Publicado en diario Expreso el viernes 5 de enero de 2023.
En un territorio tan escandalosamente inestable como el Ecuador, tal vez resulte gratificante el hecho de que siempre ha estado el sol en el escudo de armas del Estado.
Pues siempre el sol ha estado allí, desde el primer escudo de armas que fue adoptado cuando se fundó el Estado del Ecuador en 1830. Este primer escudo de armas no fue obra de unas mentes creativas, pues se limitó a la copia casi sin variación alguna del escudo de armas que había adoptado el Congreso Constituyente de Cúcuta en 1821.
La Constitución de Cúcuta rigió en el territorio que sería del Estado del Ecuador desde que dicho territorio fue incorporado a la República de Colombia en 1822 hasta su separación en 1830. Ninguno que hubiera podido reputarse ecuatoriano en 1830 participó en el Congreso Constituyente de Cúcuta. (Sin embargo, en Cúcuta los diputados de otras partes decidieron, por sí y ante sí, que los territorios de la audiencia de Quito se iban a incorporar a la naciente República de Colombia.)
Digno de la pereza, el naciente Estado del Ecuador adoptó el mismo escudo de armas que había tenido entre los años de 1822 y 1830 que formó parte de la República de Colombia como su Distrito del Sur, con apenas dos variaciones principales. La primera fue añadir el lema “El Ecuador en Colombia” en la parte baja del escudo de armas, como un tributo a la inferioridad que ostentaba el naciente Estado del Ecuador frente a una hipotética República de Colombia, pues según decía el artículo 2 de la Constitución de 1830: “El Estado del Ecuador se une y confedera con los demás Estados de Colombia, para formar una sola Nación con el nombre República de Colombia”. (El problema con este artículo 2 es que era fantasía pura.)
La segunda variación fue la incorporación del sol en la parte alta del escudo de armas (“en la equinoccial sobre las fasces”, según decía la ley del 19 de septiembre de 1830). Esta incorporación fue obra del abogado quiteño José Fernández-Salvador López, quien fuera el Presidente del “Congreso Constituyente del Estado del Ecuador en la República de Colombia”, celebrado en Riobamba entre agosto y septiembre de 1830. Fue este abogado quiteño quien, en la sesión del 17 de septiembre y con el apoyo del representante por Guayaquil, el militar venezolano León de Febres-Cordero y Oberto, añadió el sol al diseño del escudo de armas que se había tomado de la Constitución colombiana.
Desde entonces el escudo de armas del Ecuador varió mucho: en 1835 (con Rocafuerte), en 1843 (con Flores), en 1845 (con la revolución marcista), en 1860 (con García Moreno), hasta que finalmente se adoptó una versión definitiva por el Congreso Nacional el 31 de octubre de 1900, la que fue sancionada por el Presidente Alfaro siete días después y promulgada en el Registro Oficial del 5 de diciembre.
El indigno lema “El Ecuador en Colombia” no duró mucho tiempo, pues tras la Convención Constitucional de 1835 el Ecuador empezó a ser ya una República por sí mismo. Pero suerte muy distinta corrió el sol que colocó Fernández-Salvador con apoyo de Febres-Cordero: aquel es el único rasgo distintivo que se ha conservado en todos los escudos de armas que ha tenido el Ecuador desde que se fundó como Estado en 1830.
1 comentarios:
Hasta 2008 yo tenía admiración verdadera y respeto por el marchista azuayo Jéfferson Pérez. Lamentablemente cuando ganó la medalla de plata en Beijing (que según nuestra prensa debió ser oro por la descalificación posterior por doping de Valeriy Borchin, que incluso le costó el campeonato mundial que también ganó el ruso) el cuencano, ya con sueños de incursión en la política, tomó medio con orgullo, medio con bronca la bandera del Ecuador y dijo que "no sabía si aún era esa la bandera de su patria, o si ya pusieron un cuy"
El tiempo puso en su lugar a un tipo que quiso hacer populismo y que a diferencia de tantos otros, no pudo, o no le dejaron. Quizás porque el fútbol sigue siendo el deporte favorito de los ecuatorianos, quizás por racismo, o por antipatía. Porque hasta se preparó académicamente el cuencano.
Es curioso que en un país sin héroes, Pérez haya fallado en posicionarse como uno.
youtube.com/watch?v=EKYalk2Cthk
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