“El museo fue siempre solamente una ruina de la esfera pública, una privatización burguesa del espacio público hecha lo suficientemente segura para aventurarnos a visitarla. La verdadera esfera pública moderna fue siempre el lugar de trabajo […] Esa es la esfera pública –el lugar donde el conflicto social tiene voz-”. La frase le pertenece al artista contemporáneo Gareth James; puede decirse que el Museo de Antioquia, mediante el “Encuentro Medellín 07 / Prácticas artísticas contemporáneas”, la hace propia.
Es así, porque el Encuentro Medellín 07 sucede no solo en los museos sino, principalmente, en calles, parques y espacios públicos; como lo reconoce el Boletín No 2 del citado Encuentro “el arte contemporáneo es un ‘niño terrible’ al que no le gustan las ataduras. Sus lemas son la libertad, las mezclas, la irreverencia, el humor, el diálogo, la participación, la observación, las nuevas relaciones[, porque] una obra de arte contemporáne[o] no existe sin un espectador que la perciba, que la complete, que participe en ella”. Este Encuentro propone una reflexión acerca de la noción de hospitalidad, a la que concibe como “una estrategia para activar e incentivar las formas de comunicación entre las prácticas artísticas y la ciudad”, porque la hospitalidad, como nos recordaba Jacques Derrida, “consiste en hacer todo lo posible para dirigirse al otro”. (Una reflexión, sobra decirlo, que resulta muy pertinente para la ciudad de Guayaquil, donde el diálogo de las autoridades que imponen el orden en los espacios públicos con los ciudadanos suele reducirse al uso de silbatos y el cumplimiento de nebulosas “órdenes superiores”.)
En las antípodas de este Encuentro Medellín 07 está el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (Maac) de Guayaquil. El Maac, ni es niño ni es terrible: es una dama de sociedad, apoltronada en la comodidad burguesa de su salón de té. El único proyecto con el cual el Maac, en su momento, arriesgó y con el que podrían trazarse analogías con la propuesta del Encuentro Medellín 07 se llamó “Ataque de Alas”: duró poco y se descontinuó hace mucho. Desde entonces, la noción de arte contemporáneo que tiene el Maac solo sirve para justificar el principio de la cita de Gareth James que abre esta columna. Más aún, la tarea que despliega el Maac puede criticársela también desde otras perspectivas: flexibilización laboral, prácticas burocráticas y políticas culturales en general, son algunas de ellas. El ámbito de esta página no alcanza para la descripción y análisis de sus necesarios matices y detalles, pero el antropólogo Xavier Andrade explicita varios de estos en un artículo de la Revista Íconos y en algunos de sus ensayos en la ciberpágina www.experimentosculturales.com que merecen, todos ellos, propicia discusión.
Patético: si llama usted al teléfono 2327402 que se asigna al Maac en la página de información que administra la Municipalidad de la ciudad una mecánica voz le indicará que “el número que Ud. marcó no está asignado a cliente alguno”. Llame y compruébelo: no existe comunicación. Una lástima que esa misma inexistencia se manifieste, muy a despecho de su nombre, entre esta institución que se llama Maac y el arte contemporáneo.
Museos: Medellín y Guayaquil
3 de marzo de 2007
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