Un día como hoy, hace doscientos años, 57 representantes de la Provincia de Guayaquil, reunidos en Colegio Electoral, aprobaron el ‘Reglamento Provisorio de Guayaquil’, un cuerpo normativo que empezó a regular la vida independiente de la provincia hasta que Simón Bolívar, en julio de 1822, le puso fin a esta independencia y convirtió a dicha provincia en el extremo meridional de la República de Colombia. O como lo advirtió José Joaquín de Olmedo al Supremo Delegado del Perú, en una carta fechada el 15 de julio de 1822: ‘S. E. [Simón Bolívar] ha reasumido el mando político y militar de esta provincia, habiendo cesado en consecuencia todas las funciones de la Junta de Gobierno’ (1). La Junta gobernó entre el 11 de noviembre de 1820 y el 13 de julio de 1822, por espacio de 609 días.
Los 57 representantes de la Provincia de Guayaquil fueron elegidos para integrar el Colegio Electoral, así: 1 por Balao y Puná, 1 por Canoa, 1 por Caracol, 1 por Colonche, 1 por Chanduy, 1 por Charapotó, 1 por Chone, 1 por Chongón, 1 por El Estero, 1 por Palenque, 1 por Pichota, 1 por Santa Lucía, 2 por Babahoyo, 2 por El Morro, 2 por Machala, 2 por Montecristi, 2 por Puebloviejo y Ventanas, 2 por la Punta de Santa Elena, 2 por Samborondón, 2 por Yaguachi, 4 por Baba y Pimocha, 4 por Jipijapa, 5 por Daule y 16 por Guayaquil. Estos 27 pueblos con representación abarcan un territorio que corresponde en la actualidad a cinco provincias: Guayas, Manabí, Los Ríos, El Oro y Santa Elena.
Olmedo explicó la convocatoria a este Colegio Electoral en una carta dirigida al General José de San Martín, fechada el 22 de noviembre de 1820, como una reacción de los pueblos contra los abusos que había perpetrado el Jefe Militar de Guayaquil. Para empezar su explicación, Olmedo afirmó:
‘Este pueblo, después de haber proclamado gloriosamente su Independencia, no ha gozado de sus frutos tan sin zozobra como se esperaba, y como prometían los hermosos principios de nuestra santa insurrección. Las circunstancias del momento, hicieron crear un gobierno sin las debidas formalidades. A mí se me encargó el gobierno político, y el militar al Capitán Gregorio Escobedo’ (2).
Olmedo, entonces, sostiene que concibió la reunión del Colegio Electoral como una reacción a los abusos del militar arequipeño Escobedo:
‘Me vi precisado, a los seis días, a hacer dimisión de un empleo que yo no podía ejercer en beneficio de mi Patria; pues el oficial Escobedo no correspondió a la confianza que se le hizo; y, reuniendo toda la autoridad, hacía extrañar los días del antiguo despotismo. Previendo yo estos males, hice yo convocar, desde el principio de mi gobierno, a todos los pueblos, para que, por medio de sus diputados, eligiesen, en esta ciudad, el Gobierno que más les conviniese’ (3).
Se convocó así a la reunión del Colegio Electoral para el miércoles 8 de noviembre de 1820. Estos 57 representantes se reunieron en Guayaquil en la fecha indicada y tres días después, el sábado 11, aprobaron el ‘Reglamento Provisorio de Guayaquil’, que es fama que fue redactado por el mismo Olmedo, quien fuera también elegido por estos representantes de la Provincia para presidir la Junta de Gobierno que se constituyó a partir de la aprobación del Reglamento. La emergencia de esta Junta de Gobierno supuso la deposición de Escobedo y su alejamiento de la ciudad (4).
Este reglamento, en palabras de Olmedo, fue una verdadera ‘Constitución provisoria’ (5), a la que se debe reconocer como la primera Constitución de un territorio libre e independiente de España, mismo que más adelante (casi diez años después) se uniría con otras dos antiguas provincias españolas (Cuenca y Quito) para conformar el Estado del Ecuador (6).
Hoy se cumplen sus 200 años, pero a pocos le importa. Pobre país.
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(1) Carta al Supremo Delegado del Perú en Guayaquil, fechada el 15 de julio de 1822, en: ‘José Joaquín de Olmedo. Epistolario’, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial J. M. Cajica Jr., Puebla, 1960, p. 496.
(2) Carta al general San Martín, fechada el 22 de noviembre de 1820, en: ‘José Joaquín de Olmedo. Epistolario’, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial J. M. Cajica Jr., Puebla, 1960, p. 335.
(3) Ibíd., p. 336.
(4) En su carta a San Martín, Olmedo expone varios de los abusos del arequipeño Escobedo: ‘La principal acusación consistía en haber Escobedo conspirado contra este país, preparando la fuerza armada para atacar la Representación de la Provincia’ y ‘[o]tra acusación, no menos grave en mi concepto, era la de que, habiendo preso, desde el primer día, a todos los europeos sin distinción, y encerrándolos en un pontón estrecho, se echó sobre sus bienes, los cuales no entraron en los fondos públicos. Más de ochenta europeos fueron remitidos al Chocó, y sus propiedades ocupadas han desaparecido’, por lo que concluye Olmedo, esta ‘mala versación que ha hecho de los caudales públicos el mismo Escobedo, nos tiene [a los guayaquileños] en los mayores apuros’, v. pp. 336-337. Es asombroso como un sujeto de esta calaña mantiene una calle en el centro de la ciudad…
(5) Carta al General Mires, fechada el 27 de febrero de 1821, en: ‘José Joaquín de Olmedo. Epistolario’, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial J. M. Cajica Jr., Puebla, 1960, p. 361. Para Olmedo, si bien el 9 de octubre de 1820 había sido el día de la Independencia de la ciudad, se lo debía considerar al 8 de noviembre de 1820 como el día de su Libertad.
(6) La Constitución de Quito de 1812 se suele reputar como la primera Constitución de los territorios luego ecuatorianos, pero nunca lo fue de un territorio libre e independiente pues se trató de una autonomía administrativa dentro del reino español, puesto que todavía se la reconocía a Quito como parte de la Monarquía Católica y a la espera de que regrese su rey y ‘señor natural’, Fernando VII (sobre este punto, contrastar el artículo 1 del documento de 1820 con el artículo 5 del documento de 1812). En adición, resulta ridículo atribuirle el título de primera Constitución a un documento que nació de la desunión, pues como lo explica el historiador quiteño Carlos de la Torre Reyes: ‘Desgraciadamente, las funciones del Congreso se entorpecieron debido a la rivalidad entre sanchistas y montufaristas que en esta época llegó a extremos de increíble hostilidad, hasta tal punto que el bando encabezado por Villa Orellana se separó, motivo por el cual firmaron la Carta Política expedida el 15 de febrero de 1812 solamente Selva Alegre y sus partidarios’. Y peor aún, la Constitución de Quito, así adoptada, careció de toda efectividad, pues incluso ‘los sanchistas abandonar[o]n la Capital el 24 de febrero y constituyer[o]n un cuerpo soberano disidente en Latacunga’. (‘La revolución de Quito del 10 de Agosto de 1809’, Banco Central del Ecuador, Quito, 1990 [Colección Histórica, Vol. XIII], pp. 555 y 558). Así, ni independencia, ni unidad, ni tan siquiera funcionalidad: apenas un desastre normativo, que acaso sirva de mal ejemplo.
2 comentarios:
Gracias Xavier por recordarnos una fecha histórica para la memoria de los ecuatorianos
Una vez más su articulo ilustra hechos históricos trascendentales de nuestro país y sus orígenes como República, gracias por recordarlos con claridad y sin tapujos.
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