Un septuagenario equivocado

22 de octubre de 2016


Cuando pienso en la rapacidad del ser humano, recuerdo aquella historia narrada en el libro de Jared Diamond ‘Guns, germs, and steel(1): en unas islas llamadas Chatham (como el nombre inglés de nuestra isla San Cristóbal) situadas a unos 800 kilómetros al este de Nueva Zelanda, a finales del año 1835, los maorí atacaron a los moriori hasta casi su total exterminio.

La historia es como sigue: ambos grupos, maorí y moriori, tuvieron un origen común pero un desarrollo diferente. Anterior al año 1500, una porción del grupo original maorí (‘los moriori’) migró desde la isla norte de Nueva Zelanda a las islas Chatham (‘Rekohu’, en lengua moriori). Mientras los maorí se desarrollaron como un pueblo guerrero, los moriori eran una sociedad igualitaria y pacífica de cazadores-recolectores. El mes de diciembre de 1835 los maorí viajaron hasta las islas Chatham para masacrar a los moriori de una manera indiscriminada. Su justificación era sencilla: “¿Y qué con [el exterminio de los moriori]? Eso estaba de acuerdo con nuestras costumbres” (2).

Obviamente, el mundo ha evolucionado de estos actos rapaces: los ha institucionalizado. En un marco institucional, las clases dirigentes del Ecuador han sido incapaces de “formar consensos amplios y perdurables que permitan identificar e implementar políticas públicas inclusivas necesarias para el respeto y goce efectivo de todos los derechos humanos” (3). En otras palabras, los políticos ecuatorianos son predadores unos de otros: todos quieren ser aquel maorí que aniquila al moriori, aquel poderoso que se impone al débil. El patriarca del PSC, León Febres-Cordero, describió la naturaleza rapaz de la política ecuatoriana a cabalidad: “yo tuve que ser lo que fui para poder supervivir, sino me destruían” (4).

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Este antecedente es necesario para comprender el argumento de Nebot para esta contienda electoral, que se compone de dos elementos: 1) hago todo lo que me conviene en primera vuelta; 2) en segunda vuelta pacto con el ganador en primera vuelta del “bando opositor”. Así, la primera vuelta funciona a manera de primarias para la oposición. Hay un detalle a considerar en esta argumentación: Jaime Nebot y el PSC se juran indispensables para esa segunda vuelta.

¿Es realmente así? Su alfil Viteri y su pirotecnia retórica servirán para arrastrar asambleístas, pero no llegará a segunda vuelta. Lasso se encuentra estancado desde hace fu y sus nuevas estrategias para crecer parecen una receta para perder. Por su parte, Moncayo es la nueva cara septuagenaria en el panorama de candidaturas presidenciales que, curiosamente, con un buen discurso de conciliación y una red adecuada de alianzas, podría alcanzar la segunda vuelta para el “bando opositor”.

En este probable escenario de segunda vuelta, Nebot y su rebaño son prescindibles porque restan más que lo que suman al candidato Moncayo. Una eventual alianza de Moncayo (ID) con el PSC sí que podría restarle a Moncayo un pedazo del electorado anti-correísta de centro-izquierda (porque Nebot también tiene un efecto reactivo, en especial en la Sierra).

La debacle de Nebot, en todo caso, habría empezado antes. En febrero, Jaime Nebot era un político de oposición que aglutinaba en torno suyo a representantes de Quito (su alcalde, Mauricio Rodas) y de Cuenca (el prefecto del Azuay, Paúl Carrasco) en un movimiento político nuevo y con altas aspiraciones:
 
Para el mes de octubre, sin embargo, a Jaime Nebot se le vino abajo aquella “cosa” con la que pretendía hacer historia. Apenas se quedó en alianza con Ramiro González, quien es incluso repudiado por miembros de su propia agrupación política. Los miembros originales de ‘La Unidad’, Rodas y Carrasco, lo cambiaron por el “nuevo Guillermo”, aquel que es su supuesto “enemigo” dentro de la misma tendencia conservadora de derechas. 

Y el que sea Ramiro González quien se haya quedado a su lado es un giro curioso de los acontecimientos, si se toma en cuenta este antecedente:

Un sujeto de "doblez utilitaria al infinito", según el muy guayaco Naipe Centralista. Fuente 

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Jaime Nebot ha jugado a la política con las fórmulas rapaces de la ‘Vieja Guardia’ (su lema, “del consenso, su apariencia”) y no le ha servido. Su experimento de ‘La Unidad’ fracasó: Rodas huyó a tiempo, mientras que a esa sardina llamada Carrasco lo deglutió él mismo, cuando actúo a su entera conveniencia (5). Los dos lo abandonaron y Nebot ha terminado por quedarse solo (pues quedarse con Ramiro González es, técnicamente, quedarse solo).

Cuando pienso en la rapacidad del ser humano, pienso en el Jaime Nebot de esta contienda electoral: un señor septuagenario que no sabría otra cosa que imponerse (como los maorí a los moriori), que se pretende “el Gran Elector de la Oposición” y que se jura indispensable en una posible segunda vuelta.

Un señor septuagenario que está equivocado, en la forma y en el fondo.  

(1) Diamond, Jared, ‘Guns, germs, and steel. The fates of human societies’, W. W. Norton & Company, New York, 1999 [Primera edición, 1997], capítulo segundo: ‘A natural experiment of history. How geography molded societies on Polynesian islands’ (pp. 53-67).
(2) Ibíd., p. 54. Uno de los supervivientes moriori recordaba que “mataron a hombres, mujeres y niños, sin discriminación” (p. 53).
(3) Retrato de un país roto’, Xavier Flores Aguirre, 27 de enero de 2016. En lo sustancial, nuestras “clases dirigentes” no han variado su comportamiento. Siguen siendo unos profundos imbéciles.
(4) Cara a cara al diablo’, Xavier Flores Aguirre, 2 de julio de 2012.
(5) Sardina en oferta’, Xavier Flores Aguirre, 5 de octubre de 2016.

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