Hay que admitir que como gentilicio
el término “ecuatorianos” no ha producido casi ningún cemento social en
quienes lo portamos, ya sea por el hecho de haber nacido dentro de los decrecientes
límites del Estado ecuatoriano o por alguna otra graciosa causa. Tal vez esto se
deba al hecho de que el término “ecuatorianos” fue una renuncia, en el origen
del Estado, a cualquier sentido
histórico de su nombre. Así lo dice Manuel Espinosa Apolo en su lúcido estudio sobre
el mestizaje en el Ecuador:
“El
término ‘ecuatorianos’ resulta en definitiva un término exógeno que se deriva
de Ecuador, nombre exótico e insólito a nuestra realidad cultural y por tanto
sumamente artificioso ya que surge a espaldas de la realidad histórica y como
una identificación geográfica hecha por extranjeros a una circunscripción
histórica-territorial que tenía nombre propio desde ante de la colonia: Quito.”
(Espinosa Apolo, Manuel, ‘Los mestizos
ecuatorianos y las señas de identidad cultural’, Tramasocial Editorial, Quito, 2000, p. 200)
Pero este “nombre propio
desde antes de la colonia” no se impuso en el naciente Estado, pues se
decidió por “Ecuador” como “parte de una estrategia unionista semifederalista
de las élites independentistas de los departamentos de Quito, Guayaquil y
Cuenca, quienes buscan un nombre nuevo que aluda de alguna forma a todos los
poderes político-económicos regionales que conformaban el nuevo Estado”
(Espinosa, p. 200-201).
“Ecuador” es un nombre
“exótico e insólito” porque fue obra de Bolívar y su borrachera de poder. Ana
Buriano, en un estudio sobre el origen del nombre “Ecuador”, llama a este
entusiasmo renombrador del Libertador la “revelación misional exaltada que vive Bolívar”
por la que…
“…surge y
se expande el impulso nominativo del gran padre de las patrias andinas; ése que
lo impele a crear, nombrando. Son muchos los ejemplos que se pueden invocar:
pueblos que se convierten en villas, como Plato; ciudades que cambian de
nombre, Trujillo-La Libertad; capitales a las que se le quita la santidad,
Santa Fe de Bogotá por Bogotá; países que se crean, Colombia, retomando la
propuesta de Francisco de Miranda; departamentos que engloban viejas capitales
y que se rebautizan, Ecuador.” (Buriano, Ana, ‘Ecuador, latitud cero. Una mirada al proceso de construcción de la
nación’, en: Chiaramonte, José Carlos, Marichal, Carlos, & Aimer Granados (comp.), ‘Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina’, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2008, p. 179)
Pero cambiar el nombre de
la provincia de Quito por el “Departamento del Ecuador” era una medida que
cortaba de un solo tajo cientos de años de historia: la Kitu del indígena y la
Quito hispánica construida desde 1534 sobre las ruinas de la Kitu del indígena,
pasaba simplemente a llamarse “Ecuador”, porque así lo decidió un arrebatado venezolano,
su primer gobernante por fuera del Reino de España.
La separación del Distrito
del Sur de Colombia al que pertenecían los Departamentos de Quito, Guayaquil y
Azuay pudo poner fin a este arrebato bolivariano, pero en cambio se aprobó “por
aclamación” (Buriano, p. 185) el nombre de “El Ecuador en Colombia” para los
tres Departamentos del Distrito del Sur unidos en un nuevo Estado (que
únicamente pasó a ser “República del Ecuador” desde 1835).
En realidad, este acuerdo
entre los tres departamentos se debe a un hecho que se discutió en la
correspondencia entre el Vicepresidente Francisco de Paula Santander y el
Ministro del Interior Juan Manuel Restrepo, cuando el Distrito del Sur
pertenecía a la Colombia que ellos gobernaban: “Cuenca y Guayaquil no se ligan
con los quiteños”. Por ello, indica Ana Buriano en su estudio que en 1830
“nacía un nuevo y débil Estado bajo un nombre común, caracterizado como una
‘tregua semántica’ para evitar que, siquiera en ese plano, Quito tuviera
primacía jerárquica sobre las demás” (p. 186).
Para acomodar la resistencia de Guayaquil y Cuenca frente a Quito terminó por triunfar en 1830 el nombre “Ecuador”, que en su “revelación misional exaltada” (AKA Borrachera de Poder) el venezolano Bolívar se inventó para la provincia de Quito.