Jauretche es potente

31 de marzo de 2009

El pana Ángel Largo Méndez tiene en la página principal de su bitácora Mi Zurda Opinión una sentencia de Arturo Jauretche cuya fuerza y precisión siempre me agradaron mucho porque (B. Gracián dixit) lo bueno, si breve, dos veces bueno: “No existe la libertad de prensa, tan sólo es una máscara de la libertad de empresa”.  Yo admito conocer poco de Jauretche: tengo sólo unas vagas referencias al paso, provenientes de amigos argentinos en tertulias del Sur.  (Esta página ofrece la interesante posibilidad de aminorar ese déficit.) 
La sentencia de AJ es precisa para criticar (en amable conjunción con Owen Fiss) el concepto de “libre mercado de las ideas” al que me he referido en entradas anteriores.  Buscar esa sentencia para comprobar su exactitud me condujo a esta página con “frases y pensamientos” de AJ.  Y es de esa página que extraigo estas dos frases de AJ, que si bien carecen de la brevedad sentenciosa de la anterior, sí que abundan en ofrecernos razones para criticar a la llamada “libertad de prensa”, en particular, porque nos exponen en limpio la dependencia de los medios de comunicación social de la “economía” (sea de su avisador o de los grupos dominantes) y porque denuncian la hipocresía de quienes se llenan la boca con valores que no defienden:    
Porque estos periódicos tan celosos de la censura oficial se autocensuran cuando se trata del avisador; el columnista no debe chocar con la administración. Las doctrinas, los hechos, los hombres, se discriminan en función del aviso; así hay tabúes tácitos y se sabe que no se debe mencionar, que camino no hay que aconsejar, que cosas son inconvenientes.”
“Porque los medios de información y la difusión de ideas están gobernadas, como los precios en el mercado y son también mercaderías. La prensa nos dice todos los días que su libertad es imprescindible para el desarrollo de la sociedad humana, y nos propone sus beneficios por oposición a los sistemas que la restringen por medio del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa libertad, tan restrictiva como la del estado, aunque más hipócrita, porque el libre acceso a las fuentes de información no implica la libre discusión, ni la honesta difusión, ya que ese libre acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que dan la versión y la difunden.
Clarita la tenía Jauretche, clarita.  Por cierto, Los Piojos le dedicaron una canción (San Jauretche):

Probar un argumento (o el poco sutil procedimiento de la entrevista tendenciosa)

30 de marzo de 2009

El comentario de Juan Sebastián Utreras-Carrera en la entrada inmediata anterior me incentivó a formular estas precisiones para explicarles qué es lo que yo entiendo con mis dichos de que El Universo, en su entrevista del 28 de marzo, intentó “probar un argumento”. Analizaré en extenso la entrevista y, al término de ese análisis, formularé una conclusión.

1) El análisis
El 28 de marzo diario El Universo publica una entrevista a Frank La Rue (una de las tres personas y el primer latinoamericano en ocupar el importante cargo de Relator de las Naciones Unidas para la Libertad de Expresión –las otras dos fueron Abia Hussain de la India -1993-2002- y Ambeyi Ligabo de Kenia -2002-2008). A La Rue lo entrevistan Xavier Reyes y Gladys Rivadeneira (intentaré sustentar lo siguiente con este análisis) no con el noble propósito de conocer su opinión sobre el derecho a la libertad de expresión y explorarlo en sus distintas aristas (lo que sería muy relevante, en la medida en que La Rue ejerce el cargo que ejerce) sino para intentar probar los abusos del Gobierno central en materia de libertad de expresión.

Veamos. El primer párrafo nos anticipa el tono de la entrevista, al afirmar, “el papel de los medios es generar el espíritu crítico en la población, el que no debe ser censurado por los políticos y gobiernos”. Digamos, todo bien todavía. Su segundo párrafo inicia con la frase, “(La Rue) sabe que el gobierno de Rafael Correa se ha enfrentado con la prensa crítica” y aporta como premisa para esa conclusión el que “lo escuchó en la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa”. Aquí ya estamos mal. Lo estamos, primero, porque ya los entrevistadores se arrogan el membrete de “prensa crítica” y, enseguida y más importante, porque el propio La Rue afirma, en el curso de la entrevista, “No conozco la situación de Ecuador”, “No he oído al Presidente Correa en sus difusiones de fin de semana”, “No conozco los detalles (en Ecuador)”, “Me falta escuchar la versión oficial”. Sin embargo, los entrevistadores, Reyes y Rivadeneira (llamémoslos, para efectos prácticos, R&R) afirman que él sabe. Sigamos. En la primera pregunta, La Rue formula una observación interesante: hace una distinción entre “libertad de prensa” y “libertad de expresión”: le concede un contenido amplio y muy merecedor de debate a la libertad de expresión al afirmar que este derecho “abarca mucho más (que el derecho a la libertad de prensa, N. del A.), es la libertad de los pueblos a estar informados, a acceder a información para formular una opinión y a expresarse a través de distintos medios”. Tres opciones para explorar: muy ricas vetas para desarrollar un análisis, por ejemplo, sobre la dimensión social del derecho a la libertad de expresión. ¿Qué hacen R&R? No exploran ninguna y vuelven a la carga con la libertad de prensa. La respuesta de La Rue pone de nuevo la pelota donde él la había puesto antes, dice que la libertad de prensa es “para investigar y difundir” pero insiste en “la libertad de los pueblos de estar informados” e insiste en que se trata de “un derecho colectivo”. De nuevo, aparece aquí la dimensión social. ¿Qué hacen R&R? Esquivan de nuevo el tema y, previsiblemente, vuelven acuciosos sobre la libertad de prensa: ahora la puntualizan, qué cómo la percibe él en Ecuador le preguntan. La Rue contesta “Muy bien” y pasa a hacer una referencia regional, dice que se “ha avanzado” en la materia y que se tiene “la jurisprudencia más avanzada del mundo”, para terminar con una referencia a que el “único problema es la violencia del crimen organizado y del narcotráfico”. Lindas vetas para explorar, nuevamente, por ejemplo con preguntas sobre en qué consisten esos avances, cuál es el contenido de esa jurisprudencia, cómo afectan esos actores no estatales a la libertad de expresión. ¿Qué hacen R&R? Se refieren de nuevo a Ecuador, mencionan que existen las leyes de difamación y desacato. La Rue coincide con ellos en que deben desaparecer y expresa su convicción de que en “corto plazo desaparecerán” (ojalá sea cierto: pienso escribir sobre este particular en breve). Al fin, R&R le dan descanso a su monotemático interrogatorio y hacen una pregunta (que no carece de gancho, por supuesto) sobre cómo deben asumir los funcionarios públicos las críticas. La Rue formula una respuesta sensata y sin aspavientos, salvo por una frase dicha al pasar: “La crítica también la entiendo para muchos medios que ejercían una cuota más grande de poder”. Ni fu ni fa, R&R. Más bien, vuelta a lo suyo, machacar contra el Gobierno: en la pregunta siguiente afirman que el Gobierno central “utiliza la maquinaria estatal para hacer campaña y a la vez descalifica a los medios que son críticos” (de nuevo el autoendilgado remoquete de “prensa crítica”). La Rue dice desconocer el caso ecuatoriano y dice además dos cosas interesantes, una, “que debe haber medios públicos, pero autónomos” y, dos, que no ve mal la existencia de “gobiernos más mediáticos” y que el Gobierno “debe tener acceso a todos los medios para informar a la población”. Para R&R es como ver llover, ni se inmutan y siguen con su cantilena, la que ahora personalizan (al menos con cierto estilo, no dicen el nombre del diario al que hizo referencia Correa, el que, por supuesto, era El Universo) a lo que La Rue responde que no ha oído al Presidente Correa. Vuelven R&R, ahora con el uso de fondos públicos para hacer propaganda y de nuevo La Rue dice que no comenta el caso ecuatoriano. Supongo que para matizar un poco, la siguiente pregunta permite un desarrollo teórico: es sobre la publicidad oficial, La Rue en dos respuestas desarrolla el argumento de que si “hay una disminución sustancial a un medio de comunicación por razones políticas, esa es una forma de censura”. Al parecer, aquí no hay mucho por donde agarrarse, y R&R pasan a la siguiente pregunta, que es sobre la tensión entre un Gobierno y un medio de comunicación crítico y la siguiente es acerca de las consecuencias de ese enfrentamiento. La Rue dice cosas obvias con formas políticamente correctas, pero dice algo interesante, el que “criticar a un medio es absolutamente válido, ninguno tiene la propiedad absoluta de la verdad”. Vuelven R&R sobre la situación ecuatoriana y preguntan por el informe de la SIP sobre Ecuador y La Rue afirma que lo escuchó, y le preguntan entonces que qué idea tiene al respecto y La Rue responde que le falta la versión oficial. La última pregunta cierra el tono de todo este interrogatorio, que a estas alturas es difícil no admitir que iba en busca un culpable (para el titular, no se olviden que eso es importante): “¿en qué debe consistir la crítica, si desde el poder se deslegitima al periodismo y se descalifica a los periodistas?”. La Rue les responde, ¡ustedes también!: “Lo mismo pasa con los políticos, se deslegitima a los políticos” (aquí habría que preguntarse con qué intereses se lo suele hacer). Y de inmediato acota, “Uno debe ser lo más profesional, lo más técnico y lo menos subjetivo posible”. Atributos éstos (quisiera pensar que éste es el entrelíneas de La Rue, lo que nos hablaría de su sutil inteligencia) de los que no participaron R&R en el desarrollo de esta “entrevista”.

Por cierto, un antecedente necesario: La Rue había advertido que no venía en visita oficial y que no pensaba comentar ningún tema en relación con la situación del país en materia de libertad de expresión. A pesar de ello, R&R se empecinaron con entusiasmo pueril y digno de una mucha mejor causa de hacer exactamente todo lo contrario.

2) La conclusión

La conclusión es evidente: la entrevista es sumamente tendenciosa. La Rue les lanzó muchas líneas interesantes a sus entrevistadores, pero a ellos nunca les interesó aproximarse a la complejidad del personaje sino cumplir una misión, buscar un titular y complacer a sus patrones. De verdad, es vergonzoso el pretender utilizar a un personaje para “probar un argumento” que les interesa a sus patrones y no preocuparse de explorar lo que el personaje puede decirnos. La libertad de expresión merece mucho más que esa tendenciosa pobreza. Y conste que no sólo eran las líneas que en el curso de la entrevista lanzó La Rue, sino que una simple visita al profeta Google (como lo prueba la noticia que publicó Telecinco de España) daba como resultado que a La Rue podría preguntársele sobre los segmentos diferenciados del espectro radiotelevisivo, el acceso a la comunicación como un motor para el desarrollo, la comunicación como un derecho económico. Pero no. Ya fue dicho, mejor es callar: conviene.

Zavala & La Rue (sobre la libertad de prensa)


Los martes suelo agendarme la lectura de Xavier Zavala Egas en diario Expreso, cuya prosa tiene la indudable ventaja de carecer de los adjetivos altisonantes y biliosos con los que algunos se figuran hacer periodismo de opinión.  Súmesele a este escaso y venerable atributo otros cuya escasez también es notoria en sus pares, como la claridad expositiva y la inteligencia en el análisis: se tiene, entonces, sobradas razones para leerlo. Este último martes XZE abordó el tema de la libertad de expresión: tituló el artículo No es lo que se dijo sino por qué.  Tengo la certeza de que este artículo de XZE contribuye a desmitificar lo que no pocos, para su mayor gloria personal y de su tribu, quisieran que sea cierto.  A mí me interesa destacar del artículo dos frases: la primera, “Pero, no seamos simplistas pensando o diciendo que Correa es un insultador permanente con la gente que hace o intenta hacer algo de periodismo y expresa sus ideas, eso es una zoquetada”.  Ese simplismo es más que eso, pero un generoso XZE lo deja en zoquetada La segunda frase, la que XZE menciona al pasar pero que atiende al meollo del asunto: “alguna prensa temerosa de la conculcación de la libertad de empresa que suponían venía rauda y veloz…”.  Ese, precisamente ese, es el meollo que los medios de comunicación social nunca revelan como tal: el que su libertad de prensa suele funcionar como una proyección de su libertad de empresa, lo que implica, bajo la máscara de aquella libertad (lo dijo claramente Jauretche: “No existe la libertad de prensa, tan solo es una máscara de la libertad de empresa”) y al amparo de no escasos y muy biliosos arrebatos, la defensa de ciertos intereses particulares en el discurso que dicen, y mucho más todavía, mucho más, en el discurso que no dicen, en el que callan…
Nótese, en apoyo a lo que acabo de escribir (un ejemplo entre tantos) la manera cómo diario El Universo enfocó la noticia de la visita del Relator de las Naciones Unidas para la Libertad de Expresión, Frank La Rue, que estuvo en el país para participar del seminario internacional “América latina en el siglo XXI: comunicación y poder”.  El Universo lo entrevista el 28 de marzo, no para indagar a profundidad la postura del personaje, sino para intentar probar un argumento; su noticia del 24 de marzo omite importantes referencias que medios internacionales sí recogen: por ejemplo, Telecinco de España, nos refiere que La Rue opinó en Quito que “el espectro radiotelevisivo, debería tener tres segmentos diferenciados, uno comercial, privado, otro referido a la comunicación pública, siempre garantizando la independencia, y un tercero para las organizaciones sociales, comunitarias y educativas”; que La Rue afirmó textualmente que “el gran desafío para el desarrollo es el acceso a la comunicación" porque "no es posible hablar de desarrollo sin comunicación" y que (este punto habría sido muy interesante escuchar su análisis) la comunicación “no solo es un derecho civil y político sino también económico”.  Pero nada de eso le interesó al mayor diario nacional: lo calla, para que mejor se escuche la bulla de su agenda.  Mala cosa.

De parte de Owen Fiss


El señor Owen Fiss es una de las cabezas jurídicas más potentes de Estados Unidos, Sterling Professor de la Universidad de Yale (tiene la encomiable gentileza de colgar muchos de sus interesantes trabajos aquí).  Para continuar el debate que se inició en la entrada Promoción electoral (sobre la libertad) cuelgo en mi bitácora este artículo de OF titulado El efecto silenciador de la libertad de expresión (cuyo título original en inglés es The Irony of Free Speech).  Para quienes no estén familiarizados con la lectura rápida en clave woodyalleniana (“Leí La guerra y la paz de Tolstoi en veinte minutos: va de Rusia”) les resumo en breves palabras y tres acápites su contenido.
1) El (nuevo) rol del Estado
El artículo de OF empieza por reconocer que en el pasado “se veía al Estado como tratando de silenciar a los individuos en sus declaraciones.  Debía, por tanto, limitarse al Estado en este particular”.  Observa OF, sin embargo, que las controversias actuales en materia de libertad de expresión (pornografía, discurso de odio, financiación de campañas) obligan a preguntarse si el Estado “deba jugar un papel preponderante en asegurar la libertad de expresión” porque es evidente que las amenazas contra la libertad de expresión no provienen solamente desde el Estado.  En consecuencia, sostiene OF, es probable que debamos a imaginarnos que, en ciertos supuestos, el Estado no es un enemigo de la libertad de expresión, sino (curiosamente) su aliado. 
2) El análisis de las controversias actuales: el caso de la promoción electoral
a) El efecto silenciador
OF destaca que las controversias actuales sobre pornografía, discurso de odio y financiación de campañas se refieren a una amenaza directa a la libertad de expresión: esa amenaza se trasunta, en específico, en que a algunos grupos de histórica marginación les resulta imposible acceder a la discusión de los asuntos públicos.  Ante este escenario, sostiene OF, “el remedio clásico de más y no menos libertad de expresión resulta hueco o vacío”.
El análisis de la pornografía y el discurso de odio consta (brevemente) en el texto de OF: a éste los remito.  Sobre su análisis en materia de financiación de campañas, OF argumenta que el “ilimitado gasto de campañas políticas no sólo reproduce la desigual distribución de riqueza y pone en desventaja a los pobres en la arena política, sino que tiene también el efecto de silenciar –hasta el desvanecimiento total- la voz de los que menos tienen.  Los ricos pueden así dominar el ámbito de la publicidad de los medios y otras esferas de lo público, de tal manera que el público, en efecto sólo escuche su mensaje”.  Con esta cita, el lector astuto puede comprender de inmediato el cabal sentido del título en español del artículo de OF: a mayor libertad de expresión (en el caso concreto, la libertad de los ricos en materia de promoción electoral) el efecto es el mayor silenciamiento (o, dicho de otra manera, menos libertad de expresión) de los grupos que no poseen esa riqueza (o, dicho de otra manera, de los pobres).  Este efecto silenciador es, precisamente, el que justifica el nuevo rol del Estado en aras de proteger “la integridad del discurso público –que asegure que el público escuche todo lo que debe escuchar” lo que constituye, en palabras de OF, “un fin permisible del Estado”.             
b) El argumento jurídico
El nuevo rol del Estado implica una regulación que se propone silenciar a los ricos para promover la libertad de expresión de los pobres.  Surge entonces la pregunta: ¿Qué autoriza a que el Estado privilegie los derechos de expresión de un grupo sobre los de otro grupo?  OF responde: el “preservar la solidez del debate público –de establecer las precondiciones necesarias para el autogobierno de la colectividad, asegurando que todas las posturas sean presentadas al público”.
Esta postura tiene un sólido anclaje jurídico.  Las precondiciones a las que se refiere OF se relacionan con el valor igualdad (porque son precondiciones que deben garantizársele a todas las personas) (1).  El valor igualdad, en este caso (sostiene OF para el caso constitucional de Estados Unidos) no se enraíza en la catorceava enmienda de la Constitución de Estados Unidos (2) sino en su primera enmienda (la que garantiza la libertad de expresión) (3) porque lo que se pretende asegurar es que todos los grupos tengan “una oportunidad plena y equitativa para participar en el debate público”: en otras palabras, una oportunidad plena y equitativa de ejercer su libertad de expresión.  En consecuencia y de manera interesante, el contra-valor que se opone al valor de la libertad de expresión (en este caso concreto, la libertad de los ricos) no es el orden público (el tradicional contra-valor que oponen los grupos conservadores) ni el valor de la igualdad consagrado en la catorceava enmienda sino, curiosa e irónicamente, la propia libertad de expresión (en simple: se trata de un caso de libertad de expresión vs. libertad de expresión).  La manera de resolver este conflicto es, argumenta OF, mediante la comprensión de que “la frase libertad de expresión implica un entendimiento organizado y estructurado de la libertad, uno que reconoce ciertos límites de lo que ha de ser incluido y excluido” lo que implica la posibilidad de una regulación que preserve la integridad y pluralidad del debate público, en cuyo caso corresponde entender que “la Primera Enmienda debiera dar lugar a tal regulación pues su objeto es ampliar la visión que subyace en la Primera Enmienda –la autodeterminación colectiva”. 
3) Conclusión
Este es el núcleo duro del argumento de OF: en ocasiones, más libertad de expresión de unos grupos silencia el derecho a la libertad de expresión de otros grupos.  En ese caso, el Estado debe intervenir para salvaguardar la integridad del discurso público (lo hace en el “interés de la audiencia –la ciudadanía- por escuchar un debate pleno y abierto de los asuntos de importancia pública” –lo que se conoce como la dimensión social de la libertad de expresión). Las razones de OF son sólidas y dignas de ameritar un profundo debate.  Su artículo, por supuesto, excede este accidentado resumen: contiene referencias al rol de los liberales y su tránsito intelectual en el curso de los años, los peligros de la intervención estatal, el principio de la neutralidad de contenido, etc.  Recomiendo su lectura (a quien le interesó este artículo de OF, también puede interesarle Free Speech and Social Structure –permítaseme la publicidad berreta). 
Corolario: sacrificar (en razonable medida) una porción de libertad para mejor garantizarla de manera integral es una ironía necesaria para una sociedad crítica y plural, que persiga un genuino interés en satisfacer las dos pautas de un “debate público robusto”: la necesidad de que todos los miembros de la comunidad tengan la posibilidad de expresar sus puntos de vista y el que esos puntos de vista que se expresan puedan confrontarse unos con otros, en un proceso de deliberación colectiva.        
(1) El liberalismo tiene un valioso componente igualitario.  En palabras de Gargarella: “El igualitarismo de esta concepción [liberal] se demuestra, ante todo, en un principio que parece sostener toda su estructura teórica y, en especial, su defensa de los derechos individuales.  Me refiero al principio que afirma la igualdad moral entre las personas, el que nos dice que todos merecemos ser tratados con el mismo respeto, con independencia de cuáles sean nuestras creencias más íntimas y cuál sea nuestro modo de vida.  Entre otras razones, es gracias a este tipo de principios que el liberalismo pudo diferenciarse históricamente de las concepciones perfeccionistas y elitistas”. (Gargarella, Roberto, El contenido igualitario del constitucionalismo, Pág. 18, en: Gargarella, Roberto (coordinador), Teoría y crítica del derecho constitucional).
(2) “… No State shall make or enforce any law which shall abridge the privileges or immunities of citizens of the United States; nor shall any State deprive any person of life, liberty or property, without due process of law; nor deny to any person within its jurisdiction the equal protection of the law”.   
(3) “Congress shall make no law […] abridging the freedom of speech”.

Libertad de expresión, en serio

29 de marzo de 2009

Es lugar común la crítica de los medios de comunicación social al Gobierno central en materia de libertad de expresión.  El supuesto de ese lugar común es que el Gobierno central abusa de la libertad de expresión y que son los medios de comunicación social quienes la defienden, porque son esos medios de comunicación social quienes representan la voz crítica (que suele, además, autocalificarse de "libre e independiente") contra los abusos del Gobierno.

No desconozco los no escasos desatinos del Gobierno en materia de libertad de expresión.  Pero esa crítica que se le formula es parcial e insuficiente: no se hace cargo de (al contrario, suele evadir o encubrir) las críticas que desde una idea de libertad de expresión que defienda un "debate público robusto" pueden hacerse.

El "debate público robusto" implica, al menos, dos circunstancias a propiciarse: la primera, la necesidad de que todos los miembros de la comunidad tengan la posiblidad de expresar sus puntos de vista, y la segunda, el que esos puntos de vista que se expresan puedan confrontarse unos con otros, en un proceso de deliberación colectiva.  Los medios de comunicación social (de manera más incosciente que consciente, tal es su escaso nivel de autocrítica) defienden, no el "debate público robusto", sino el "libre mercado de las ideas", una postura teórica que supone que el Estado es el gran enemigo de la libertad de expresión y que la mejor política en materia de libertad de expresión es la ausencia de toda política.  Yo sostengo que la crítica al Estado es correcta, pero parcial e insuficiente porque tomarse en serio el derecho a la libertad de expresión (al amparo de la idea de "debate público robusto") implica también criticar esa postura de "libre mercado de ideas", en la medida que, como argumenta Roberto Gargarella, de esa postura "se presupone una noción discutible de pluralidad de ideas, que parece asimilar a la misma con la pluralidad de propietarios (de periódicos, de TV, etc.).  Se nos dice que abatiendo al Estado monopólico abrimos las puertas a la libertad de expresión.  Pero lo cierto es que resulta perfectamente concebible una situación donde existan múltiples propietarios y "una sola voz" en juego.  O, más habitualmente todavía, puede darse una situación en donde existan varios propietarios y algunas voces o temas sistemáticamente excluidos.

¿Les suena conocido?  Ustedes como yo podemos imaginarnos no pocas voces o temas cuyo sesgo crítico es notorio (salvo para quienes por ignorancia no puedan o por conveniencia no quieran verlo) o voces o temas que de plano se excluyen (porque no calzan en el guion a seguir) de la información y opinión que difunden los medios de comunicación.  El alto valor de la libertad de expresión se disminuye cuando se lo pone, en buena medida, al servicio de los intereses de unos cuantos propietarios.

Así, no pocos medios de comunicación social son hijos bastardos del poeta Neruda (permítaseme tomarlo a broma): les gusta callar porque están como ausentes.  Eso sí, valga aclararlo: sólo cuando les conviene.     

¿A quién le ganaron, los milicos?

26 de marzo de 2009

Esta madrugada leí el artículo Un plato de pólvora que el periodista argentino Juan Cocco publicó en diario El Telégrafo. Su lectura nos entera de estadísticas, vía la cita al Balance Militar de América del Sur 2008 que edita el Centro de Estudios Nueva Mayoría, como que Brasil es uno de los 15 países del mundo que más gastan en defensa (20.700’000.000 en 2007) y que representa el 53% de los gastos que realiza el UNASUR (que en total gasta 39.000’000.000) y 
el triple de lo que gasta la CAN. Indigna saber, sin embargo, que en la relación gastos de defensa/PIB Ecuador es el país cuyo porcentaje es el más alto de la región con el 3.38% de su PIB destinado a gastos de defensa en el 2007 (por encima del promedio regional que es 1.7%, lejos de Argentina y Surinam, con solamente el 0.92% y, para peor, en alza el 2008 con el 3.81%). La pregunta entonces es, ¿a quién le ganaron, esos? (1) (sea dicho con perdón) ¿a las fachadas de los edificios?

La respuesta no es sencilla, pero supongo que una genealogía de la institución militar nos conducirá desde caudillos dispersos en los albores de la República hasta su clara preeminencia en la esfera pública (“árbitros de la democracia”, como si la democracia fuera un partido de fútbol en Parcayacu) y la cooptación de espacios civiles por elementos militares (2), en razón de la incesante debilidad de las otras instituciones del país durante la segunda mitad del siglo XX (ese contraste entre fuerzas armadas y sociedad civil sucede en especial a partir del decidido apoyo de los Estados Unidos en la aplicación de la Doctrina de la Seguridad Nacional). Este asunto merece debatirse con seriedad. De allí que el editorial que en diario El Universo publicó Manuel Ignacio Gómez Lecaro titulado Buques en el mar merezca mi aplauso. Coincido con GL en que en Latinoamérica sólo se juega a la guerra: en casi doscientos años de repúblicas independientes los únicos conflictos bélicos que se registran son la guerra de Chile con la Confederación peruano-boliviana, la guerra del Pacífico con idénticos actores, la guerra de la Triple Alianza en que Brasil, Argentina y Uruguay (a instancias de Gran Bretaña –wanckers) mermaron a Paraguay, la guerra del Acre entre Bolivia y Brasil, la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, la guerra entre Ecuador y Perú y la guerra del Fútbol (casi un blooper, dicho sea con perdón) entre Honduras y El Salvador. Una cantidad ridícula, mínima, para casi 200 años de historia. Pero ese jugar a la guerra les ha reportado a los militares (Ecuador es vivo ejemplo) jugosos dividendos. Entre tantos, en el caso local, la Base Naval de Salinas, tal como lo critica GL (quien ya lo había mencionado antes y un capitán de la armada con pocas pulgas lo declaró enemigo y amenazó con perseguirlo como “perro en el desierto”)… Y vuelve la pregunta, ¿a quién le ganaron, esos? 

(1) Viene de la frase de un amigo argento de mi primo Fernando, quien desde un taxi quiso levantarse a una rubia pulposa con piropos borrachosos. La rubia lo ignoró. El grito del argento retumbó en la avenida quiteña, ¿a quién le ganaste?, le dijo (o sea: término utilizado para significar que la persona a quien se lo dirige no tiene derecho a actuar de la manera en que lo hace).
(2) Llegando a extremos ridículos, únicos en América latina, como éste: http://xaflag.blogspot.com/2007/07/ilcito-militar.html
P.S.- El domingo, el equipo con el más alto porcentaje en la relación gastos de defensa/PIB enfrenta al equipo con el mayor gasto militar regional.  La selección local entrena, ay, en Parcayacu.  Against all odds, ¡Aguante el tricolor!

Anécdota ciclo-dialéctica (con gabachos de telón de fondo y sin café)

25 de marzo de 2009

Llegué unos pocos minutos antes al desayuno pactado en la cafetería del hotel Oro Verde. Estacioné mi bicicleta en un delgado árbol diagonal al consulado de los Estados Unidos de América. Me encontré con un amigo de tiempos cristobalinos, con quien conversaba corteses trivialidades hasta que apareció en escena un policía nacional. Me dijo, con la distante cortesía de quien ejerce autoridad, que no podía estacionarme en ese lugar. Sucedió un diálogo similar al siguiente:

xaflag: ¿Por qué?
policía nacional: Porque no puede, señor.
x: ¿Puedes explicarme el por qué no puedo? Porque para que yo no pueda hacerlo tienes que ofrecerme una razón, aunque sea chiquitita. (Hice un gesto con los dedos pulgar e índice para expresarle lo chiquitita que podía ser.)
pn: Por razones de seguridad.
x: Si esa es la razón, te pido que me expliques de qué manera mi bicicleta constituye una amenaza a la seguridad del sector. Mírala, es inofensiva. (Señalé la bicicleta.)
pn: (Pensó un rato, sabrá el Dios de los cristianos en qué y de qué manera) Es por las cámaras.
(En este punto se acercó uno de los guardias privados tantas veces mentados en esta bitácora como sujetos de escasas luces. Se acercó en plan mirón, solamente.)
x: Si esa es la razón, te pido que me expliques de qué manera afecta mi bicicleta en este árbol a la vigilancia que realiza la cámara del consulado.
(Pensó de nuevo –pensó es un decir).
x: ¿A ti no te parece (dije, dirigiéndome al gordito guardia privado que andaba de mirón) que no tiene lógica que se impida estacionar mi bicicleta aquí? ¿Te parece que afecta a la seguridad del sector o a la cámara del consulado? ¿Te hace sentir inseguro mi bici?
(El tipo no respondió y miró a otro lado –no creo que haya pensado ninguna respuesta, acaso una tarea demasiado compleja para él. Me di cuenta que la disputa era inútil, estaba de buen humor todavía y no quería perder más tiempo so pena de retrasarme para el desayuno.)
x: Entiendo tu preocupación (dije, dirigiéndome al policía), la que no tiene relación con la seguridad de nadie, ni con la del consulado. Todo es porque más tarde si la bicicleta sigue aquí tus jefes te pedirán explicaciones y quieres ahorrarte el problema. Tus jefes te dieron órdenes y tú solamente las cumples. Solo quería añadir que en el país del consulado estacionar la bicicleta donde yo lo he hecho es normal, muy normal. Dime, ¿el que no se estacione aquí la bicicleta, es por el consulado o por la regeneración?
pn: Por los dos. (El gordito guardia privado volvió a mirar.) Por el consulado y por la regeneración.
x: ¿Estás de acuerdo conmigo en que no me ofreciste ninguna razón válida para que no estacione mi bicicleta aquí, no? (se lo dije en plan distendido).
(El policía asintió sin mirarme a los ojos.)
x: Ok. Dime, ¿la puedo estacionar en este cesto, aquí junto? Está fuera del perímetro del consulado y, supongo, de su cámara.
pn: Déjeme consultar.
(Habló en paisano con el que supongo su superior inmediato. No escuché demasiado, porque llamé para avisar que ya entraba a la cafetería en un par de minutos.)
pn: Haga el favor, estaciónela en esas rejas afuera de la cafetería.

Hubo un último intercambio de trivialidades y estacioné mi bicicleta tal como puede observarse en la foto que arribaubico. Los hechos y el diálogo hablan por sí solos. Entré de inmediato a la cafetería donde, ¡chiale!, todavía no puedo tomar café por prescripción de mi dentista. (Jugo de sandía, por favor)

P.S.- El lugar de los hechos: el árbol, en la parte baja casi al centro.








¿Por qué no debate Nebot?

22 de marzo de 2009



No nos será difícil coincidir en los importantes beneficios que reporta a toda sociedad la práctica de la democracia deliberativa. Como destacó el filósofo argentino Carlos Santiago Nino: “la amplitud y la libertad en la discusión, la participación de la mayor cantidad de gente con intereses contrapuestos y el consenso unánime entre los participantes, o su sucedáneo más próximo que es el acuerdo mayoritario, maximizan la satisfacción parcial de las exigencias, implícitas en el discurso moral, de imparcialidad, racionalidad, conocimiento y unanimidad”. La defensa de esos valores es vital para la vigencia de una auténtica sociedad democrática, añado yo.

Tampoco nos será difícil coincidir en las evidentes deficiencias de la aplicación de esta concepción de la democracia en la arena política local. No es improbable, asimismo, que uno de los casos más alarmantes de dicha deficiencia sea la Alcaldía de Guayaquil que comanda el Alcalde Jaime Nebot. Lo digo, porque es de sobra conocida la aversión de Nebot por la participación de los ciudadanos en la discusión de la política y la obra pública que él realiza en la ciudad, la que puede ejemplificarse con aquella triste frase de su propia cosecha, “yo digo y si quieren, ustedes escuchan”. La idea de participación de Nebot se acota a que si él triunfa en una elección y la gente aprueba su plan de trabajo, y permítaseme decirlo en la excluyente primera persona de su singular, “no tengo que consultar de nuevo, si alguno no le gusta, ese está en la minoría”. Con esas palabras, Nebot ignora que lo democrático no es participar en una elección cada cuatro años, sino participar en todo lo que suceda durante esos cuatro años entre elección y elección, y que todos los ciudadanos (estemos en la mayoría o en la minoría) tenemos el legítimo derecho a hacerlo.

Una reciente demostración de su aversión a la democracia deliberativa es su negativa a debatir con la única candidata seria a disputarle la Alcaldía, María de los Ángeles Duarte. Jaime Nebot es un político de experiencia que continuamente le recuerda a quien se lo pregunte la enorme obra pública que ha desarrollado en sus ocho años en cabeza de la Alcaldía de Guayaquil, al amparo de ideas-fuerza tales como libertad, autonomía y trabajo. Si tiene experiencia y un sólido y honesto trabajo que lo respalda, pues no se entienden las razones de Nebot para no querer debatir con María de los Ángeles Duarte. O, de veras, la única razón que puede ofrecerse es su tradicional aversión a la discusión pública de ideas que nos interesen a todos. (Imagino tan estúpido como ofensivo el argumento de que María de los Ángeles Duarte es poca cosa para debatir con él: porque si lo es, ¿por qué no debatir?).

Finalmente, un hecho no menor: la prensa local, que suele criticar la ausencia de mecanismos de participación y de oportunidades de debate crítico, poco o nada ha dicho sobre este particular. Ese mutis nos revela algo; algo, acaso, de lo que debamos avergonzarnos.

Promoción electoral (sobre la libertad)

20 de marzo de 2009

Hace un par de días coincidí en una cabina de radio con Manuel Ignacio Gómez Lecaro, columnista de diario El Universo. (Puedo no concordar con varias ideas que postula Manuel Ignacio -y así se lo he hecho conocer por escrito en alguna ocasión- pero le reconozco su intención de argumentarlas y su honestidad para defenderlas: valga decirlo, GL goza de mi simpatía.) Discutimos de manera cortés y racional aspectos varios de la política nacional, entre ellos, sobre la promoción electoral. Como al final de la conversación, GL tuvo el gentil detalle de comentarme que era lector de esta bitácora, y en aras de continuar por otro medio un debate que juzgo interesante, me animo a postularlo. Se trata, precisamente, de la discusión sobre cuál es el sistema de promoción electoral que defiende de mejor manera la libertad.

Quiero prescindir para este debate de las que pueden considerarse las distorsiones locales y actuales del sistema de promoción electoral. No discuto la importancia y la necesidad de ese debate coyuntural, pero el debate que en esencia me interesa postular es de fondo, sobre cuál sistema es preferible en razón de criterios de libertad. A este respecto, el sistema que GL defiende es aquel que posibilita que todo candidato financie, a su cuenta y riesgo (mediante contribuciones de otros particulares, se entiende) su propia campaña, con total prescindencia de contribución estatal. El sistema que yo defiendo es aquel en el que el Estado contribuye a financiar la campaña de los candidatos con el propósito de maximizar la equidad en la posibilidad de difusión de sus campañas de los candidatos.

GL postula que el sistema que él defiende maximiza la libertad de los candidatos para financiar sus campañas. Yo postulo, en contraste, que ese sistema es perjudicial para la libertad: no, por supuesto, para la libertad del candidato de financiarse sino para la libertad del gobernante (o sea, para el candidato que, tras ganar la elección en la que participó, devendrá en tal) y para la libertad de los ciudadanos de elegir a los candidatos. La libertad del gobernante se afecta porque es evidente que la financiación de su campaña (más todavía en los elevados montos que se requiere para acceder a ciertas dignidades) el candidato contrae ciertas “obligaciones” hacia quienes lo financiaron. Esas obligaciones, todos lo sabemos (la historia reciente del Ecuador da prueba fehaciente) se cobran en el Gobierno, cuya libertad de acción se acota en razón de esas obligaciones. (No quiero abundar en la ilegitimidad y muy probable corrupción de esas “obligaciones”, aunque esos datos no son menores para un debate empírico de este asunto.) La libertad de los ciudadanos de elegir se afecta porque es evidente que, a mayor financiación de un candidato, mayor publicidad del mismo y, en consecuencia, mayor posicionamiento de su opción electoral a despecho de otras opciones, las que, por distintas razones (nexos, no defensa de intereses corporativos, carencia de fortuna propia, etc.) tienen menor financiación, con lo cual somos los ciudadanos quienes nos perdemos de conocer estas opciones que podríamos (de acceder a conocerlas) considerarlas representativas de nuestros intereses.

Para cerrar, considero que la postura de GL con la cual defiende la libertad de un individuo para financiar su propia campaña es, paradójicamente, contraria a ideales de libertad cuya defensa es de la mayor importancia en materia electoral y para el orden democrático: la libertad de gobernar (que es, se supone, la principal razón por la cual un candidato se postula a un puesto de elección popular) y la libertad de elegir de los ciudadanos, principio clave de la democracia representativa. En definitiva, un mínimo de equidad (a despecho de la libertad de los candidatos) deviene en condición sine qua non para maximizar la libertad de gobernantes y electores, libertades más importantes de defender en esta materia.

Copié esta entrada al correo de GL. Sería interesante su intervención en este debate.

Monigote ridículo (Vanegas)

Volvía de comerme un siempre delicioso ceviche de concha (séame permitido decirlo en clave de albur) en un sitio de sabedores en la ciudadela Alborotada y pedaleaba de vuelta a casa cuando en una populosa intersección encontré que me se avecinaba este monigote de cuatro metros que representa al inefable Fiscal Vanegas. La foto muestra al monigote; lo que no permite es escuchar la terrible música estilo mexicano que este adefesio despedía, de ensordecedor sonido y calidad misérrima. Al pasar este ridículo a mi lado, escuché que un peatón dijo: “A ese hijueputa han de quemarlo este fin de año”. Yo me conformo con que no lo elijan Prefecto.

P.S.- La capacidad de ridículo de Vanegas es titánica pero, al menos en este punto, no es original: para eligirse diputado de la entonces todavía no amputada provincia de Guayitas El Mapa (2002) Pocho Harb utilizó para promocionarse unos monigotes verdes que representaban a La Mole (A.K.A. Hulk). Todo un programa de trabajo (que Pocho, para nuestra desgracia, se esmeró en cumplir a cabalidad).

Arjoneitor

17 de marzo de 2009

El tipo que aparece en este tramo del 20 al 13 del ranquin pomposamente llamado “las 100 canciones más grandiosas de los noventa” en los minutos 9:21 al 9:24 es primo de mi entrañable amiga Montse (un personaje a quien le suceden más aventuras y desventuras que lluvias a los highlands de Escocia) y alguna vez tomamos algunas chelas en casa de Mon, en la Fondesa. El tipo se llama Rulo y era locutor de Radioactivo: en los antedichos minutos, Rulo emite una sucinta opinión que yo suscribo: “No respeto a la gente que le gusta Arjona. Te gusta Arjona, no te respeto carnal”(1).

Fue precisamente en la bitácora de internet de la inefable Montse (aquí) donde me enteré de la existencia de la página http://www.arjonismos.blogspot.com/; la Vero, unas semanas después, complementó mis risas con la página http://www.soy-arjonaynotengotalento.blogspot.com/, donde se exponen algunas de las frases que convierten la desaparición física y simbólica de Ricardo Arjona en cuestión de salud pública: “Más cerrado que el culo de un muñeco”, “Fue más largo que pedo de culebra”, “Más cansado que plomero del Titanic” (¡?). Todas ésas pertenecen a esta canción, la que jamás he escuchado y ruego (gracias Azul) a los dioses que me sea concedido el no tener nunca que padecerla. Por supuesto, podría seguir y sumar, pero el propósito de esta entrada no es formular un inventario de la bancarrota en verso de este papanatas ripioso.

De hecho, el noble propósito de esta entrada es presentarles el invento que surgió de la ciberpágina arjonismos: el Arjoneitor. Ustedes solo tienen que hacer click y el Arjoneitor produce de inmediato una letra similar a la que este deplorable guatemalteco suele producir (cuando no lo hace peor): el detalle no menor que diferencia al Arjoneitor de Arjona es que este último pretende hacerle creer al incauto prójimo que lo suyo es poesía, mientras que el Arjoneitor le prueba a cualquiera que lo que Arjona realmente hace es secuenciar lugares comunes de manera mecánica y ripiosa. Intuyo que el Arjoneitor no podrá convertirse en un argumento contra Arjona (sobra industria y no faltan incautos y en fin, que con su pan se lo coman): pero cómo divierte ese click que nos revela lo primario de este truhán.

(1) Conviene matizar esta afirmación (el propio Rulo la dice risueño): ninguna persona puede juzgarse solamente por un gusto musical, por malo que éste sea (y conste que Arjona es malo en plan doloso). Ahora, que un gusto de esa laya genera graves sospechas, pos las genera, que ni qué.

El ranquin de la infradotación

16 de marzo de 2009

Entiendo que merece la calificación de acto infradotado un acto que revela a la persona que lo ejecuta como poseedora de una dosis nada despreciable de imbecilidad y una cuota no menor de mala leche: ese acto nos revela que esa persona padece de una inferior dotación de materia gris y buena fe.

Esta entrada inaugura el ranquin de la infradotación el que, si me aplico, contendrá decenas de entradas, las que más adelante se clasificarán de mayor a menor. Y empezamos el ranquin con un invitado de lujo: el asambleísta (comisionado de legislación y fiscalización) Fausto Lupera Martínez.

El motivo para que el asambleísta Lupera figure en este ranquin es la remisión de este boletín de prensa, acompañado de la foto abajoubicada. Advierto que suprimo unas partes de este deleznable texto que resultan plenamente prescindibles para la crítica que esta entrada propone (me lo pueden agradecer: no pierden nada, salvo no perder tiempo en leerlas). El boletín de prensa de Fausto Lupera, con las antedichas supresiones, es el siguiente (el resaltado en negritas es del autor del boletín):

BOLETIN DE PRENSA
OPINION DEL COMISIONADO FAUSTO LUPERA
‘EL ROCK HUDSON CRIOLLO’

LA FALTA DE PRINCIPIOS Y LA DOBLE MORAL DE CORREA.

Correa vive diciendo que él es un humanista y que respeta a los demás y se jacta de tener las manos limpias, pero en su real ejercicio, por enésimas veces ha insultado especialmente a las mujeres, solo unas muestras son: gorda horrorosa, majadera, vieja pelucona, agarren a esa loca, aniñadas peli teñidas, etc. lo que nos hace pensar que definitivamente el encargado del poder tiene algún problema con el sexo opuesto. Nuestros padres nos han enseñado desde chiquitos que a la mujer hay que amarla y respetarla, no hacerlo es una clara muestra de un resentimiento social, o algún problema de índole sexual.

[…]

Es así que podemos describir a Rafael Correa como un hombre que dice ser una cosa, cuando en realidad es otra, una buena comparación es el caso del famoso actor Hollywoodense Rock Hudson quien resultó ser un fraude para sus fans femeninas y los seguidores de su estrellato, pues a pesar de su innegable imagen de hombre honesto, correcto, galán, varonil, de gran belleza masculina, y de la gran popularidad que tuvo en los años ochenta, cuando toda dama deseaba tomarse una foto con él, y suspirar al llevarse un beso de recuerdo, resultó entonces el escándalo de que este galán marketeado [sic] y perfecto vendedor de imagen, no pasó “la prueba de la lavacara” esto, como testimonio de que la realidad no es todo lo que vemos con los ojos, que hay quienes montan el andamiaje, y maquillan los rostros y las situaciones para que no se vean las conciencias.

Por lo anterior, y sin mucha vuelta que darle, Rafael Correa resulta un “resentido social y frustrado sexual, que no solo que tiene rabo de paja, sinó [sic]: que tiene paja en el rabo..!”

Y, ojo que esta crítica no es a su orientación sexual, sinó
[sic] a su hipocresía, pues si el [sic] aceptara públicamente su preferencia y sus delirios, otra fuera nuestra opinión.

Por lo que su eslogan en lugar de “manos limpias, mentes lucidas y corazones ardientes” debería ser: “Uñas largas, mentes oscuras y nalgas ardientes…!” de acuerdo a todo lo actuado por su gobierno en estos dos años, eso sería lo más apropiado.

Pues la historia nos ha dado los patrones y los elementos de juicio: “los conceptos morales son únicos e irremplazables, la ética, la moral y los principios no mutan ni se transforman.”
Atentamente,

Fausto Lupera Martínez

Comisionado de Legislación y Fiscalización

No será difícil convenir que si Rafael Correa es homosexual, ese es un asunto que le atañe solamente a él. O dicho de otra manera y en términos generales, no será difícil convenir que la homosexualidad no constituye ningún demérito para el ejercicio de un cargo público, cualquiera que éste sea. Lupera, en un fragmento de su texto, pretende persuadirnos de que él piensa de manera similar y que sólo le preocupa la hipocresía de Correa de no admitirlo (“Y, ojo que está crítica no es a su orientación sexual, sinó [sic] a su hipocresía”): pero el texto como un todo desmiente aquel fragmento y revela que es Lupera el que actúa con evidente hipocresía.

Analicemos el párrafo en el que Lupera presenta el supuesto fundamento moral de su boletín: “Pues la historia nos ha dado los patrones y los elementos de juicio: ‘los conceptos morales son únicos e irremplazables, la ética, la moral y los principios no mutan ni se transforman’”. Este párrafo revela la mentira y la ignorancia de Lupera. Es mentiroso, porque no se ha molestado en analizar la historia, solamente en exponer sus prejuicios poniéndola como coartada; es ignorante, porque cualquier análisis histórico lo obligaría a admitir que los conceptos morales, en el transcurso de los años, se transforman. Más todavía: al día de hoy una sociedad democrática no puede permitirse un único concepto de moralidad: como sugiere el filósofo checo Ernst Tugendhat, “un concepto de la moralidad que no deja abierta la posibilidad de concepciones variadas de lo moral tiene que parecernos hoy inaceptable”. Pero es evidente que en el debate de ideas entre Lupera y Tugendhat, el pobre Lupera perdería por no presentación.

El contenido del boletín de Fausto Lupera es tan moralmente reprochable como su redacción penosa. Escribir sinó o marketeado, pretender “enriquecer” el debate con la introducción de la prueba de la lavacara o el símil con Rock Hudson, provocar efectismo vía el uso de acusaciones o eslóganes que no prescinden de la imbecilidad y la mala fe (“frustrado sexual”, “paja en el rabo”, “uñas largas, mentes oscuras y nalgas ardientes”) son testimonio de la esmerada infradotación de este sujeto. Fausto Lupera Martínez es un infradotado, el infradotado que inaugura este ranquin.

* En la foto Lupera exhibe su mirada astuta.

Más de Leo (on Colombia and Bill)

El amigo Leonardo Reales me remitió este vídeo de una de sus presentaciones, en el que refiere la importancia regional que Colombia representa para los Estados Unidos y la afición pipitrílica de William J. Clinton (a quien la Cancillería de este país, con ocasión de él asumir la Presidencia de los Estados Unidos de América le envió una nota oficial a la que encabezaba un tan cordial como desatinado "Mr. Bill Clinton" -es que hay que ser muy tontos, eh...):

Pinche gordo ladrón y dos certezas

13 de marzo de 2009

En una entrada anterior expresé mi desconfianza hacia la institución policial. Enriquezco esa desconfianza si digo que suelo afirmar que hay que distinguir entre el crimen y el crimen organizado; al segundo conviene llamarlo (en aras de la precisión) Policía Nacional. En esta especie “policía” existen algunas sub-especies: en Guayaquil malvivimos con una que se llama Policía Metropolitana (cuya genealogía debería ser materia de estudio y que al día de hoy ha devenido en un guardia pretoriana del Municipio local y en defensora de un improbable y conservador estándar moral) cuyos integrantes reciben el ilustrativo apodo de robaburros. El siguiente vídeo y la siguiente comunicación (firmada por Karen Silva, que habla por sí sola y que tomé de la bitácora de Rafael Méndez Meneses) muestran a la Policía Metropolitana en su rol de guardia pretoriana y con una reveladora novedad moral: no defiende, en este punto, un improbable y conservador estándar moral, sino que se presta para encubrir un delito de robo que comete un gordito colaborador del Municipio:



"Estimados:

Ayer estuve filmando y tomando fotos de la manifestación de PAIS en el Municipio. Más allá de cualquier inclinación política yo estuve registrando lo que ocurría y una compañera me ayudaba tomando fotos con mi cámara digital. En un momento en que tomó fotos a un empleado municipal que empujaba y maltrataba a un grupo el se dió cuenta y le robó la cámara. Como la gente lo agarró lanzó la cámara a las puertas del Municipio y otro empleado la cogió y la entró al edificio.

Mientras los robaburros uniformados nos echaron gas lacrimógeno y tierra de las jardineras para que se suelte al tipo que quitó la cámara. Efectivamente así pasó y cuando reclamé por mi cámara recibí insultos y burlas de parte de los que estaban allí.

Creo yo que como periodista puedo aguantar gas, piedras y empujones, pero lo que nunca podría permitir es que se me ROBE mi instrumento de trabajo. Cabe indicar que previo a esto ya habían intentado quitarme la filmadora pero como la tenía muy bien ajustada al brazo no lo consiguieron aunque me la estropearon y no funciona bien.

Todo esto ha devenido en una serie de entrevistas en medios para expresar publicamente nuestro rechazo como grupo de jovenes a estas muestras de violencia y abuso de poder.Por eso mañana ha nacido la idea de invitar a todos los que se sientan o se hayan sentido VÍCTIMAS DE LOS ROBABURROS para que nos topemos en plaza San Francisco. Para los que se lo preguntan esto no es convocado desde Movimiento PAIS (aunque los que cogieron presos por 3 dias los robaburros por entregar volantes se sienten victimas también y esperamos que estén).

Les envío la volante que hice hace un ratito. No puedo saber si irán 10, 50, 100 personas pero así seamos dos estaremos protestando porque ya los metropolitanos no se conforman con quitarle sus cosas a los ambulantes, ahora lo hacen con los periodistas y con cualquier que amenace con demostrar que son represores y violentos.

Espero su ayuda porque los conozco y creo en ustedes.

Besos,

Karen"

Yo tengo dos certezas: la primera, que evidencia el vídeo, es que el gordito colaborador del Municipio es un pinche gordo ladrón. La segunda, es que el pinche gordo ladrón no recibirá sanción alguna. Esas malas mañas (acaso otras tantas y sabrá el Dios de los cristianos en qué escala) la M. I. Municipalidad de Guayaquil sí se las puede permitir a sus amigotes y fieles (aunque corruptos) colaboradores. Mala tos, Fede.

Mitómano

12 de marzo de 2009

Mi amigo Rafael Avilés me solicitó que presente su libro Mitómano en el auditorio del MAAC este 26 de febrero. Acepté, por supuesto. Ofrecí a los presentes un discurso breve, que resumiré a continuación.

Primero, como corresponde, le agradecí a Rafael la gentileza de invitarme a presentar el libro. Al respecto, dije que tenía que manifestarle dos sorpresas: la primera, su generosidad (que sólo puedo interpretarla como consecuencia de nuestra amistad de tantos años) de invitarme a presentar el libro cuando es evidente que existe gente mucho más talentosa que yo para desempeñar esta (y, ay de mí, ésta y tanta otra) actividad. La segunda, la calidad de su texto, que había leído de manera reciente en un ejemplar que ostenta la dedicatoria “A mi hermano Xavier, afectuosamente”.

Dije entonces que era necesario formular una advertencia y una confesión. La advertencia era que lo que iba a decirles durante la presentación iba a decirlo desde el corazón, con el cariño de una amistad cultivada durante tantos años y no como el crítico literario que no soy y que no tengo mucha intención de ser (declaré, con más razón que desazón, no ser ni tampoco albergar la pretensión de ser Harold Bloom o, digámoslo en clave local, Abdón Ubidia, etc.).

Formulé de inmediato mi confesión: que yo no solía mentir, que yo me parecía de manera penosa a esa viñeta de George Washington, quien porque no decía nunca mentiras, le admitió a su padre que él había sido el que cortó el cerezo*. Yo no mentía sino hasta cuando fui profesor en el Colegio Javier y durante un recreo leí el breve ensayo de Oscar Wilde titulado “La decadencia de la mentira” (en su original inglés, “The decay of lying”). A raíz de ese diálogo comprendí que no debía no mentir, al contrario: la mentira es hermosa y merece practicársela y elevársela al rango de una de las bellas artes. Todo arte es mentira, tanto como toda realidad también lo es (de eso nos hablan Sabina y Charly más abajo). Nosotros proyectamos nuestros deseos sobre la realidad, la que se encarga de decirnos que todo es mentira, que la realidad difiere de cuanto deseamos. Aquí es cuando debe intervenir el arte como una mentirosa respuesta a la mentira de la realidad: este juego de mentiras mutuas nos ayuda a (sobre)vivir.

Aquí es cuando interviene la obra de Rafael y cobra pleno sentido el título de su obra: Mitómano. Rafael siempre fue mitómano (yo tengo una docena de años de pleno ejercicio) y sabe que de lo que se trata es de mentir bien, de mentir con arte, para hacer(nos) reír, para salvar(nos), para justificar(nos). Es de agradecerle a Rafael la generosidad de publicar una obra que contribuya a este noble propósito.

Señalé que en el libro de Rafael pueden rastrearse formatos cinematográficos, experiencias compartidas, influencias literarias (aunque el libro se parece mucho a su autor: para quien es amigo de Rafael leerlo es escucharlo decir esas cosas) de Bukowski o de autores de novela negra. La obra de Rafael proyecta una tensión entre algo oscuro y algo visual; esa tensión le rinde.

Finalmente, recordé que el jurado compuesto por María Gabriela Alemán, Oswaldo Encalada y Abdón Ubidia consideró que la obra de Rafael mereció una mención de honor en el género de cuento “por unidad temática, poética y estilo reconocibles, propuesta original”. No juzgué esas consideraciones: esas buenas gentes saben más que yo y sus razones tendrán. A mí sólo me restaba decir que juzgaba al título perfecto y referir esta cita del genial Negro Fontanorrosa, “De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: «Me cagué de risa con tu libro»”, para decir que el libro de Rafael cumple el propósito de entretener a su lector y que yo no podía menos que felicitarlo por ofrecernos este elenco de mentiras en blanco y negro.

Esas fueron, enlaces y precisiones mediante, mis palabras ese 26 de febrero.

* “El brutal mercantilismo de América, su espíritu materialista, su indiferencia por el aspecto poético de las cosas, su falta de imaginación y de elevados ideales inalcanzables, provienen de que ese país ha adoptado por héroe nacional a un hombre que, según su propia confesión, fue incapaz de mentir y no exagero al afirmar que la historia de George Washington y del cerezo han hecho más daño, y en un plazo más corto, que cualquier otro cuento de finalidad ética y moral” (Wilde, Oscar, La decadencia de la mentira, Pág. 9).