El guayaquileño que se ha comido todos los amagues

31 de enero de 2019


Hay este mito nacional del guayaquileño “sabido”, persona despierta, que jamás se come un amague y siempre resuelve a su favor. Este “guayaco sabido” es el “vivo” en la tipología de Mauricio García Villegas.

Pero en cuanto hace a la administración pública de su ciudad, los “guayacos”, más que “sabidos”, la han hecho de tontos. Les han vendido humo por más de cuarto de siglo y han pagado gustosos y al contado.

En rigor, un “guayaco” no puede reputarse “sabido” si se ha comido todos los amagues que le ha tirado el poder político local.

Porque el PSC ha tirado muchos amagues desde el poder y muchos guayacos se los han comido completitos. El Alcalde dice que las áreas verdes existen en Guayaquil usando cifras falsas, pero nadie se inmuta. Dice que las troncales de la Metrovía que faltan son “chiquititas” cuando son la evidencia del fracaso de un proyecto que no cumplió con la mitad de su promesa (3 de 7 troncales), pero ello no se critica. Dice que Guayaquil avanza al desarrollo sostenible cuando no puede siquiera evitar que las grandes empresas sigan con su sempiterna contaminación de los esteros y del Daule, pero nadie se escandaliza (tampoco escandaliza que a los pobres sí les caiga todo el rigor de la Ley: a ellos, tolete). Dice que Guayaquil es una ciudad inteligente porque tiene Internet “sin cable” (?) y nadie se lo toma a guasa. Dice que Guayaquil se pone al nivel de Barcelona o Las Vegas por unas fuentes de agua a las que nadie visita pero no hay risas generalizadas por la desproporción (el que conoce BCN o Las Vegas sí se ríe a mandíbula batiente). Ha dicho que Guayaquil tiene un gran número de turistas, cuando es una ciudad que tiene un centro muerto y un cerrito de tonos pasteles: tal vez engañe a algunos locales, pero a los extranjeros no los compras con cuentitas de colores.

Es tan provinciano nuestro Alcalde, que la gran obra de su último período fue una rueda moscovita (¡!). Es 2019: el chiste se cuenta solo.

Pero estos amagues citados se los comen muchos guayaquileños que aplauden, o que se dicen satisfechos, con la gestión del PSC. Esos tipos no pueden considerarse “sabidos”, pues quien se come todos los amagues que le tiran las autoridades que administran los dineros públicos de su ciudad (su dinero también, a fin de cuentas) no podrá nunca serlo. Podrá ser feliz en su ignorancia, pero en rigor no es más que un tonto útil del poder, que se cree un “sabido”.

Es decir, que termina por ser su opuesto: un gil.

Velasco Ibarra y la oligarquía ecuatoriana

18 de enero de 2019


El Embajador de los Estados Unidos de América para el Ecuador durante los primeros años del Gobierno de Jimmy Carter, el Sr. Richard J. Bloomfield, explicó en un cable a sus jefes quién era el quiteño José María Velasco Ibarra (1893-1979) y su relación con la oligarquía ecuatoriana. Para él, el tantas veces presidente Velasco Ibarra nunca representó una amenaza para los intereses de nuestra oligarquía. Lo explicó así:

“Desde los tempranos años treinta, la solución del establishment ante la amenaza populista era cooptarla en la persona de Velasco Ibarra. Velasco era la personificación del demagogo populista, con la crucial diferencia de que él mismo era un producto de la oligarquía y cuando estaba en el gobierno no representaba amenaza alguna a sus intereses. Velasco fue así capaz de unir detrás de sus candidaturas a los segundones y a los miembros de la oligarquía. Fue depuesto en cuatro ocasiones. En las primeras tres fue sacado cuando su ineptitud como administrador, en contraste con su maestría para cautivar al electorado, amenazaba con llevar al país al tipo de caos económico que el establishment no podía permitirse”.

En simple: Velasco Ibarra fue invariablemente un tonto útil de la oligarquía, más allá de sus buenas intenciones, su verbo elocuente y su proverbial honestidad. Murió en Quito, el 30 de marzo de 1979.

La chance de Jairala

17 de enero de 2019


Jimmy Jairala compitió para la Alcaldía de Guayaquil el año 2004 contra Jaime Nebot. Fue la primera reelección de Nebot: él obtuvo el 56.76% mientras que Jairala el 30.02%... ¡auspiciado por el PRE! Hasta Viviana Bonilla y la fuerza de AP el 2014, que obtuvieron el 40%, nadie había superado los números de Jimmy Jairala como contrincante de Nebot.

Hoy, Jairala vuelve al ruedo y se lanza a la Alcaldía. 15 años después, creo que realmente tiene chance: en buena medida, por lo que él podría hacer como candidato, pero también y en mucho, por la candidata contra la que se enfrenta (en política, el contrincante es TAN importante). Ya no es Jaime Nebot, es apenas Cynthia Viteri. Y los números de Viteri en el cantón Guayaquil, cuando ha participado como candidata en una papeleta única, resultan preocupantes:

Resultados de Viteri en el cantón Guayaquil en elecciones presidenciales
* 2006, primera vuelta: Viteri obtuvo el 18.8% de los votos, frente al 38.4% de Álvaro Noboa. Viteri quedó tercera en el cantón Guayaquil, pues incluso Rafael Correa le ganó: Viteri obtuvo un 0.4% menos de los votos que obtuvo Correa (19.2%), la primera vez que Correa participó en una elección en su vida política. Mal le fue.
* 2017, primera vuelta: Viteri obtuvo el 28.90% de los votos, frente al 35.28% de Moreno. Lejos del éxito.

Así, Viteri nunca triunfó en el cantón Guayaquil cuando participó como candidata en papeleta única (no como parte de una plancha, como en la elección de legisladores). Esta sería su primera vez. Y está lejos de ser una empresa fácil, con PSC y todo. Una muestra de ello es que ya se ha asegurado un triunfo de Viteri en Guayaquil con anterioridad y el resultado ha sido el fracaso. En su última campaña a la Presidencia, el alcalde Nebot, mandamás del PSC, aseguró que la candidata Viteri iba a triunfar en Guayaquil. Y cuándo el entrevistador le preguntó a Nebot el porqué, él respondió que “Yo veo lo que está aquí, yo de esto sé, y aquí vamos a ganar”*. Contundente.

Pero realmente no sabía. Viteri perdió por casi diez puntos en Guayaquil.

Entonces, si Jairala se aplica, estudia bien el modelo fallido que quiere perpetuar su rival, lo ataca de manera estratégica y propone ideas atractivas y alineadas a una agenda del siglo XXI, no me parecería nada raro que se la puede llevar puesta a Viteri.

Por una parte, a Jairala ya no lo auspicia el PRE.

Por otra, Viteri es una rival frágil, pues tiene que hacer una campaña muy reactiva: no sólo que tiene que defender el modelo fallido del PSC de los posibles ataques de sus múltiples rivales (en tiempos de redes sociales), sino que cualquier cosa que ella proponga, tendrá que justificar también el porqué no se la aplicó antes en Guayaquil, en el largo cuarto de siglo y poco más que ha tenido el PSC en el gobierno de la ciudad. La campaña, para Viteri, es una tarea agotadora y de resistencia.

(Pero no nos engañemos: la fortaleza de Viteri es el peso del PSC en el CNE.)

Lo más importante: el candidato Jairala tiene la chance de la ilusión, de ofrecer y de crecer a partir de las ilusiones generadas en el electorado guayaquileño. Si aprovecha bien su chance, con una campaña positiva y aún con el CNE en contra, el triunfo será suyo.

* 1 FEBRERO 2017 Enlace radial Ab. Jaime Nebot’, YouTube  [11:31-11:58].

El país en su revival setentero

16 de enero de 2019


Este momento de nuestra vida democrática es un revival, cuarenta años después, del momento fundacional de esta etapa democrática que vivimos. Es decir, es un revival de la vuelta a la democracia a cargo de los militares a fines de los setenta. Se tumbó al general “Bombita” Rodríguez en 1976 (un Golpe a la interna del gorilaje) para que sean otros tres militares los que condujeran la transición del país a la democracia en un cuerpo colegiado que se llamó “Consejo Supremo de Gobierno” compuesto por Alfredo Poveda, Luis Leoro y Guillermo Durán. 

En esta época setentera, como lo revela el cable del Embajador Richard J. Bloomfield, los militares ecuatorianos no querían que la transición se haga vía una Asamblea Constituyente, pues en ese ambiente de “mercado persa” ellos tenían muy poco por ganar (esta idea del “mercado persa” era un legado de la última Asamblea Constituyente hasta entonces, de la que emergió Otto Arosemena del CID como Presidente). Los milicos se sabían débiles en ese escenario y prefirieron el control directo sobre el proceso de transición, aunque luego desaparecieran del mapa, como en efecto lo hicieron (tras bloquear al “patán de noble corazón” en el proceso). Por su parte, la vía de una Asamblea Constituyente era la opción que preferían entonces los partidos políticos, curtidos en las mañas propias de los persas y sus mercados. (Estas preferencias están explicadas acá)

En los tiempos que corren, también se vive una transición. Los que ahora detentan el poder no podían arriesgarse a un escenario de Asamblea Constituyente, porque son débiles en ese escenario (porque sigue siendo un baratillo). Después de cumplido su período de transición, lo que se podría llamar el “morenismo” en la política ecuatoriana, va a desaparecer (esto no implica siquiera que Moreno termine su período). En política, el rol de Moreno estará reducido al chiste fácil. A los militares se los ha llamado de vez en cuando a dirimir las cosas (1997, 2000, 2005), pero a Lenin Moreno se lo contratará, con suerte, de animador de alguna kermés.

En los años setenta, los militares llevaron la transición por su cuenta; en estos días, como el Ecuador es un país folclórico, la transición ha sido delegada a un órgano que sólo existe en este país: el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Eso no es tan asombroso como el hecho de que la delegación se la hizo a una versión “transitoria” de este órgano, dirigida por un anciano desbocado: el Notario Cabrera de la Política.

Y es así como somos un revival de política setentera, con una inusitada dosis de folklore.

Los católicos, el aborto y un futuro apocalíptico

14 de enero de 2019


Imagino un futuro apocalíptico: años de entrenamiento en lugares con decenas de puertas...


…nudillos sangrantes, zapatos rotos y esfuerzos indecibles, años de lucha han logrado convertir a La Atalaya en la nueva Extra de la sociedad ecuatoriana y al culto de los Testigos de Jehová en la nueva religión dominante del país.

Esto pasa en el Ecuador y los católicos son ahora minoría. Una noche de luna llena en este futuro apocalíptico el hijo de una pareja de católicos se desangra. Acuden de inmediato a un hospital público, sólo para escuchar que la nueva Ley de Prohibición de Transfusiones que pasó el Gobierno por la presión del credo mayoritario del país, basado en la interpretación que esta gente hace de la Biblia, prohíbe que se le haga una transfusión a este niño que se está desangrando. Es la decisión de la mayoría, así que a resignarse. A sus padres les toca ver morir a su hijo a la luz de la luna.

Trágico. No en vano es futuro apocalíptico.

De una cosa estoy seguro: los católicos estarían más que arrechísimos con una disposición de este tipo. Con justa razón.

Con la misma justa razón que nos asiste a los que somos minoría en una sociedad de mayoría católica, para que las normas de la sociedad en que vivimos no reflejen el credo de uno de sus grupos (por predominante que sea) sino que nos garantice una igual libertad para todos. Eso implicaría que donde haya predominancia de los Testigos de Jehová no se prohíban las transfusiones de sangre, o que donde la haya católica, por ejemplo, no se prohíba el aborto.

Porque como se lo ha hecho en el mundo occidental de mayores recursos, que para tantas otras cosas resulta modélico, es posible separar el hecho de ser católico del hecho de ser el Presidente de un Estado (Correa en esto fue penoso). Así lo demostró Valéry Giscard d’Estaign, Presidente de la República Francesa, cuando durante su gobierno se aprobó la Ley del Aborto:

“Yo soy católico pero también soy presidente de una República cuyo Estado es laico. No tengo por qué imponer mis convicciones personales a mis conciudadanos, sino que debo procurar que la ley corresponda al estado real de la sociedad… para que sea respetada y pueda ser aplicada. Comprendo perfectamente el punto de vista de la Iglesia Católica y, como cristiano, lo comparto. Juzgo legítimo que la Iglesia pida a los que practican su fe respeten ciertas prohibiciones. Pero no corresponde a la ley civil imponerlas con sanciones penales al conjunto del cuerpo social”.

En 1974 se aprobó en Francia, por iniciativa de Simone Weil y con estas razones dadas por su máxima autoridad, lo que en el Ecuador es todavía un tibio y mal llevado debate, lleno de insolente moralina. Pobre el Ecuador, cuyo triste destino (su verdadero futuro apocalíptico) parece que será el colapsar de puritito retraso.

Todo les sale mal

13 de enero de 2019


Recapitulando sobre la revuelta del 10 de agosto y su correspondiente masacre del 2 de agosto:

1) Hicieron un cambio de autoridades, que fue abortado a los dos meses.
2) Se les ofrecieron garantías de que no los iban a procesar por su intento abortado, pero igual los metieron presos.
3) Los fueron a rescatar de la cárcel, pero el rescate fue fallido y a la mayoría los mataron. A consecuencia de esta afrenta, las tropas peruanas pasaron por las armas, se calcula, al 1% de la población del Quito de entonces (como hoy matar a 23.000 personas en una tarde).

La historia de los próceres del 10 de agosto de 1809 y su masacre en los calabozos del Real de Lima el 2 de agosto de 1810 merece como soundtrack esta canción:


El motto de este equipo de perdedores: “Yo le echo muchas ganas, pero nada me sale bien” (cortesía de A. Lora).

La caída de un débil

12 de enero de 2019


Esta anécdota hace quedar a Mahuad como un débil, no únicamente mental.

De acuerdo con lo que ha contado el exvicepresidente Gustavo Noboa, el presidente Jamil Mahuad dolarizó el país por la fuerza de las circunstancias. Y describió la siguiente escena: en un momento de la crisis, el Secretario de Mahuad (que era Jaime Durán Barba) llamó desde el despacho presidencial a Jaime Nebot, quien en un momento de la conversación telefónica le dijo a Durán: “O Mahuad dolariza o se cae”. Durán le replicó: “Díselo tú mismo”. Y conversaron, y luego se dolarizó.

Bye-bye, Narizón.

Mahuad dolarizó a las puteadas (o a las veladas amenazas, si contó con suerte), pero igual se cayó. Lo más gracioso de esta anécdota es que a Jamil Mahuad, Jaime Nebot le pintó dos opciones: o caerse, o no caerse. La segunda, sólo si Mahuad dolarizaba. Mahuad dolarizó, e igual se cayó. Dio lo mismo, siendo la única diferencia entre las dos alternativas dadas a Mahuad que la escogida (dolarizar) le dio la chance a Mahuad de estirar su hoja de servicios como tonto útil de la derecha.

Según creo, Mahuad ha despabilado desde entonces porque conoció el cannabis, esa planta hermosa. Ojalá así fuera.

Un récord mundial

11 de enero de 2019


En los primeros años de nuestra historia republicana, el político azuayo Benigno Malo (1807-1870) criticó la absurda sucesión de cartas constitucionales en los primeros años de la República: “Siete constituciones en treinta años, es decir, una Constitución cada tres años y tres meses”. Y explicó enseguida la causa de esta estúpida abundancia: “Es muy clara: nuestras constituciones no han sido fruto de estudios convencionales, sino el aborto improvisado de un partido vencedor en las guerras civiles, el arma que una fracción afilaba para defenderse y herir a sus futuros adversarios” (1).

Esto lo escribió ese oxímoron racista que fue Benigno Malo a inicios de los años sesenta del siglo XIX. El promedio ha mejorado desde la Constitución de 1861, que motivó los dichos de Malo. Basado en los cálculos del historiador Enrique Ayala Mora entre 1830 y 2012, el Ecuador ha tenido “una nueva Constitución cada nueve años como promedio. Pero ese cálculo puede ser engañoso, pues si se considera que durante las dictaduras no rigió un Estado de derecho […] el promedio de vigencia por Constitución es de apenas siete años y unos meses” (2). Con otros seis años de estabilidad, el promedio ha mejorado un poco, pues llega a los ocho años por Constitución.

Ha mejorado desde los tiempos de Malo, sí, pero mal siempre nos ha ido. Hemos pasado de un promedio de tres a ocho años de duración por Constitución, pero podemos aspirar, de acuerdo con Ayala Mora, a tener “cierto récord, o al menos una mención especial, por la perenne inestabilidad de los gobiernos, que se ha manifestado en toda nuestra historia” (3).

Que yo sepa, en el número total de Constituciones no tenemos rival en el mundo mundial. Bolivia sería nuestra única coteja, y tiene 17, tres menos que nuestro desastre institucional.

(1) Arízaga Vega, Rafael, ‘Las constituyentes’, Editorial Fraga, Quito, 1998, p. 17. Es una mala idea hecha tradición.
(2) Ayala Mora, Enrique, ‘Evolución constitucional del Ecuador. Rasgos históricos’, Corporación Editora Nacional, Quito, 2018 [Serie Estudios Jurídicos, Vol. 43], pp. 13-14.
(3)Evolución…’, p. 14. Ayala Mora calculó 154 años de “vigencia constitucional” hasta 2012. Seis años y pico después, serían 160 años, divididos para 20 constituciones: a 8 años por documento.

El Notario Cabrera y una resolución ante la muerte

10 de enero de 2019


Carlos Julio Arosemena Monroy (1919-2004) decía una frase vacía, que iba así: “Ser guayaquileño no es ostentar una papeleta de nacimiento sino tener una actitud ante la vida y una resolución ante la muerte”*. Vacía, pues se la puede llenar con lo sublime o lo abyecto. En todo caso, el Notario Cabrera, de acuerdo con esta frase del gran Carlos Jumo, bien podría ser un guayaquileño vocacional: tuvo clara su resolución ante la muerte.

El Notario Cabrera (1934-2005) fue un célebre funcionario público orense que perjudicó en millones y millones de dólares a unos “ahorristas” que prefirieron una banca paralela por su alto rendimiento (a pesar de su lógica piramidal, vulgarmente conocida como “Ponzi”) a colocar sus ahorros en la banca formal. Todo les fue bien por años, hasta que a fines de 2005 empezó a dejar de ir bien.

Cuando el Notario oriundo de Piñas se dio cuenta de que su esquema piramidal se le estaba yendo como para el carajo, no se echó al dolor. Todo lo contrario, se sumó a los goces: exprimió su vida a punta de alcohol, base de coca y sexo con una jovencita en un hotel capitalino, hasta que su corazón se le paró, es de suponerlo, aturdido de tanto goce postrero. Habrá pensado, como el gran Carlos Julio: “No me importa el juicio de la historia”. 

Lo suyo fue una clara resolución ante la muerte: fue salir a buscarla.

Habrá pensado el Notario Cabrera: “yo que he manejado tanto dinero voy a ser tan cojudo de venir a morirme a manos de una turba enardecida -déjenle esa huevada a Alfaro”. Y si ya morirse le venía pronto, habrá pensado, “que sea a golpe de orgasmo y de excesos. Voy a salir a buscar la muerte sin complejos”. Armado de una botella de fino whisky, habrá empezado a organizar las cosas: habitaciones, drogas, putas.

Si esto no es una resolución ante la muerte, no sé qué chucha lo es.

* Revista Vistazo, Agosto 19 de 1999, citado en: Arosemena Peet, Carlos Julio, ‘Fotos, frases y anécdotas de Carlos Julio Arosemena Monroy’, Editorial Offset Graba, Guayaquil, 2012, p. 159.

Trabalenguas

9 de enero de 2019


¿Cuándo se compondrá el Ecuador?

Cuando el Presidente recite este trabalenguas:

El gobierno está Sonnenholznerizado, ¿quién lo Dessonnenholznerizará? El Dessonnenholznerizador que lo Dessonnenhoznerice, ¡buen Desonnenholznerizador será!

Y al revés también. Mientras hace una willy.

Nunca antes. O sea nunca.

La mentira verde de Jaime Nebot

7 de enero de 2019


El Alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, siempre insiste que Guayaquil ha rebasado con creces el estándar de 9 metros cuadrados por habitante fijado por la OMS.

El problema de lo que dice el Alcalde Nebot es que no tiene ningún fundamento. Su cifra de 25 metros cuadrados es pura mentira. Esto lo ilustra el artículo “‘Guayagris’, una ciudad sin sombras”, de autoría de Blanca Moncada, publicado en el diario Expreso del 7 de enero de 2018.

El discurso de Nebot es que su cifra proviene del INEC, un órgano oficial. Esto es mentira. Como lo demuestra el artículo de Expreso, el INEC no dice que la Alcaldía de Guayaquil tenga 25 metros cuadrados, dice que tiene 1.13 metros cuadrados por habitante, lo que más que una rebaja sustancial, evidencia una notoria falsedad. No hay uno solo de sus entrevistadores de los miércoles que se atreva a contradecirlo a Nebot, aunque supieran que él miente. Esto, porque el periodismo de Guayaquil no está tan interesado en la verdad como lo está en un rol de pagos.

Entonces, ¿de dónde saca el Alcalde Nebot la cifra de 25 metros por habitante? Lo ilustra el artículo del Expreso, vía la declaración de su Director de Áreas Verdes, Abel Pesantes: la cifra proviene de una consultora privada, una asociada a jugosos contratos de la Alcaldía de Guayaquil: “Ecosambito”. Es clave tener a aliados bien pagados para dibujarse unas cifras. Y obvio también, tener a unas antenas repetidoras que las divulguen.

Porque es evidente que las cifras se las ha inflado de manera anti-técnica, como lo explican los expertos. El profesor de la Católica, Ricardo Sandoya, revela la trampa cuando dice que se incluyen “bosques, manglares, reservas y estuarios en sus estadísticas”, mientras que otros especialista, David Hidalgo, señala cuál es la deficiencia en Guayaquil: la “grama o césped en suelo urbano. Esto fácilmente se comprueba con una vista aérea de la ciudad de Guayaquil en Google Earth”. Pero pocos hacen ese simple ejercicio de contraste, y ninguno es periodista. Y si lo fuera, igual se calla. Al final, en los medios tradicionales, nadie protesta sobre lo que pasa en Guayaquil. La mayoría se lo traga de un ¡gulp!

El saldo es: Guayaquil es una ciudad gris, sin sombras, con autogoles arbóreos como las palmeras y con una clara vocación arboricida… y que, a pesar de ello, tiene la desfachatez de venderse (y logra hacerlo, por la casi nula resistencia de la mayoría de nuestro periodismo, tan servil y pesetero) como una ciudad que casi triplica el mínimo de las áreas verdes que nunca tuvo y sobre las que siempre miente. Es una ciudad que consiente una mentira de su máxima autoridad, y que incluso la adorna, a mayor perjuicio propio. Propio de idiotas*.

El Alcalde gana políticamente, los periodistas ganan económicamente: el que pierde es el ciudadano, que ni se entera de su derrota.

* En el sentido griego del término, del que no le importa lo común.  

La ecuatorianidad

4 de enero de 2019


Al filósofo inglés Bertrand Russell (un crack, autor de este clásico) le hicieron la siguiente pregunta: “usted ha hablado del nacionalismo. ¿Puede darnos un ejemplo?”. Russell se despachó la siguiente respuesta:

“Sí. Una encantadora joven ecuatoriana asistía a una reunión de las Naciones Unidas. Adoraba montar en bicicleta y le sucedió en una ocasión que, en una pendiente muy pronunciada, perdió el control de su aparato. Podía haberse matado. Mi amigo Gilbert Murray le pregunta: ‘¿No tuvo miedo cuando la bicicleta rodaba cuesta abajo?’ ¿Sabe lo que ella respondió? ‘¡Oh, no! Me dije: ¡Acuérdate que eres una ecuatoriana!’… He hecho reír a todo el mundo con esta historia”*.

El mensaje de Russell es que si incluso una nada como el Ecuador** te puede hacer sentir superpoderes, ese es el ejemplo más extremo del nacionalismo. Un puro acto de fe.

* Adoum, Jorge Enrique, ‘Ecuador: señas particulares’, Eskeletra Editorial, Quito, 2000, sexta edición, p. 134.
** En rigor, la historia de la humanidad puede contarse sin que el Ecuador conste ni en un pie de página. Que en el cuento de Russell “todo el mundo” se haya carcajeado, sólo lo confirma.

Ecuador, 1978: El origen del caos

3 de enero de 2019


Hubo un observador extranjero que escribió sus opiniones sobre el proceso de retorno a la democracia en el Ecuador de finales de los setenta. Y no era uno cualquiera: era uno muy informado, en razón del cargo que ocupó en nuestro país en aquella época. Se trata del Embajador en Ecuador de los Estados Unidos de América entre 1976 y 1978, Richard Joseph Bloomfield. Como funcionario de la administración de Jimmy Carter, él transmitió su opinión sobre las alternativas del retorno a la democracia en el Ecuador en un cable fechado 10 de enero de 1978, difundido por Wikileaks (1). La opinión de este diplomático resulta muy ilustrativa para comprender al Ecuador de la época y su caótico devenir en el nuevo período democrático que se echó a andar en 1979.

Al momento de escribir ese cable, nuestro país se encontraba en un proceso de retorno a la democracia impulsado por la dictadura militar; específicamente, a cinco escasos días de acudir a las urnas por primera vez en casi 10 años (2). El 15 de enero de 1978, el Ecuador votó en un referéndum para escoger entre la Constitución de 1945 reformada o una nueva Constitución para regir el país (3).

El análisis del Embajador Bloomfield reconoció la existencia dentro del proceso de retorno a la democracia de cinco actores políticos clave: el líder populista Assad Bucaram, el Consejo Supremo de Gobierno, los partidos políticos y los miembros de la élite económica de Quito y de Guayaquil. De ellos, los dos actores clave (además de antagónicos) eran el Consejo Supremo de Gobierno (compuesto por Alfredo Poveda, Luis Leoro y Guillermo Durán) y el “patán de noble corazón”, Assad Bucaram (4). El Consejo, porque ellos habían impuesto el escenario para el retorno a la democracia; Bucaram, porque era aquel a quienes todos los demás actores políticos querían impedir su acceso a la Presidencia.

Esta Tabla identifica a los actores políticos de la época y sus respectivos intereses en relación con la candidatura de Assad Bucaram y las alternativas de retorno a la democracia, como fueron detallados por el diplomático estadounidense:

TABLA. PREFERENCIAS DE LOS ACTORES POLÍTICOS EN EL PROCESO DE RETORNO A LA DEMOCRACIA (ENERO DE 1978)


MILITARES
ÉLITE ECONÓMICA DE QUITO
ÉLITE ECONÓMICA DE GUAYAQUIL
PARTIDOS POLÍTICOS
Postura frente a la candidatura a la Presidencia de Assad Bucaram
El “más formidable opositor” de la candidatura de Bucaram, en razón de su orientación conservadora y por el temor de una venganza contra ellos (pues ellos orquestaron el golpe de Estado de 1972 por la posibilidad de que llegue al poder).
Temerosos, pero menos que la élite de Guayaquil.
Temerosos  de la posibilidad de Bucaram en la Presidencia, aunque no por ello (al menos algunos de ellos) dejan de financiar la campaña del CFP.
El CFP de Bucaram era visto por los otros partidos políticos como la fuerza política dominante, pero no tienen el miedo de los otros actores políticos por su eventual llegada al poder. Son incapaces de generar una coalición política para enfrentar y vencer a Bucaram.
Postura frente a la democracia
Los militares del Consejo Supremo de Gobierno deseaban mantener la dictadura para concretar el más ambicioso plan de defensa nacional de la historia del país (así como enriquecerse en el proceso), pero sabían que su tiempo había pasado. Hubo reportes de que Durán era uno de los impulsores del voto nulo, pues deseaba convertirse en dictador único o en un triunvirato con civiles.
Están “felices, por mucho” de que se mantenga la dictadura, pues han establecido una “cómoda y rentable” relación con los militares. Algunos industriales de Quito apoyan la opción del “voto nulo” y el “magnate quiteño” Antonio Granda Centeno utiliza su periódico “El Tiempo” para la campaña por el voto nulo.
Apoyan el retorno a la democracia, no tanto por cuestión de principios, sino por la “marcada orientación serrana de los militares”.
Febres-Cordero le inyecta billete a la campaña contra el referéndum.
Los partidos políticos tenían posturas diversas, según sus opciones de posible éxito electoral frente al CFP. Los partidos tradicionales (liberal y conservador) querían comprar tiempo y su propuesta era un Presidente provisional (a la espera de que sea uno de ellos). Los partidos con menos posibilidades de éxito, proponen una Asamblea Constituyente. Algunos de ellos apoyan el voto nulo.

 Fuente

Así empezó el Ecuador de 1978: la inmensa mayoría de los actores políticos hicieron cargamontón en contra de la participación de Assad Bucaram como candidato a Presidente por razones que el Embajador Bloomfield identificó como racistas (por su origen libanés) y de clase (por su extracción popular). De acuerdo con Bloomfield, el número de demócratas en Ecuador que creían que se le debía permitir a Bucaram la participación en las elecciones presidenciales de 1978 y aceptar los resultados que de ello resulte, era apenas una “pequeña minoría”.

Es muy decidor que únicamente una “pequeña minoría” de nuestra clase política merezca calificarse de demócrata, pues lo que ello evidencia es que la mayoría de actores políticos relevantes no tenía mayor apego por la idea de democracia, como no sea para servirse de ella a fin de satisfacer sus propias apetencias, que eran casi invariablemente, o electoreras, o corruptas.

Finalmente, en lo que hace al desenlace de este historia, el Consejo Supremo de Gobierno terminó por impedir la participación de Bucaram. El 20 de febrero de 1978 dictó una Ley de Elecciones, en una de cuyas cláusulas puso (con evidente dedicatoria, por la condición de hijo de libaneses de Bucaram) que ningún hijo de padres extranjeros podría participar como candidato a la Presidencia de la República. Lo que demuestra que cuando se trata de eliminar a un enemigo común, los políticos ecuatorianos sí resultan eficaces (5). Pero es cuando se trata de construir, que la desconfianza mutua ha lastrado los esfuerzos (6).

Y así como el Ecuador empezó en 1978, siguió en adelante: invariablemente, la corrupción ha campeado y la desconfianza mutua ha tirado al traste la posibilidad de llegar a acuerdos básicos.

Y lo que demostró este cable del Embajador Bloomfield es que todo lo que está mal en el Ecuador actual, estaba ya cifrado en el origen del proceso democrático, allá por 1978.

Desde entonces, este país no ha hecho otra cosa que malograrse a gusto.

(1) Bloomfield, Richard J., Ecuador’s return toconstitutional democracy: An alternative route?, Wikileaks, 10 de enero de 1978. El Embajador Bloomfield terminó su misión en nuestro país apenas unos días después, el 21 de enero. Enseguida se encaminó a su siguiente destino, en Portugal.
(2) Las últimas elecciones en el Ecuador habían sido las legislativas de 1970, pero los diputados electos jamás llegaron a posesionarse por el autogolpe de Velasco Ibarra. Las últimas elecciones que habían sido efectivas en posesionar a los electos fueron las elecciones presidenciales de junio de 1968, en las que el pueblo eligió por cuarta vez (la quinta y última en la que ejerció la Presidencia de la República) a José María Velasco Ibarra.
(3) Con un poco más de 2 millones de votantes inscritos y una participación del 86.73% de la población, triunfó con 778.000 votos (43%) la nueva Constitución. La Constitución de 1945 reformada tuvo 583.000 votos (32%) y los votos nulos 422.000 votos (23%).
(4) El rol de Assad Bucaram en la política ecuatoriana tras el retorno a la democracia fue breve, pues falleció el 5 de noviembre de 1981, apenas unos meses después de su sobrino (por relación política) el presidente Jaime Roldós. Por sus vínculos políticos, durante la campaña de Jaime Roldós a la Presidencia se afirmaba que Roldós iría a la presidencia y que su tío Assad Bucaram iría al poder, pero una vez que Roldós llegó a la Presidencia no fue así y se enfrentaron como cabezas de dos Funciones del Estado, Roldós por el Ejecutivo y Bucaram por el Legislativo. De esta manera, se inauguró la pugna de poderes como marca distintiva de la democracia ecuatoriana, desde este entonces hasta el año 2007. Esta pugna en particular duró poco: ambos actores principales, Roldós y Bucaram, fallecieron en 1981. Esto abrió la posibilidad de consolidar espacios de poder que quedaron en disputa tras el deceso de estos líderes, lo que fue aprovechado por León Febres-Cordero y el PSC, que triunfaron en las siguientes elecciones. En eso tuvo mucho que ver la TV.
(5) Un ejemplo reciente de esto es el caso de Sofía Espín.
(6) En un informe del año 2005, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos constató “la incapacidad de sus clases dirigentes de formar consensos amplios y perdurables que permitan identificar e implementar políticas públicas inclusivas necesarias para el respeto y goce efectivo de todos los derechos humanos, particularmente aquellos relacionados con el ejercicio igualitario del derecho a la participación política (artículo 23 de la Convención), acceso a la justicia independiente, imparcial y gozar de un recurso efectivo (artículo 25 de la Convención), libertad de expresión, asociación y reunión (artículos 13 y 15 de la Convención), igual protección ante la ley (artículo 24 de la Convención), y de los derechos económicos, sociales y culturales reconocidos en el Protocolo de San Salvador que Ecuador ratificó en 1993”. Es decir, un país sin utilidad visible, v. Retrato de un país roto’.