Naturaleza y ecolatría

25 de enero de 2009

La discusión sobre la ley minera ofrece muchas miradas críticas. Una de esas miradas puede posarse sobre el contenido de la preocupación que algunos actores de esa discusión tienen por la conservación de la naturaleza. Grosso modo, la ética medioambiental tiene dos grandes paradigmas al respecto: el primero, el “conservacionismo”, que postula que la preservación del medioambiente tiene sentido si y solo si supone un valor instrumental para el ser humano; el segundo, el “preservacionismo”, que postula que existen razones para preservar la naturaleza aunque ese hecho carezca de valor instrumental para los seres humanos.

Tengo la intuición de que muchos actores (acaso sin ser conscientes de ello) postulan el segundo paradigma que refiero. Tengo también la convicción de que este segundo paradigma no revela un interés ecologista sino una devoción “ecólatra”: una suerte de adoración de la naturaleza, fronteriza con lo místico o lo religioso. En lo personal, no tengo nada que criticarle a esa postura “ecólatra” que un particular suscriba (tan respetable como cualquier otra postura o adoración) salvo, por supuesto, que ese particular (o ese colectivo de particulares) pretenda imponernos a los otros su ecolatría mediante la aplicación de una ley o de una política pública. (Dicho en limpio: cada quien es libre de adorar a la Pachamama, pero en el ámbito público nadie puede imponernos su adoración, ni de la Pachamama ni de ninguna otra deidad, por muy buena o muy chida que le parezca al creyente en la misma).

Es evidente que preocuparse por el medioambiente es una preocupación legítima y también urgente: sobran los motivos para abrazarla. Me parece igualmente evidente que esa razonable preocupación tiene que relacionarse con la conveniencia humana. El concepto de “desarrollo sostenible” (introducido por primera vez en 1980 en un documento de la International Union for the Conservation of the Nature) que puede definirse, en palabras de Pablo de Lora, como el “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras” las que “tendrían un derecho a recibir ese legado” (aunque aclaro que el lenguaje de los derechos no es el adecuado para referirse a este tema porque para ser sujeto de derechos –esto es evidente- primero hay que ser sujeto, y las generaciones futuras no lo son) es útil para definir esa humana conveniencia. Una conveniencia que, por supuesto, no supone no intervenir de ninguna manera en la naturaleza (ecólatra aspiración de algunos) sino de intervenir en ella de manera responsable. Si quien interviene en la naturaleza (sea un minero artesanal o una empresa transnacional) nos ofrece garantías de que las necesidades de las generaciones futuras no se comprometerán con su intervención, desde el ámbito público, no habría nada que objetarle a aquella intervención.

En definitiva: el derecho a adorar a la Pachamama no implica la obligación para otros de adorarla. Nuestra obligación para con el medioambiente se cumple con el respeto al “desarrollo sostenible”. Basta y sobra.

UCSG, mala cosa

23 de enero de 2009

El amigo Héctor Chiriboga, a instancias de esta nota de prensa que publicó Diario El Universo el domingo 18 de enero, publicó esta columna en su espacio como firma ancla de Diario El Telégrafo. La columna parte de los últimos sucesos acaecidos en la elección del Presidente de la Asociación Escuela de Derecho de la Universidad Católica (AEDUC) para derivar en un análisis de la situación actual de la UCSG. Lo hace en los siguientes precisos términos:

“Cuando se piensa la U como una empresa y los criterios son financieros, considerando a los estudiantes como clientes a los que hay que satisfacer para que sientan que todo es fácil y rápido, se producen distorsiones en lo laboral y académico; cuando las cosas realmente importantes no se debaten desde las instancias con mayor representatividad, involucrando a los estudiantes, sino que, por el contrario, se prohíbe las discusiones y cuando la universidad se involucra sin problema en las “causas cívicas”, pero se horroriza porque algunos de sus estudiantes están con el partido contrario, entonces ellos observan el doblez del discurso, y lo aprenden; cuando no sólo se permite que algunos estudiantes agredan al Presidente de la República y profesores, sino que además se los protege, entonces no deben causar sorpresa las balas y agresiones como formas del debate político”.

Este párrafo de Chiriboga es tan preciso como revelador: el afán crematístico por sobre el aval académico, la mucha autocracia y la poca autocrítica, el sesgo y el oportunismo políticos son algunas de las adoquinadas rutas que nos conducen a este debacle académico e institucional de la UCSG. El papá de mi carnaval Curro Toral solía decir cuando algo andaba mal, uh, mala cosa. El buen y sapiente George falleció hará casi tres años: yo le heredé esa frase, que utilizo a menudo y que bien vale para la situación actual de esta pobre UCSG, mala cosa. Pero es que, de veras, no menos puede esperarse de hacer las cosas tan mal, eh.

De excepciones y de festejos

22 de enero de 2009

Este martes 20 fue un día excepcional en toda la regla (no “la excepción que prueba la regla” no sea uste’ tonto. Si es del caso, lea la voz “excepción” del Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce para desasnarse). Excepcional, porque asumió la Presidencia de los Estados Unidos de América un hombre a quien puede crecerle un afro (el gráfico adjunto evidencia esa singularidad) y sobre quien se tiene altas expectativas.


Excepcional también porque el idiota profundo de Bush (aquel que dijo que “para la NASA el espacio aún es alta prioridad” o “la gran mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país” –lo que en definitiva es peccata minuta porque lo peor de él es su condición de criminal y de aliado de criminales) abandonó la Presidencia de EE.UU. Obvio, el mundo está de fiesta.





¡A festejar!

Felinas reflexiones

18 de enero de 2009

La entrada “El Gato” provocó muchos e interesantes comentarios. Me impresiona cómo a partir de poco más de tres mil caracteres (incluidos espacios) se desarrollaron 37 páginas de ideas: disensos, acuerdos, premisas y conclusiones, pistas para continuar el debate. Trataré de resumir (con perdón) esas ideas en los siguientes términos:

El llamado “Proceso de Regeneración Urbana” que impone el Municipio local puede y debe mejorarse: la discusión estriba en qué sentidos puede hacerse esa mejora y qué procedimientos nos conducen a la misma. Se tiene la intuición de que profundizar el modelo actual que el Municipio local impone no nos conducirá a esa mejora. En realidad, si se lo analiza en detalle, al modelo del Municipio local pueden formulársele no escasas críticas: por impedir la apropiación ciudadana del espacio público, por practicar mecanismos de exclusión social (al amparo de un imaginario de tintes racistas, hagámonos cargo), por cometer violaciones a las libertades individuales (en particular mediante la aplicación de un estrecho canon moral en las llamadas “zonas regeneradas” por parte de guardias con escasa instrucción), por provocar una ciudadanía con vocación de turista de su propia urbe (que tiene miedo a la libertad de asumirse como cabal ciudadano de la misma).

De todas esas críticas, el Municipio local nunca acusa recibo (la frase de Nebot, dicha cuando el asunto de los informales, es elocuente al respecto: “Yo digo, y si quieren, ustedes escuchan”). A pesar de que el Municipio local ostenta un discurso débil (el Alcalde nunca se ha molestado en definir los dos puntales de su discurso -la libertad y la autonomía- y evoca vagas ideas de trabajo y de progreso para salir al paso de toda crítica que se le formule) y que quienes defienden su gestión suelen esgrimir argumentos huecos, como el falso dilema entre el caos roldosista y el orden socialcristiano (en el discurso, el roldosismo opera como “terrorismo del ornato”) o el que deba defenderse el modelo local por oposición al Gobierno central, el modelo goza de una alta aceptación. El que, en general, la prensa calle y sea “generosa” con el Municipio local se relaciona con esa alta aceptación.

Ante este escenario, se destacó la importancia de implementar un modelo que promueva la inclusión social, el autogobierno colectivo y el respeto a las libertades individuales (mínimos de una sociedad democrática). Se relevaron ciertas ideas al respecto: iniciativas de presupuesto participativo y de silla vacía, implementación de legislación de cabildo abierto (la legislación colombiana es interesante a este respecto), discusión del estatus de las Zonas Regeneradas para que se imponga en éstas el mínimo posible de restricciones y sólo siempre que éstas sean estrictamente necesarias y racionales, mejor legislación en materia de derechos individuales (como el derecho de reunión, por ejemplo).

Decía Paz de la poesía que “no es un decir: es un hacer”. Yo creo otro tanto de la crítica, a partir de la cual mucho se puede construir. Hagámosle.

BSC: nuevo uniforme

15 de enero de 2009

De vuelta a los 80's y la honestidad brutal. La vuelta a los ochentas se manifiesta en el amarillo intenso y los vivos rojos de la camiseta; también en la barba que asoma en quien promociona este nuevo uniforme, que evoca una época en la que los pelos en la cara no eran extraños (barbado y con similar uniforme puede recordarse, por ejemplo, al zaguero uruguayo Alfredo de los Santos) como lo prueban la Campaña "Polaco" Escobar del Bestiario del Balón y la Cruzada Sergio Vásquez de En una baldosa. Más todavía, la honestidad brutal, que se revela en las cartas dispuestas para el juego y la apuesta, la cerveza espumosa y presta para el primer sorbo (que siempre es el mejor), en el nombre juguetón del auspiciante. El fondo marino como telón de fondo corona este aire festivo de un equipo que los últimos once años se ha encargado de levantar un cerro de copas (todititas llenas de alcohol) pero ninguna que alegre a su numerosa hinchada.
Joda aparte, que este año píllenos goleadores y háganos campeones. Una generación (no tanto la mía, que saboreó la gloria de los ochentas -y tanto la extraña) mucho lo necesita.

Mejor no hablar de ciertas cosas

14 de enero de 2009

Antier estábamos con una amiga piola en su oficina y queríamos escuchar música, ¿qué ponemos?, me pregunta. Reviso las carpetas de su computadora, ya está, respondo: Sumo. De inmediato empezó a sonar Mejor no hablar de ciertas cosas. El ambiente era cálido esa temprana noche.

He hecho pública mi devoción por Sumo y en particular por quien fue su vocalista, Luca Prodan (quien supo hacer carne esa potente frase de Jack London: "prefiero ser un fugaz y brillante meteoro que un lento y perezoso planeta"). Sumo es, de entre un amplio repertorio de posibilidades, mi grupo favorito del rock argento (y me pregunto, ¿quién me inoculó este delirio? ¿Acaso la Vero, quien loada sea, mañana viene de visita?). De allí que sin conocer su trabajo en El Vuelto S.A. y sin ser fanático de Las Pelotas, la muerte de Sokol me toca, me toca.

Porque ayer murió quien fue bajista y baterista de Sumo en su primera época y vocalista de Las Pelotas, Alejandro "El Bocha" Sokol, de un paro cardiorrespiratorio mientras esperaba en la terminal de Río Cuarto el micro que lo lleve a Buenos Aires. (Aquí, la nota de su deceso en Rolling Stone; acá, su última entrevista para esa revista.) De la muerte no puede predicarse nada con certeza: yo solo podría sugerir esta sentencia del gran Baruch de Spinoza: "el hombre libre en nada piensa menos que en la muerte y toda su sabiduría es sabiduría de la vida" (Ética, 4ta parte, prop. LXVII). O para decirlo con palabras de Sumo: mejor no hablar de ciertas cosas. Solo acudir a la memoria y escuchar, volver a escuchar...

El Gato

11 de enero de 2009

“Lejos del palacio municipal hay una plaza llamada Victoria. De la Regeneración para acá, la plaza ganó una reja. Adentro, entre sus charcos de cemento con palmeras, sus bancos de hormigón y una glorieta, hay poca gente. Más gente hay del otro lado. Allí, en la vereda, deambulan vendedores. El Gato vende masajes: es un hombre de setenta años, con un maletín de cuero en el que ha pegado un cartel que reza: “Se soban toda clase de safaduras. Yo. El Gato”. Cuando la policía viene, El Gato da vuelta el maletín para ocultar las intenciones y entonces parece lo que es: un hombre pobre, encerrado del lado de afuera de una plaza enrejada”. Así concluye el reportaje “Guayaquil: La Regenerada” que sobre esta urbe tropical publicó Leila Guerriero en el diario La Nación de Argentina el domingo 2 de diciembre de 2007.

El reportaje de Guerriero es excelente (puede consultárselo, aquí): contiene una precisa descripción del llamado “proceso de regeneración urbana”, una entrevista al Alcalde Nebot y unas referencias a algunos de los críticos del llamado “proceso de regeneración urbana” (Xavier Andrade, Ramón Sonnenholzner, Tina Zerega). Entre los críticos, Xavier Andrade señala que “el simulacro es la clave de la regeneración urbana” y que “no se construye ciudadanía. Se construyen visitantes”; Ramón Sonnenholzner acentúa “que se ha sobredimensionado el logro estético y se ha olvidado el desarrollo humano, sanitario”. Tina Zerega, por su parte, sintoniza con esas críticas: “Los ciudadanos hemos convertido la ciudad en una vitrina a la que hay que observar, pero de la que no podemos apropiarnos”. La entrevista al Alcalde Nebot tampoco tiene pérdida: su énfasis en la pocilga anterior, el acento en el turismo actual (que incluye, por supuesto, a quienes habitamos en esta ciudad) y el que Guerriero lo haya pillado en una mentira porque Nebot afirma que las puertas que dividen la parte regenerada de Las Peñas de aquella que no lo está “nunca están cerradas” cuando en el curso del reportaje Guerriero comprueba, vía la explicación de un guardia privado, que las puertas sí se cierran durante un lapso de la noche. La razón que ofrece el guardia para mantenerlas cerradas es tan simple como elocuente: “Bueno, es para separar. Porque ésa es zona no regenerada”.

Pero la parte de este reportaje que no deja de impresionarme por su capacidad para sintetizar el significado del llamado “proceso de regeneración urbana” es la viñeta de El Gato. Que la plaza Victoria (ícono de la ciudad) ganó una reja, que el cemento y las palmeras, que el parque está desolado: ése es el espacio público (o lo que queda del mismo). Que El Gato vende un servicio, que oculta su oficio cuando la policía se le acerca, que este hecho lo convierte en “un hombre pobre, encerrado del lado de afuera de una plaza enrejada”: esa es la exclusión social. Que a pocos le interesa escucharla, que mejor brillan los oropeles: esa es la triste realidad.

P.S.- Dos fragmentos de la Sixtina Guayaca, de la que se habla en el reportaje de Guerriero ("me lo regalaron"). Arriba, el Alcalde Nebot le entrega un papiro que reza Más Ciudad a un efebo semidesnudo y una mozuela en pelota ostenta sus tetas. Abajo, Febres (no lo culpo) observa con sospecha esta escena de corte homoerótico y sensual.























Leo es lo más

9 de enero de 2009

El amigo colombiano Leonardo Reales me envió vía Caralibro unos cariñosos saludos de año nuevo y este vídeo. Lo conocí a Leo en un curso de derechos humanos que hicimos entre Lovaina, La Haya y Estrasburgo (con un fugaz tránsito por Luxemburgo) en el verano del 2006. Conservo de ese curso muy buenos amigos y muy gratos recuerdos. Uno de esos muy buenos amigos es el gran Leo y muchos de mis gratos recuerdos me los convoca el acordarme de cómo me hizo reír durante esas dos semanas. Leo se dedicó en su natal Santa Marta, años atrás, a hacer stand-up comedy en la tele local. Lo retomó en Estados Unidos (donde viajó para estudiar en Columbia) y ahora realiza funciones en New York. La última vez que lo vi, estaba yo en compañía de JC (alías “Noboa Maldini”) y compartimos los tres en su departamento en Queens un chingo de cervezas y un cerro de risas (en la foto, chino de risa). Leo es lo más, un tipazo con mucha energía y la mejor onda. Les cuelgo aquí el vídeo que me pasó. Saluz.


Kristotek

7 de enero de 2009

Ayer OZ, en su breve pero sustanciosa (en inteligente humor y opiniones) visita a Ecuador, nos refirió la anécdota de que anoticiado de la existencia de centros de esparcimiento con nombres religiosos (a saber, Buddha Bar y Ganesh en esta urbe tropical) contó, ante la que se convirtió de inmediato en azorada audiencia, su proyecto de crear una disco con motivos cristianos. Su broma horrorizó a los píos presentes en la reunión.

Ayer, a partir de su anécdota, flipamos con la idea de OZ: el imaginario cristiano (el católico, al menos, que es el que me lo conozco mejor porque lo padecí en mi infancia) da mucho para un bar temático. En principio, podría replicarse la entrada de Ganesh pero en clave cristiana: un Cristo de brazos abiertos que cuelgue del techo (no decidimos aún si su mirada debería ser dulce o doliente; acaso feroz). La carta tendría piqueos Eucarísticos y Apostólicos, platos tipo Cuerpo de Cristo, La Última Cena y Chorizos en Salsa de Lourdes; los cocktails tendrían nombres sugestivos como Parusía, Juicio Final, Evangelio de Juan (éste te pondría en trance místico deuan), Hijas de Lot (cachondería pura), Carro de Elías, Camino a Belén, etc. Tendría detalles tipo Andrés Carne de Res: así, el popote del Bloddy (Virgin) Mary tendrían una imagen de la Virgen María (Inmaculada since 1854) con guiño de ojo y teñida de rojo. La música sería un techno potente (¡aguante el punchis!) que un DJ apropiadamente vestido de so-cerdote tocaría desde un altar y la atención estaría a cargo de benditos y malditas, debidamente ataviados al efecto. Todo esto y más flipamos nosotros ayer y cuando andábamos en busca de un nombre, el Curro, habitúe de la palabra certera, sentenció que la disco se llamaría Kristotek: brindis y aclamación.

Dijo Cioran: las religiones son cruzadas contra el humor. Me temo que como flipaje de dos white russians de duración la idea nos divierte, pero como negocio no nos rendiría. La gente no sabe todavía disfrutar de una sana dosis de herejía (no en público al menos, las apariencias, blablá).

P.S.- En la foto, arriba: Curro, OZ, xaflag. Abajo: vodka tonic, gin tonic, white russian.

De vuelta (fútbol, bici, lector)

La vuelta de Cali deparó, entre tantas otras cosas, la recepción tardía de familiares regalos navideños. A la usual y siempre bienvenida porción de ropa y perfumes, se añadieron una botella de vino y cortesía de mamá… una pelota de fútbol.

Lo mejor de las navidades en la niñez son la sorpresa de los regalos y la satisfacción de recibir aquellos que se anhelan con particular devoción. Mi memoria registra felices ejemplos de esa sorpresa y esa satisfacción. De la sorpresa, la Navidad de mis seis años, en Playas, cuando mi mamá disfrazada de Papá Noel me entregó una bicicleta de spiderman (mi tía Marta me regaló un reloj-robot, que estalló en pedazos frente a mis ojos –un happening prematuro) con la que, paciente enseñanza de mi tío Óscar mediante y sobre la calle polvorosa en las afueras de la casita vieja –la casa de playa que mi abuelo situó frente al hipódromo Costa Azul, para mirar feliz y whisky en mano, las carreras de caballos- aprendí a conducir bici. De satisfacción, la Navidad de mis nueve años cuando mi mamá me regaló la pelota de fútbol del Mundial del ’86, la Azteca de Adidas, que tanto anhelaba para jugar fúbol en la cancha de cemento del Cristóbal, donde pasé tantas tardes de mi infancia (a despecho de mis deberes escolares). Súmesele a esos regalos navideños, el libro Las Aventuras de Tom Sawyer del entrañable Mark Twain que mi abuela me regaló un día cualquiera cuando tenía unos cinco o seis años en el departamento de Vélez y Boyacá donde vivía, que todavía conservo en mi biblioteca remendado por su hacendosa mano y que me inició en la condición (dicho sea a instancias de Borges) de la que más me enorgullezco, la de lector, y todos en conjunto son las tres actividades de las que más he sido devoto en mi vida: el fútbol (para jugarlo, verlo, discutirlo) la bicicleta (para recorrer cientos de kilómetros, en plan recreacional o funcional) y la lectura (para cultivar gustos sencillos y mente compleja). Sazónese estos tres con amigos, viajes y copas, y lo mejor de mi vida pasa allí.

Todo lo evoca esta pelota de fútbol, que aguarda estreno este sábado, ojalá en la playa pa' celebrar el inicio de temporada.

Cali(ente)

5 de enero de 2009

Trip it! Reventamos, tos' las noches reventamos. Neta.