Esta entrevista a Ignacio
Sánchez-Cuenca describe y critica a un sector del periodismo de opinión en España
(compuesto por figuras tales como Mario Vargas Llosa, Antonio Muñoz Molina,
Fernando Savater, Félix de Azúa, Javier Cercas, Arturo Pérez-Reverte, Jon
Juaristi) y es como si describiera (mutatis
mutandis) al periodismo de opinión ecuatoriano, esas plumas que escriben en
los periódicos de difusión nacional. Pero es peor: porque en vez de
Pérez-Reverte tenemos a Pedro Valverde (1).
Algún estudio académico
debería emprender una categorización de los columnistas de opinión en el Ecuador. A nadie sorprendería, creo, que el resultado arroje una aplastante
homogeneidad de origen (clase media para arriba, colegios privados) y una
profunda comunidad de intereses (usualmente vinculados a la derecha política y,
en menor medida, de cuño conservador). Hay un cierto barniz de modernidad en
las páginas de opinión, pero en el fondo se parecen a lo que critica
Sánchez-Cuenca, esto es, un tipo de opinión más literaria que analítica, con
prescindencia de datos y abuso de los tópicos (2). O sea, un típico periodista de
opinión ecuatoriano, ni más ni menos.
(1) Miguel
Mora & Vanesa Jiménez [entrevista a Ignacio Sánchez Cuenca], ‘"Hay que acabar con la cultura de amiguetes"’, Contexto y Acción, No 53, 24 de febrero
de 2016. Alguna vez comenté unas esperpénticas columnas de Valverde, v. ‘Comentarios a la columna de Pedro Valverde’, Xavier Flores Aguirre, 13 de agosto de 2008; ‘Pedro‘Darth’ Valverde no decepciona’, Xavier Flores Aguirre, 12 de agosto de 2009.
Hace años que no lo leo.
(2) Por oposición a este periodismo de opinión 'literario', Ignacio Sánchez-Cuenca propone en esta entrevista la emergencia de un periodismo de opinión 'investigativo': "Por investigación me refiero a que cada afirmación que hagas tiene que venir respaldada por datos o por argumentos ulteriores que a su vez dependen de datos. Se trata de un debate menos ideológico, más atento a la información empírica. Aquí [en España y en Ecuador, N. del A.] estamos acostumbrados a que el tipo de querella política sea muy parecido a la s querellas literarias, y así se degrada mucho el debate político". Un caso nefasto, puesto en evidencia por Sánchez-Cuenca, es el de Vargas Llosa, quien en un extremo de su verbosidad sin fundamento llegó a llamar a Esperanza Aguirre la "Juana de Arco del liberalismo". Y la moderna "Juana de Arco" es esto: 'Aguirre quiere prohibir que los indigentes duerman en la calle: "Ahuyenta a los turistas"', Diario Público, 27 de abril de 2015.
1 comentarios:
Interesante reflexión, concuerdo con esa percepción desde hace mucho. Sólo le caigo a la simpleza de la afirmación sobre la falta de masa crítica:
"¿Esa degradación va unida a la falta de masa crítica del país o se debe a que las figuras opacan todo?
Creo que tiene que ver con lo que a veces se llama la maldición de los países de tamaño medio. Si eres un país muy grande, como Estados Unidos, la esfera pública es tan enorme y hay tantos participantes que apenas existen figurones o referentes. Si eres un país muy pequeño, estás obligado por necesidad a internacionalizarte, a abrirte al exterior, como les ocurre a Portugal u Holanda. El problema está en los países de tamaño medio --Francia, Italia, España-- donde la esfera pública es grande pero no lo suficiente para que haya pluralismo, y tampoco es tan pequeña como para que sea necesario abrirse al exterior. Entonces se forma una esfera pública muy introspectiva, donde los figurones adquieren un protagonismo exagerado y adoptan una posición “casticista”, que ignora lo que pasa más allá de nuestras fronteras.."
Más allá de la elucubración sobre los país de tamaño medio, creo que en ciertos contextos, el nuestro por ejemplo, invitan a una reflexión mucho más profunda sobre el papel que tenemos los peregrinos ciudadanos en la formación de una masa crítica. ¿Por qué Estados Unidos tiene una esfera pública tan activa? Esa sería una pregunta interesante de abordar. Sé que Tocqueville la hizo.
En mi experiencia cotidiana, estando en lugares periféricos veo que a muy poca gente le interesa fomentar espacios críticos en las periferias. Parecemos preferir creer que eso es una competencia que se limita al Estado, la Iglesia o las ONG'S cuando más bien es una cancha abierta para mucha gente.
Creo que esa es una tarea abierta a todos los ecuatorianos, que parecemos seguir dividiendo el país entre gente de primera clase y gente se segunda clase, limitándonos al asistencialismo o la delegación, cuando más tenemos muchas áreas pendientes de cubrir, entre ellas la de la creación de personas más críticas y, de ello, una esfera pública más diversa e informada (y un montón de cosas más).
En lo particular soy escolar de la Compañía de Jesús y te puedo decir que, al menos a nombre propio, me encantaría saber de más iniciativas ciudadanas en las periferias. No veo participación suficiente de católicos, ni de laicos de ninguna tendencia (liberales, comunitaristas, agnósticos, ateos, comunistas, lo que quieras), lo cual me lleva a pensar que formamos parte de una gran idiosincrasia acostumbrada a cierta manera de vivir (y comentar hasta el aburrimiento) una realidad que parecemos no querer cambiar de verdad (y eso está bien si eso es lo que queremos, pero no es lo que decimos en el discurso).
Quedo atento a tus comentarios. Salut.
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