Desde que se creó el
Consejo de Participación Ciudadana y Control Social el año 2008 ha habido
tres maneras de designar a sus consejeros: 1) El “malvado correísmo” de entre los de su grupete; 2) La Asamblea Nacional de unas ternas
que envió el Traidor Cuántico; 3) El
pueblo ecuatoriano por votación popular.
Supongamos, para seguirle
la corriente a la estrategia de “envenenamiento del pozo” típica del
“anti-correísta”, que todo lo que podía hacer Correa, lo hizo mal (fue como una
Ley de Murphy con rango presidencial, por así decirlo). Y, por ende, que todos
los designados para el CPCCS en su decenio malvado, etc., no podían sino ser malos,
malísimos. Y todo lo hecho por ellos, hasta lo bueno, igual malo, malísimo. Así funcionó el CPCCS desde el 2008 al 2018.
Pero hete aquí que una
porción del “anti-correísmo”, enriquecida por traidores de última hora y en
silla de ruedas, emprendió la designación de un nuevo y transitorio CPCCS a fin
de reinstitucionalizar la Patria. Este fue el segundo modo de designación del
CPCCS: la Asamblea Nacional eligió a siete consejeros de las ternas enviadas
por el Cuántico Traidor (los términos son intercambiables, pero se refieren al
mismo despreciable sujeto). El problema es que este nuevo y transitorio CPPCS que
presidió el célebre Notario Cabrera de la Política desde marzo de 2018 hasta el
mismísimo día de su muerte (¡qué homenaje involuntario al original orense, oh
hermanos!) hizo con la institucionalidad de la Patria una fiesta loca, re-loca
y descontrol, por lo que si hubo una chance para reinstitucionalizar, el
Notario y su muchachada feroz la desperdició del todo.
Pero no había ningún problema,
porque al menos ese CPCCS era transitorio y todo lo que se buscaba con él era cumplir
“funciones transitorias que viabilicen los cambios que han sido exigidos”,
que no eran otros que la elección popular de los consejeros del CPCCS, en una
tercera forma de designación de estas autoridades. Ese fue el cambio que
el pueblo aprobó en el referéndum del 4 de febrero de 2018, convocado por el
Gobierno de Lenin Moreno.
Y llegó el día en que se
verificó la voluntad expresada en febrero de 2018 y el pueblo debió escoger por
voto popular a los consejeros, y votó y escogió el 24 de marzo de 2019, entre otros,
a estos cuatro: José Carlos Tuárez, Victoria Desintonio, Walter Gómez, Rosa
Chalá. Pero a pesar de que su elección popular era la obra cumbre de este
Gobierno patuleco (no offense, despicable
sir), como no les gustó que el pueblo haya escogido a esos cuatro sospechosos
de “correísmo”, sus aliados en la Asamblea Nacional se los fumaron como un
desesperado se fumaría un dedito de
ahogao’.
Fueron 84 legisladores los
que destituyeron a los cuatro consejeros, con un juicio político chapucero que
se propuso con muchos adjetivos y muy escasas pruebas (todo lo que es, y viene
siendo, el “Fabricio Villamar Style”).
Y ahora, la existencia misma del CPPCS está bajo amenaza: en el horizonte del
Gobierno se avizora un referéndum para su eliminación.
Repasemos: desde el 2008,
se han elegido los consejeros del CPCCS de tres maneras: por los “correístas”,
por los “anti-correístas” y por el voto popular. Ni la última, que se supone
que era la buena y definitiva, ha gustado, así que para el próximo año se
avizora un posible referéndum para su eliminación, al que es importante
recordar cómo se llega: 1) Se
convoca al pueblo para reformar la Constitución y crear una nueva forma de
designación del CPPCS; 2) Se
ejerce el derecho al voto de acuerdo con el cambio propuesto y el pueblo
expresa su opinión en las urnas el 24 de marzo de 2019; 3) A los del Gobierno de Lenin Moreno no les gusta el resultado de
esas elecciones populares y lo boicotean a través de sus aliados en la Asamblea
Nacional vía un juicio político; 4) Finalmente,
se nos piensa solicitar que vayamos a votar para eliminar lo que antes se nos
había pedido que reformemos, pero como su resultado ya no les gustó a los
políticos, ahora nos piensan pedir otra cosa distinta, que bien pudieron habérnosla
pedido desde un principio, so cabrones.
Se gastan millones de
dólares y todo es tongo. Nos mean y nos dicen que llueve (para peor, muchos les
creen). Como pueblo, la verdad que estamos pintados.
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