Comerse el amague definitivo (o "Proyecto de Ciudad Sub-Acuática por Inercia")

6 de mayo de 2019


¿De qué se está hablando cuando se dice que una mayoría de guayaquileños se han comido los amagues de su Municipio por decenas de años (desde 1992)?

Fundamentalmente, se habla de esto: que Guayaquil ha crecido mal, en perjuicio de la mayoría de sus habitantes y en beneficio de unos pocos.

Piensa en esto, guayaco voraz jamador de amagues: el Alcalde de Guayaquil está vinculado al sector de la construcción. Cuando entró a la función pública en los ochentas (en esos salvajes ochentas) durante el Gobierno de León Febres-Cordero, Jaime Nebot afirmó ser Presidente y Gerente de varias empresas dedicadas al negocio inmobiliario*. Piénsalo, entonces, como un guayaco: una vez llegado este man al poder, ¿a quién podría beneficiar?

Si aún no has sido lobotomizado, admitirás que la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: “al sector de la construcción”.

Porque ese es el dato pepa: Guayaquil ha crecido de una manera costosa para los recursos públicos, pues el modelo de crecimiento urbano de Guayaquil utiliza “exclusivamente los principios basados en la transmisión de los impactos en el macro drenaje hacia aguas abajo”. Esta descripción del crecimiento urbano de nuestra ciudad consta en un documento de análisis y recomendaciones por el riesgo de las inundaciones en Guayaquil que nuestro Municipio le solicitó a unos expertos internacionales vía una Cooperación Técnica acordada con la Corporación Andina de Fomento (CAF) el año 2014. 

En dicho documento técnico,  los expertos indicaron que la forma de crecer de Guayaquil puede “llegar a aumentar en seis (6) veces los costos” comparados con una estrategia integral propia de “ciudades verdes, inclusivas y sustentables”, estrategia integral que los expertos justificaron para nuestra ciudad: “Guayaquil ofrece condiciones inmejorables para desarrollar soluciones integradas en el diseño urbano que combine programas de vivienda, transporte, agua potable, alcantarillado, drenaje, residuos sólidos y medio ambiente [para] diseñar soluciones sustentables en el largo plazo”.

Pero la realidad de nuestro crecimiento urbano, de acuerdo con este mismo Informe, es muy distinta: “lotes pequeños para las viviendas, aceras y accesos estrechos, limitadas áreas verdes, y en general una clara tendencia hacia la impermeabilización del suelo urbano”. Es decir, todo lo contrario a una ciudad “verde, inclusiva y sustentable”, pero todo muy pero muy conveniente para los negocios vinculados a la construcción.

Este parque en la calle Rosa Borja sirve como ejemplo de la impermeabilización del suelo urbano de la ciudad: purititito adoquín y apenas tres pinches palmeritas.
  
La buena noticia es que se puede hacer mucho mejor. La mala es que hasta ahora lo hemos hecho pésimo (menos para los negocios de las empresas vinculadas al negocio de la construcción, como resulta evidente de este relato).

Piénsalo, entonces, insaciable devorador de amagues del poder político de tu ciudad: si ya es muy grave que se gaste cerca de seis veces más por un crecimiento urbano deficiente, es muchísimo peor cuando llegas a la comprensión de que este crecimiento de Guayaquil propiciado para el beneficio de unos pocos ha puesto a la ciudad en una situación de riesgo. Guayaquil es una ciudad que corre el riesgo de inundarse a consecuencia del cambio climático, lo que causará unas pérdidas económicas cuya consecuencia, si no se toman las medidas para atajar este problema con tiempo, “resultaría en pérdidas inaceptablemente altas”. Y durante la administración de Jaime Nebot no ha hecho sino agravarse este tema para la ciudad, pues para Nebot el problema no existe: no lo siente como un problema de Guayaquil pues él ya no verá la destrucción que ahora siembra. A Nebot realmente no le importa nuestro futuro, por una razón muy sencilla y prosaica: no le resulta rentable AHORA. Sus prioridades están claras.

Pero así es la vida en los trópicos: irresponsable y feliz. En el caso de Guayaquil, de aquí a unos 30 años la ciudad podría tener que enfrentar una catástrofe de proporciones bíblicas por la inundación y consecuente inhabitabilidad de amplios sectores (principalmente, de los aledaños a los ríos y esteros, cientos de miles de personas) causada por la elevación del nivel del mar y por un crecimiento urbano a contramano de una ciudad “verde, inclusiva y sustentable”, como aquella que  recomendó la CAF en su Informe del 2014 caído en saco roto. Porque ha sido esta forma de crecimiento urbano, tan perjudicial a nuestros propios intereses como habitantes de Guayaquil, la que se ha ratificado por la mayoría de los guayaquileños (un 52.60%) en las elecciones del 24 de marzo que pasó.

Así, Guayaquil ha crecido mal, en beneficio de unos pocos y en perjuicio de la mayoría de sus habitantes (en términos de uso de sus recursos naturales y de su perspectiva de futuro) pero la mayoría de sus habitantes ha insistido en ratificar con su voto este sistema dañino a sus propios intereses. Es un uso del voto como pistola para dispararse al pie: el voto que se registró el 24 de marzo a favor de la sucesora de Nebot es el homenaje más sentido que la estupidez colectiva le ha podido rendir al sistema democrático en el Ecuador.§

Y así es como muchos guayacos se han comido y se siguen comiendo el amague definitivo que les ha tirado el poder político de su ciudad: hacerles pasar este desastre de dañoso crecimiento urbano contrario a nuestros propios intereses, como un supuesto “modelo exitoso”. (Y para que esto sea así, por supuesto, el Municipio ha contado con la inestimable participación de unos medios de comunicación que son, en su amplia mayoría, verdaderos mercachifles de la palabra).

Bien lo dice el dicho: “La ignorancia es felicidad”. En Guayaquil es eso, pero la ignorancia es también mucho más: es el cultivado sustento del poder político del Municipio local.

* “El Grupo Nebot se especializa en el negocio inmobiliario. Su oficina central está ubicada en el Edificio Valra de Guayaquil (Av. 10 de Agosto 103 y Malecón), edificio que comparte con las oficinas del Ing. Febres-Cordero y de Ecuasal”, en: Fierro Carrión, Luis, ‘Los grupos financieros en el Ecuador’, Centro de Educación Popular, Quito, 1992, p. 289 (v. “Subgrupo Nebot”, pp. 288-292). Por esta razón, todavía a la entrada del edificio Valra la limpian (e imagino que la seguirán limpiando hasta que se vaya el Bigotón Farsante) unos empleados del Municipio de Guayaquil: esto de usar los recursos públicos en beneficio privado se les nota hasta en los detalles.
§ Uso la palabra “estupidez” en sentido etimológico, pues proviene de “stupere”: “asombrase, quedarse inmóvil”. Es esta inmovilidad lo que caracteriza a la mayoría de los guayacos (principalmente, de clase media pa’ arriba, y mientras más aspiracional más acusado es este síntoma) cuando de opinar sobre su Municipio se trata: se estupidiza, se le traba su sentido crítico y termina por exteriorizar (aunque no tenga evidencia para decirlo) que su Municipio es bueno, o que ha sido, al menos, mejor que cualesquier otra alternativa. Y es por esta inmovilidad de muchos que la habitan pero que no la piensan que nuestra ciudad se sigue moviendo al ritmo del poder político enquistado en su Municipio desde 1992, más sus agnados y cognados de la construcción. (Es decir: en lo fundamental se sigue moviendo en beneficio de unos pocos mientras la gilada guayaquileña aplaude, ignorante y feliz.)

4 comentarios:

JOIN POSITIVE dijo...

Quisiera comenzar con el tan en boga "alguien lo tenía que decir...", pero el tema es más serio.
Soy una ciudadana común, sin datos estadísticos, pero con la prueba de la huella que la transformación de la ciudad ha marcado en mi memoria; soy habitante de este puerto desde hace 49 años, así que tengo mucho que contar, puedo dar fe de ello.
Puedo dar fe de la tala de los árboles ancestrales que abrigaban con sombra (alguien aún recuerda la Ave. del Bombero? era hermosa!), reemplazándolos en algunos caso con las muy "miamenses" palmeras (y no me vengan conque lo hicieron porque las calles se levantaban por las raíces porque entonces significa que no sabían técnicamente cómo manejar la situación a diferencias de otras urbes a nivel mundial); doy fe del crecimiento de los km2 de zonas encementadas en detrimento de las zonas verdes (y que es un negocio lucrativo porque luego hay que mantener lo encementado!); puedo dar fe de que me han robado la vista a la ría con el permiso de construcción para ciudadelas cerradas (ahora se convirtió en un tema de exclusividad y no como un derecho común); doy fe que en todo este tiempo no han desarrollado ningún plan de manejo de desechos que favorezca la reducción y clasificación de basura (claro, es que las empresas de limpieza cobran por tonelada de basura recogida otro negocio lucrativo); doy fe de que poco han hecho para generar reglamentos que incentiven la movilización pública cómoda (con aire acondicionado ya que nos robaron la sombra!) y penalice el uso de vehículos privados (por cierto, tengo un hermoso carro europeo 2019 con todos los juguetes tecnológicos, pero aún así, prefiero caminar para bajar la contaminación); doy fe que les importa un bledo el uso de plásticos de una sola vida (han visitado Guayarte? el Malecón del Río y todos los puntos de venta de comida? usan cubiertos y vasos plásticos que vuelan al estero! ah! y dieron de baja la ordenanza tan promocionada el año paso de prohibir el uso de este tipo de elementos); doy fe del crecimiento de canteras al rededor de la ciudad; de que el cerro azul del Paraíso se ha incendiado algunas veces producto del extremo calor de la ciudad; de la actitud de desprecio de sus habitantes a sus tierra porque nuestro Alcalde no generó en 18 años programas de enseñanza reales de siembra, cultivo y protección de áreas verdes y especies.; doy fe que la otrora emblemática garza, ya no pinta de blanco las laderas de nuestro estero cuando cae el sol; que se exterminaron las ranas, sapos y luciérnagas.
Doy fe que la ciudad de cemento está criando humanos apegados a lo banal, a lo superfluo, a lo privado. Que es preferible conservar un ladrillo a una planta; que se pelean por una tapa de alcantarilla en lugar de un pedazo de estero para rescatar. Que prefieren una pileta a una ría limpia para nadar.
Doy fe que las nuevas generaciones nada les importa la naturaleza porque ya ni la conocen. Y me entristece. Porque creo que yo sí voy a vivir mucho más quel el Sr. Nebot, y aún tengo familia que sí se quedará aquí.

Por cierto, yo voté por Nebot en 2 de sus 4 alcaldías hasta que el velo se cayó: no había voluntad real de convertir a Guayaquil en una ciudad verde y sostenible:
-Con acceso todos a servicios seguros (inlcuye aire limpio, espacios de diversión familiar, transporte, agua limpia (cierto! hay intereses pues muchas empresas hacen negocio con el agua libre de gérmenes que la ciudad está obligada a proveer)
-Con renovación urbana que rescate el patrimonio de la ciudad INTEGRÁNDOLO con el nuevo
-Que asegure la disminución de CO2
-Que asegure el comercio justo con proveedores que respeten normas de protección ambientales
-Que asegure con programas la reducción, reutiización y reciclaje
-Que le de prioridad a siembra y cultivos en lugar del uso de suelos para vivienda (qué va a pasar con las tierras pasando el peaje vía Salinas? el uso de suelo... es para siembra o ya lo transformaron para vivienda e industria? no lo sé...)

En fin, tenía que decirlo.


Javiermaurad dijo...

"Ignorante y feliz" No sabía como transmitir un mensaje y creo que es la frase correcta para llegar a muchos.

Unknown dijo...

El poder no es eterno tarde o temprano se les acabará toda esta farsa los cuánticos viven en un mundo Konitos 🙄🤨

Unknown dijo...

Buenas tardes, cierto es que cuando prima el interes, el resto esta demás, pero cada vez que tenemos la oportunidad de cambiar el destino de nuestta ciudad resulta que no sucede, supongo que por eso después de la ultima elección de gobiernos seccionales, la ganadora no ha dicho ni pio, considerando que son las elecciones más contradictorias de que tengo idea, donde los casos de fraude han sido tan evidentes, será por eso qe mejor es quedarse calladita, en fin, luego de leer este informe me explico muchas cosas,como el hecho de que tuve que esperar 11 años para que hicieran un parque junto junto a mi casa de 70,000 dólares, que si lo ven, se reirian, igual que yo