76 años para el pluralismo religioso en la Constitución
8 de junio de 2020
El pluralismo de religiones
en una sociedad previene el dominio legal de una única religión en dicha
sociedad. Ese fue el caso de los Estados Unidos de América.
Los países de América
latina no contaron con la fortuna del pluralismo religioso de la Yoni. En
ellos, el pluralismo se obtuvo a las bravas, en unas guerras civiles que
costaron miles de vidas y que demostraron que las tradiciones no son derrotadas
fácilmente. Mucho menos las tradiciones católicas, siendo los católicos los más
necios entre los cristianos.
La conquista de la América
hispana se justificó en la decisión de un Papa (Rodrigo Borja, no kidding) y se practicó al amparo de
la cruz. Cuando la mayoría de los países de América latina se independizaron
entre 1810 y 1830, la religión católica se convirtió en la religión oficial de
todos y cada uno de estos países. En materia de religión, todos sus inicios
fueron conservadores, de cuño discriminador y excluyente.
En el Ecuador, ese
catolicismo conservador latinoamericano tuvo a una de sus expresiones más
extremas durante el gobierno del guayaquileño Gabriel García Moreno. En su
segundo período presidencial, en 1869, el Ecuador adoptó una Constitución que
convirtió a la religión católica en un requisito para la ciudadanía. Esta Constitución (nuestra octava) fue la primera aprobada vía referéndum: un
país de miserables y analfabetos le otorgó un triunfo arrollador.
Pero este catolicismo
conservador a ultranza tenía que ceder ante una era de globalización de corte
inglés. Los países de Latinoamérica tenían que dejar de ser tan palurdos y
ultramontanos como se podía serlo cuando se era un rincón perdido de un reino
europeo y tenían que ponerse a tono con las libertades ciudadanas. En el caso
del Ecuador, esto se hizo con montoneras y a los balazos, tomó muchos años,
pero al final del siglo XIX el Ecuador era un país ganado para el liberalismo.
Y para que el liberalismo triunfe
en la república, como en 1822 con el republicanismo, hubo que entrar a ocupar Quito.
Esto ocurrió el año 1895, esquivando balas y oraciones del bando conservador
y entrando el indio Alfaro a la
capital ese 4 de septiembre (años después –enero de 1912-, en esa misma ciudad
lo quemaron). Se hizo una Asamblea Constitucional para aprobar nuestra décimo primera Constitución y, en ella finalmente, triunfó el pluralismo
religioso.
Como la primera en el “Título IV. De las garantías”, su artículo 13
disponía la siguiente: “El Estado respeta las creencias religiosas de los
habitantes del Ecuador y hará respetar las manifestaciones de aquéllas.” Pero el
artículo precedente establecía que la religión católica seguía siendo la
oficial en la República: “Artículo
12.- La Religión de la República es
la católica, apostólica, romana, con exclusión de todo culto contrario a la
moral. Los Poderes públicos están obligados a protegerla y hacerla respetar.”
En la siguiente
Constitución de 1906, por vez primera, el Ecuador desistió de ser el Estado
confesional que había declarado ser en sus diez anteriores Constituciones. Al
menos en la norma, la garantía del respeto a la libertad de religión y la
supresión de la religión católica como la oficial del Estado consolidaron el triunfo
del pluralismo religioso, a 76 años de fundada la república ecuatoriana.
76 años entonces les tomó
a los católicos, por estos pagos, aceptar en la Constitución que ya no son ni
únicos ni excluyentes, ni tampoco primus
inter pares, sino apenas una religión entre muchas y que todas las otras creencias
merecen el mismo respeto que a ella se le dispensa. Pero, por supuesto, siendo el
catolicismo la variante más necia del cristianismo, en la práctica ese respeto
a las creencias de los otros es una lección que (manque Francisco) los
católicos en el Ecuador todavía no han aprendido.
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Etiquetas: Constitución de 1869, Constitución de 1897, Constitución de 1906, Constituciones, Ecuador, Gabriel García Moreno, Liberalismo, Religión
Tres rarezas de la Constitución del '79
7 de junio de 2020
Una primera rareza de la Constitución
que entró en vigor en 1979 (nuestra decimoséptima) fue que, salvo por nuestra
primera Constitución de 1830, cuando aún nos proyectábamos al mundo como un
Estado que se administraba a sí mismo pero que se entendía confederado en la “República
de Colombia”, y por nuestra quinta Constitución, que la diseñó el ilustre Pedro
Carbo y en vigencia por unos meses de 1851 y 1852 durante el efímero gobierno
de su tío, Diego Noboa, el Ecuador había sido, siempre y en todo rato, un
Estado con dos cámaras de representantes en su órgano legislativo, un Estado
bicameral. Ahora, sumadas las constituciones de 1998 y 2008, el saldo en 190
años son cinco unicamerales vs. catorce bicamerales. La unicameralidad ha
persistido por más de cuarenta años.
Otra rareza del ’79: es una
de las tres constituciones adoptada vía referéndum, como lo he destacado en un artículo anterior.
Finalmente, como tercera
rareza de la Constitución de 1979 está que el órgano legislativo adoptó el
nombre de “Cámara Nacional de Representantes”. Era la primera vez que ocurría en
la historia ecuatoriana, pero esto duró muy poco, pues en las reformas de 1983 se
lo suprimió y se adoptó el nombre de “Congreso Nacional” (que duró hasta el
2008).
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Etiquetas: Bicameralismo, Cámara Nacional de Representantes, Congreso Nacional, Constitución, Constitución de 1830, Constitución de 1979, Diego Noboa, Historia, Pedro Carbo, Random, Unicameralismo
¿La tercera?
5 de junio de 2020
Corrían los primeros días
de 1992 cuando en el diario El Universo se “pudo comprobar que la decisión está
tomada y es definitiva”: Fabián Alarcón Rivera, de las filas del Frente Radical
Alfarista (FRA), iba a acompañar “como binomio al abogado Jaime Nebot (PSC)”.
Según el autor de la nota, este acuerdo se había alcanzado el jueves 2 de
enero, “tras un diálogo que duró cerca de una hora entre Nebot Saadi y Alarcón
Rivera, quien vino a Guayaquil con ese propósito” (‘Alarcón será binomio de Nebot’, 5 de enero de 1992).
Pero la noticia resultó
falsa. En vez de Fabián Alarcón, Nebot lo escogió al ambateño Galo Vela Álvarez
como su binomio en el primer fracaso en su ambición de ser el Presidente del
Ecuador. Ese año 1992, al binomio Nebot-Vela lo venció una cuña de su mismo
palo, compuesta por Sixto Durán-Ballén y Alberto Dahik. En su segundo fracaso,
en 1996, a Jaime Nebot lo venció su archienemigo, Abdalá Bucaram. Y a él lo tumbó... Fabián Alarcón.
La lucha de titanes ochenteros... ¡todavía continúa! |
Y el pueblo dijo: '¡Destruye! ¡Destruye!' |
Desde 1996, Nebot
quedó curado de espanto y nunca ha vuelto a intentarlo. Será finalmente en este junio, que despejará la duda de si se anima o no a una tercera carrera
presidencial.
Mi pronóstico es que no.
Es más digno un sosegado retiro.
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Etiquetas: Abdalá Bucaram, Alberto Dahik, Diario El Universo, Elecciones, Fabián Alarcón, Galo Vela, Historia, Jaime Nebot, Política, Sixto Durán-Ballén
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