estado ecuatoriano, el general Juan José Flores, fue orillado a firmar tras su derrota en el campo de batalla. Desde la perspectiva de Colombia (Estado que por aquel entonces se llamaba “Nueva Granada”), la suscripción del Tratado de Pasto significó el respeto irrestricto a los límites establecidos entre los distritos que conformaron la República de Colombia por la Ley de División Territorial del 25 de junio de 1824.

Para la Nueva Granada, el Estado del Ecuador era un desprendimiento de la Gran Colombia (así la conoce la posteridad) y, tras la independencia del Estado del Ecuador en 1830 (en tanto fue el Distrito del Sur de Colombia, desde su anexión en 1822 hasta su secesión en 1830), el nuevo Estado debía someterse a los límites establecidos por la ley de Colombia mientras el Ecuador había sido parte de ella. 

Pero desde la perspectiva del Estado del Ecuador, la suscripción del Tratado de Pasto en 1832 cortó de una manera definitiva los vínculos de Quito, la capital del naciente Estado, principalmente con los territorios de Pasto y Popayán con los que ella había mantenido importantes vínculos económicos, administrativos y familiares por siglos, durante los tiempos de la monarquía española.

Aquel año 1832 se perdió mucho territorio frente a Colombia. Y unos 110 años después, en enero de 1942, se perdió mucho territorio frente al Perú, tras la firma del Protocolo de Río de Janeiro. Pero esa es otra historia.

Por estas pérdidas por doquier es que decía el presidente Carlos Arroyo del Río en su libro “La pendiente del sacrificio”, escrito para justificar su actuación en la pérdida de territorio de 1942, que el único punto cardinal con el que el Estado del Ecuador podría afirmar que no había perdido territorio era al Oeste, con el Océano Pacífico. Y ni siquiera esto es cierto, porque el mar gana territorio a las playas del Ecuador, año a año. 

Pero en el fondo lleva la razón Carlos Arroyo del Río: las pérdidas al Oeste son negligibles frente a las pérdidas territoriales producto de las guerras contra los vecinos del Norte y del Sur, que han mermado millones de kilómetros de territorio al Ecuador y que lo terminaron por privar de su vecindad con el Brasil.

Pero aquel 1832 también trajo una buena noticia: ocurrió la única anexión territorial que ha tenido el Estado del Ecuador en su historia. En 1832, el militar ecuatoriano Ignacio Hernández viajó a las Galápagos para tomar posesión del archipiélago a nombre del gobierno (por aquel entonces se lo denominó “Archipiélago de Colón”). Ocurrió el 12 de febrero y se hizo a instancias de José de Villamil, que se convirtió en el primer gobernador de este nuevo territorio. 

En aquella época, al archipiélago se lo reputaba de casi nulo valor, por lo que el resto de países lo dejaron al Ecuador en paz con su expansión. Fueron anexados 8.010 kilómetros cuadrados, que pasados los años demostraron ser un paraíso.

Ocurrió en 1832, y es la única anexión territorial de un Estado que ha perdido tanto. 

Es la geografía, ¡mushpa!

13 de febrero de 2025

El presidente Daniel Noboa y algunos de sus entusiastas han postulado que la alta votación de la Revolución Ciudadana en la Costa ecuatoriana podría deberse a la incidencia de los grupos de delincuencia organizada (GDO). 

En particular, Noboa llegó a decir ante dos periodistas/cómplices que los GDO conminaban a las personas a votar por Luisa González y que eso estaba detrás de su éxito en las provincias de la Costa. Se animó a decir Noboa que había presentado pruebas de esto a la misión de la OEA, pero la misión de la OEA lo desmintió y dijo que no había recibido prueba alguna. Dafuq.

Los seguidores del presidente Noboa son mucho peores que él, confirmando aquello que decía Umberto Eco sobre las redes sociales: “Es la invasión de los idiotas”. Estos invasores sostienen, con epítetos e histeria, la existencia del vínculo entre los GDO y los habitantes de las provincias que favorecieron con su voto a Luisa González. Y suponen que la Sierra (dada su votación por un oligarca guayaquileño) es distinta y mejorffff.

Dos ideas para repensar ese supuesto vínculo: 1) El Ecuador es un desastre generalizado; 2) Es la geografía, ¡mushpa!*

Sobre lo primero, no es que el Ecuador funciona mejor en una región u otra del país: los problemas para garantizar los derechos (salud, educación o cualquier otro de una larga lista) son generalizados. El gobierno central es incapaz de garantizarlos a lo largo y ancho del territorio nacional. Eso sí, se debe introducir un matiz: con la seguridad es distinto.

Es distinto, por la segunda idea: Es la geografía¡mushpa! El boyante negocio de los GDO es la exportación de drogas a mercados extranjeros. Para este propósito comercial e ilegal, se requiere de puertos para sacar la mercadería (y claro, de un gobierno incapaz). Y estos puertos están en la Costa, por eso de tener el mar. A los GDO les interesa muy poco la Sierra: allí no cabe disputarse el territorio (salvo para el microtráfico, pero eso es chichigua frente al Gran Negocio). Y por eso los GDO disputan entre ellos los territorios en la Costa y por eso su presencia y por eso la violencia.

Porque es la geografía¡mushpa!, en la Costa a los GDO se los sufre con una intensidad que en la Sierra no se experimenta.

En el Ecuador, frente a la pregunta “¿Cuál considera Ud. que es el problema más importante en el país?” un 49% considera que es la delincuencia, según el Latinobarómetro 2024 (p. 23). Que el Ecuador sufre mucho la delincuencia lo evidencia el comparativo que consta en el Latinobarómetro 2024, pues el Ecuador encabeza la lista de países de América latina que considera a la delincuencia su problema más importante: el 49% del Ecuador es un 30% superior al promedio regional. Es así de intenso.

Entonces: el problema más grave y un Estado incapaz de garantizar la seguridad de su territorio, lo que se siente con mayor intensidad en la Costa. Y el problema sigue allí: el último mes corrido, el Ecuador vivió el mes más sangriento de su historia: de promedio, hubo una muerte violenta cada hora. Esto, a pesar de que el gobierno de Noboa declaró la guerra contra los GDO (declaró la existencia de un “conflicto armado interno” y a los GDO “terroristas”) en enero de 2024. Pero su plan contra los GDO no ha dado los resultados que se esperaba. Y la manifestación de esa decepción, en la región que más sufre a los GDO, explica que allí se haya votado por la opositora a Noboa. 

N.B.: Se lo quiere cambiar a Noboa por incapaz, porque no ha podido solucionar el principal problema que agobia a la Costa**.

En conclusión, los que creen que existe un vínculo de carácter criminal entre el voto por Luisa González en la Costa y los GDO es porque sus miras se agotan en el callejón interandino. Terminan siendo una pandilla de oligofrénicos, sin sentido de nacionalidad (sea dicho con perdón de los héroes quiteños del Pichincha***). 

Para la próxima, amigo interandino, no sea mushpa.

~*~

* Tropicalización de la célebre frase de James Carville: It’s the economy, stupid!

** Hecho notable: a instancias de su fracaso en lo esencial, antes de que exista el “noboísmo”, Noboa ha logrado crear el “antinoboísmo”. Y tiene mucho potencial para crecer: ha regalado hasta los cartones.

*** Es decir, de nadie. No se olvidan de Melchor de Aymerich.

El peor enemigo

10 de febrero de 2025

El peor enemigo de Daniel Noboa se llama Daniel Noboa. Porque él, para concluir el período presidencial de Guillermo Lasso iniciado el 2021, ha gobernado (desde el día de su posesión hasta el día de la primera vuelta electoral) por 444 días.

Un tiempo suficiente para juzgar a cualquier persona en un cargo de responsabilidad por sus resultados. Y en los indicadores importantes, Daniel Noboa tiene unos resultados magros. En materia económica, el crecimiento económico del Ecuador fue tan turro que fue negativo (-0.4%), según data del Fondo Latinoamericano de Reservas, la inversión extranjera fue mínima (en América latina, únicamente a Haití le fue peor), la pobreza aumentó (del 26% al 28%, 432.581 personas en números totales), la inseguridad fue rampante (en enero, hubo una muerte violenta por hora, a pesar de cumplirse un año de “guerra” contra los llamados “terroristas”). Por meses, más de la mitad del día se vivió sin luz. Nada de esto produce una buena recordación.

Pero lo peor de Daniel Noboa no es su gestión. Es su persona. Por eso es que lo representa un cartón.

La persona de Noboa es la de un tipo ausente, de mirada y pensamiento. Un fulano parco, ríspido con la lengua de Castilla, que dice lo mínimo y de manera precaria. No sirve para encandilar a las masas. No tiene el nervio que se necesita para la política: eso fue algo que estuvo allí y con lo que él podía experimentar, como una droga sintética.

Y tocó la flauta por casualidad, como en la fábula de Iriarte.

Ocurre que el resultado de la primera vuelta electoral lo puso a Noboa en una situación incómoda. Si bien es un tipo con recursos económicos (millonario, hijo de millonario, hijo de multimillonario), recursos políticos (presidente de esta Carabina de Ambrosio) y carente de escrúpulos, atributos con los que en el Ecuador todo un siempre se ha podido llegar bien, pero bien lejos (y que no hay que subestimar de manera alguna), la democracia tiene su propia lógica. Y podría hacer naufragar el artificio que es Noboa, con todo y sus potentes atributos.

Porque el problema de Noboa, de cara a la segunda vuelta, es que él no podrá encandilar a las masas: no le corresponde a él (porque no puede, no tiene el nervio ni el carisma, sino sus contrarios) la transmisión de emociones positivas. No es suya la eficacia en la gestión (al menos respaldada con números), no es suya la esperanza en el mensaje, porque no podría predicar el cambio por tratarse de su reelección. No es suyo el llamado a la unidad, porque está jugado por la polarización.

Los atributos que constituyen un buen discurso político (eficacia, esperanza, unidad) están todos ausentes. Noboa se ha quedado con ser el conductor del odio/fastidio de las masas a lo que se llama “correísmo”. Es decir, un conductor de emociones negativas (“vota por mí, para que NO lleguen ellos). Y eso, para esta segunda vuelta, sabe a poco. Y dicho por él, sabe a nada.

El presidente Noboa se vendió como un pésimo enemigo. Para el ejercicio de este cargo, de tanta exposición pública y mediática, lo ha resultado de sí mismo.

La terrible caída

7 de febrero de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 7 de febrero de 2025.

Moritz Thomsen fue un escritor estadounidense nacido en Seattle que se radicó en 1964, a sus 48 años, en el Ecuador. Vivió en la provincia de Esmeraldas, donde se encontró con “el desesperante mundo de la pobreza, un mundo más brutal que cualquier cosa que yo haya imaginado”. Thomsen calificó a la pobreza como una forma de locura (“insanity”), por la cual palpó “un mundo de sufrimiento y de muerte temprana, de heridas abiertas y hambre (…), de malicia, envidia, celos, de hermanos robando a hermanos; en resumen, una sociedad sometida a estas insoportables presiones, que se empieza a desintegrar”.

Vivió el tiempo suficiente para observar los inicios de la desintegración de la sociedad. Tras residir alrededor de veinte años en Esmeraldas, Thomsen reconoció unos cambios en el pueblo, siempre para peor. En un libro póstumo, publicado el 2018, Bad news from a black coast (‘Malas noticias desde una costa negra’), Thomsen lanzó la siguiente advertencia: “sentí que pronto, si tan sólo pudiera vivir unos años, podría ver a bandas de ladrones y asesinos”, y que la ciudad de Esmeraldas “existía tan solo para ser destruida y, en un futuro no distante, ser entregada a las llamas”. 

Moritz Thomsen concebía este proceso de autodestrucción como una caída. Tomó una frase del premio Nobel de Literatura del año 2001, el trinitario V. S. Naipaul, para explicar la triste naturaleza de la caída: “El colapso de la sensibilidad”, dijo, “qué hermosa frase para describir lo que suele ocurrir en los países más pobres entre los pobres, esa terrible caída a la animalidad”.

Un Estado ausente permite esta terrible caída. La principal razón de la existencia del Estado es garantizar la seguridad de la población en su territorio. Pero el Estado del Ecuador es muy incapaz de garantizar cualquier derecho a su población, incluido el derecho a la vida (Ecuador es uno de los territorios más violentos del mundo, cuya tasa de muertes violentas por cada 100.000 habitantes es de las más altas del mundo). 

El Estado ausente del Ecuador ha resignado el control de buena parte de su territorio, que ha pasado a la atroz gobernanza de grupos de delincuencia organizada, cuya economía consiste en la exportación de drogas a un primer mundo ávido de ellas y en la explotación inmisericorde de los pobladores de los amplios territorios sobre los que el Estado del Ecuador ha resignado su control, a quienes extorsionan y secuestran, y en última instancia, si no se someten a su imperio, matan. 

Como el Estado es incapaz de garantizar la seguridad, los grupos de delincuencia organizada se encargan de cobrar a comerciantes y residentes de las áreas bajo su control una suma variable para garantizar su seguridad (un proceso extorsivo conocido como “vacuna”, que consiste en una garantía de no agresión de los delincuentes por el pago hecho). Éstas son las “bandas de ladrones y asesinos” de las que hablaba Thomsen. 

Thomsen escribió sobre esto en los ochentas y en relación con la ciudad de Esmeraldas. Pasaron unos cuarenta años y ese cáncer está haciendo metástasis en nuestra sociedad.

Moritz Thomsen ya no alcanzó a ver esta “terrible caída a la animalidad”. Víctima de una epidemia de cólera, murió en Guayaquil en 1991.