Publicado en diario Expreso el viernes 26 de enero de 2024.
El militar venezolano León de Febres-Cordero y Oberto (Puertos de Altagracia, 28 de junio de 1797-Mérida, 7 de julio de 1872), según la alta consideración del historiador guayaquileño Camilo Destruge Illingworth en su libro ‘Historia de la revolución de octubre y campaña libertadora 1820-22’, fue el “alma y el brazo principal de la Revolución de Octubre”. Tras arrebatar el puerto de Guayaquil del dominio del Reino de España en la jornada del 9 de octubre de 1820, Febres-Cordero (o “Cordero”, como se lo conocía en los relatos de esa época) emprendió un avance rumbo el norte, en su calidad de Segundo Comandante de la “División Protectora de Quito”, con el propósito de liberar a Quito del dominio español.
Pero el 22 de noviembre de 1820 ocurrió un combate que la historia lo recuerda como el “Primer Huachi”, que fue un total desastre para las huestes independentistas: A raíz de esta derrota, la Junta de Guerra convocada por el nuevo Comandante General de la Provincia y Presidente de la Junta de Guerra, el peruano Juan de Dios Araujo, ordenó el enjuiciamiento y la prisión preventiva de los coroneles Luis de Urdaneta y León de Febres-Cordero.
El historiador Camilo Destruge cuenta en un capítulo de su libro, titulado “Injusticia contra Febres-Cordero”, que la reacción de León de Febres-Cordero de cara a estas afrentas recibidas tras haber sido “el alma y el brazo principal” de la independencia política de esta república fue adoptar “una resolución acomodada a su carácter franco, noble y resuelto”, y acomodada también, a las condiciones de Guayaquil, porque a fines de 1820, en esta novel república independiente, no había imprenta. Febres-Cordero no se arredró y mandó a fijar el 2 de diciembre de 1820 “en lugares públicos varias hojas manuscritas” con el texto siguiente:
“De todas las ventajas que proporciona un Gobierno liberal, una de las más apreciables es la facultad de expresar el ciudadano sus sentimientos por medio de la imprenta. La falta de este recurso en la ciudad, me obliga a hacer presente al público, por medio de este papel, que, hallándome arrestado de orden del Gobierno y habiendo exigido que se me diga la causa, se me ha contestado que por ser el segundo jefe de la División dispersa, contra cuyas operaciones eran generales las reclamaciones al Gobierno. En esta virtud, espero de cualquier ciudadano, que todas las quejas que tenga que producir contra mí, bien sea durante el tiempo que he permanecido en esta ciudad o de resultas de la desgraciada jornada del 22 del pasado, lo haga por medio de papeles públicos, fijándolos en las esquinas; en la inteligencia de que los cargos que se me hagan, serán contestados del mismo modo; dejando por juez al público imparcial”.
Consignó Destruge en su libro (que, por cierto, fue un ensayo histórico publicado en 1920 y que mereció un premio de la Municipalidad) que “no hay noticia, no hay el menor indicio de que se correspondiera a la invitación de Febres-Cordero con algún cargo, con alguna acusación…”.
La consecuencia de estas hojas manuscritas en defensa de su honor fue el cese de la prisión preventiva y el archivo del juicio que pesaba en su contra. Después de esto, Febres-Cordero se marchó de Guayaquil.