Las aventuras del Hombre Caca

31 de mayo de 2018


El Hombre Caca, en 14 opiniones:

1) “Que la figura de Melvin Hoyos nos merezca a la mayoría de artistas y actores culturales de Guayaquil la consideración de ser una presencia sombría, y cada vez más obsoleta, radica principalmente en la falta de escucha, y de reconocer sus limitaciones en buena parte de las discusiones en torno a lo cultural” (Hidalgo-Anastasio).

2) “Melvin Hoyos, en sus últimas declaraciones, sostiene que se enorgullece de gestionar el Festival de Artes al Aire Libre (FAAL) con un bajo presupuesto. Sin embargo, la escena guayaquileña de inicios de este siglo apostaba por una industria cultural, un museo de arte contemporáneo hermanado con instituciones prestigiosas en el extranjero, que desarrolle una serie de talleres, mesas de intercambio y transacciones entre colegas latinoamericanos. Que un funcionario, en la actualidad, ponga como meta el mantenerse dentro del presupuesto asignado, me parece que no responde a los parámetros con los que se debería juzgar al arte. Mientras se dialogue de una manera eficiente con los artistas, las obras y el público, no importa el presupuesto que se necesite. Uno de los grandes problemas es la falta de dinero, pero para eso existe la autogestión” (Falconí).

3) “A mi criterio el FAAL, hace ya mucho tiempo, no es más que una feria cualquiera, donde no hay jurados respetables con criterios de selección. El evento como tal no alcanza mayor repercusión y mucho menos aporta a la escena artística local. Lo mismo ha pasado con el Salón de Julio, hace mucho tiempo que dejó de ser un interesante punto de inflexión en la escena local” (Navas).

4) “Medir una gestión basándonos en un pasado, que está muy lejano de lo que somos como ciudad, no creo que sea un mérito. Es verdad que existen ciertos logros relativos a la gestión de los presupuestos en ciertos eventos municipales, pero el resultado de éstos se queda aislado por la falta de conexión entre las diversas actividades que se realizan. Si realmente estos programas, en lo que llevan de tiempo ejecutándose, calaran en la ciudadanía, tuviéramos una extensa cantidad de públicos dispuestos a vivirlos. Pero, aún la relación ocio-cultura no es parte del ciudadano guayaquileño promedio. Por eso pienso que es necesario un relevo o un cambio de actitud. Es imposible que se siga llevando la gestión de la misma forma, y hacer oídos sordos frente a lo que se grita a viva voz” (Zanabria).  

5) “Durante el tiempo que ha fungido como director, el arquitecto ha querido tener el poder de decisión de algunos campos que no son de su experticia —¿cómo olvidar los varios testimonios de sus para-curadurías en los Salones de Julio?—. Pero, curiosamente, en ámbitos que deberían ser de su dominio (la arquitectura, la Historia) ha permanecido silente. Hoy hablamos de la piscina municipal, hace unos meses de la Casa del Cacao, pero también podríamos hablar de otros casos patrimoniales como el Hotel París. En este estanque estéril nos ha tocado vivir el patriarcado de alguien que ha querido imponer el modelo higienizador y regeneracionista de su par en la cultura. Los resultados son más que evidentes, una ciudad sin memoria llena de puras bodegas” (Castillo).

6) “El problema de la gestión del Museo Municipal es integral: refleja una deuda con la cultura, la educación y la sociedad. Para empezar a subsanar esa deuda es necesaria una voluntad, no la de una sola persona, porque el cambio que se requiere es profundo, sino una voluntad política, que es más complicada” (Fernández).

7) “Que los ángeles lesperinos dejen reposar tu alma en pena, Melvin” (Ortiz).

8) “Lo primero que me sucedió fue que para conseguir la clave del wifi tenía que solicitarla en una oficina, en donde, en lugar de proporcionarla, pidieron que encienda una computadora para que alguien me la escriba. Luego, tuve que pasar por varios espacios antes de encontrar un sitio con las mínimas condiciones para trabajar. Habían bancas viejas en las esquinas, y un calor terrible. Finalmente, conseguí un lugar para investigar por un par de semanas. Al final, me acostumbré a ir a esa oficina, encender mi laptop, dejar que me escriban la contraseña y, luego, ir a la hemeroteca. ¿Cómo debería funcionar el espacio de la Biblioteca Municipal? ¿A dónde van los estudiantes a realizar sus investigaciones? Si este lugar ni siquiera tiene internet, ¿cómo podría convertirse en un sitio accesible y funcional para las personas en el centro de Guayaquil?” (Chérrez).

9) “La gestión de Melvin Hoyos se encuentra en un stand by desde hace diez años, aproximadamente. Los modelos de gestión, que funcionaron en algún momento de la historia, hoy están gastados. Digo diez años, pero pudieran ser veinte” (Patiño).

10) “En general, yo creo que la administración municipal tiene una deuda gigante con la ciudad, hablando de arte y de cultura, porque se ha destruido el patrimonio arquitectónico de la urbe: se ha venido abajo, en un altísimo porcentaje, la identidad que tenía Guayaquil, como ciudad, dada por su arquitectura. Esa es una deuda, no del museo, sino del Municipio, y de la Dirección de Cultura también por extensión, porque ha estado impávida ante esa destrucción. Esto se vuelve más grave si el que dirige esta institución es un historiador; su profesión tendría que hacerlo más consciente de esta situación” (Velarde).

11) “De tal forma que Guayaquil tiene un museo municipal que no es de arte, pero que colecciona arte, y no sabe qué hacer con él. Y si pensamos en arte contemporáneo, es evidente que no tiene ni las instalaciones ni el personal adecuado” (Alvarado).

12) “Como señala Eleanor Heartney, los museos ya han abandonado el modelo caduco de funcionar como bibliotecas, iglesias, archivos o expositor de objetos culturales. Los museos de Guayaquil no han podido acompañar a las prácticas artísticas contemporáneas de la ciudad y siguen funcionando con lógicas anquilosadas y posturas endogámicas” (Brito).

13) “Y la museografía sigue siendo la misma: objetos apiñados y ordenados cronológicamente, sin cuestionamientos ni sobresaltos; es decir, la sucesión de imágenes predecibles, como un gran álbum familiar donde todos sonreímos y somos felices por siempre” (Hidalgo).

14) “De modo que la función que tiene que cumplir y cumple muy bien Melvin Hoyos como director de cultura del municipio es simplemente la de tapón, neutralizador, muro de contención de la energía cultural de la ciudad” (Campaña)

La cereza de este pastel de oprobios: “No tengo dudas de que Melvin Hoyos tiene unas excelentes intenciones desde su locus vital e ideológico, pero son muy limitadas y no se deja asesorar” (Hidalgo-Anastasio). Qué sutil manera de decir: “Melvin Hoyos es un idiota y un necio, pero con buenas intenciones desde su locus” (seguramente, vesre por culo).

*

Artistas, críticos, gestores, docentes, historiadores: TODOS contestes en que la gestión de Melvin Hoyos a cargo de la Dirección de Cultura de Guayaquil está en deuda con la ciudad.

Si Guayaquil fuera un cómic de una fantástica “Liga de la Injusticia”*, donde unos facinerosos utilizan los recursos públicos para la satisfacción de intereses particulares, el hombre que hace caca por doquier, el “Hombre Caca”, cumpliría un rol necesario para que eso suceda: obstruir cualquier actividad útil a la cultura de su ciudad. 

Este sería el hondo drama del “Hombre Caca”: el ser un bobo alegre que vive en total delusión y piensa que es útil a la cultura de su ciudad, pero que todo lo que toca lo vuelve es mierda. Ese es su único “poder”, tal como ha sido retratado por las 14 opiniones arriba transcritas. Pero es un poder que este Hombre Caca ha ejercido por décadas (hasta el punto de que él ha llegado a considerarse imprescindible) puesto que así es conveniente a gente mucho más poderosa que él, de quienes el Hombre Caca es apenas una de sus marionetas.

Y Guayaquil, que se joda.

*No, Guayaquil no es un cómic. Pero sí un sainete.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de leer este articulo, con café recién preparado, me da mucho gusto que haya gente que diga las verdades tal cual, es lamentable que ya son mas de 10 años y sigamos teniendo a ese personaje, que ya debió irse a su casita, para que deba un cambio extremo en cuanto a la gestión cultural de Municipio.

Unknown dijo...

Wow es realmente sorprendente como en Guayaquil puede darse todo esto sin inmutarse nadie.Bravo por esta mujer valiente que se atrevió a destapar el desagüe!!!

Anónimo dijo...

Y deberian investigar lo que el Hombre Caca ha gastado con la troncha de sus panas del Cómic Club cuando revoleaban sus tirajes en pos de "la educación" vayan y comprueben los sobreprecios donde sólo se benefician esos dinosaurios del Cómic horrible local.