Sacerdote:
“Caballero que reivindica como propio el sendero interior que conduce al
Paraíso, y quiere cobrar peaje sobre el mismo”, según la definición de Ambrose
Bierce en su Diccionario del Diablo (1).
Este naipe corresponde a un sacerdote con una
característica especial: es un sacerdote “centralista”. Pero uno que cuenta con una estatua en el centro de Guayaquil,
adyacente a la Catedral, que tiene una placa que relata su carrera eclesiástica
y que destaca el que, como jurista, Larrea “se ha ganado el título del escritor
más prolijo del Ecuador” (2).
Es decir, un centralista con suerte.
(1) Voz
“sacerdote”. En rigor, un marchante con ventajas impositivas.
(2) Mi
recuerdo de sus publicaciones sobre derecho de familia es el de que eran verdaderos
espertentos.
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