Calvin Huecos (AKA, “Melvin Hoyos”) escribió una
nota en su página de facebook titulada “reflexiona
muchacho, aún estás a tiempo”. Como buena parte de lo que Calvin ha dicho
sobre este tema de la censura previa, su nota está llena de mentiras y de
equivocaciones. ¿Mentiras y equivocaciones anteriores?: se las puede observar
en la Demanda
(Pág. 2-4) con su respectiva y sustentada refutación.
Según
Calvin en su nota, “un grupo de jóvenes manipulados por el señor Xavier Flores
llegaron al Palacio de Justicia”. Primera mentira: en realidad, cada cual
asistió porque quiso (de hecho, yo llegué solo a la audiencia) y la única
difusión que se hizo fue a través del twitter y de www.gkillcity.com. Luego dice Calvin,
“curiosamente, el señor Flores comenzó a preocuparse por los niños después de
haber defendido a raja tabla, el que exista un lugar en donde puedan exponerse
obras como la escultura de un niño cuando es violado por un adulto”. En
realidad, otra mentira. La preocupación por los niños estuvo desde el principio
y puede leerse en la demanda que lo que se buscaba era la conciliación de “la
obligación de ‘protección moral de la infancia y adolescencia’ con el derecho
colectivo o social de todas las demás personas a conocer las ideas, opiniones e
informaciones que se involucran en esas expresiones artísticas y a juzgarla por
sí mismas” (Demanda,
Pág. 15). La confusión de Calvin es tal que supone que la existencia de un
lugar “donde pueda exponerse obras como la escultura de un niño cuando es
violado por un adulto” al cual se restrinja el acceso a niños y adolescentes no
es protegerlos adecuadamente (es, además, la manera legítima de protegerlos de
acuerdo con las obligaciones internacionales del Estado establecidas en el artículo
13.4 de la Convención Americana). Esto, Calvin no lo comprende. Es de
suponer que, según Calvin, sólo puede protegerse de verdad a los niños y los
adolescentes cuando también
se censura a los adultos la posibilidad de juzgar por sí mismos. Cualquiera
podría entender que para proteger a unos (los niños y adolescentes) no es
necesario privar a otros (todos los adultos) de su derecho a tener un juicio
propio sobre una obra de arte, por sexualmente explícita que ésta sea (no por
nada es adulto, ¿no?). Cualquiera lo podría entender, menos Calvin. Él está
negado.
Por
cierto, la “escultura de un niño cuando es violado por un adulto” que tanto
horroriza a Calvin es, en realidad, una obra que Graciela Guerrero presentó en
la exposición “Playlist:
grandes éxitos en el arte contemporáneo del Ecuador”, que organizó el museo
municipal en enero del 2010. La obra de Guerrero era, en realidad, una provocación
para pensar las representaciones que la prensa amarillista (típica del diario
de mayor circulación nacional, diario Extra) hace de casos atroces de
violencia sexual. En palabras del propio catálogo
de la exposición, la obra de Guerrero constituye una crítica a:
“las estrategias de la prensa amarillista, la cual
ha circunvalado -desdeñando cualquier consideración ética- las recientemente
estrenadas restricciones constitucionales para la cobertura de hechos
violentos, suplantando con ilustraciones caricaturescas las fotografías que
anteriormente publicaban de las víctimas de actos delictivos. En todos los
casos las obras hablan de lo superficial que resulta todo abordaje mediático en
relación a fenómenos sociales como estos”.
O
como después diría Rodolfo Kronfle en su bitácora
de Internet:
“Si
el diario con mayor tiraje del país circula una imagen de un “moreno violando a
un niño” […] ¿porqué se censura exactamente la misma imagen convertida en
escultura cuando lo que hace esta segunda sería precisamente criticar la
circulación incuestionada de la primera?... ¡sin palabras!”
Pero Calvin no procesa otra manera de entender el
arte como no sea desde la prohibición: todo lo que no se ajusta a su estrecho
marco de referencia moral y sexual es, de plano, pornográfico y no vale. Así de
limitados son los alcances intelectuales de Calvin en esta materia.
Según
Calvin, la protección de los niños no me importa a mí, porque lo que sí me
importa “es que la pornografía se enseñoree en nuestra sociedad, así le haga
daño a nuestros niños y nuestros jóvenes”. Esto es absurdo y es mentiroso. Las
únicas veces que la demanda se refiere a la pornografía es cuando se lo cita a
Calvin refiriéndose a la misma: lo que postula la demanda es una defensa del
arte critico que puede ser “molesto, irritante o provocador” (lo que puede
incluir lo “sexualmente explícito”; se sostuvo este criterio con fundamento en
el caso del artista León Ferrari resuelto por la Cámara Contencioso
Administrativa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; V. Demanda,
Pág. 8) por oposición a la idea de arte del Municipio que es tan conservadora
que el jefe actual del museo municipal, Víctor Hugo Arellano, ha llegado a
sostener que debe ser “expresión
con valor cultural que deleite, edifique y enaltezca a la mujer y a los niños”.
El interés principal de la demanda no es, ni mucho menos, la promoción de la
pornografía (la que, insisto, sólo existe en las obsesiones de Calvincito, en
ninguna parte más se la menciona) sino que no se nos imponga a todos los
adultos una censura previa ilegítima y arbitraria, porque la imposición de ese
tipo de censura es la violación “más radical y extrema” de la libertad de
expresión (V. Demanda,
Pág. 12-14). En la demanda y en el alegato se demuestra sobradamente que el
municipio ha ejecutado (dispuesto y firmado por Calvin en conjunto con el
alcalde Nebot) un acto de imposición de censura previa de manera ilegítima y
arbitraria porque no existe ningún fundamento
jurídico para la imposición de la censura previa: ninguna competencia ni
ninguna atribución de ninguna de las autoridades del municipio los faculta a
imponerla (V. Alegato,
Pág. 6-10). Es más, es tan grosera la violación del derecho a la libertad de
expresión que se impone contra disposición expresa constitucional en contrario:
el artículo 18.1 de la Constitución prohíbe la censura previa. Que Calvin me
atribuya, nuevamente, que no me importa si se ocasiona daño a los niños y
adolescentes, es otra mentira más. Más arriba se citó la demanda en este
sentido de necesidad de proteger a los niños; en el alegato se volvió a
insistir en la obligación de proteger a los niños y adolescentes (V. Alegato,
Pág. 10-12). Pero Calvin ve solamente lo que quiere ver. Sea por analfabetismo
funcional o por mala fe, se rehúsa a entender las razones expuestas y
desarrolladas ampliamente tanto en la demanda como en el alegato.
Luego
Calvin lanza una retahíla de acusaciones personales que las tomo de quien provienen
y les doy la importancia que, en consecuencia, se merecen: nula. De allí,
Calvin me atribuye que “hasta museógrafo” he llegado a creerme, “al pensar que
dentro del Museo Municipal se pueden realizar reestructuraciones físico-
espaciales para formar una nueva sala”. Esto es otra mentira más de Calvin. El
uso de mamparas lo refirieron 40 personas vinculadas a actividades artísticas
que presentaron un amicus
curiae al amparo del artículo 12 de la Ley Orgánica de Garantías
Jurisdiccionales y Control Constitucional entre quienes figura su ex jefa del
museo municipal, quien estuvo a cargo de colocar esas “reestructuraciones
físico-espaciales” que son las mamparas (en palabras del diccionario: “Panel o
tabique de vidrio, madera u otro material, generalmente móvil, que sirve para
dividir o aislar un espacio”) para crear esos espacios aislados y en el alegato
se presentaron unas fotografías que demuestran que se lo había hecho antes.
Según Calvin, en esa sala yo quiero colocar “toda la pornografía” que pretendo
“hacer creer que es arte”. Pero lo que se quiere con esas mamparas es que sean
el área física que permita mantener las obras sexualmente explícitas en un área
de acceso restringido a los niños y adolescentes para garantizar su debida
protección y donde, advertido del contenido de las obras sexualmente
explícitas, cualquier adulto que así lo desee pueda ingresar. Y ésta es la
clave de todo este asunto. Para Calvin, una persona adulta tampoco debe ver
esas obras porque “no
todos están en capacidad para decodificar algunos mensajes”. La auténtica
razón por la cual la censura previa debe imponerse, entonces, “es porque la
mayoría no tiene capacidad para decodificar mensajes por sí misma y
necesita que alguna autoridad iluminada que sí tiene esa rara capacidad de
decodificación (la que, ¡oh, sorpresa!, coincide con sus pudorosos gustos
artísticos) le impida el acceso a esas ideas, por su propio bien.
Así, ante los ojos de Hoyos, la mayoría de los ciudadanos somos “incapaces
relativos” (justo como los niños) a los que se nos debe imponer un tutor social
(el propio Hoyos) que decida por nosotros cuáles expresiones podemos y cuáles
expresiones no podemos conocer. Así, más le vale a Hoyos y a la [Muy Ilustre
Municipalidad de Guayaquil] un ciudadano ignorante ‘que entrega sus facultades
deliberativas y decisorias, al menos en cuanto corresponde a los asuntos
públicos, a las instancias estatales’, que un ciudadano crítico: tal es la idea
detrás de esta disposición de censura y como lo advierte la Relatoría Especial
para la Libertad de Expresión, esa idea de ciudadanía solo puede entendérsela
en el contexto ‘de los regímenes autoritarios’”. (V. Demanda,
Pág. 16 y la Agenda
Hemisférica para la Libertad de Expresión de la Relatoría Especial para la
Libertad de Expresión).
Nosotros
(hablo por quienes presentamos la demanda) creemos, en cambio, que toda persona
adulta tiene el derecho a decidir por sí misma lo que quiere o lo que no quiere
ver (aunque eso que quiere ver sea pornografía: no en vano, por ejemplo, la
única restricción de acceso a los cines pornográficos es la de edad: una vez
que eres adulto, eres libre de ver lo que quieras) y que el hecho de que Calvin
considere que hay personas que no están en “capacidad para decodificar algunos
mensajes” es un acto de soberbia intelectual (algunos no pueden “decodificar”
por sí mismos y él asume, entonces, la tarea de “decodificar” por ellos) que
sólo puede merecer desprecio colectivo y reproche jurídico.
Finalmente,
Calvin dice que podría “canalizar” mi “potencial” en “algo más constructivo”,
en vez de “hacer daño al arte, a nuestra gente, pero principalmente a nuestros
niños”. Como se ha visto en los documentos citados, es todo lo contrario:
nosotros postulamos una defensa del arte crítico, una defensa de la gente
adulta a decidir por sí misma las cosas que ve y las que no y la protección
legítima, adecuada y eficaz de los niños y adolescentes, con el debido respeto
a las normas internacionales, la Constitución y las leyes. Por lo visto, Calvin
Huecos es un ser muy mentiroso y profundamente equivocado.
Nótese
que he respondido todas y cada una de las mentiras de Calvincito con documentos
que son plenamente contrastables. Todo lo contrario de lo que ha hecho Calvin,
que no sustenta ninguno de sus puntos en fuentes primarias sino en meras
tergiversaciones y opiniones subjetivas y antojadizas. Y así es como osa este
sujeto llamarse “historiador”. Pfffff.
7 comentarios:
Lo interesante de esta iniciativa es que hemos empezado a hablar de arte, de tolerancia, y de la imposición de subjetividades a las cuales nos ha tenido acostumbrado el gobierno local. ¡Genial y felicitaciones!.
Estimado Xavier:
Muchas gracias por esta iniciativa y aclaraciones. Lo interesante de la misma, es que hemos vuelto a debatir sobre arte, tolerancia y la subjetividad de la moral a la cual el gobierno local nos ha tenido supeditados por años. Es una gran contradicción en esta "tierra libertaria" -y, al mismo tiempo, ese es ya un desgastado eslógan-. Sigamos adelante,¡Felicitaciones!
Estimado Xavier: Me llama la atención que el señor Hoyos a estas alturas de su vida salte horrorizado en contra de imágenes pornográficas, cuando, parodiando a Marvin Gaye, "i heard it in through the grapevine", el señor tenía una particular predilección por imágenes de ese tipo en su juventud, hasta el punto que cierta ex cónyuge lo calificó de "morboso"(si aún no la mantiene escondida para escaparse de tanto en tanto de las pequeñas delicias de la vida conyugal)
Cuánta hipocresía! Hoyos dice preocuparse tanto por los niños. Me gustaría escuchar de su propia boca o de boca del alcalde Nebot si para ellos merece la misma consideración un niño que vive en Los Ceibos que un niño que vende cola en vaso en una buseta o en la bahía. Para ellos no es así y lo demuestran constantemente con sus actos y su discurso hipócrita y demagogo. El ejemplo que menciono es tan sólo una pequeña muestra de lo deshonestos que son.
Cómo es posible que esta clase de gente con doble discurso goce aún de gran aceptación en nuestra población? Hasta cuándo vamos a seguir soportándolos?
Era de esperarse que Hoyos dijera que los que acudieron a la audiencia habían sido manipulados (no ha dicho que les han pagado, por si acaso?). No me sorprende, lamentablemente. Ellos son ajenos a este tipo de fenómenos. Tan sumidos viven en su propio mundo de mentiras que no saben la capacidad de convocatoria que tienen FB o twitter.
Me alegro mucho por ustedes. Gracias por levantar su voz y no dejarse amilanar. Esto es tan sólo el comienzo!
Un abrazo!
Micaela
Xavier, estableces muy bien la realidad: este perverso individuo Melvin Hoyos lo que quiere es imponerle al resto -- mediante el uso de amenazas de violencia por supuesto, cabe recalcarlo y que a nadie se le olvide -- su criterio de qué es bueno y qué es malo. Lo que es peor, para excusar esa imposición, recurre a hipocresías jurídicas, morales e intelectuales de toda índole.
Me provoca asco ese tipo. Mi experiencia en la vida me indica una cosa: el man con toda seguridad de ley hace y consume todas esas huevadas que el man denuncia que los demás no deben hacer. Así funciona la mente del autoritario -- su meta final es obtener placer orgásmico por negarle a los demás lo que él hace a escondidas o quisiera hacer si tuviera los testículos para hacerlo.
Creo que la intención de fondo que mueven a Hoyos y a su jefe a mantener la censura (y a amenazar con aplicarla aún a pesar de una eventual sentencia en contra) no es defender a los niños ni a los "adultos que no pueden decodificar mensajes", sino hacer alarde de su poder (de su manejo -temporal y reglado- del poder público, en realidad) al imponer a la ciudadanía sus reglas.
la ostentación del poder: eso es lo que hay en el fondo.
y en los carpetazos (reales o figurativos) que nebot lanza contra los jueces
Xavier coincido contigo. En todo caso, se nota que Calvin juzga bajo sus propios límites intelectuales -ni se podría hablar de parámetros-. Citando a Humberto Salvador,y, más allá de la censura previa y si es moral o antimoral: "La señora condesa "Moral", llena de riqueza y de pergaminos, fue siempre la más grande enemiga del arte, porque por buscarla el arte degeneró".
Abrazos,
Antorcha Blanca
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